Thursday, February 21, 2019

Descifrando Los Evangelios Con El Tanach: Cosas Nuevas Y Viejas (2) By Julia Blum - febrero 6, 2019

Descifrando Los Evangelios Con El Tanach: Cosas Nuevas Y Viejas (2)

…es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas“.
                                                                   Mateo 13:52
Continuamos nuestro viaje a través de los Evangelios. Nuestra meta aquí es mostrar cuánto puede extraerse del Nuevo Testamento cuando se comprende a la luz del Tanach.
JESÚS Y EL SABBAT
“…¿y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?[1]
Hay un famoso conflicto respecto a Jesús guardando —o quebrantando— el Sabbat. Mucho se ha dicho y escrito sobre el tema. Sin embargo, incluso hoy, tal como están leyendo sobre Jesús sanando en Sabbat y sintiendo esta tensión casi palpable entre Él y aquellos que “…y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle”,[2] ¿todavía se preguntan si realmente Jesús quebrantó el Sabbat?
Primero, tenemos que dejar claro qué definición tenemos en mente de quebrantar el Sabbat. En la halakhah judía de hoy en día, está prohibido el tratamiento de problemas médicos menores que no amenazan la vida en Sabbat, pero salvar vidas en Sabbat no solo está permitido, sino que es un deber. Sin embargo, mientras que una violación del Sabbat para salvar una vida es aceptada hoy en día; en el siglo I, este principio probablemente aún no se había definido claramente. Por eso “el principal de la sinagogaestaba enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo”.[3] En este sentido, el testimonio de los Evangelios es muy importante: por primera vez vemos a Yeshua, el rabino judío, permitiendo sanar en Sabbat.
Por supuesto, Jesús no quebrantó un mandamiento dado por Dios. Sin embargo, quebrantó una tradición contemporánea de guardar el Sabbat a toda costa. Los Evangelios son la única fuente del siglo I que tenemos, donde se permite y se realiza sanidad en Shabbat. Jesús apela —quizá incluso establece— el mismo enfoque que más tarde, ligeramente modificado, se convertirá en normativa en el judaísmo rabínico. Cuanto más conocemos sobre el judaísmo, más interesante es esta dinámica entre las enseñanzas de Jesús y el judaísmo del primer siglo.
BEIT SHAMMAI Y BEIT HILLEL
“Y había disensión entre ellos“.[4]
Como acabamos de ver, cuando Jesús sanaba en Sabbat, casi siempre había tensión entre Él y la gente que le rodeaba. Sin embargo, la gente a su alrededor no siempre estaba unida. En Juan 9, después de que “Jesús hizo lodo” y sanó al ciego en Sabbat, algunos decían: “Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo”. Habían otros que decían, ¿cómo puede un hombre pecador hacer estas señales?” ¿Quiénes eran estos dos grupos?
Primero que todo, necesitamos comprender que en este ejemplo en particular, Jesús quebrantó las normas tradicionales del Sabbat judío de su tiempo en varias ocasiones. Aparte de sanar en Sabbat, lo cual se veía como una violación de las leyes de trabajo del Sabbat (a menos que fuese una situación de vida o muerte) Jesús amasó la arcilla con su saliva para formar (hacer) lodo —y tanto amasar como formar estaban entre las 39 clases de trabajo prohibido en Sabbat—, por lo tanto, Él quebrantó la tradición.
Aquí vemos dos posiciones completamente diferentes respecto a Su sanación. Esta división probablemente refleja la diferencia entre las posiciones de las escuelas de Shammai y Hillel. La escuela de Shammai era mucho más estricta y basaba sus reglas solo en principios teológicos (“él quebró la ley, por lo tanto es pecador); mientras que la escuela de Hillel también consideraba el resultado (“él ha hecho una buena obra).
Hillel y Shammai, dos sabios líderes en el cambio de era, fundaron dos escuelas opuestas al pensamiento judío. Los debates entre estas dos escuelas eran esenciales en la formación del judaísmo. Jesús era un miembro integral de la cultura en la que vivía, —la influenciaba y era influenciado por ella—, por eso muchos comentaristas creen que la influencia de esta división entre Hillel y Shammai, puede encontrarse también en el Nuevo Testamento.
¿JESÚS DECLARÓ TODA LA COMIDA KOSHER?
En Levítico Dios ordena las leyes de kashrut, distinguiendo entre animales puros e impuros. La mayoría de cristianos creen que Jesús defendió estas leyes y por lo tanto declaró todos los alimentos puros. En particular, la famosa frase de Jesús: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar”, en el capítulo 7 de Marcos, a menudo se ha entendido como una completa abolición de cualquier distinción “entre los animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer”. ¿Fue, de hecho, el significado de las palabras de Jesús? ¿Declaró Jesús la carne de cerdo kosher?
Si leemos todo el capítulo 7 del Evangelio de Marcos, leeremos que todo el debate aquí entre los fariseos y Jesús, no concierne del todo a animales puros e impuros. El debate es sobre el ritual de pureza, tal como lo enseña la tradición de lavarse las manos. Los fariseos y los escribas le preguntaron, “¿por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?
Esto significa dos cosas: Primero, el tema aquí no es guardar la Torá (“la Ley”), sino guardar la tradición (la Torá oral); segundo, Jesús no se dirige al tema de lo que deben comer, sino que habla sobre si uno debe comer sin el ritual de lavarse las manos. No hay el menor indicio de que los alimentos en discusión pueden ser algo más de lo que la Biblia permite comer a los judíos —alimentos kosher—. En otras palabras, Jesús declaró puros todos aquellos alimentos dados y permitidos por Dios, independientemente del ritual de lavarse las manos.

