Si tú fueras Dios
Siempre cuestionamos los caminos de
Dios. Pero si se nos diera la oportunidad, ¿cómo lo haríamos nosotros?
por Rav Aryeh Kaplan
Se te da una isla
donde habitan varias tribus.
Por naturaleza estas
tribus son guerreras. Esto trae como resultado el que haya mucho sufrimiento en
la isla, causado por las guerra, la pobreza y el prejuicio.
Han vivido de esta
forma durante siglos sin ninguna señal de progreso.
Tu responsabilidad:
Tratar de mejorar
esta sociedad.
Enseñarles a sus
miembros a vivir juntos en armonía y reducir el sufrimiento a lo mínimo o
eliminarlo por completo.
Crear una sociedad
sana.
Tus recursos:
Tienes todos los
recursos que la alta tecnología puede ofrecer.
Tienes la isla entera
bajo tu supervisión y puedes ver lo que está pasando en cualquier lugar en
cualquier momento.
Tienes herramientas
para crear nubes y puedes plantar explosivos por debajo de la tierra. Dentro de
lo normal, puedes controlar el clima, las inundaciones, los volcanes y los
terremotos, y puedes producir cualquier fenómeno natural.
También tienes las
herramientas que se pueden usar para implementar ideas por medio de sugestión
subliminal. Puedes introducir ideas en poblaciones enteras o a un cierto grupo
de líderes.
Sin embargo, debes
tomar en cuenta las severas limitaciones de la sugestión subliminal. Si tratas
de implementar ideas que van en contra de la naturaleza básica de la población,
serán completamente rechazadas y tus esfuerzos serán en vano.
Tus restricciones:
Bajo ninguna
circunstancia los nativos de la isla pueden estar conscientes de tu presencia.
Esto precede
cualquiera de las otras consideraciones.
El shock cultural
causado por revelarte a ti mismo destruiría la estructura social de la isla.
Causaría mucho sufrimiento y cancelaría cualquier bien que pudieses lograr.
Los nativos se
reducirían a un estado de dependencia casi vegetal, de lo cual sería muy
difícil que se recuperaran. Si llegaran a recuperarse, probablemente se
rebelarían tan violentamente que eliminarían cualquiera de los valores
positivos que originalmente tenían.
Por lo tanto la
restricción de no revelarte a ti mismo debe ser cumplida sin excepción bajo
toda circunstancia.
Pero fuera de esta
restricción, tienes la libertad de proceder humanamente o violentamente de la
forma que quieras.
En resumen, tienes la
posibilidad de jugar a ser Dios.
¿Qué harías?
Las preguntas
Mucha gente dice que
en estos días es muy difícil creer. Vivimos en una generación que ha visto el
brutal asesinato de seis millones de personas. Hemos visto niños quemados en
Vietnam, bebes muertos de hambre en Biafra y una nación sistemáticamente
diezmada en Bangladesh. Vemos hambre, pobreza y desigualdad donde quiera que
vayamos. La gente buena sufre y la deshonesta parece estar muy bien.
Mucha gente pregunta
lo que parece ser una pregunta legítima: ¿Por qué permite Dios estas cosas?
¿Por qué no hace algo al respecto?
Hasta cierto punto,
la respuesta debe ser obvia. Es el hombre y no Dios quien trae la mayoría del
mal al mundo. Dios no hace guerras - los hombres las hacen. Dios no mató a 6
millones de personas - el hombre lo hizo. Dios no oprime a los pobres - el
hombre lo hace. Dios no tira napalm - el hombre lo hace.
Pero la gente regresa
y discute que esto no contesta realmente a la pregunta. El dilema básico
permanece: ¿Por qué creo Dios la posibilidad del mal? ¿Por qué deja que exista?
Para empezar a
entender esto debemos de entender el propósito mismo de la creación.
Este propósito
requiere una criatura responsable de sus propias acciones. Esto a su vez
requiere que la gente tenga libre albedrío.
