Tuesday, February 28, 2017

Todo ante la Cuaresma 2017 (1 marzo/13 abril 2017) - Jesus de las Heras Muela


Todo ante la Cuaresma 2017 (1 marzo/13 abril 2017): Diez decálogos y meditaciones

 Por Jesús de las Heras Muela

Ref: http://www.revistaecclesia.com/ante-la-cuaresma-2017-1-marzo13-abril-2017-diez-decalogos-meditaciones/


La Iglesia católica se dispone a recorrer el tiempo litúrgico y espiritual de la Cuaresma, los cuarenta días de camino hacia la Pascua. La Cuaresma es siempre tiempo y don de Dios para la conversión, para la renovada y permanente toma de conciencia de la obra de la salvación en Jesucristo y por Jesucristo.

El ayuno, la limosna y la oración son los tres medios tradicionales y bien fecundos para recorrer este tiempo de gracia, este día –cuarenta días- de salvación. Desde estas claves, ofrecemos a continuación y con  una clara finalidad pastoral y catequética los siguientes decálogos.



(1).- Decálogo del signo cuaresmal de la ceniza

1.- Este signo quiere expresar el reconocimiento de nuestra condición humana, tan limitada y corruptible. Así lo expresa una de las fórmulas con las que el sacerdote puede imponer la ceniza a los fieles: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”. La ceniza habla de caducidad, de lo perecedero. La ceniza es también signo de la posibilidad de resurgir. En el fuego quedan siempre en el rescoldo las cenizas.

2.- La ceniza simboliza el árbol quemado y calcinado. Fue precisamente en un árbol -el árbol de la cruz- donde Jesucristo fue crucificado. Evoca la cruz y anticipa también la Pascua. El árbol de la cruz es el árbol de la vida.

3.- La ceniza nos llama asimismo a la humildad, a la austeridad. Nos alerta sobre el orgullo y la autosuficiencia. ¡Qué más pobre e insignificante que la ceniza!

4.- La ceniza nos interpela a poner el fundamento de nuestra existencia en Jesucristo, Hoja y Árbol perennes. Sólo El nos puede liberar de la destrucción, de la corrupción y de la muerte. Cristo es la verdadera y única medicina de inmortalidad y eternidad.

5.- La ceniza es símbolo de conversión. Por eso, al imponer la ceniza, la fórmula más usada es la que dice: “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

De este modo, al hilo de un texto reciente de las publicaciones diocesanas semanales de las Iglesias en Aragón, podemos afirmar que la ceniza que Dios quiere, que la ceniza cristiana es:

1.- Que no te gloríes de ti mismo: Tus talentos los recibiste para servir.

2.- Que no te consideres dueño de nada: eres sólo un humilde administrador.

3.- Que aprecies el valor de las cosas sencillas y humildes, de los pequeños gestos cotidianos.

4.- Que vivas el momento presente en compromiso y esperanza, vislumbrando en el quehacer de cada día el rostro de la eternidad.

5.- Que no temas desesperadamente al sufrimiento, al dolor, a la destrucción, a la muerte: La ceniza surge de un árbol y para los cristianos ese árbol no es otro que el árbol de la cruz de Jesucristo, el árbol de la Vida para siempre. n

(2).- Decálogo de los símbolos de Cuaresma

1.-  La cuaresma es DESIERTO. Es sequedad, soledad, ayuno austeridad, rigor, esfuerzo, penitencia, peligro, tentación.

2.-  La cuaresma es PERDÓN. Las historias bíblicas de Jonás y de Nínive y la parábola del hijo pródigo, son ejemplos de ello.

3.- La cuaresma es ENCUENTRO, es abrazo de reconciliación como en la parábola del hijo pródigo o en la conversión de Zaqueo o en el diálogo de Jesucristo con la mujer adúltera.

4.- La cuaresma es LUZ, como se pone de evidencia, por ejemplo, en el evangelio del ciego de nacimiento. Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la luz del mundo.

5.- La cuaresma es SALUD, símbolo manifestado en textos como la curación del paralítico o la sanación del hijo del centurión.

6.- La cuaresma es AGUA. Es el tránsito de la sed de nuestra insatisfacción al agua viva, el agua de Moisés al pueblo de Israel en el desierto o de Jesús a la mujer samaritana.

7.- La cuaresma es superación victoriosa de las pruebas y dificultades. Es LIBERACIÓN, TRIUNFO. Algunas figuras bíblicas, que sufren graves peligros y vencen en la prueba, son José hijo de Jacob, la casta Susana, Ester, el profeta Jeremías y, sobre todo, Jesús, tentado y transfigurado.

8.- La cuaresma es CRUZ. Signo y presencia permanente durante toda la cuaresma. Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentizada con el ejemplo de Jesucristo y como su llamada cargar con ella como condición para el seguimiento.

9.- La cuaresma es TRANSFIGURACIÓN. Es la luz definitiva del camino cuaresmal, preanunciada y pregustada en la escena de la transfiguración de Jesús. “Por la cruz a la luz”.

10.- La cuaresma es el esfuerzo por retirar el fermento viejo e incorporar la LEVADURA NUEVA DE LA PASCUA RESUCITADA Y RESUCITADORA, ahora y para siempre.

(3).- Decálogo de la conversión cuaresmal

1.- La conversión es recordar que el Señor nos hizo para sí y que todos los anhelos, expectativas, búsquedas y hasta frenesíes de nuestra vida, sólo descansarán, sólo se plenificarán, cuando volvamos a El.

2.- La conversión es la llamada insistente a asumamos, reconozcamos y purifiquemos nuestras debilidades.

3.- La conversión es ponernos en el camino, con la ternura, la humildad y la sinceridad del hijo pródigo, de rectificar los pequeños o grandes errores y defectos de nuestra vida.

4.- La conversión es entrar en uno mismo y tamizar la propia existencia a la luz del Señor, de su Palabra y de su Iglesia y descubrir todo lo que hay en nosotros de vana ambición, de presunción innecesaria, de limitación y egoísmo…

5.- La conversión es cambiar nuestra mentalidad, llena de eslóganes mundanos, lejana al evangelio, y transformarla por una visión cristiana y sobrenatural de la vida.

6.- La conversión es cortar nuestros caminos de pecado, de materialismo, paganismo, consumismo, sensualismo, secularismo e insolidaridad y emprender el verdadero camino de los hijos de Dios, ligeros de equipaje.

7.- La conversión es examinarnos de amor y encontrar nuestro corazón y nuestras manos más o menos vacías.

8.- La conversión es renunciar a nuestro viejo y acendrado egoísmo, que cierra las puertas a Dios y al prójimo.

9.- La conversión es mirar a Jesucristo -como hizo Teresa de Jesús a su Cristo muy llagado- y contemplar su cuerpo desnudo, sus manos rotas, sus pies atados, su corazón traspasado sentir la necesidad de responder con amor al Amor que no es amado.

10.- Y así, de este modo, la conversión, siempre obra de la misericordia y de la gracia de Dios y del esfuerzo del hombre, será encuentro gozoso, sanante y transformador con Jesucristo.