Los artículos que leen en estos pasajes son típicos de lo que compartimos con nuestros estudiantes durante las clases DHB (Discovering the Hebrew Bible: Descubriendo la Biblia Hebrea) o JBNT (Jewish Background of the New Testament: Trasfondo Judío del Nuevo Testamento) o de WTP (Weekly Torah Portions: Porción Semanal de la Torá). Si estos artículos abrieron su apetito por descubrir los tesoros ocultos de la Biblia hebrea, o estudiar en profundidad la Parashat Shavua, junto con aspectos del Nuevo Testamento, o aprender más sobre el trasfondo judío del Nuevo Testamento, estaré satisfecha en dar más información (y también un descuento de maestro para nuevos estudiantes) respecto a nuestros formidables cursos(juliab@eteachergroup.com).

Si les gustaron los artículos de este blog, también podrían gustarles mis libros, pueden obtenerlos desde mi página: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/. También quisiera hacerles saber que mi libro con todas estas ideas hebreas sobre la Torá y el Nuevo Testamento, está casi listo y pronto será publicado.
[1] Mateo 12:10
[2] Marcos 3:1-6
[3] Lucas 13:14
[4] Juan 9:16


About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

Wednesday, February 13, 2019

Audiencia general, 13 de febrero de 2019 – Catequesis del Papa Francisco











Audiencia general, 13 de febrero de 2019 – Catequesis del Papa Francisco

‘Padre de todos nosotros’ – 6ª catequesis del ‘Padre Nuestro’

La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar  a las 9:25 en el Aula Pablo VI  donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.
El Santo Padre, retomando el ciclo de catequesis sobre el Padre nuestro, se ha centrado en el tema “Padre de todos nosotros” (Pasaje bíblico: Del Evangelio según San Lucas 10, 21-22)
Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo.
La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la bendición apostólica.
Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos nuestro itinerario para aprender cada vez mejor a rezar como Jesús nos enseñó. Tenemos que rezar como Él nos enseñó a hacerlo.
Él dijo: cuando reces, entra en el silencio de tu habitación, retírate del mundo y dirígete  a Dios llamándolo “¡Padre!”. Jesús quiere que sus discípulos no sean como los hipócritas que rezan de pie en las calles para que los admire la gente (cf. Mt 6, 5). Jesús no quiere hipocresía. La verdadera oración es la que se hace en el secreto de la conciencia, del corazón: inescrutable, visible solo para Dios. Dios y yo. Esa oración huye de la falsedad: ante Dios es imposible fingir. Es imposible, ante Dios no hay truco que valga, Dios nos conoce así, desnudos en la conciencia y no se puede fingir. En la raíz del diálogo con Dios hay un  diálogo silencioso, como el cruce de miradas entre dos personas que se aman: el hombre y Dios cruzan la mirada, y esta es oración. Mirar a Dios y dejarse mirar por Dios: esto es rezar. “Pero, padre, yo no digo palabras…” Mira a Dios y déjate mirar por Él: es una oración, ¡una hermosa oración!