Si Dios hubiera
querido una raza de títeres, entonces hubiera creado títeres. Si hubiera
querido robots hubiera creado robots. Pero esto no es lo que Dios quiso. Quiso
seres humanos, con libre albedrío, responsables de sus acciones.
Imagen de Dios
Pero en cuanto tienes
libre albedrío, tienes la posibilidad del mal.
Cuanto más lo probamos,
más claro esto se hace.
Ante nuestro mejor
entendimiento, Dios creó el universo como un acto de amor. Fue un acto de amor
tan inmenso que la mente humana no puede entenderlo. Dios creó el mundo
básicamente como un vehículo que le permitiese depositar Su bien.
Pero el amor de Dios
es tan grande que cualquier bien que deposita debe ser el máximo bien posible.
Menos que esto no sería suficiente.
Pero ¿cuál es el bien
máximo? ¿Cuál es el bien supremo que Dios pudo depositar en Su creación?
Si piensas por un
momento la respuesta debe ser obvia. El bien supremo es Dios mismo. El bien
máximo que Dios puede depositar es Él mismo. No hay mayor bien que el lograr un
grado de unidad con el Creador. Es por esta razón que Dios le dio al hombre la
posibilidad de parecerse a Él.
Es por eso que Dios
le dio al hombre libre albedrío.
Así como Dios actúa
como un ente con libre albedrío, así también lo hace el hombre. Así como Dios
opera sin restricciones, así también el hombre. Así como Dios puede hacer el
bien como resultado de Su elección, también puede el hombre. De acuerdo con
muchos comentaristas, este es el significado de que el hombre fue creado a
"imagen" de Dios.
Libertad de elección
Pero si el propósito
de Dios no permite que el hombre sea un robot, tampoco le permite ser un
prisionero.
Así como el hombre
tiene libre albedrío, también tiene que tener libertad de elección. Un hombre
encerrado en una prisión puede tener el mismo libre albedrío que todos los
demás, pero no puede hacer mucho al respecto. Para que el hombre se asemeje a
su Creador lo más posible, debe existir un lugar en donde tenga la máxima
libertad de elección. Cuanto más el hombre se asemeje a Dios en su
omnipotencia, más se asemejará a su libre elección del bien.
Para que esta
libertad de elección sea real, Dios tuvo que crear la posibilidad del mal. Si
sólo el bien fuese posible, no produciría ningún beneficio. Usando una metáfora
Talmúdica, sería como cargar una lámpara a plena luz del día. El Zohar dice:
"la ventaja de la sabiduría viene de la oscuridad. Si no hubiera
oscuridad, entonces la luz no sería discernible y no produciría ningún
beneficio... Por eso está escrito: "Dios ha hecho una cosa opuesta a la
otra" (Eclesiastés 7:14).
Así como el propósito
de Dios no permite que el hombre sea un prisionero físico, tampoco le permite
vivir en una prisión intelectual. ¿Cómo se comportaría una persona si Dios se
revelara constantemente? ¿Sería libre? Si el hombre estuviera todo el tiempo
consciente de que está parado frente al Rey, ¿acaso podría ir en contra de Su
voluntad? Si la existencia de Dios fuera constantemente evidente, esta
conciencia haría al hombre un prisionero.
Esta es una de las
razones por las cuales Dios creó el mundo para que siga leyes naturales, y de
esa forma se oculta. Por eso nos enseñan nuestros sabios que "El mundo
sigue su patrón natural, y los tontos que hacen el mal eventualmente serán
juzgados".
Este es el concepto
de Shabat. Después del acto inicial de la creación, Dios se retiró (por decirlo
así) y permitió que el mundo opere de acuerdo a las leyes de la naturaleza que
Él creó. El "reloj" ya estaba hecho y se le había dado cuerda, y
ahora con un mínimo de interferencia podía funcionar. Cuando observamos el
Shabat, similarmente nos abstenemos de interferir y hacer algún cambio
permanente en el orden de la naturaleza.