(4).- Decálogo de los personajes de la Cuaresma

1.- LA SAMARITANA: Es el ejemplo de la persona alejada, que se encuentra con Jesús, se abre a su diálogo, se deja interpelar, abre su conciencia y Jesús transforma su vida. Necesitaba el agua viva para limpiar las adherencias y suciedades de su vida anterior. El agua de Jesucristo la limpia y purifica y se convierte en otra persona y en un testigo. (Jn 4, 1-31)

2.- LA MUJER ADULTERA: Personifica la capacidad de misericordia de Jesucristo. Habla del misterio del perdón cristiano. Llama a la sinceridad del corazón y de una vida recta partiendo de uno mismo. Alerta sobre nuestros juicios y prejuicios. Habla de la necesaria apertura cristiana hacia todas las personas, que siempre son dignas del amor y del perdón de Dios. Testimonia la potencialidad salvadora de la mirada compasiva de Jesucristo. (Jn 8, 1-11)

3.- EL PADRE DE LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: Es la imagen del Dios Padre rico en misericordia. Nos recuerda su amor, su bondad, su espera. Cree en la libertad y confía en el retorno de su hijo. No inquiere, no lleva cuentas del mal, sino que siempre está dispuesto al abrazo del perdón, de la reconciliación y de la vida nueva. Es justo desde el amor, un amor que no tiene medidas ni reglas puramente humanas. (Lc 15,11-32).

4.- EL HIJO PRÓDIGO: Es, de nuevo, imagen de los alejados y de aquellos que hacen, en algún momento, un uso indebido de su libertad y de sus derechos. Es prototipo, en primera instancia, de quien piensa sólo en sí mismo y busca los placeres rápidos, inmediatos y efímeros. Es después representación de la obra de la gracia, que también desde situaciones, circunstancias y conveniencias humanas, va moviendo el corazón hacia la conversión. Toma conciencia de su situación de postración, se pone en camino, se deja guiar por la reconciliación y experimentan el don y la gracia inmensos del perdón y del amor. (Lc 15,11-32).

5.- EL HERMANO MAYOR DEL HIJO PRÓDIGO: Es reflejo de tantos de los planteamientos de los “cercanos”, de los que se mantienen en la Iglesia, pero que no acaban de abrir del todo su alma a la sabiduría de Dios y a la plenitud del Evangelio. Lleva “cuentas”, el calculador, lo tiene todo apuntado, tiene sus razones y sus derechos. Pero necesita encontrar las verdades razones y derechos de la gratuidad, del perdón y del amor.

6.- NICODEMO: Representa al hombre cabal, religioso y recto que busca la verdad. La cuaresma es tiempo para no anclarnos en la “verdad” de nuestros pensamientos y opciones sino de ponernos en camino en la búsqueda de la verdad auténtica y definitiva. (Jn  3.1-21)

7.- EL ENFERMO DE LA PISCINA DE BETESDA: Es el prototipo del enfermo que aguarda la salud y de quien necesita ayuda de los demás. Llevaba enfermo 38 años y nadie le había empujado a la piscina de las aguas sanadoras. El cristiano debe estar alerta para descubrir a quien necesite de nosotros. El enfermo de la piscina de Betesda, una vez sanado, es también modelo de agradecimiento y de testimonio.

8.- EL CIEGO DE NACIMIENTO: Representa la oscuridad y la ceguera como enfermedad del cuerpo y como enfermedad del alma. Cuaresma es descubrir las oscuridades de nuestra vida cristiana y buscar la mano sanadora de Jesús, que, a través de su Iglesia, unta el barro y el ungüento de la luz en los ojos de nuestra alma. La fe es la luz; Jesús es la luz. Vivir sin la fe, vivir sin Jesús es oscuridad y ceguera. Y el cristiano, como el ciego de nacimiento, una vez recobrada la vista, debe ser testigo de la Luz. (Jn 9, 1-41)

9.- LÁZARO: Es el amigo de Jesús. Es el resucitado, signo y primicia de la gran Resurrección de Jesucristo, prenda de nuestra futura resurrección. También nosotros, si creemos, si mantenemos y cultivamos la amistad con Jesús, podremos ver la gloria de Dios y dar testimonio de ella con nuestras obras. Lázaro, junto a sus hermanas Marta y María, habla de la necesidad de mantener un trato de intimidad con Jesús y de hacer de nuestra cuaresma tiempo y espacio para nuestra Betania cotidiana. (Jn 11, 1-44).

10.- MARÍA DE NAZARET: Es la madre, es la solidaria, la asociada a la pasión, muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo. Mira la pasión y la pascua con ojos y corazón compasivos, como Jesús. Está. Testimonia así la fuerza decisiva de la presencia, de la compañía, de saber estar en el lugar donde debemos estar. María de Nazaret nos ha de ayudar a permanecer al pie de la cruz de nuestros hermanos y a saber acompañarlos con nuestra presencia y amor en sus Vías Dolorosas. (Jn 19, 25-27).

(5).- Los lemas papales para las Cuaresmas de los diez últimos años

1.- “La Palabra es un don. El otro es un don”. La parábola del pobre Lázaro y del rico (cf. Lc 16,19-31). (Año 2017). Francisco.

2.- “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt, 9, 13). Las obras de misericordia en el camino jubilar. (2016). Francisco.

3.- “Fortaleced vuestros corazones” (Sant 5, 8). (2015). Francisco.

4.- “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)”. (2014). Francisco.

5.- Creer en la caridad, suscita caridad. “Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1 Jn 4,16). (Año 2013). Benedicto XVI.

6.- “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Hb 10, 24).  (Año 2012). Benedicto XVI.

7.- “Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado» (Col 2, 12) (Año 2011). Benedicto XVI.

8.-  “La justicia de Dios se ha manifestado por medio de la fe en Jesucristo” (Rom. 3, 21-22) (Año 2010). Benedicto XVI.

9.-  “Jesús, después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre” (Mt  4, 1-2) (Año 2009). Benedicto XVI.

10.-  “Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre” (2 Cor. 8,9) (Año 2008). Benedicto XVI.

(6).- Cuaresma y Piedad Popular

La Cuaresma en el “Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia” (Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 2002)

1.- PREPARACIÓN A LA PASCUA: La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua.

2.- LAS DIMENSIONES Y ÁMBITOS DE LA CUARESMA: La Cuaresma es tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las “armas de la penitencia cristiana”: la oración, el ayuno y la limosna (cfr. Mt 6,1-6.16-18).

3.- LA CENIZA, SU SÍMBOLO POR EXCELENCIA: El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza.

Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.

4.- TIEMPO PARA DEJAR LO SUPERFLUO E IR A LO FUNDAMENTAL: A pesar de la secularización de la sociedad contemporánea, el pueblo cristiano advierte claramente que durante la Cuaresma hay que dirigir el espíritu hacia las realidades que son verdaderamente importantes; que hace falta un esfuerzo evangélico y una coherencia de vida, traducida en buenas obras, en forma de renuncia a lo superfluo y suntuoso, en expresiones de solidaridad con los que sufren y con los necesitados.

5.- TIEMPO PARA LA CONFESIÓN Y LA COMUNIÓN: También los fieles que frecuentan poco los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía saben, por una larga tradición eclesial, que el tiempo de Cuaresma-Pascua está en relación con el precepto de la Iglesia de confesar lo propios pecados graves, al menos una vez al año, preferentemente en el tiempo pascual.

6.- EL SENTIDO DEL AYUNO CUARESMAL: La práctica del ayuno, tan característica desde la antigüedad en este tiempo litúrgico, es un “ejercicio” que libera voluntariamente de las necesidades de la vida terrena para redescubrir la necesidad de la vida que viene del cielo: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4; cfr. Dt 8,3; Lc 4,4; antífona de comunión del I Domingo de Cuaresma).

7.- CAMINO CUARESMAL, CAMINO HACIA LA CRUZ: El camino cuaresmal termina con el comienzo del Triduo pascual, es decir, con la celebración de la Misa in Cena Domini. En el Triduo pascual, el Viernes Santo, dedicado a celebrar la Pasión del Señor, es el día por excelencia para la “Adoración de la santa Cruz”.