Sin embargo, aunque la oración del discípulo sea confidencial, nunca cae en el intimismo. En el secreto de la conciencia, el cristiano no deja el mundo fuera de la puerta de su habitación, sino que lleva en su corazón personas y situaciones, los problemas, tantas cosas, todas las llevo en la oración.
Hay una ausencia impresionante en el texto de “Nuestro Padre”. ¿Si yo preguntase a vosotros cual es la ausencia impresionante en el texto del Padre nuestro? No será fácil responder. Falta una palabra. Pensadlo todos: ¿qué falta en el Padre nuestro? Pensad, ¿qué falta? Una palabra. Una palabra por la que en nuestros tiempos, -pero quizás siempre-, todos tienen una gran estima. ¿Cuál es la palabra que falta en el Padre nuestro que rezamos todos los días? Para ahorrar tiempo os la digo: Falta la palabra “yo”. “Yo” no se dice nunca.  Jesús nos enseña a rezar, teniendo en nuestros labios sobre todo el “Tú”, porque la oración cristiana es diálogo: “santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad”.  No mi nombre, mi reino, mi voluntad. Yo no, no va. Y luego pasa al “nosotros“. Toda la segunda parte del “Padre Nuestro” se declina en la primera persona plural: “Danos nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras deudas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal”. Incluso las peticiones humanas más básicas, como la de  tener comida para satisfacer el hambre, son todas en plural. En la oración cristiana, nadie pide el pan para sí mismo:  dame el pan de cada día, no, danos, lo suplica para todos, para todos los pobres del mundo. No hay que olvidarlo, falta la palabra “yo”. Se reza con el tú y con el nosotros. Es una buena enseñanza de Jesús. No os olvidéis.

¿Por qué? Porque no hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios. No hay ostentación de los problemas personales como si fuéramos los únicos en el mundo que sufrieran. No hay oración elevada a Dios que no sea la oración de una comunidad de hermanos y hermanas, el nosotros: estamos en comunidad, somos hermanos y hermanas, somos un pueblo que reza, “nosotros”. Una vez el capellán de una cárcel me preguntó: “Dígame, padre, ¿Cuál es la palabra contraria a yo? Y yo, ingenuo, dije: “Tú”. “Este es el principio de la guerra. La palabra opuesta a “yo” es “nosotros”, donde está la paz, todos juntos”. Es una hermosa enseñanza la que me dio aquel cura.

Un cristiano lleva a la oración todas las dificultades de las personas que están a su lado: cuando cae la noche, le cuenta a Dios los dolores con que se ha cruzado ese día; pone ante Él tantos rostros, amigos e incluso hostiles; no los aleja como distracciones peligrosas. Si uno no se da cuenta de que a su alrededor hay tanta gente que sufre, si no se compadece de las lágrimas de los pobres, si está acostumbrado a todo, significa que su corazón es ¿cómo es? ¿Marchito? No, peor: es de piedra. En este caso, es bueno suplicar al Señor que nos toque con su Espíritu y ablande nuestro corazón. “Ablanda, Señor, mi corazón”. Es una oración hermosa: “Señor, ablanda mi corazón, para que entienda y se haga cargo de todos los problemas, de todos los dolores de los demás”. Cristo no pasó inmune al lado de las miserias del mundo: cada vez que percibía una soledad, un dolor del cuerpo o del espíritu, sentía una fuerte compasión, como las entrañas de una madre. Este “sentir compasión” –no olvidemos esta palabra tan cristiana: sentir compasión- es uno de los verbos clave del Evangelio: es lo que empuja al buen samaritano a acercarse al hombre herido al borde del camino, a diferencia de otros que tienen un corazón duro.

Podemos preguntarnos: cuando rezo, ¿me abro al llanto de tantas personas cercanas y lejanas?, ¿O pienso en la oración como un tipo de anestesia, para estar más tranquilo? Dejo caer la pregunta, que cada uno conteste. En este caso caería víctima de un terrible malentendido. Por supuesto, la mía ya no sería una oración cristiana. Porque ese “nosotros” que Jesús nos enseñó me impide estar solo tranquilamente y me hace sentir responsable de mis hermanos y hermanas.
Hay hombres que aparentemente no buscan a Dios, pero Jesús nos hace rezar también por ellos, porque Dios busca a estas personas más que a nadie. Jesús no vino por los sanos, sino por los enfermos, por  los pecadores (cf. Lc 5, 31), es decir, por  todos, porque el que piensa que está sano, en realidad no lo está. Si trabajamos por la justicia, no nos sintamos mejor que los demás: el Padre hace que su sol salga sobre los buenos y sobre los malos (cf. Mt 5:45). ¡El Padre ama a todos! Aprendamos de Dios que siempre es bueno con todos, a diferencia de nosotros que solo podemos ser buenos con alguno, con alguno que me gusta.