El árbol del conocimiento
Pero se puede
profundizar aún más todavía. Se puede preguntar: ¿Por qué permitió Dios tanto
mal en la naturaleza humana? ¿Por qué es tan natural para el ser humano oprimir
a su semejante y hacerlo sufrir?
Pero aquí también,
nos tenemos que dar cuenta de que el área de acción del hombre es el mundo
físico y por lo tanto debe ser parte de un universo en donde la presencia de
Dios está oculta. La parte espiritual del hombre puede habitar en los mundos
más trascendentales, pero el cuerpo del hombre es esencialmente el de un
animal. Nuestros sabios nos enseñan que el hombre toma parte tanto de los
animales como de los ángeles. El Zohar va un paso más allá y dice que aparte
del alma divina que separa al hombre de las formas más bajas de vida, el hombre
también posee un alma animal.
Cuando el hombre fue
recién creado, había una armonía básica entre estas dos partes de su
naturaleza. Su intelecto y su naturaleza animal eran capaces de existir
conjuntamente sin ningún conflicto intrínseco. Tenía la oportunidad de vivir en
armonía con la naturaleza usando sus energías físicas para lo espiritual. Sin
embargo, en este Jardín del Edén había un elemento de tentación. El destino del
hombre era trascender su naturaleza animal a un plano espiritual. Pero también
tenía una tentación de trascenderlo en un plano físico, de comer del árbol del
Bien y el Mal.
El hombre se dejó
llevar por esta tentación.
Este conocimiento
entró entre los dos elementos básicos del hombre, el animal y el humano. El
hombre ya no era más como el animal, unido a la naturaleza, en armonía con su
naturaleza básica. Todavía tenía todos los deseos, tentaciones y la naturaleza
agresiva de un animal. Pero también adquirió la habilidad de utilizar su
intelecto para que su naturaleza animal fuese dirigida en contra de sus
semejantes. Es este conflicto entre la naturaleza animal y la humana la que
empujo al hombre en dirección del mal. Por lo tanto, se nos enseña que es la
naturaleza animal del hombre la que es responsable del Ietzer HaRá, el mal en
el hombre.
Pero aquí otra vez,
Dios no puede ser culpado.
La decisión de tomar
parte del árbol del Conocimiento - de trascender su naturaleza animal en un
plano mundano - fue la decisión que el hombre tomó como resultado de la libre
elección.
En cuanto el hombre
tomó parte del árbol del Conocimiento, supo lo que es bueno y malo. La moral se
hizo una cuestión de conocimiento y elección consciente, en lugar de ser la
naturaleza básica del hombre. A partir de ese momento tuvo que luchar con una
nueva naturaleza, donde el animal y el ángel dentro de él están en conflicto.
Avances tecnológicos
Pero podemos ahondar
aún más. Podemos preguntar: ¿Por qué no se hizo al hombre de una forma mejor?
¿Por qué no hizo Dios al hombre de una forma que sea más ángel y menos animal?
Aquí otra vez, la
culpa fue del hombre. Nuestros sabios nos enseñan que la prohibición en contra
de probar la fruta del árbol del Conocimiento era sólo temporal. La naturaleza
espiritual del hombre estaba desarrollándose gradualmente de una forma que
eventualmente hubiera estado lo suficientemente fuerte como para dominar sus
instintos animales. Cuando habría llegado a este momento, hubiera podido tomar
parte del árbol del Conocimiento sin poner en peligro su esencia espiritual.
El hombre estaba en
verdad destinado a ser más ángel y menos animal. Sin embargo, esto iba a ser un
proceso gradual. Fue abortado por la impaciencia del hombre al tomar el
"conocimiento" antes de tiempo. Fue este conocimiento el que le trajo
el conflicto con su naturaleza animal y detuvo su desarrollo espiritual,
haciendo dominante a la bestia.