Sin embargo, la piedad popular desea anticipar la veneración cultual de la Cruz. De hecho, a lo largo de todo el tiempo cuaresmal, el viernes, que por una antiquísima tradición cristiana es el día conmemorativo de la Pasión de Cristo, los fieles dirigen con gusto su piedad hacia el misterio de la Cruz.

8.- LO QUE ES Y DICE LA CRUZ DE CRISTO: Contemplando al Salvador crucificado captan más fácilmente el significado del dolor inmenso e injusto que Jesús, el Santo, el Inocente, padeció por la salvación del hombre, y comprenden también el valor de su amor solidario y la eficacia de su sacrificio redentor.

En las manifestaciones de devoción a Cristo crucificado, los elementos acostumbrados de la piedad popular como cantos y oraciones, gestos como la ostensión y el beso de la cruz, la procesión y la bendición con la cruz, se combinan de diversas maneras, dando lugar a ejercicios de piedad que a veces resultan preciosos por su contenido y por su forma.

9.- ILUMINAR EL SENTIDO DE LA ADORACIÓN DE LA CRUZ DE CRISTO: No obstante, la piedad respecto a la Cruz, con frecuencia, tiene necesidad de ser iluminada. Se debe mostrar a los fieles la referencia esencial de la Cruz al acontecimiento de la Resurrección: la Cruz y el sepulcro vacío, la Muerte y la Resurrección de Cristo, son inseparables en la narración evangélica y en el designio salvífico de Dios. En la fe cristiana, la Cruz es expresión del triunfo sobre el poder de las tinieblas, y por esto se la presenta adornada con gemas y convertida en signo de bendición, tanto cuando se traza sobre uno mismo, como cuando se traza sobre otras personas y objetos.

10.- LOS OTROS ASPECTOS DE LA PIEDAD POPULAR SOBRE EL MISTERIO DE CRISTO CRUCIFICADO: El texto evangélico, particularmente detallado en la narración de los diversos episodios de la Pasión, y la tendencia a especificar y a diferenciar, propia de la piedad popular, ha hecho que los fieles dirijan su atención, también, a aspectos particulares de la Pasión de Cristo y hayan hecho de ellos objeto de diferentes devociones: el “Ecce homo”, el Cristo vilipendiado, “con la corona de espinas y el manto de púrpura” (Jn 19,5), que Pilato muestra al pueblo; las llagas del Señor, sobre todo la herida del costado y la sangre vivificadora que brota de allí (cfr. Jn 19,34); los instrumentos de la Pasión, como la columna de la flagelación, la escalera del pretorio, la corona de espinas, los clavos, la lanza de la transfixión; la sábana santa o lienza de la deposición. Estas expresiones de piedad, promovidas en ocasiones por personas de santidad eminente, son legítimas. Sin embargo, para evitar una división excesiva en la contemplación del misterio de la Cruz, será conveniente subrayar la consideración de conjunto de todo el acontecimiento de la Pasión, conforme a la tradición bíblica y patrística.

(7).- La Cuaresma en los prefacios de la Misa

El itinerario hacia la Montaña Santa

El Prefacio es la parte de la plegaria eucarística de la Santa Misa, previa a la consagración, en la que el sacerdote, en nombre todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de la salvación o por algunos de sus aspectos particulares, según las variantes del día, fiesta o tiempo litúrgico.

En el actual Misal Romano hay cinco Prefacios generales de Cuaresma, dos para los tres días primeros de la Semana Santa y otros seis para los seis domingos de este tiempo litúrgico. Su lectura y meditación nos muestra espléndida y hermosamente la identidad de la Cuaresma, de sus signos, símbolos y praxis, y siempre en unidad íntima con la Pascua. En seis bloques temáticas agrupamos ahora estos Prefacios, algunos de los cuales repetimos en su emplazamiento en razón de la riqueza y hondura de su contenido:

1.- CUARESMA, TIEMPO DE PREPARACIÓN A LA PASCUA:

“Por El concedes a tus hijo anhelar año tras año con el gozo de habernos purificado la solemnidad de la Pascua, para que dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser en plenitud hijos de Dios”.

“Tu abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para que llegados, a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado, reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu nombre, escuchar tu Palabra y experimentar con gozo tus maravillas”.

2.- CUARESMA, TIEMPO DE AYUNO Y PENITENCIA:

“Porque con nuestras privaciones voluntarias nos enseñas a reconocer y agradecer tus dones, a dominar nuestro afán de suficiencia y a repartir nuestros bienes con los necesitados, imitando así tu generosidad”.

“Porque con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos das fuerza y recompensa por Cristo Señor nuestro”.

“El cual, al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado: de este modo, celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que no se acaba”.

3.- CUARESMA, EL CAMINO DE LA CRUZ SALVADORA:

“En la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y por la fuerza de la cruz el mundo es juzgado como reo y el Crucificado exaltado como juez poderoso”.

“Porque se acercan ya los días santos de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa: en ellos celebramos su triunfo sobre el poder de nuestro enemigo y renovamos el misterio de nuestra redención”.

“Quien, después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que la pasión es el camino de la resurrección”.

4.- CUARESMA, EN BUSQUEDA DEL AGUA VIVA Y DE LA LUZ

“Quien, al pedir agua a la Samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe, si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer fue para encender en ella el fuego del amor divino”.

“Quien se hizo hombre para conducir al género humano, peregrino en tinieblas, al esplendor de la fe; y a los que nacieron esclavos del pecado, los hizo renacer por el bautismo, transformándolos en tus hijos adoptivos”.

5.- CUARESMA, ANTICIPO DE LA PASCUA ETERNA:

“Porque has establecido generosamente este tiempo de gracia para renovar en santidad a tus hijos, de modo, que, libres de toda afecto desordenado, vivamos las realidades temporales como primicias de las realidades eternas”.

“El cual, al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado: de este modo, celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que no se acaba”.

6.- CUARESMA, HACIA EL TIEMPO NUEVO DE LA VIDA DEFINITIVA:

“El cual, hombre mortal, como nosotros, que lloró a su amigo Lázaro, y Dios y Señor de la vida que lo levantó del sepulcro, hoy extiende su compasión a todos los hombres y por medio de sus sacramentos los restaura a una vida nueva”.

“El cual, siendo inocente, se entregó a la muerte por los pecadores, y aceptó la injusticia de ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa, y, al resucitar, fuimos justificados”.

(8).- La Cuaresma en la liturgia de la Palabra

1.- La Cuaresma, que llega a nosotros ya desde el Miércoles de Ceniza como tiempo por excelencia para la gracia y salvación y para la autenticidad, encuentra siempre en el primer domingo los llamados relatos sinópticos –los de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas- sobre las tentaciones de Jesús en el desierto. Ello nos indica que la Cuaresma es un tiempo de desierto, de prueba y de superación de las distintas tentaciones: del poder, del tener, del aparentar.

2.- La transfiguración del Señor centra siempre el segundo domingo cuaresmal. Ello nos habla que la Cuaresma es tiempo para dejar y alternar el valle de la vida con la subida a la montaña de la contemplación. Esto es, que la Cuaresma debe ser aprovechada con tiempos fuertes de oración, retiro, oración y  encuentro personal y transformador con el Señor. Ello nos habla también que estos tiempos fuertes de oración se han de iluminar y nutrir de la Palabra de Dios, que nos mostrará el destino transfigurado de la existencia humana. Y ello nos habla finalmente que después de subir y permanecer en la montaña es preciso regresar al valle de la vida para continuar la misión, conscientes, eso sí, de que la transfiguración –la Pascua, en suma- es nuestro futuro.