Hermanos y hermanas, santos y pecadores, todos somos hermanos amados por el mismo Padre. Y, en el ocaso de la vida, seremos juzgados por el amor, por cómo hemos amado. No solo el amor sentimental, sino también compasivo y concreto, de acuerdo con la regla evangélica -¡no la olvidéis!- “Todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos, más pequeños a mí lo hicisteis”.Así dice el Señor. Gracias.





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Monday, February 4, 2019

Llamamiento para responder con el bien al mal FEBRERO 04, 2019 20:51REDACCIÓNVIAJES PONTIFICIOS

El Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar firma un documento sobre la ‘Fraternidad humana’

Llamamiento para responder con el bien al mal

(ZENIT – 4 febrero 2019).- El Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar el 4 de febrero de 2019, firmaron el Documento sobre “Fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia”. La firma tras el discurso del Santo Padre en la Conferencia Mundial sobre Fraternidad Humana en Abu Dhabi, un elemento clave en la visita apostólica del Santo Padre del 3 al 5 de febrero a los Emiratos Árabes Unidos.
“El documento representa un importante paso adelante en el diálogo entre cristianos y musulmanes y es un poderoso signo de paz y esperanza para el futuro de la humanidad”, ha declarado Alessandro Gisotti, Director ad interim de la Oficina de Prensa del Vaticano.
Anteriormente, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, dijo a los periodistas, entre ellos a Deborah Lubov de Zenit, que la importancia de este día es el diálogo entre las religiones, especialmente el cristianismo y el islam, que promueve la paz y combate el fundamentalismo.
En la declaración de la Oficina de Prensa se añade: “El Documento es un llamamiento vibrante para responder con el bien al mal, para reforzar el diálogo interreligioso y promover el respeto mutuo para bloquear el camino a quienes agregan combustible al fuego de los choques entre civilizaciones. En Abu Dhabi, Francisco y Al-Tayyib han indicado juntos un camino de paz y reconciliación en el que no solo los cristianos y los musulmanes pueden caminar, sino todas las personas de buena voluntad.
“El Documento es valiente y profético porque confronta, y llama por su nombre, los temas más urgentes de nuestros días en los que se anima a los que creen en Dios a cuestionar su propia conciencia y a asumir con confianza su propia responsabilidad para dar vida a Un mundo más justo y unido”.
“Con palabras inequívocas, el Papa y el Gran Imán declaran que nadie está autorizado a explotar el nombre de Dios para justificar la guerra, el terrorismo o cualquier otra forma de violencia. Además, afirman que la vida siempre debe salvaguardarse y, al mismo tiempo, que los derechos de las mujeres deben ser plenamente reconocidos, y todas las prácticas discriminatorias a su respecto deben ser rechazadas”.
“Ante la humanidad, herida por tantas divisiones y fanatismo ideológico, el Pontífice y el Gran Imán de Al-Azhar demuestran que promover una cultura de encuentro no es una utopía, sino que es la condición necesaria para vivir en paz y dejar para las generaciones futuras un Mundo mejor que el que vivimos”.
JF
A continuación, ofrecemos el texto del documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Zahar, el Dr. Ahmad Al-Tayyib.
***
DOCUMENTO SOBRE LA
FRATERNIDAD HUMANA
POR LA PAZ MUNDIAL Y LA CONVIVENCIA COMÚN
Prefacio
La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar. Por la fe en Dios, que ha creado el universo, las criaturas y todos los seres humanos —iguales por su misericordia—, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres.
Desde este valor trascendente, en distintos encuentros presididos por una atmósfera de fraternidad y amistad, hemos compartido las alegrías, las tristezas y los problemas del mundo contemporáneo, en el campo del progreso científico y técnico, de las conquistas terapéuticas, de la era digital, de los medios de comunicación de masas, de las comunicaciones; en el ámbito de la pobreza, de las guerras y de los padecimientos de muchos hermanos y hermanas de distintas partes del mundo, a causa de la carrera de armamento, de las injusticias sociales, de la corrupción, de las desigualdades, del degrado moral, del terrorismo, de la discriminación, del extremismo y de otros muchos motivos.
De estos diálogos fraternos y sinceros que hemos tenido, y del encuentro lleno de esperanza en un futuro luminoso para todos los seres humanos, ha nacido la idea de este «Documento sobre la Fraternidad Humana». Un documento pensado con sinceridad y seriedad para que sea una declaración común de una voluntad buena y leal, de modo que invite a todas las personas que llevan en el corazón la fe en Dios y la fe en la fraternidad humana a unirse y a trabajar juntas, para que sea una guía para las nuevas generaciones hacia una cultura de respeto recíproco, en la comprensión de la inmensa gracia divina que hace hermanos a todos los seres humanos.
Documento
En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz.