Este argumento corre
a través de toda la historia de la humanidad. El conocimiento del hombre le dio
una tecnología con la que puede crear instrumentos de destrucción, pero su
fuerza moral no es lo suficientemente fuerte como para evitar que los utilice
erróneamente. Esto ha llegado a su tope en nuestra generación, donde el hombre
tiene el poder de destruir el planeta entero, ya sea por medio de armas
nucleares o envenenando el ambiente. El conocimiento le da al hombre un poder
tremendo, pero aún no ha entendido cómo utilizar su poder para el bien. Esta es
la razón por la cual la era mesiánica debe llegar pronto. Sólo entonces el
hombre aprenderá a usar su conocimiento para el bien.
Hasta que llegue ese
momento, el hombre enfrenta este gran dilema. Tiene el conocimiento de crear
grandes sociedades, pero siempre se salen de control y se degeneran. Puede
hacer grandes avances tecnológicos, pero no tiene la fuerza moral de usarlos
para el bien. Uno de los comentarios más tristes sobre el predicamento humano
es el hecho de que muchos de los avances tecnológicos más avanzados se han
hecho para continuar con la causa de la guerra.
Reacción a los milagros
Sin embargo, parece
todavía que la pregunta sigue en pie. Hay que reconocer que el hombre tiene una
naturaleza mala y es su culpa. Pero ¿por qué no interfiere Dios? ¿Por qué no
abre las puertas del cielo y detiene este mal? ¿Por qué no mandó un trueno y
acabó con los campos de concentración? ¿Por qué no manda un tipo de maná a los
niños que se están muriendo en Biafra y Bangladesh? ¿Por qué no detuvo las
bombas de napalm para que no quemen a niños vietnamitas inocentes? ¿Por qué no
hace un milagro y hace desaparecer todas las bombas nucleares? Después de todo
es Dios. Seguro que lo puede hacer, ¿por qué no lo hace?
Sin embargo, se nos
enseña que una sobre abundancia de luz no rectifica las vasijas sino que las
rompe.
¿Qué le pasaría a
nuestra sociedad si de repente empezaran a ocurrir milagros? ¿Cómo
reaccionaríamos?
¿Podríamos vivir
nuestra vida cotidiana como si no hubiese pasado nada? ¿Acaso las vastas y
complejas estructuras sobre las cuales está basada nuestra sociedad
continuarían existiendo si esta conciencia de Dios fuese de repente puesta
sobre nosotros?
Toma una ciudad como
Nueva York. Toma el esfuerzo de miles de personas el proveer la comida y demás
necesidades de una ciudad tan grande, y otros miles de personas para
transportar estas necesidades. Se precisa otro ejército para proveer a la
ciudad de agua, electricidad, calefacción y para remover la basura. ¿Acaso
podría sobrevivir esta estructura la conciencia de milagros? Y si no, ¿acaso no
sería el sufrimiento mayor? Si Dios empezara con su intervención milagrosa,
¿acaso no lo tendría que hacer por completo? De hecho, esto probablemente
pasará en la época mesiánica, pero para ese entonces el tiempo será el
indicado.
¿Cómo reaccionaríamos
nosotros ante los milagros? Probablemente de manera similar a la forma en que
las sociedades primitivas reaccionaron a los "milagros" de aquellos
que eran más avanzados. La primera reacción es de shock, o lo que los
sociólogos llaman shock cultural. Los nativos primero pierden interés de todo y
se hacen completamente dependientes de la cultura más avanzada. Dejan de tener
una mente propia y desarrollan una apatía en que la vida continua carente de
significado. La degeneración del orgulloso y autosuficiente nativo es tanto
trágica como inevitable.
Si una sociedad no
está completamente destruida por el shock cultural inicial, entra en otra etapa
de rebeldía. La cultura primitiva se rebela tanto en contra de los invasores
como de sus valores. Esta es la razón por la cual muchos misioneros acabaron en
una olla.
Si el hombre se
asemeja al animal, entonces se asemeja a un animal salvaje en lugar de a uno
doméstico. Es el destino del hombre ser libre, y no estar sujeto a otros
hombres. Por lo tanto, el resultado inevitable de la introducción de una
cultura más elevada es la destrucción de la cultura primitiva.