3.- En el ciclo A, en los domingos tercero, cuarto y quinto se proclaman los pasajes evangélicos de la Samaritana, la curación del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro. Son símbolos de la iniciación cristiana, de la fuerza del encuentro transformador con Jesucristo, del destino que aguarda a los cristianos. La importancia de estos mensajes es tal que siempre se pueden leer estos relatos evangélicos, aunque el año en cuestión no sea del ciclo A.

4.- ¿Qué nos señala todo esto? Que el tiempo de gracia y de salvación de la Cuaresma debe ser aprovechado para, en primer lugar, tomar conciencia de las distintas tentaciones que amenazan nuestra salud cristiana. En segundo lugar, que el discernimiento y la fuerza para superar las tentaciones la encontramos en la oración y en la Palabra de Dios. Y, en tercer lugar, que la vocación cristiana es la misión de cada día para transmitir con nuestra vida que el Evangelio de Jesucristo es  la novedad y la transformación definitiva –de ahí los símbolos del agua, de la luz y de la resurrección- que todos y cada uno de nosotros y nuestra entera humanidad tanto necesitamos.

5.- La Cuaresma –recordamos- es el tiempo para tomar conciencia y superar las tentaciones de cada día; para llenarnos de la luz transfigurada de Jesucristo y salir al valle de la vida a transmitir con nuestra vida que El, solo El, es el agua, la luz y la vida que tanto anhelamos y necesitamos.

En este último sentido, los domingos tercero, cuarto y quinto del ciclo B nos presentan la novedad y singularidad de la salvación cristiana. Es Jesucristo quien nos salva. Solo El. Con la promesa y certeza de su resurrección –“destruid este templo y en tres días lo levantaré”-. Con su cruz, que se eleva sobre la tierra para que todo el que crea en el Crucificado tenga vida eterna. Como el grano de trigo que solo florece en la espiga de oro siendo enterrado en la tierra.

6.- En el ciclo C, los domingos tercero, cuarto y quinto, el tema central es la conversión, a la luz del evangelio de San Lucas. Se trata, en el tercer domingo, de un triple conversión: liberadora a  luz de Moisés, conversión para no perecer y conversión en las actitudes y estilo de vida. En el cuarto domingo C se proclama el evangelio de la parábola del Hijo Pródigo, que es el mejor mosaico, la más bella e interpeladora historia para todos (“los hijos menores” y “los hijos mayores”) sobre la conversión. Por fin, en el quinto domingo de Cuaresma, de la mano del conocido relato del evangelio de San Juan del encuentro de Jesús con la mujer adúltera, se nos invita a  todos  (a los “intachables” y a los pecadores públicos) a vivir la conversión con sinceridad, radicalidad, agradecimiento y seguimiento.

7.- Por su parte, las lecturas del Antiguo Testamento se refieren a los principales acontecimientos de la historia de la salvación, que es uno de los temas básicos de la primera y fundamental catequesis cristiana. Estos textos parten desde el principio de la historia de la salvación hasta la promesa de la nueva alianza. Dios es fiel a su promesa y a su alianza, idea central que se retoma en la selección de las epístolas paulinas, que buscan esta gran convergencia y llamada a la conversión, es decir, a aprovechar la gracia inmensa de la Cuaresma.

(9).- Cuaresma y Vía Crucis: caminos de misericordia

“El Vía Crucis –afirmaba Benedicto XVI al término del rezo del Vía Crucis en el Coliseo Romano, en al anochecer del Viernes Santo- es el camino de la misericordia. Es el camino de la bondad, de la verdad, de la valentía, del amor. No es simplemente una lista de lo oscuro y triste del mundo, no es tampoco un moralismo ineficiente, y no es un grito de protesta que no cambia nada; por el contrario, es el camino de la misericordia, la misericordia que pone un límite al mal. Es el camino de la misericordia y así es el camino de la salvación. Y nos invita  emprender el camino de la misericordia y a poner con Jesús un límite al mal”.

El Vía Crucis es, en efecto, amigos,  memoria viva de la historia más sagrada, escuela de fe y de virtudes e interpelación para el compromiso y el testimonio de la vida cristiana. Es contemplar y mirar al que atravesaron. Es reproducción vivida, escenificada y sentida de los misterios de la pasión y muerte de Jesucristo. Es compartir y completar en nosotros lo que le falta a la Pasión de Cristo. Es inmersión en la historia de fe y de devoción del pueblo cristiano. Es apurar la compañía de Jesús y pregustar y presentir los mismos sentimientos de Cristo, Quien a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios, despojándose de su rango, actuando con un hombre cualquier y sometiéndose a una muerte y muerte de cruz.

El Vía Crucis es celebrar y anticipar la Pascua. Es hogar de contemplación y unción. Es escuela de perdón, de arrepentimiento y de conversión. Es horno de caridad. Es hontanar de vida y de compromiso. Es fuente de transformación y de apostolado. Es una de las más bellas plegarias que ha brotado del alma del pueblo fiel y una de las más extraordinarias, oportunas y fecundas praxis de Cuaresma.

El Vía Crucis es la Vía Dolorosa jerosolimitana, traspasada y trasplantada a nuestros templos, a nuestras comunidades, a nuestras calles y a nuestras plazas. Es recorrer las estaciones del dolor y del amor más grandes: del Pretorio de la condena nuestra de cada al jardín de la vida y del sepulcro abierto, vacío y resucitado; del Getsemaní del Cristo y del hombre que permanecen en agonía hasta el final de los tiempos hasta la tumba florecida en la Pascua sin ocaso.

(10). Lo que la Cuaresma es: colofón y síntesis de los anteriores

1.- La cuaresma nació como desarrollo pedagógico de un aspecto central del misterio cristiano celebrado en el triduo pascual. Destaca la perspectiva de su referencia a Jesucristo.

2.- La cuaresma ha sido siempre el tiempo litúrgico más caracterizado del cristianismo. Es un conjunto de cuarenta días, cuya razón de ser originaria fue la de imitar el ayuno previo del Señor al comienzo de su ministerio apostólico.

3.- La cuaresma es privilegio aptísimo para vivir en y de la Palabra de Dios. Vivir en y de la Palabra significa leerla, rezarla, meditarla, abrirse a ella, confrontarse con ella, poner a su tamiz y a su luz nuestra propia existencia. Llenarse de ella para sea la música y la letra de la pletina de nuestra alma y de la partitura de nuestro corazón.

4.- Toda la liturgia de la cuaresma, tanto en sus aspectos rituales como en la misma liturgia de la palabra, está transida de hermosísimos símbolos que ayuden y hagan visible el camino cristiano de la conversión. Estos símbolos son el desierto, la luz, la salud, el agua, el perdón, la liberación, la cruz y la resurrección.

5.- Los personajes bíblicos que iluminan el camino cuaresmal son José hijo de Jacob, Ester, la casta Susana, Jeremías, el ciego de nacimiento, el hijo pródigo, el padre del hijo pródigo, la samaritana, la mujer adúltera y arrepentida, Zaqueo, el buen ladrón… y, sobre todo, Jesús de Nazaret.

6.- La cuaresma encuentra en la oración la más apropiada de sus atmósferas y de sus escuelas. La oración cuaresmal debe más frecuente y habitual. Su tonalidad propia es la humildad, la insistencia, la confianza. Es oración de súplica y de petición. La oración cristiana de la cuaresma debe intensificar sus dimensiones bíblica y litúrgica, de gran riqueza, variedad, matices y contenidos durante los cuarenta días de este tiempo. En este sentido, la oración litúrgica ha de ser más pausada, sencilla, cordial, humilde, pobre, seria y profunda.

