El peligro de la idolatría
Contra
lo que pensamos comúnmente el riesgo de ser idólatra acecha a toda vida
cristiana. Los profetas, en el antiguo testamento, ya lo habían
denunciado. Con fuerza inusitada el Señor señala ese peligro: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt
6, 24). La palabra dinero traduce el arameo mamonas; se trata de la
riqueza mal habida, y utilizada para oprimir al otro, que se erige como
un ídolo. Es necesario, en consecuencia, hacer una elección. Jesús exige
una opción exclusiva. Los términos amar y odiar subrayan el carácter tajante de la decisión.
Además, se emplea el verbo «servir» que
tiene un sabor cultual, se sirve a Dios; pero existe el peligro de
servir también a las riquezas. Servir a mamón es convertirlo
concretamente en una alternativa a Dios. Concretamente, porque en
palabras se puede seguir afirmando que se adora a Dios, cuando en
verdad, en la práctica, hemos entregado nuestra vida al dinero y a todo
lo que se deriva de él. La disyuntiva consiste en optar por uno u otro
servicio. En un comportamiento preciso, y no en declaraciones formales,
se juega el asunto de la idolatría.
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La opción cristianapor rj71 |
1.
El evangelio de este domingo, perteneciente al sermón de la montaña,
muestra las exigencias de la llegada del reino y exhorta al
desprendimiento y al rechazo de todo desasosiego. La opción es clara:
por Dios y su reino de justicia. La antítesis de esta opción también es
manifiesta: el dinero como ídolo. «Mammon», en arameo, equivale al
dinero o las riquezas. En definitiva, el discípulo cristiano lo
subordina todo al anuncio del reino. El binomio odiar-amar implica
una elección, pero Dios no puede ser mero objeto de preferencia
—parangonable a otras aficiones o deseos—, sino que es aceptación total
de adoración y de servicio.
2.
La preocupación primordial por el reino exige rechazar toda inquietud
temporal, a saber, estar preocupado con ansiedad por lo que no es Dios y
su reino (alejarse de las obsesiones idolátricas). Significa, además,
creer en la providencia del Padre o confiar serenamente en él, sin
descuidar el trabajo y los compromisos (rechazar el providencialismo
milagrero). En definitiva, buscar el reino o preocuparse del mismo con
actitud creyente y luchando por la justicia (saber elegir).
3.
La opción de los cristianos por el reino, que al mismo tiempo es opción
por los pobres, no sólo exige fe, sino practicar la justicia. Las obras
no son mera consecuencia de la fe, sino su verificación. Lo contrario
de la fe no es el compromiso, sino la no-fe; y lo contrario del compromiso no es la fe, sino el no-compromiso.
REFLEXIÓN CRISTIANA:
¿Cómo vivimos la oposición entre Dios y el afán de riquezas?
¿Cuáles son, en el fondo, nuestras preocupaciones?
Casiano Floristán
Ref: comment-reply@wordpress.com
Con mucho cariño.
Noel y Silvia
Desde Guatemala, La Bella.
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