ACCIÓN DE GRACIAS Y JUDÁ
In Blog @es by Julia
Blum - noviembre 21, 2016
Estamos
llegando al Día de Acción de Gracias –y ya que muchos de mis lectores son de
los Estados Unidos–, primero y principalmente, me gustaría desearles a todos:
¡Feliz Día de Acción de Gracias! Creo que es una celebración maravillosa,
acostumbraba a ser mi fiesta favorita cuando vivía en América, aunque ahora
vivo en Israel, todavía es un día muy especial para mí. Y quisiera tomarme un
momento para decir un enorme: ¡GRACIAS! De verdad aprecio a todos los
maravillosos lectores y seguidores de este blog y estoy muy agradecida de
tenerles.
Porque es
Acción de Gracias, quisiera hacer una pausa en nuestro tema principal –El
Mesías Oculto– y hablar hoy sobre Judá. Sí, Judá del libro del Génesis, hijo de
Jacob, hermano de José. Quizás te preguntes: ¿por qué Judá? ¿Qué tiene que ver
Judá con la Acción de Gracias? Esta es exactamente la pregunta que este
artículo va a tratar.
Todos
sabemos que el Rey David era descendiente de Judá: El Libro de Samuel deja muy
claro que Dios le otorga como Su ungido, por todo el tiempo, en una incipiente
línea monárquica de la tribu de Judá, en la persona del Rey David. Por lo
tanto, Jesús, quien es designado ‘Hijo de David’, también es descendiente de
Judá, como está escrito: Porque sabido es que nuestro Señor vino de la tribu
de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.[1] ¿Alguna
vez te has preguntado por qué? ¿Por qué fue Judá –cuya debilidad, incluso sus
pecados, están tan claramente descritos en el Libro del Génesis, en ambos, en
la historia de José y en la historia de Tamar– quien fue honrado con este
extraordinario privilegio? Más aún, si sabemos que la tribu de Judá estaba
destinada a tener este honor tan especial –traer al Rey David y también a
Jesús– ¿Cómo conectamos los puntos entre este glorioso destino y la conducta
cuestionable de Judá en el mismo libro del Génesis? Y una vez más, ¿qué tiene
que ver todo esto con el Día de Acción de Gracias?
Empecemos
por el principio –el nacimiento de Judá–. Cuando Lea dio a luz su cuarto hijo,
ella dijo: “Esta vez alabaré a Jehová”. Por esto llamó su nombre
Judá.[2]
En inglés, por supuesto, no hay una conexión: Creo que esto es una de las
mayores pérdidas que experimentamos cuando leemos la Biblia solo en su
traducción –el significado de los nombres hebreos se pierde en la traducción
por completo–. Las traducciones y adaptaciones no cambian simplemente el
significado original, pierden el significado de los nombres. A menos que
tomemos tiempo y vayamos al hebreo, los nombres bíblicos de personas y lugares
continúan sin tener conexión alguna con los puntos de referencia originales y
las ideas quedan enterradas dentro del mismo texto. Las conexiones de las
palabras “por lo tanto” o “porque”, o “así” parecen insignificantes en estos
casos –como en Génesis 3:20–: A su mujer Adán le puso por nombre Eva, porque ella
fue la madre de todos los vivientes; o en Génesis 25:26: Después salió
su hermano, trabada su mano al talón de Esaú, así que le pusieron por
nombre Jacob. Sin embargo, cuando leemos las Escrituras en hebreo la
conexión es evidente –y viene a ser absolutamente claro el significado del
nombre de Judá–: el verbo lehodot (להודות) significa “agradecer” o
“alabar”, y el nombre hebreo de Judá, Yehudah (יהודה), es
el nombre formado de la raíz Y-D-H (ידה), “agradecer” o “alabar”.
Por lo
tanto, el nombre hebreo de Judá, Yehudah (יהודה), puede ser traducido
literalmente como “Acción de Gracias” –y esta es la razón
principal para nosotros, hablar sobre Judá en conexión con la Acción de
Gracias–. También es la principal y más importante lección sobre el nombre de
Judá: debemos agradecer al Señor por habernos hecho partícipes de Su
plan y Su historia, y por traer Sus bendiciones sobre nuestros descendientes.