7.- El ayuno es el segundo camino cuaresmal, según el Papa San León Magno. Se trata del ayuno del hombre viejo, del ayuno del pecado, de la renuncia a los propios caminos para abrazar los caminos de Jesucristo. Se trata de privarnos de algo en favor de alguien necesitado, que podemos nosotros mismos o nuestro prójimo. El ayuno no es, pues, una ejercitación meramente voluntarista o hasta masoquista. Es una opción de purificación y de intercesión.

8.- La vigente normativa eclesiástica de la abstinencia de carne durante todos los viernes de cuaresma y del ayuno y de la abstinencia el miércoles de ceniza y el viernes santo pueden ayudarnos a recorrer esta segunda vía cuaresmal y penitencial, antes citada.

9.- La limosna, la caridad, la solidaridad es el tercero de los caminos tradicionales y permanentes de la cuaresma. ¡Tenemos tantas demandas de justicia para vivir la limosna, la caridad cuaresmal!

10.- La cuaresma es un tiempo para vivir de ella. Es un tiempo para practicarla, para ejercitarla no como un fin en sí mismo sino como un medio, un camino hacia la pascua. Por ello, para recorrer adecuada y cristianamente la cuaresma debemos buscar y desarrollar nuevos espacios oracionales y devocionales. El rezo, antes tan habitual del Vía Crucis, durante, al menos, los viernes de cuaresma, es una praxis que, lejos de haber perdido su vigencia y sentido, debe ser potenciada y recuperada en nuestra Iglesia en medio de una sociedad donde la realidad y el misterio de la cruz siguen presentes y desafiantes. Otras maneras espléndidas y siempre fecundas para recorrer este camino cuaresmal de la oración será practicar algún día de retiro o de ejercicios espirituales, que nos llenarán de fuerza, de gracia y de vida, siempre necesarias para todos y participar en conferencias, charlas y escuelas cuaresmales.


Saturday, February 25, 2017

Nota sobre Dios y el dinero - Gustavo Gutierrez

El peligro de la idolatría
Contra lo que pensamos comúnmente el riesgo de ser idólatra acecha a toda vida cristiana. Los profetas, en el antiguo testamento, ya lo habían denunciado. Con fuerza inusitada el Señor señala ese peligro: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6, 24). La palabra dinero traduce el arameo mamonas; se trata de la riqueza mal habida, y utilizada para oprimir al otro, que se erige como un ídolo. Es necesario, en consecuencia, hacer una elección. Jesús exige una opción exclusiva. Los términos amar y odiar subrayan el carácter tajante de la decisión.
Además, se emplea el verbo «servir» que tiene un sabor cultual, se sirve a Dios; pero existe el peligro de servir también a las riquezas. Servir a mamón es convertirlo concretamente en una alternativa a Dios. Concretamente, porque en palabras se puede seguir afirmando que se adora a Dios, cuando en verdad, en la práctica, hemos entregado nuestra vida al dinero y a todo lo que se deriva de él. La disyuntiva consiste en optar por uno u otro servicio. En un comportamiento preciso, y no en declaraciones formales, se juega el asunto de la idolatría.
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La opción cristiana

por rj71
1. El evangelio de este domingo, perteneciente al sermón de la montaña, muestra las exigencias de la llegada del reino y exhorta al desprendimiento y al rechazo de todo desasosiego. La opción es clara: por Dios y su reino de justicia. La antítesis de esta opción también es manifiesta: el dinero como ídolo. «Mammon», en arameo, equivale al dinero o las riquezas. En definitiva, el discípulo cristiano lo subordina todo al anuncio del reino. El binomio odiar-amar implica una elección, pero Dios no puede ser mero objeto de preferencia —parangonable a otras aficiones o deseos—, sino que es aceptación total de adoración y de servicio.
2. La preocupación primordial por el reino exige rechazar toda inquietud temporal, a saber, estar preocupado con ansiedad por lo que no es Dios y su reino (alejarse de las obsesiones idolátricas). Significa, además, creer en la providencia del Padre o confiar serenamente en él, sin descuidar el trabajo y los compromisos (rechazar el providencialismo milagrero). En definitiva, buscar el reino o preocuparse del mismo con actitud creyente y luchando por la justicia (saber elegir).
3. La opción de los cristianos por el reino, que al mismo tiempo es opción por los pobres, no sólo exige fe, sino practicar la justicia. Las obras no son mera consecuencia de la fe, sino su verificación. Lo contrario de la fe no es el compromiso, sino la no-fe; y lo contrario del compromiso no es la fe, sino el no-compromiso.
REFLEXIÓN CRISTIANA:
¿Cómo vivimos la oposición entre Dios y el afán de riquezas? 
¿Cuáles son, en el fondo, nuestras preocupaciones?
Casiano Floristán
Ref: comment-reply@wordpress.com
Con mucho cariño.
Noel y Silvia
Desde Guatemala, La Bella.

Wednesday, February 22, 2017

REDEFINICION DEL MATRIMONIO - (CIDH).

Queridos hermanos,
Por considerarlo de suma importancia transcribo este mensaje que recibí de mi hermana, Susana Alicia, de mi comunidad en Nicaragua:
8/2/2017 11:16 AM

Hola Susana Alicia,
No sé si sabrás que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) está recabando opiniones sobre la REDEFINICION DEL MATRIMONIO
¿Quieres enviar la tuya ahora?
Te cuento: la vicepresidenta de Costa Rica, Ana Helena Chacón Echeverría, remitió una consulta a la CIDH. Pregunta si a la luz del principio de no discriminación e igualdad jurídica el Estado debe reconocer y facilitar el cambio de nombre de acuerdo con su identidad de género.
En caso afirmativo, cuestiona si sería contrario a la Convención Americana de Derechos Humanos que las personas interesadas cambiaran de nombre mediante procedimiento jurisdiccional en lugar de mediante proceso administrativo gratuito, rápido y accesible.
Además, la consulta a la Corte Interamericana pregunta sobre si el Estado debe reconocer los derechos patrimoniales de las uniones del mismo sexo. En caso afirmativo, pregunta si para ello es necesaria una figura jurídica.
En resumen: Costa Rica pretende que sea la Corte Interamericana de Derechos Humanos quien apruebe el mal llamado ‘matrimonio’ homosexual y la ideología de género.
De hacerlo, generaría jurisprudencia para todos los países americanos:
No sería de obligatorio cumplimiento, pero según la misma Corte “tendría efectos jurídicos innegables para todo el modelo regional”.
La Corte ha dado de plazo hasta el próximo 14 de febrero para recibir observaciones. Es nuestra oportunidad para remitir a la Corte nuestra opinión sobre la pretensión de ‘matrimonializar’ las uniones del mismo sexo.
Esta campaña está apoyada por gran parte de las asociaciones en defensa del matrimonio de toda América:
Plataforma Unidos por la Vida, Asociación la Familia Importa (Guatemala), Somos Más, Conciencia y Participación, Voto Católico El Salvador, Vida SV, Red Familia Colombia, Asociación de Padres 'Un paso al Frente', Fundación Si a la Vida, Consejo Coordinador de Movimientos por la Vida y la Familia, Frente Nacional por la Familia, Red de Líderes Católicos, Asociación nicaragüense por la Vida, Instituto de Política Familiar, Asociación nicaragüense de Bioética, Centro de Asistencia para la Mujer, Comité Profamilia de Bolivia, Ser Padres Plataforma Educativa S.C., Ciudadanos por la Familia (Venezuela), Argentinos Alerta, Red Provida Yucatán AC, Cefim Yucatán, Fundación Vida y Familia Panamá, Unidos por la Familia (Panamá), Fundación Admírate, Familias por Panamá, Red Vida y Familia Ecuador, Associaçao Filhos da Luz, Associaçao Casa Mae, Red Provida de Honduras, Frente Estadual de Ação pela Família y Fundación Familia y Futuro.
Nos estamos jugando mucho. Los temas consultados a la CIDH son debatidos en nuestro país. Si la respuesta fuera negativa tendríamos un factor fuerte en contra.
Por eso es tan importante que la Corte reciba un tsunami de opiniones. ¡Que escuche a la ciudadanía americana!
Gracias por apoyar esta campaña. Nos estamos jugando nada menos que la definición del matrimonio y la familia.
Un fuerte abrazo,
Luis Losada Pescador y todo el equipo de CitizenGO
PD. Sólo tenemos hasta el 14 de febrero para enviar tu opinión. No olvides enviar la tuya y compartir esta petición.



