SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Sofronio, obispo
(Disertación 2, Sobre la anunciación de la Santísima Virgen, 21-22. 26: PG 87,
3, 3242. 3250)
POR MARÍA, LA BENDICIÓN DEL PADRE HA BRILLADO SOBRE LOS HOMBRES
Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo. ¿Y qué puede haber más sublime
que esta alegría, oh Virgen Madre? ¿O qué puede haber más excelente que esta
gracia, que tú sola has alcanzado de Dios? ¿ O qué puede imaginarse más amable
o espléndido que esta gracia? Nada puede equipararse a las maravillas que en ti
vemos realizadas, nada hay que iguale la gracia que tú posees; todo lo demás,
por excelente que sea, ocupa un lugar secundario y goza de una excelencia
claramente inferior.
El Señor es contigo; ¿quién, pues, se atreverá a competir contigo? De ti nacerá
Dios; ¿quién, por tanto, no se reconocerá al momento inferior a ti y no
admitirá de buen grado tu primacía y superioridad? Es por esto que, al
contemplar tus eminentes prerrogativas, que superan las de cualquier otra
creatura, te aclamo lleno de entusiasmo: Alégrate, llena de gracia, el Señor es
contigo. Por ti ha venido la alegría, no sólo a los hombres, sino también a los
mismos coros celestiales.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que has cambiado en
bendición la maldición de Eva y has hecho que Adán, que yacía postrado bajo el
peso de la maldición, alcanzara, por ti, la bendición.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, por ti, la
bendición del Padre ha brillado sobre los hombres, librándolos de la antigua
maldición.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, por ti,
alcanzan la salvación tus progenitores; pues has de dar a luz a aquel que les
obtendrá la salvación divina.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, sin concurso
de semilla, has producido aquel fruto que esparce la bendición sobre el orbe de
la tierra, redimiéndola de la maldición que le hacía producir espinas y
abrojos.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, siendo por
condición natural una mujer como las demás, llegarás a ser en verdad Madre de
Dios. Efectivamente, si el que ha de nacer de ti es, con toda verdad, el Dios
hecho hombre, con toda razón eres llamada Madre de Dios, ya que realmente das a
luz a Dios.
Llevas en la intimidad de tu seno al mismo Dios, el cual mora en ti según la
carne, y sale de ti como un esposo, trayendo a todos la alegría y comunicando a
todos la luz divina.
Pues en ti, oh Virgen, como en un cielo nítido y purísimo, ha puesto Dios su
tienda; y saldrá de ti como el esposo de su alcoba; y, cual gigante que
emprende su carrera, recorrerá el camino de su vida, provechosa en todo para
todos, alcanzando con su giro del término del cielo hasta el opuesto confín,
llenándolo todo de su calor divino y de su resplandor vivificante.
RESPONSORIO S. Sofronio, Disertación 2
R. Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que has
cambiado en bendición la maldición de Eva. * Por ti la bendición del Padre ha
brillado sobre los hombres.
V. Por ti alcanzan la salvación tus progenitores.
R. Por ti la bendición del Padre ha brillado sobre los hombres.
ORACIÓN.
OREMOS,
Abre, Señor, a tus servidores la riqueza de tu gracia y, ya que la maternidad
de la Virgen María fue para nosotros el comienzo de la salvación, concédenos
que esta celebración acreciente nuestra paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén
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