SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 6 En la Natividad del Señor, 2-3. 5: PL 54, 213-216)
EL NACIMIENTO DEL SEÑOR ES EL NACIMIENTO DE LA PAZ
Aunque el estado de infancia, que el Hijo de Dios asumió sin considerarlo
impropio de su grandeza, se haya transformado ya en estado de varón perfecto y
aunque, una vez consumado el triunfo de la pasión y resurrección, haya llegado
a su fin todo lo que era propio del estado de anonadamiento, que el Señor
aceptó por nosotros, sin embargo, la fiesta de la Natividad renueva para
nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María;
y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar
también nuestro propio nacimiento como cristianos.
La generación de Cristo, en efecto, es el origen del pueblo cristiano, ya que
el nacimiento de la cabeza incluye en sí el nacimiento de todo el cuerpo.
Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea
llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan
sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de los fieles,
nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo
modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su
resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión.
El creyente que en cualquier parte del mundo es regenerado en Cristo se libra
de la culpa original y, al renacer, se transforma en un hombre nuevo; en
adelante ya no cuenta la generación carnal de sus padres, sino la generación
por la que ha renacido del Salvador, que quiso hacerse Hijo del hombre para que
nosotros pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.
Pues, si él no hubiera descendido por su humildad hasta nosotros, jamás ninguno
de nosotros, por sus propios méritos, hubiera podido llegar hasta él.
Por eso la misma grandeza del don que nos ha sido otorgado exige de nosotros
una veneración proporcionada a la excelsitud de esta dádiva; así nos lo enseña
el Apóstol, cuando dice: No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el
Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado;
el mejor modo de ofrecer a Dios nuestro homenaje religioso es, sin duda,
ofrecerle lo que él mismo nos ha dado.
Y ¿qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la
fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del
Señor?
En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor,
la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo
donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que
se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo.
Por tanto, que quienes traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni
de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios, ofrezcan al Padre la concordia
propia de los hijos que están animados por el deseo de la paz, y que todos los
miembros de la familia de adopción vivan unidos en aquel que es el primogénito
de la nueva creación, que no vino a hacer su propia voluntad, sino la voluntad
de aquel que lo envió. Pues los que han sido adoptados por la gracia del Padre,
para ser sus herederos, no son los que viven en medio de discordias y
contiendas, sino los que tienen un único pensar y un mismo querer. Los que han
sido llamados a reproducir la única imagen del Padre deben tener una sola alma.
Por ello el nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz; como lo dice el
Apóstol: Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa,
porque, tanto los judíos como los gentiles, por medio de él tenemos acceso al
Padre en un solo Espíritu.
RESPONSORIO Ef 2, 13.14. 17
R. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. *
Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
V. Y, cuando vino, anunció la buena nueva de la paz:
paz a vosotros, los que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca.
R. Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
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