Felicidades en la Fiesta de La Cátedra de San Pedro


Sobre San Leon Magno, Papa.

Si un cristiano adulto no tiene idea alguna sobre Cristología.  Con sumo agrado le paso este Link de un SlideShare que es un resumen de lo que se trata. https://es.slideshare.net/RebecaReynaud/21-conc-calcedonia-monofisismo-san-len - en corto: http://tinyurl.com/z3dsfvb

 Si esto es muy poco, entonces, te puede gustar un Link para bajar la Suma Teológica: http://hjg.com.ar/sumat/ - Allí Santo Tomas de Aquino se extiende muchísimo más, y lo hace magistralmente. Enjoy!!!

Felicidades en la Fiesta de La Cátedra de San Pedro de San Pedro.

Este post es en atención a la Segunda Lectura del Oficio de hoy, de San León Magno, Papa.


Con mucho cariño,
Desde Guatemala, La Bella!!!
Noel y Silvia

Tuesday, February 7, 2017

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2017: La Palabra es un don. El otro es un don


Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2017: La Palabra es un don. El otro es un don


Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este camino, recibimos siempre una llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios “de todo corazón” (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a Él, y con esta espera manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 de enero de 2016).

La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo, está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, en la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro (cf. Lc 6,19-31). Dejémonos guiar por este relato tan significativo que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión.

1.- El otro es un don

            La parábola comienza presentándonos a los dos personajes principales, pero es el pobre el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el hombre degradado y humillado.Principio del formulario

Final del formulario

La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas que significa literalmente “Dios ayuda”. Este no es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como una historia personal. Mientras que el rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano ((cf. Homilía, 8 de enero de 2016).

Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.

2.- El pecado nos ciega

            La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica solo como “rico”. Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado. La púrpura, en efecto, es muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10, 9) y a los reyes (cf. Jc 8. 26). La tela era un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado. Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también por la exhibía de manera habitual todos los días: “Banqueteaba espléndidamente cada día” (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia ((cf. Homilía, 20 de septiembre de 2013).

El apóstol Pablo dice que “la codicia es la raíz de los todos los males” (1 Tim 6, 10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos. El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo titánico (cf. Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien ye ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz.

La parábola nos muestra cómo la codicia del rico lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que él se puede permitir. Pero la apariencia esconde un vacío interior. Su vida está prisionera de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia (cf, ibíd., 62).

El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente mortal. Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación.

Cuando miramos a este personaje, se entiende por qué el Evangelio condena con  tanta claridad el amor al dinero: “Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá a otro; o al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24)

3.- La Palabra es un don

El Evangelio del rico y del pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática. El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes palabras: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”. El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que “sin nada vinimos al mundo y sin nada nos iremos” (1 Tim 6, 7).

También nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, que llama “padre” (Lc 16, 24-27), demostrando que pertenece al pueblo de Dios. Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria, ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto, en su vida no había lugar para Dios, siendo él su único dios.

El rico solo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie en su sufrimiento con un poco de agua. Los gestos que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer y que nunca realizó. Abraham, sin  embargo, le explica: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males; por eso, encuentra aquí su consuelo, mientras que tú padeces”  (v.25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.

La parábola se prolonga, y, de esta manera, su mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen” (v. 29). Y frente a la objeción del rico, añade: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto” (v. 31).

De esta manera, se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor –que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador- nos muestra el camino a seguir. Qué el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados. Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.



Vaticano, 18 de octubre de 2016,

 fiesta de san Lucas evangelista

Tiempo de gracia - Hna Isabel Ardanza Mendilibar, CCV

Carta del monasterio de Buenafuente para febrero de 2017
Monasterio Cisterciense Madre de Dios Buenafuente del Sistal, 5 de febrero de 2017
Tiempo de gracia
Durante los meses de invierno, en estos páramos de la serranía del Alto Tajo se experimenta, de manera dramática, la emigración de sus gentes por razón de la intemperie, la soledad, el frío y la distancia a los centros de salud.
Toda circunstancia aciaga y adversa, sin embargo, se puede convertir en tiempo propicio para consolidar la determinación interior y objetivar las opciones identificativas de la vida. En Buenafuente es más recio el desierto, el silencio, el encuentro con la soledad, el tú a tú con Dios en los espacios naturales cubiertos de escarcha
He leído que la merma de efectivos en las congregaciones religiosas y la pirámide de edades, que en principio parece una desgracia, se puede convertir en “tiempo de gracia” (La reducción, tiempo de gracia para vivir de la fe, Hna Isabel Ardanza Mendilibar, CCV).
En la debilidad asalta el miedo, el sufrimiento, la desesperanza, incluso se llega a desconfiar de la Providencia. Sin embargo, según las Sagradas Escrituras y según la espiritualidad cristiana, las experiencias de sufrimiento son motivo para madurar en la fe, y hasta un tiempo de bendición para vivir con mayor radicalidad el seguimiento de Jesús.
La clave para interpretar como bendición lo que se siente adverso estriba en la mirada teologal sobre los acontecimientos, que implica relación con el Señor y por ella, la reacción de abandono en sus manos.
En todo proyecto evangélico, Jesucristo es la referencia emblemática, y observamos que Él, a lo largo de su paso por nuestro mundo, resolvió las encrucijadas más adversas rindiendo su voluntad y abrazando el querer de su Padre.
En general nos sentimos bien cuando nos parece que somos útiles y que nuestro trabajo redunda en obras buenas. Sin mermar el mérito de quienes se entregan totalmente en la tarea y misión recibidas, cuando se es fuerte, joven, exitoso, no se descubre del todo si en la actividad hay proyección protagonista, afán posesivo, hasta narcisismo. Sin embargo, si en tiempo de desolación, de prueba, de aparente inutilidad, nos mantenemos en fidelidad, entonces es el momento de dejar que Dios obre a través de nuestras pobrezas, y que sea Él quien realice su obra a través de nuestra indigencia.
La experiencia del límite es el tiempo del ejercicio supremo de amor y de abandono en Dios, como lo hizo Jesús en manos de su Padre. Es Dios quien nos conduce. Es momento propicio para vivir como creyentes.
[TOMADA DEL SITIO http://www.revistaecclesia.com/carta-del-monasterio-de-buenafuente-para-febrero-de-2017/]
Con cariño,
Noel y Silvia


Monday, February 6, 2017

Addendum - [GAUDIUM ET SPES – P. PABLO VI – 7 de diciembre 1965]


Nota: Ante la reacción de algunos de los lectores del post de ayer del autor A. Pronzato, propongo lo que el Santo Padre, Papa Pablo VI publicó en la exhortación apostólica Gaudium et spes – extracto parcial de la Conclusion. - Para aminorar el dolor y aclarar que los golpes de pecho ayudan, pero no sanan. - N. S. Rios O.