En el nombre de la inocente alma humana que Dios ha prohibido matar, afirmando que quien mata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera.
En el nombre de los pobres, de los desdichados, de los necesitados y de los marginados que Dios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos los hombres y en modo particular a cada hombre acaudalado y acomodado.
En el nombre de los huérfanos, de las viudas, de los refugiados y de los exiliados de sus casas y de sus pueblos; de todas las víctimas de las guerras, las persecuciones y las injusticias; de los débiles, de cuantos viven en el miedo, de los prisioneros de guerra y de los torturados en cualquier parte del mundo, sin distinción alguna.
En el nombre de los pueblos que han perdido la seguridad, la paz y la convivencia común, siendo víctimas de la destrucción, de la ruina y de las guerras.
En nombre de la «fraternidad humana» que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales.
En el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres.
En el nombre de la libertad, que Dios ha dado a todos los seres humanos, creándolos libres y distinguiéndolos con ella.
En el nombre de la justicia y de la misericordia, fundamentos de la prosperidad y quicios de la fe.
En el nombre de todas las personas de buena voluntad, presentes en cada rincón de la tierra.
En el nombre de Dios y de todo esto, Al-Azhar al-Sharif —con los musulmanes de Oriente y Occidente—, junto a la Iglesia Católica —con los católicos de Oriente y Occidente—, declaran asumir la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio.
Nosotros —creyentes en Dios, en el encuentro final con él y en su juicio—, desde nuestra responsabilidad religiosa y  moral, y a través de este Documento, pedimos a nosotros mismos y a los líderes del mundo, a los artífices de la política internacional y de la economía mundial, comprometerse seriamente para difundir la cultura de la tolerancia, de la convivencia y de la paz; intervenir lo antes posible para parar el derramamiento de sangre inocente y poner fin a las guerras, a los conflictos, a la degradación ambiental y a la decadencia cultural y moral que el mundo vive actualmente.
Nos dirigimos a los intelectuales, a los filósofos, a los hombres de religión, a los artistas, a los trabajadores de los medios de comunicación y a los hombres de cultura de cada parte del mundo, para que redescubran los valores de la paz, de la justicia, del bien, de la belleza, de la fraternidad humana y de la convivencia común, con vistas a confirmar la importancia de tales valores como ancla de salvación para todos y buscar difundirlos en todas partes.
Esta Declaración, partiendo de una reflexión profunda sobre nuestra realidad contemporánea, valorando sus éxitos y viviendo sus dolores, sus catástrofes y calamidades, cree firmemente que entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno están una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos, además del predominio del individualismo y de las filosofías materialistas que divinizan al hombre y ponen los valores mundanos y materiales en el lugar de los principios supremos y trascendentes.
Nosotros, aun reconociendo los pasos positivos que nuestra civilización moderna ha realizado en los campos de la ciencia, la tecnología, la medicina, la industria y del bienestar, en particular en los países desarrollados, subrayamos que, junto a tales progresos históricos, grandes y valiosos, se constata un deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional, y un debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de responsabilidad. Todo eso contribuye a que se difunda una sensación general de frustración, de soledad y de desesperación, llevando a muchos a caer o en la vorágine del extremismo ateo o agnóstico, o bien en el fundamentalismo religioso, en el extremismo o en el integrismo ciego, llevando así a otras personas a ceder a formas de dependencia y de autodestrucción individual y colectiva.
La historia afirma que el extremismo religioso y nacional y la intolerancia han producido en el mundo, tanto en Occidente como en Oriente, lo que podrían llamarse los signos de una «tercera guerra mundial a trozos», signos que, en diversas partes del mundo y en distintas condiciones trágicas, han comenzado a mostrar su rostro cruel; situaciones de las que no se conoce con precisión cuántas víctimas, viudas y huérfanos hayan producido. Asimismo, hay otras zonas que se preparan a convertirse en escenario de nuevos conflictos, donde nacen focos de tensión y se acumulan armas y municiones, en una situación mundial dominada por la incertidumbre, la desilusión y el miedo al futuro y controlada por intereses económicos miopes.
También afirmamos que las fuertes crisis políticas, la injusticia y la falta de una distribución equitativa de los recursos naturales —de los que se beneficia solo una minoría de ricos, en detrimento de la mayoría de los pueblos de la tierra— han causado, y continúan haciéndolo, gran número de enfermos, necesitados y muertos, provocando crisis letales de las que son víctimas diversos países, no obstante las riquezas naturales y los recursos que caracterizan a las jóvenes generaciones. Con respecto a las crisis que llevan a la muerte a millones de niños, reducidos ya a esqueletos humanos —a causa de la pobreza y del hambre—, reina un silencio internacional inaceptable.