Cuando una cultura
más elevada es introducida, la reacción inicial de los nativos es domesticarse,
ser como borregos o vacas. Si la domesticación es completa, la humanidad del
nativo se desvanecerá hasta que asimile la cultura dominante. De otra forma,
los nativos se rebelan y reestablecen su humanidad natural.
Lo mismo es
esencialmente cierto de nuestra relación con Dios. Mientras esté oculto,
podemos luchar para buscarlo y alcanzar lo divino. Pero hacemos esto como
resultado de nuestro libre albedrío y no estamos abrumados por ello. Pero si
Dios se revelara, entonces el hombre ya no podría existir como un ente con
libre albedrío. Sabría que siempre ha estado bajo el escrutinio de su amo y eso
lo haría sentirse más bajo que un humano. Se convertiría en un tipo de mascota
o robot, con un ingrediente esencial de su humanidad destruido. La única
alternativa sería la rebelión.
Habría demasiada luz
y las vasijas se quebrarían.
Revelación nacional
Sólo hubo un momento
en el cual Dios literalmente se reveló y cambió el curso de la historia. Esto
fue en el Éxodo de Egipto, donde realizó milagros tanto en Egipto como en el
mar Rojo. Este episodio tuvo su clímax en la revelación en Sinai, donde una
nación entera literalmente escuchó la voz de Dios.
¿Qué paso entonces
ahí?
La primera reacción en
Sinai fue de shock. La gente simplemente no pudo soportar la majestuosidad de
la palabra de Dios, nuestros sabios nos enseñan que sus almas literalmente los
dejaron. Su reacción está expresada en el relato Bíblico del Sinai, donde
inmediatamente después le dijeron a Moisés (Éxodo 10:16) "Tú nos hablas a
nosotros y nosotros escucharemos, pero no dejes que Dios hable más con
nosotros, pues moriremos".
Cuando la gente se
sobrepuso a su shock inicial, procedieron a la siguiente fase, aquella de
rebelión. Esto tomó lugar 40 días después de la revelación en el Sinai. Se
fueron en contra de Dios y sus enseñanzas, al servir al Becerro de Oro. Habían
escuchado los Diez Mandamientos de Dios mismo 40 días antes y ahora estaban
violando cada uno de ellos.
Aprendemos una
lección muy importante de esto. Que Dios se rebele a sí mismo a una
"vasija" no preparada, puede hacer más mal que bien. Esta es una
razón importante por la cual Dios no muestra Su "mano".
Mucha gente dice que
creerían si sólo pudieran atestiguar alguna señal o algún milagro. La
experiencia en el Sinai nos enseñó que aquello no es suficiente si la gente no
quiere creer.
De todo esto podemos
empezar a entender una de las restricciones básicas que Dios se impuso sí
mismo. Es un Dios oculto, y no se revela a sí mismo. Esto es necesario por la
psicología del hombre y por el propósito mismo de Dios en la creación. Dios
sólo se revela a sí mismo ante aquellas personas cuya fe es tan grande que la
revelación no les hace ninguna diferencia en su creencia. Como Maimónides
escribe: la única excepción a esta regla fue el Éxodo.
Las soluciones
Tomando en cuenta las
restricciones más básicas de Dios, podemos ahora tratar de ponernos en Su
lugar.
Nuestra restricción
más básica es que no revelemos nuestra mano.
Tomando esta
restricción en cuenta, podemos regresar a nuestro problema inicial, e imaginar
un microcosmos en donde estamos en la posición de jugar a ser Dios.
Este problema fue
discutido en diferentes grupos y mucho de lo que sigue es el resultado de sus
conclusiones. Sin embargo, antes de seguir leyendo, puede ser bueno que vuelvas
a leer el problema y trates de hacer tus propias conclusiones.
Muchas discusiones
giraron alrededor de soluciones que incluían cosas como un inmenso juego de
ajedrez con la Isla entera como tablero. Habrían movidas y contra movidas con
una estrategia de tratar de manejar a los nativos a la posición deseada. Como
un experto en ajedrez, tratarías de mantener el control del juego en todo
momento. Tu "victoria" sería obtener el resultado deseado.