CONCLUSIÓN [GAUDIUM ET SPES – P. PABLO VI – 7 de diciembre 1965]

http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html

 Tarea de cada fiel y de las Iglesias particulares

91. Todo lo que, extraído del tesoro doctrinal de la Iglesia, ha propuesto el Concilio, pretende ayudar a todos los hombres de nuestros días, a los que creen en Dios y a los que no creen en El de forma explícita, a fin de que, con la más clara percepción de su entera vocación, ajusten mejor el mundo a la superior dignidad del hombre, tiendan a una fraternidad universal más profundamente arraigada y, bajo el impulso del amor, con esfuerzo generoso y unido, respondan a las urgentes exigencias de nuestra edad.

Ante la inmensa diversidad de situaciones y de formas culturales que existen hoy en el mundo, esta exposición, en la mayoría de sus partes, presenta deliberadamente una forma genérica; más aún, aunque reitera la doctrina recibida en la Iglesia, como más de una vez trata de materias sometidas a incesante evolución, deberá ser continuada y aplicada en el futuro. Confiamos, sin embargo, que muchas de las cosas que hemos dicho, apoyados en la palabra de Dios y en el espíritu del Evangelio, podrán prestar a todos valiosa ayuda, sobre todo una vez que la adaptación a cada pueblo y a cada mentalidad haya sido llevada a cabo por los cristianos bajo la dirección de los pastores.

El diálogo entre todos los hombres

92. La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espíritu a todos los hombres de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que permite y consolida el diálogo sincero.

Lo cual requiere, en primer lugar, que se promueva en el seno de la Iglesia la mutua estima, respeto y concordia, reconociendo todas las legítimas diversidades, para abrir, con fecundidad siempre creciente, el diálogo entre todos los que integran el único Pueblo de Dios, tanto los pastores como los demás fieles. Los lazos de unión de los fieles son mucho más fuertes que los motivos de división entre ellos. Haya unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo.

Nuestro espíritu abraza al mismo tiempo a los hermanos que todavía no viven unidos a nosotros en la plenitud de comunión y abraza también a sus comunidades. Con todos ellos nos sentimos unidos por la confesión del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y por el vínculo de la caridad, conscientes de que la unidad de los cristianos es objeto de esperanzas y de deseos hoy incluso por muchos que no creen en Cristo. Los avances que esta unidad realice en la verdad y en la caridad bajo la poderosa virtud y la paz para el universo mundo. Por ello, con unión de energías y en formas cada vez más adecuadas para lograr hoy con eficacia este importante propósito, procuremos que, ajustándonos cada vez más al Evangelio, cooperemos fraternalmente para servir a la familia humana, que está llamada en Cristo Jesús a ser la familia de los hijos de Dios.

Nos dirigimos también por la misma razón a todos los que creen en Dios y conservan en el legado de sus tradiciones preciados elementos religiosos y humanos, deseando que el coloquio abierto nos mueva a todos a recibir fielmente los impulsos del Espíritu y a ejecutarlos con ánimo alacre.

El deseo de este coloquio, que se siente movido hacia la verdad por impulso exclusivo de la caridad, salvando siempre la necesaria prudencia, no excluye a nadie por parte nuestra, ni siquiera a los que cultivan los bienes esclarecidos del espíritu humano, pero no reconocen todavía al Autor de todos ellos. Ni tampoco excluye a aquellos que se oponen a la Iglesia y la persiguen de varias maneras. Dios Padre es el principio y el fin de todos. Por ello, todos estamos llamados a ser hermanos. En consecuencia, con esta común vocación humana y divina, podemos y debemos cooperar, sin violencias, sin engaños, en verdadera paz, a la edificación del mundo.

Edificación del mundo y orientación de éste a Dios

93. Los cristianos recordando la palabra del Señor: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en el amor mutuo que os tengáis (Io 13,35), no pueden tener otro anhelo mayor que el de servir con creciente generosidad y con suma eficacia a los hombres de hoy. Por consiguiente, con la fiel adhesión al Evangelio y con el uso de las energías propias de éste, unidos a todos los que aman y practican la justicia, han tomado sobre sí una tarea ingente que han de cumplir en la tierra, y de la cual deberán responder ante Aquel que juzgará a todos en el último día. No todos los que dicen: "¡Señor, Señor!", entrarán en el reino de los cielos, sino aquellos que hacen la voluntad del Padre y ponen manos a la obra. Quiere el Padre que reconozcamos y amemos efectivamente a Cristo, nuestro hermano, en todos los hombres, con la palabra y con las obras, dando así testimonio de la Verdad, y que comuniquemos con los demás el misterio del amor del Padre celestial. Por esta vía, en todo el mundo los hombres se sentirán despertados a una viva esperanza, que es don del Espíritu Santo, para que, por fin, llegada la hora, sean recibidos en la paz y en la suma bienaventuranza en la patria que brillará con la gloria del Señor.

"Al que es poderoso para hacer que copiosamente abundemos más de lo que pedimos o pensamos, en virtud del poder que actúa en nosotros, a El sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén." (Eph 3,20-21).

Todas y cada una de las cosas que en esta Constitución pastoral se incluyen han obtenido el beneplácito de los Padres del sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la autoridad apostólica a Nos confiada por Cristo, todo ello, juntamente con los venerables Padres, lo aprobamos en el Espíritu Santo, decretamos y establecemos, y ordenamos que se promulgue, para gloria de Dios, todo los aprobado conciliarmente.

Roma, en San Pedro, 7 de diciembre de 1965.

Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia católica.

Sunday, February 5, 2017

Sal y luz de la tierra... A. Pronzato


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por rj71

Ocasión para darse golpes de pecho

El hecho de que los discípulos se acercaran al Maestro, según la imagen que nos proponía el evangelio del domingo pasado, no puede sugerir la idea de una relación intimista, de un circuito cerrado. 

Está presente la muchedumbre. Está allí esperando. Provoca, por así decirlo, un cortocircuito.

Los discípulos reciben el encargo de escuchar una palabra al oído para gritarla en los techos. Tienen que percibir un mensaje para interpretarlo existencialmente y difundirlo.

El evangelio de hoy presenta precisamente la vocación cristiana en clave de «función pública», de servicio que se hace a todos.

Es la función, indispensable, de la sal, de la luz.

«Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo». Evidentemente, uno no es sal ni luz con las palabras, con las declaraciones, con las buenas intenciones, sino con las obras.

Las obras surgen del amor y son un signo de amor. Tienen que manifestar el amor, no servir de soporte al prestigio y al Poder (y, desde luego, las «obras buenas» no deben confundirse con el «hacer muchas cosas», aunque algún negociante desaprensivo hace tiempo que tuvo la desfachatez de sostener que no hay ninguna página del evangelio que prohíba hacer buenos negocios. Evidentemente, había interpretado de forma muy atrevida la frase: «Que los hombres vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo». (Algo así como: A Dios la gloria; nosotros nos contentamos con... los cuartos) 

Sin embargo, estas frases que concretan nuestro papel no nos confieren necesariamente un certificado de superioridad sobre los demás, no son un título de honor, ni pueden interpretarse en clave de elogio o dar lugar a reivindicaciones triunfalistas de condecoraciones.