En este contexto, es evidente que la familia es esencial, como núcleo fundamental de la sociedad y de la humanidad, para engendrar hijos, criarlos, educarlos, ofrecerles una moral sólida y la protección familiar. Atacar la institución familiar, despreciándola o dudando de la importancia de su rol, representa uno de los males más peligrosos de nuestra época.
Declaramos también la importancia de reavivar el sentido religioso y la necesidad de reanimarlo en los corazones de las nuevas generaciones, a través de la educación sana y la adhesión a los valores morales y a las enseñanzas religiosas adecuadas, para que se afronten las tendencias individualistas, egoístas, conflictivas, el radicalismo y el extremismo ciego en todas sus formas y manifestaciones.
El primer y más importante objetivo de las religiones es el de creer en Dios, honrarlo y llamar a todos los hombres a creer que este universo depende de un Dios que lo gobierna, es el Creador que nos ha plasmado con su sabiduría divina y nos ha concedido el don de la vida para conservarlo. Un don que nadie tiene el derecho de quitar, amenazar o manipular a su antojo, al contrario, todos deben proteger el don de la vida desde su inicio hasta su muerte natural. Por eso, condenamos todas las prácticas que amenazan la vida como los genocidios, los actos terroristas, las migraciones forzosas, el tráfico de órganos humanos, el aborto y la eutanasia, y las políticas que sostienen todo esto.
Además, declaramos —firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos que han abusado —en algunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de los hombres para llevarlos a realizar algo que no tiene nada que ver con la verdad de la religión, para alcanzar fines políticos y económicos mundanos y miopes. Por esto, nosotros pedimos a todos que cese la instrumentalización de las religiones para incitar al odio, a la violencia, al extremismo o al fanatismo ciego y que se deje de usar el nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión. Lo pedimos por nuestra fe común en Dios, que no ha creado a los hombres para que sean torturados o humillados en su vida y durante su existencia. En efecto, Dios, el Omnipotente, no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente.
Este Documento, siguiendo los Documentos Internacionales precedentes que han destacado la importancia del rol de las religiones en la construcción de la paz mundial, declara lo siguiente:
– La fuerte convicción de que las enseñanzas verdaderas de las religiones invitan a permanecer anclados en los valores de la paz; a sostener los valores del conocimiento recíproco, de la fraternidad humana y de la convivencia común; a restablecer la sabiduría, la justicia y la caridad y a despertar el sentido de la religiosidad entre los jóvenes, para defender a las nuevas generaciones del dominio del pensamiento materialista, del peligro de las políticas de la codicia de la ganancia insaciable y de la indiferencia, basadas en la ley de la fuerza y no en la fuerza de la ley.
– La libertad es un derecho de toda persona: todos disfrutan de la libertad de credo, de pensamiento, de expresión y de acción. El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente. Por esto se condena el hecho de que se obligue a la gente a adherir a una religión o cultura determinada, como también de que se imponga un estilo de civilización que los demás no aceptan.
– La justicia basada en la misericordia es el camino para lograr una vida digna a la que todo ser humano tiene derecho.
– El diálogo, la comprensión, la difusión de la cultura de la tolerancia, de la aceptación del otro y de la convivencia entre los seres humanos contribuirían notablemente a que se reduzcan muchos problemas económicos, sociales, políticos y ambientales que asedian a gran parte del género humano.
– El diálogo entre los creyentes significa encontrarse en el enorme espacio de los valores espirituales, humanos y sociales comunes, e invertirlo en la difusión de las virtudes morales más altas, pedidas por las religiones; significa también evitar las discusiones inútiles.
– La protección de lugares de culto —templos, iglesias y mezquitas— es un deber garantizado por las religiones, los valores humanos, las leyes y las convenciones internacionales. Cualquier intento de atacar los lugares de culto o amenazarlos con atentados, explosiones o demoliciones es una desviación de las enseñanzas de las religiones, como también una clara violación del derecho internacional.
