¡Shalom amigos!
Ante todo, ¡qué frase tan
sorprendente encontramos aquí! ¡Qué manera tan sorprendente de hablar acerca
del Señor! No hay muchos pasajes en la Biblia donde Dios pretende –donde Él
actúa– “como si” fuese a hacer algo. Como todo en esta historia, esta palabra
es extremadamente significativa: en nuestro propio camino, principalmente
vemos “como si” las cosas –y nosotros no podemos saber los
pensamientos de Dios ni el corazón de Dios simplemente mirando las cosas que se
ven–. Dios ama a cada uno de nosotros, y el deseo de Su corazón amoroso es de
revelarse a Sí mismo y Su amor hacia nosotros, y quedarse con nosotros para
siempre, pero por ese preciso propósito, con el fin de estar con nosotros para
siempre, Él actúa a menudo “como si”. ¿Recuerdas la historia de José? En su
habitación interior, invisible para su hermano Benjamín, él lloró de amor por
su hermano, aún así, dejando la habitación, él hizo completamente lo
contrario a lo que esperaríamos que hiciese y probablemente lo que él mismo
deseaba hacer. Él lavó su rostro para que no hubiese rastro de su llanto de
cariño, se contuvo… y entonces –continuó con su plan–, como
si no le importase Benjamín. Es difícil imaginar una mejor ilustración
gráfica o expresión de la diferencia entre la verdad oculta –y visible “como
si” de las cosas–.
El Señor no puede revelar Su amor hasta que Su plan no esté completo –de ahí
que constantemente encaremos realidades “como si”–. Lázaro no había leído
Juan 11:4:
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro, y cuando
Yeshua no acudió a sanarle, parecía
como si no le importase.
Job, y sus amigos consoladores, no leyeron el prólogo celestial del libro de
Job, y todo lo que le sucedió a Job parecía
como si Dios le
estuviese castigando por algo que él había hecho. Todas estas historias son
“como si” –y encontramos este misterio en las Escrituras una y otra vez–: El
secreto del
amor de Dios (
Jesús amaba a Marta, a su
hermana y a Lázaro[2]),
lo cual está
oculto dentro del plan de Dios (
la
enfermedad no es de muerte, sino para la gloria de Dios[3]).
¿No es lo mismo en nuestras vidas? Muy a menudo nos parece que el día ya ha
pasado y Él solo desea ir más allá,
más lejos. Tenemos que mantener
este mensaje de la historia de Emaús, debemos recordar que esto es solo un
sentimiento, tan solo una impresión: simplemente
como si.
Sin embargo, esto es solo una parte del mensaje. Estas palabras nos enseñan
que hay algo más. De hecho, este verbo griego en particular
προσεποιησάμην:
nos hace actuar como si, pretender –sucede
solo una vez más en la Biblia
–: Juan 8:6, en la historia de Jesús y la
mujer adúltera.
“Esto dijeron ellos, tentándole, para pode acusarle. Pero
Jesús se inclinó y con el dedo escribía en el suelo como si
no les oyese”. ¿Por qué actuó
como si no les hubiese
escuchado? Aquí vemos el mismo patrón: Él tiene un mensaje de amor y perdón
para esa mujer, pero Él no quiere hablarle y revelarle este mensaje a ella a
menos que, y hasta que, Su propósito sea conseguido y su plan completado.
¿Entonces cuál es el plan y cuál es el propósito? Él está esperando
la
respuesta del corazón. Él está probando los corazones de las personas
que están allí –y las está probando con Su realidad
“como
si”–. Aunque los ojos de aquellas personas estaban aún refrenados y
ellos no sabían quién era Él, sus corazones experimentaban claramente el toque de
Su Espíritu –
y siendo acusados por su propia conciencia, se alejaron uno a
uno, empezando por el más anciano, hasta el último: Y Jesús quedó a solas, y la
mujer de pie en el centro–
[4]. Así
su prueba estaba completa: ellos actuaron según sus corazones y no según sus
ojos.
Regresamos a nuestra historia –¿Qué ocurre allí cuando Yeshua
hace
como si quisiera ir más allá?
Pero ellos lo obligaron a quedarse,
diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde y el día ya ha declinado.
Y entró y se quedó con ellos[5].
Ellos le retuvieron –y quiero que entendamos–: esta es la única cosa en toda
la historia en que ellos, efectivamente, escogen hacer algo por voluntad
propia. A primera vista, era tan solo una preocupación natural del ser humano:
se
hace tarde y el día ya ha declinado. Sin embargo, sabemos que más tarde,
ellos se decían los unos a los otros,
“¿No os ardía el corazón, cuando nos
hablaba durante el camino y cuando nos abrió las Escrituras?”
[6]
En otras palabras, en este punto sus corazones habían estado ardiendo, ellos
tenían la sensación de que su encuentro con ese ‘extraño’ no tenía que finalizar
así –y cuando le pidieron que se quedase, ellos actuaron de acuerdo con sus
corazones, y no de acuerdo a sus ojos–. Es crucial para nosotros entender que
en un principio,
ellos le retuvieron –le pidieron que se quedase
con ellos
–. (Él siempre desea estar con nosotros, incluso cuando
Él actúa
como si fuese a marcharse) –y solo entonces, y solo
por esta razón,
Él se quedó con ellos–.
Siempre es así en las Escrituras –Dios está aguardando
la respuesta
de nuestro corazón–
. Cuando el Señor se reveló a sí mismo
a Moisés en la zarza ardiente, al ver esta zarza, Moisés dijo:
Me
acercaré y veré esta gran señal[7].
Si Moisés no lo hubiese dicho, si él no se hubiera acercado a ver esa
gran
señal, él no se hubiese transformado en el líder que sacó a Israel de
Egipto –por eso está escrito que
el Señor vio que él se acercó para
mirar, y solo entonces
Dios le llamó desde la zarza
ardiente[8].
Solo cuando Moisés empezó a caminar en dirección a Dios –y Dios lo
vio– tan solo entonces Él le habló. Cada uno de nosotros debe recordar esto: en
la soberanía del Señor, Él mismo escoge cuándo revelarse a nosotros; Él mismo
interviene y hace arder nuestro corazón, Él mismo nos llama a que nos volvamos
a Él –para escuchar y responder–. Pero si Él permanece sin desvelar el
propósito de Su intervención, depende de la
respuesta de nuestro
corazón: cuando le pedimos que permanezca con nosotros –cuando nos
volvemos para escucharle–. Y esta es por hoy, nuestra
LLAVE NÚMERO TRES:
con mucha frecuencia, Dios actúa
como si –Él reprime sus
verdaderos sentimientos, deseos e intenciones hacia nosotros con el fin de que
sean para servir a Su más alto propósito para nuestras vidas–. Sin embargo,
siempre es nuestra decisión el que confiemos en nuestros
ojos
o en nuestros
corazones. Todavía hay algo que aún podemos
hacer cuando nuestra vista está impedida: escuchar a nuestro corazón.
[1]
Lucas 24:28
[2]
Juan 11:5
[3]
Juan 11:4
[4]
Juan 8:9
[5]
Lucas 24:29
[6]
Lucas 24:32
[7] Éxodo 3:3
[8] Éxodo
3:4