Mientras tienes los
recursos suficientes para eventualmente ganar, inmediatamente se hacen
aparentes ciertos problemas. El mayor problema es que cada movida puede tomar
décadas o inclusive siglos. Puede que obtengas resultados, pero es un proceso
muy largo y desgastador. Puede que tengas todo el tiempo del mundo, pero cada
año hay más sufrimiento.
Hay un problema aún
más profundo. Inclusive más importante que influenciar eventos, nuestro
objetivo más importante es cambiar los valores de los nativos. Sin embargo,
inclusive que una lección pueda ser estudiada por una generación, podrá ser
igual de olvidada por la siguiente generación. Crear valores positivos como una
parte integral de la cultura de la isla es una recomendación formidable.
Una sugerencia
constante en estas discusiones incluyó la infiltración. Trataríamos de
influenciar la isla a través de infiltrados. Mientras que no fuera obvio,
estaría dentro de las normas.
Tal infiltración
podría servir para dos propósitos. Primero que nada podríamos usar a los
infiltrados como ejemplo. Ellos podrían hacer una sociedad modelo y si perdura
lo suficiente podría interesar a la gente y darles ganas de emularla o aprender
de ella.
Los infiltrados
también podrían servir para enseñarles directamente a los nativos. Parte de su
cultura sería gradualmente introducida en la isla elevando su nivel moral. Esto
podría acelerar rápidamente la conclusión del juego.
Estos infiltrados
siempre estarían en una posición de gran peligro. Operando bajo otro sistema de
valores, siempre serían considerados como extranjeros. Cuanto más su mensaje se
desviase de aquel de la mayoría más resentidos estarían en contra de ellos. Al
esparcirlos en la isla para enseñar su mensaje, muy probablemente, serían
perseguidos como minoría. Por las reglas del juego, habría muy poco que podrías
hacer para ayudarlos.
Como mucho, jugarías
tu juego de una forma en la que tratarías de protegerlos lo más posible. Por el
miedo de revelar tu mano, la comunicación con tus infiltrados tendría que ser
mínima. Tendrían que vivir en esta isla por muchas generaciones, dispersos
entre los nativos y tendrías que poner diversas medidas de seguridad para
impedirles que se asimilen a los valores corruptos de la isla. Hasta cierto
punto, su status de minoría perseguida probablemente ayudaría para prevenir tal
asimilación. Pero esencialmente, tendrían que jugar su rol ignorando tu
estrategia general.
Gradualmente, los
habitantes de la isla tomaran conciencia de tu presencia. Una vez que el juego
haya acabado, podrás revelar tu presencia. Los infiltrados también serán
revelados. Como parte de tu organización, se convertirán en los líderes
naturales y maestros de la isla.
La conclusión
Como lo habrás
adivinado, examinar este microcosmos nos da un entendimiento considerable de la
forma en la que Dios interactúa con el mundo. Dios está trabajando para traer
al mundo a un estado de perfección, lo que es en nuestra tradición la promesa
mesiánica. Es un proceso lento, donde Dios constantemente dirige las fuerzas de
la historia hacia este fin. El "juego" es esencialmente la historia
de la humanidad.
Probablemente también
hayas reconocido a los infiltrados. Ellos son el pueblo judío, a quienes se les
dio las bases para una sociedad perfecta en las enseñanzas de la Torá. Una
sociedad viviendo de acuerdo a estos principios divinos puede ser el ejemplo de
una sociedad sana; libre de las enfermedades sociales de las culturas que la
rodean.
Cuando Dios dio la Torá,
le dijo al pueblo judío (Levítico 20:26) "Tendrás que ser sagrado para Mí,
por que Yo Dios soy sagrado, y Yo te he apartado de las naciones para que tu
seas mío". Es la misión de Israel el dar el ejemplo, como la Torá ordena
(Deuteronomio 4:6) "Deberás observar estos (mandamientos) cuidadosamente y
mantenerlos ya que son tu sabiduría y tu entendimiento en los ojos de las
naciones. Cuando escuchen todos estos estatutos, dirán, seguro que esta gran
nación es un pueblo sabio y con entendimiento".