– El terrorismo execrable que amenaza la seguridad de las personas, tanto en Oriente como en Occidente, tanto en el Norte como en el Sur, propagando el pánico, el terror y el pesimismo no es a causa de la religión —aun cuando los terroristas la utilizan—, sino de las interpretaciones equivocadas de los textos religiosos, políticas de hambre, pobreza, injusticia, opresión, arrogancia; por esto es necesario interrumpir el apoyo a los movimientos terroristas a través del suministro de dinero, armas, planes o justificaciones y también la cobertura de los medios, y considerar esto como crímenes internacionales que amenazan la seguridad y la paz mundiales. Tal terrorismo debe ser condenado en todas sus formas y manifestaciones.
– El concepto de ciudadanía se basa en la igualdad de derechos y deberes bajo cuya protección todos disfrutan de la justicia. Por esta razón, es necesario comprometernos para establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior; prepara el terreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles de algunos ciudadanos al discriminarlos.
– La relación entre Occidente y Oriente es una necesidad mutua indiscutible, que no puede ser sustituida ni descuidada, de modo que ambos puedan enriquecerse mutuamente a través del intercambio y el diálogo de las culturas. El Occidente podría encontrar en la civilización del Oriente los remedios para algunas de sus enfermedades espirituales y religiosas causadas por la dominación del materialismo. Y el Oriente podría encontrar en la civilización del Occidente tantos elementos que pueden ayudarlo a salvarse de la debilidad, la división, el conflicto y el declive científico, técnico y cultural. Es importante prestar atención a las diferencias religiosas, culturales e históricas que son un componente esencial en la formación de la personalidad, la cultura y la civilización oriental; y es importante consolidar los derechos humanos generales y comunes, para ayudar a garantizar una vida digna para todos los hombres en Oriente y en Occidente, evitando el uso de políticas de doble medida.
– Es una necesidad indispensable reconocer el derecho de las mujeres a la educación, al trabajo y al ejercicio de sus derechos políticos. Además, se debe trabajar para liberarla de presiones históricas y sociales contrarias a los principios de la propia fe y dignidad. También es necesario protegerla de la explotación sexual y tratarla como una mercancía o un medio de placer o ganancia económica. Por esta razón, deben detenerse todas las prácticas inhumanas y las costumbres vulgares que humillan la dignidad de las mujeres y trabajar para cambiar las leyes que impiden a las mujeres disfrutar plenamente de sus derechos.
– La protección de los derechos fundamentales de los niños a crecer en un entorno familiar, a la alimentación, a la educación y al cuidado es un deber de la familia y de la sociedad. Estos derechos deben garantizarse y protegerse para que no falten ni se nieguen a ningún niño en ninguna parte del mundo. Debe ser condenada cualquier práctica que viole la dignidad de los niños o sus derechos. También es importante estar alerta contra los peligros a los que están expuestos — especialmente en el ámbito digital—, y considerar como delito el tráfico de su inocencia y cualquier violación de su infancia.
– La protección de los derechos de los ancianos, de los débiles, los discapacitados y los oprimidos es una necesidad religiosa y social que debe garantizarse y protegerse a través de legislaciones rigurosas y la aplicación de las convenciones internacionales al respecto.
Con este fin, la Iglesia Católica y al-Azhar, a través de la cooperación conjunta, anuncian y prometen llevar este Documento a las Autoridades, a los líderes influyentes, a los hombres de religión de todo el mundo, a las organizaciones regionales e internacionales competentes, a las organizaciones de la sociedad civil, a las instituciones religiosas y a los exponentes del pensamiento; y participar en la difusión de los principios de esta Declaración a todos los niveles regionales e internacionales, instándolos a convertirlos en políticas, decisiones, textos legislativos, planes de estudio y materiales de comunicación.
Al-Azhar y la Iglesia Católica piden que este Documento sea objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de educación y formación, para que se ayude a crear nuevas generaciones que traigan el bien y la paz, y defiendan en todas partes los derechos de los oprimidos y de los últimos.
En conclusión, deseamos que:
esta Declaración sea una invitación a la reconciliación y a la fraternidad entre todos los creyentes, incluso entre creyentes y no creyentes, y entre todas las personas de buena voluntad;
sea un llamamiento a toda conciencia viva que repudia la violencia aberrante y el extremismo ciego; llamamiento a quien ama los valores de la tolerancia y la fraternidad, promovidos y alentados por las religiones;
sea un testimonio de la grandeza de la fe en Dios que une los corazones divididos y eleva el espíritu humano;
sea un símbolo del abrazo entre Oriente y Occidente, entre el Norte y el Sur y entre todos los que creen que Dios nos ha creado para conocernos, para cooperar entre nosotros y para vivir como hermanos que se aman.
Esto es lo que esperamos e intentamos realizar para alcanzar una paz universal que disfruten todas las personas en esta vida.
Abu Dabi, 4 de febrero de 2019