Sin
embargo, hay algo más importante que podemos aprender de este nombre. El verbo
lehodot tiene también otro significado: admitir, confesar. Por
ejemplo, hay una oración especial que se lee antes y durante Yom Kippur
(Día de Expiación), y el nombre de esta oración en hebreo es, Vidui, viene
de la misma raíz. Este aspecto de ‘confesión’ provee de una importante
percepción adicional en el carácter de Judá, y para entender este significado
más ampliamente, vamos a regresar a la historia de Judá y Tamar.
Inmediatamente
después de que José fuese vendido por sus hermanos en Génesis 37, leemos la
historia de Judá y Tamar en Génesis 38. En cierto sentido, esta historia rompe
con la corriente narrativa de José: en lugar de seguir diciéndonos cómo José
llega a Egipto, la Torá se interrumpe con la historia de Judá. Leemos como
Judá, separándose de sus hermanos (y preguntándonos por qué), su matrimonio, la
muerte de sus hijos, la seducción de Tamar y el clímax de la historia –la confesión
de Judá–.
Leamos
juntos estos versículo:
KJV
Génesis 38:25 Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a
su suegro: del dueño de estas cosas estoy encinta. También dijo: Mira ahora de
quién son estas cosas: el sello, el cordón y el bastón.
Mostrándole
sus objetos personales a Judá, Tamar dijo: הַכֶּר־נָא (haker na)
“por favor, examínalo”. Irónicamente, estas son las palabras exactas que Judá y
sus hermanos dijeron a su padre Jacob –הַכֶּר־נָא– “por favor, examínalo”
(Génesis 37:32) –cuando le mostraron las ropas rotas de José–. Entonces Judá
fue un engañador, ahora es él el engañado. La decepción de Judá lo vuelve a
visitar con sus propias palabras. Es remarcable que, en toda la Torá, esta
expresión solo aparece en estos dos capítulos: Génesis 37 y 38. En el primer
caso, Judá es el engañador, pero ahora es el engañado, y en ese mismo momento,
cuando sus objetos personales son presentados a Judá, su corazón se rompe al
reconocerlo. No solo por el reconocimiento de sus pertenencias, sino mucho más
profundamente, por el reconocimiento de su culpa. En ese momento, Judá tiene un
cambio de corazón:
Génesis
38:26 Cuando
Judá los reconoció, dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he
dado a mi hijo Sela.
Leemos
una preciosa descripción de su transformación en el Midrash: “Entonces Judá se
levantó y dijo:… Hago saber que con la medida que un hombre mida, será medido
también, sea para el bien o para el mal, pero feliz el hombre que reconoce
sus pecados. Porque tomé la capa de José, y la pinté con la sangre de un
niño, y luego la puse a los pies de mi padre, diciendo: reconoce ahora si es o
no la capa de tu hijo, por lo tanto, debo ahora confesar, delante de la
corte, a quién pertenece este sello, este manto, y este cayado.
Por
supuesto, el Midrash apenas llena estos vacíos que las Escrituras dejan de
lado. A pesar de esto, hay un punto que no se puede olvidar: Judá es la
primer figura bíblica que está lista en reconocer su pecado. En lugar de
decir: ‘ella es la culpable’, como hizo Adam, Judá dice: ‘solo yo soy el
culpable’. Ella es más justa que yo. Judá es la primer persona en
el Libro del Génesis –y por lo tanto de toda la Biblia– que confiesa su pecado,
toma su responsabilidad y cambia su conducta: se arrepiente.
Ahora,
creo que podemos entender por qué la tribu de Judá fue escogida por Dios para
su glorioso destino. La confesión de Judá proporciona una interesante
información, no solo por el carácter de Judá, sino por el carácter de Dios:
claramente, el agradecimiento y el arrepentimiento son tan importantes para Él,
que Él establece la línea real de Israel sobre la tribu de Judá.
LES DESEO
A TODOS USTEDES Y A SUS SERES QUERIDOS, UN MARAVILLOSO DÍA DE ACCIÓN DE
GRACIAS. QUE SUS CORAZONES SEAN LLENOS DE AGRADECIMIENTO Y SUS HOGARES LLENOS
DE GOZO.