Es nuestra labor el
dar testimonio del plan de Dios para la humanidad, así como lo encontramos en
Isaías 43:10: "Ustedes son mis testigos, dice Dios, y mis sirvientes, a
quien he escogido". De la misma forma, Dios le dijo a Su profeta "Yo,
Dios te he llamado en rectitud... y te he designado para ser un convenio para
los pueblos, de ser una luz para las naciones" (Isaías 42:6). Por lo tanto
se nos enseña que Israel es como el corazón de la humanidad, constantemente
latiendo e infundiendo a toda la humanidad con fe en Dios y sus enseñanzas.
Fue en este espíritu
en el cual el judaísmo le dio origen tanto al cristianismo como al islam.
Aunque muy lejos de la perfección, estas religiones son un paso en el camino
que se aleja del paganismo. El paso final está aún por ser dado.
Sin embargo, más
importante aún, es el hecho de que el pueblo judío, al menos aquellos que
cuidan la Torá, continúan siendo un ejemplo de una sociedad perfecta diseñada
por Dios. La Torá y sus mandamientos, de hecho, representan la sabiduría máxima
en perfeccionar la sociedad humana. El justo (tzadik) es lo más cercano a lo
que denominamos un ser humano perfecto.
La posición única de
Israel por haber aceptado la Torá de Dios eventualmente resultará en la
disolución de todas las otras culturas. También resultará en ganarse
temporalmente el odio de estas culturas. Nuestros sabios nos enseñan que así
como una aceituna debe ser machacada antes de sacar su aceite, de la misma
forma Israel es generalmente perseguido antes de que su luz brille.
Preguntas y respuestas
Vivimos en una época
de muchas preguntas. Los periódicos y la televisión traen los horrores del
mundo a nuestras puertas y a nuestras salas. Lo que una vez estaba bloqueado
por las barreras de la distancia intercontinental está ahora frente a nuestros
ojos. Vemos el sufrimiento, la matanza y el hambre, y preguntamos ¿cómo Dios
puede tolerar ese mal? Para el judío la pregunta de los 6 millones siempre está
presente en cualquier discusión.
Para aquel que
entiende la profundidad del judaísmo, no hay pregunta. Cuando has probado la
razón de la existencia y el propósito de la creación, no sólo encuentras
respuestas, sino que las preguntas mismas dejan de existir.
Uno de los grandes
líderes judíos del siglo pasado fue el Klausenberger Rebe. Perdió a su esposa,
hijos y familia a manos de los nazis, y él mismo pasó dos años en Auschwitz.
Sin embargo, salió de ahí para traer a una generación entera de refugiados de
campos de concentración de regreso al judaísmo, fundó una comunidad en
Williamsburg y eventualmente construyó un asentamiento en Israel.
Yo habitualmente
escuchaba a este gran líder hablar de los campos de concentración y de los seis
millones de personas. Hay lágrimas y tristeza, pero no hay preguntas. Aquí
tenemos a un tzadik cuya mente puede ver más allá de lo inmediato. Cuando la
mirada de uno está en lo Supremo, realmente no hay preguntas.
La cosa más
importante que debemos recordar es que Dios es el bien supremo y por lo tanto,
inclusive el peor mal se convertirá eventualmente en bien. Muchos seres humanos
hacen el mal, pero esto será redimido por Dios y finalmente será convertido en
bien. El Talmud nos enseña que en este mundo debemos bendecir a Dios tanto por
el bien como por el mal, pero en el mundo venidero, vamos a darnos cuenta de
que no hay nada más que bien.
Reimpreso en español de "If You Were God"
publicado por the National Conference of Synagouge Youth.
REF: http://www.aishlatino.com/e/f/Si-tu-fueras-Dios.html?s=mm
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