Sirven simplemente para que tomemos conciencia de nuestras responsabilidades y, todo lo más, para medir nuestras faltas y nuestras culpas. 

Por tanto, más que motivo de orgullo, deberían constituir una ocasión para un examen descarnado de conciencia.

O sea, un examen de lo que deberíamos haber sido en relación con la llamada que se nos ha dirigido de ponernos al servicio del mundo.

Intentemos una reflexión: ¿cuál ha sido nuestra aportación en la promoción de la tolerancia, de la descolonización, de la liberación? ¿Qué guerras hemos impedido (no sólo deplorado)?

¿Qué persecuciones hemos evitado (no sólo condenado)?

¿Qué movimientos de emancipación hemos fomentado (no sólo asumido como nuestros después del riesgo que otros asumieron)? 

¿Qué barreras hemos suprimido? ¿qué injusticias hemos abolido? 

¿Qué esperanzas hemos encendido en el mundo de los desesperanzados, a través de acciones concretas y provocativas, y no de simples invitaciones a la esperanza?
¿De qué movimientos de paz, de unidad, de comprensión, hemos sido protagonistas?

Por consiguiente, no se trata tanto de hinchar el pecho ante estas palabras del sermón de la montaña.

Mejor sería darnos golpes de pecho con ellas.

Más que sufrir porque no nos han llamado, porque nos han marginado y apartado, preguntémonos si por casualidad nuestra sal no se ha vuelto insípida. Ya el Señor había previsto que la sal que ha perdido su sabor tiene que ser «pisada por la gente».

Sobre todo, tenemos que darnos cuenta de que, si no conseguimos iluminar mucho, quizás sea porque somos poco trasparentes al único que es la luz del mundo.

Cuando uno está demasiado cargado, demasiado lleno de sí mismo, demasiado preocupado por brillar, es natural que la opacidad se haga más densa.

El sentido de la mesura

La sal es también cuestión de dosificación. Ni poca, ni mucha. Si falta sal, el plato resulta insípido. Pero el exceso de sal puede hacer que la sopa sea desagradable, incomestible.

Hay un estilo cristiano insulso, cobarde, tímido, tembloroso. Pero hay también un estilo cristiano invasor, aplastante, agresivo, desapacible, jactancioso, alborotador.
No es compatible con la vocación cristiana una actitud suspirante, impotente, lacrimosa, resignada.

Pero el testimonio bajo el signo de la franqueza y de la audacia no tiene nada que ver con la perversidad, con el gusto por la provocación clamorosa.

Puede haber un pecado de excesiva «buena educación».

Pero el remedio no es ciertamente el insulto, la grosería, la vulgaridad, la villanía, la falta de pudor.

La presencia no debe confundirse con el adueñamiento.

Se puede aceptar la recomendación de Andrei Siniavski, que denuncia el peligro de que «se sequen las raíces».

Sin embargo, hay que tener presente que la función del árbol no es la de producir bastones nudosos para empuñarlos contra los enemigos.

La sal, en tiempos de Jesús, se usaba también como abono (también hoy muchos fertilizantes se componen de sales minerales).

La sal quema, ciertamente -porque contiene fuego-; por eso hay que impedir que amenace y apague la vida.

Por otra parte, sabemos que ciertos productos empleados para la agricultura contaminan por desgracia las capas acuíferas y hasta envenenan los frutos que deberían favorecer y conservar.

Esto mismo puede decirse de la luz. No podemos ni debemos ocultarla. La lámpara no debe apagarse.

Sin embargo, la luz evangélica es siempre una luz discreta, respetuosa, no clamorosa, no... bulliciosa.

La visibilidad no debe confundirse con la exhibición, con el espectáculo.

El sentido de la mesura no disminuye en lo más mínimo la fuerza de irradiación, sino que le confiere por el contrario una mayor intensidad y eficacia.

Ese dedo es peor que una puerta cerrada

Isaías (primera lectura) nos ofrece una gama discreta de obras francamente «buenas».

Pero es preciso quitar un impedimento: la costumbre de «apuntar con el dedo».

El dedo que apunta al prójimo es señal de juicio, de condenación. El dedo que apunta constituye una especie de pared que me impide ver al otro, que no permite que me acerque a él. Es el obstáculo más insuperable.

Tras el dedo amenazador hay además normalmente una lengua en movimiento. Maledicencias, críticas, calumnias, sentencias inexorables, palabras envenenadas. El juicio inapelable se expresa en un tono de dureza, de frialdad, de falta de compasión.

«Hospeda a los pobres sin techo...».

No hablamos de puertas cerradas. A veces basta con un dedo apuntando para cerrar el acceso a los indeseables.

Ese dedo apuntando constituye la manera más hipócrita de defenderse de las personas incómodas.

El dedo apuntando impide la vista, esconde el rostro del hermano. Y le impide, le bloquea inexorablemente, la entrada.

El dedo apuntando es cerrazón, rechazo, barrera infranqueable. El prójimo no «pasa» a nuestro corazón.

Mientras la mano siga ocupada, comprometida, atada a aquel dedo apuntando como un arma, no podrá abrirse al gesto del don, de la acogida, de la disposición a compartir.

Pasión y pudor

Un ejemplo iluminador del equilibrio entre la pasión apostólica y el pudor, entre la urgencia de la comunicación y el respeto a las personas, entre el fuego interior y la delicadeza, es el que nos ofrece Pablo (segunda lectura): «No vine a vosotros con sublime elocuencia o sabiduría... sino débil y temeroso».

Nunca se valorará lo suficiente esta vacilación, esta inseguridad, este introducirse de puntillas, esta negativa a derribar la puerta. Pablo no tiene nada de conquistador ni de maestro vanidoso («mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana»). Ninguna petulancia. Y ninguna presunción.

No se presenta como un desenvuelto dominador de la situación. Ni como un hábil dialéctico.

Ni la gloria, ni el poder, ni la sabiduría humana. Sino la debilidad y la humillación de la cruz y la fuerza persuasiva del amor.

Pablo no pretende forzar ni tampoco seducir. Quiere convencer a través de la fuerza del Espíritu, no con otros medios.

En Atenas había preparado un discurso deslumbrante, de intelectual, con todas las citas necesarias.

Después de su fracaso, comprendió que no se trataba de hacerse el intelectual, sino que había que fiarse de la palabra escabrosa de la cruz, del lenguaje «inspirado».

Podemos decir que Pablo se presenta como quien sigue aprendiendo. No pretende impresionar, asombrar, adoctrinar, manejar a su gusto a las personas. Intenta encontrar palabras sencillas que remuevan el fondo de los corazones, que despierten la libertad, que iluminen las conciencias. Evita toda coacción, toda constricción.

Pablo descubre y presenta la verdad del hombre en el Crucificado. Por eso no tiene necesidad de modelar el mensaje del evangelio con la sabiduría y las ideologías humanas.

Prescinde tranquilamente de los discursos doctos.

Pablo no se olvida de que fueron los poderosos, con la complicidad de los sabios, los que crucificaron a Jesús. Y es consciente de que pueden también crucificar al hombre. No está ni mucho menos dispuesto a cambiar la necedad de la cruz por la sabiduría humana en el tenderete de la última moda o de la última ideología (¡que es siempre la penúltima!).

Sabe que sólo a través de la cruz puede seguir en contacto con el Espíritu y establecer una relación real, profunda, con el hombre, llegando a sus aspiraciones más profundas, a sus esperanzas más acuciantes.

A. Pronzato