Su Santidad
Papa Francisco
Gran Imán de Al-Azhar
Ahmad Al-Tayyeb

Saturday, February 2, 2019

ACOJAMOS LA LUZ CLARA Y ETERNA - 2ª Lectura del Oficio Divino

TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA III

“Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.” (Corintios 12)

Del Propio de la Fiesta.

2 de febrero

LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR. (FIESTA)

OFICIO DE LECTURA
 
SEGUNDA LECTURA

De las Disertaciones de san Sofronio, obispo
(Disertación 3, Sobre el Hipapanté, 6. 7: PG 87, 3, 3291-3293)

ACOJAMOS LA LUZ CLARA Y ETERNA

Corramos todos al encuentro del Señor los que con fe celebramos y veneramos su misterio, vayamos todos con alma bien dispuesta. Nadie deje de participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz.

Llevamos en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor divino de aquel que viene a nosotros -el cual hace que todo resplandezca y, expulsando las negras tinieblas, lo ilumina todo con la abundancia de la luz eterna-, ya, sobre todo, para manifestar el resplandor con que nuestras almas han de salir al encuentro de Cristo.

En efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus brazos la luz verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros, iluminados por él y llevando en nuestras manos una luz visible para todos, apresurémonos a salir al encuentro de aquel que es la luz verdadera.

Sí, ciertamente, porque la luz ha venido al mundo, para librarlo de las tinieblas en que estaba envuelto y llenarlo de resplandor, y nos ha visitado el sol que nace de lo alto, llenando de su luz a los que vivían en tinieblas: esto es lo que nosotros queremos significar. Por esto avanzamos en procesión con cirios en las manos, por esto acudimos llevando luces, queriendo representar la luz que ha brillado para nosotros, así como el futuro resplandor que, procedente de ella, ha de inundarnos. Por tanto, corramos todos a una, salgamos al encuentro de Dios.

Ha llegado ya aquella luz verdadera que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre. Dejemos, hermanos, que esta luz nos penetre y nos transforme.

Ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz y se resigne a permanecer en la noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor; todos juntos, iluminados, salgamos a su encuentro y, con el anciano Simeón, acojamos aquella luz clara y eterna; imitemos la alegría de Simeón y, como él, cantemos un himno de acción de gracias al Engendrador y Padre de la luz, que ha arrojado de nosotros las tinieblas y nos ha hecho partícipes de la luz verdadera.

También nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de Dios, que él ha presentado ante todos los pueblos y que ha manifestado para gloria de nosotros, los que formamos el nuevo Israel; y, así como Simeón, al ver a Cristo, quedó libre de las ataduras de la vida presente, así también nosotros hemos sido liberados del antiguo y tenebroso pecado.

También nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles en pueblo de Dios (Cristo es, en efecto, la salvación de Dios Padre) y hemos visto, con nuestros ojos, al Dios hecho hombre; y de este modo, habiendo visto la presencia de Dios y habiéndola aceptado, por decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos llamados el nuevo Israel. Esto es lo que vamos celebrando año tras año, porque no queremos olvidarlo.

RESPONSORIO    Ez 43, 4-5; cf. Lc 2, 27

R. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental, * y llenó el templo la gloria del Señor.
V. Llevaron sus padres al niño Jesús al templo.
R. Y llenó el templo la gloria del Señor.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

[Sigue]