Monday, June 29, 2020

Reflexiones sobre la lecturas de la Liturgia de hoy - 29-6-2020

Comentario al Evangelio de hoy 

Fernando Torres cmf

      El otro día estuve reunido con un grupo de gente normal. Con vidas normales. Con sus alegrías pero también con sus problemas. A veces los matrimonios y las familias no funcionan exactamente como se supone que deberían funcionar. A veces la vida viene pillada por las enfermedades y otros dolores. A veces... Pero más allá de todas estas cosas, había otro vínculo de unión entre aquellas personas: todos eran voluntarios de Cáritas. Todos dedicaban un tiempo cada semana, algunos mucho tiempo, para servir a los más pobres y necesitados, para acogerlos, para ayudarlos en sus necesidades, para escucharlos y atenderlos. 
      Me he acordado de esa reunión al leer la segunda lectura y el Evangelio. En la segunda lectura dice Pablo que “he combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.” Y en el Evangelio Jesús les pide a sus discípulos que confiesen su fe en él como Mesías. Por extensión, todos nosotros nos sentimos interpelados por Jesús: ¿Quién decís que soy yo?
      Quizá a algunos de los lectores les cueste ver la relación entre la reunión comentada en el primer párrafo y las lecturas del segundo. Pero a mí me parece obvia. Es que los cristianos, los seguidores de Jesús tenemos que hablar poco y hacer mucho. Combatir bien el combate, correr hacia la meta, mantener la fe, no es ir muchas veces a misa y ocupar allí los primeros puestos. Ni siquiera es hablar mucho de Jesús. Confesar la fe no es andar a gritos por las plazas diciendo que somos creyentes, católicos romanos y practicantes. Todo eso no vale nada si no está acompañado de un hacer continuo. Las personas que formaban el grupo con el que me reuní no hablan mucho pero se dedican a hacer. Ninguno de ellos, por lo que sé, ha dado una charla sobre Jesús en toda su vida. Pero semana a semana, en esas horas que dedican a atender a los más pobres, sin distinguir entre si son de los nuestros o no, si son de otro país o no, si son de nuestra religión o de otra o si no tienen ninguna, hacen reino y confiesan de una manera práctica su fe. Semana a semana, corren hacia la meta y viven su fe. Día a día responden con su forma de hacer, de comportarse, a la pregunta de Jesús. Y confiesan que Jesús es el hermano de todos, el que no quiere que nadie se quede excluido ni marginado, el que dio su vida para que todos tengamos un puesto en torno a la mesa del padre único de todos, Dios. 
      Hoy, fiesta de san Pedro y san Pablo vamos a tener muy presente en nuestra oración a toda esa parte de la iglesia que habla poco y hace mucho. Son los que nos salvan a todos. Gracias a ellos en la iglesia se conserva lo mejor del Evangelio, que no es el derecho canónico ni la liturgia, sino el amor fraterno al que Dios nos ha convocado en Jesús.

Friday, June 26, 2020

Los beneficios de la comunicación asertiva - Daniela Rossi - 24-6-2020

Los beneficios de la comunicación asertiva

Los beneficios de la comunicación asertiva

Hace unos años atrás, hice un curso de “Counseling” donde aprendimos cosas muy interesantes sobre EHS “entrenamiento en habilidades sociales”. El documento de trabajo desarrollaba como nuestros vínculos, nuestra vida social, están todos enmarcados en el contexto de cómo nos comunicamos. Dividía a la comunicación en dos áreas. La aversiva y la asertiva. La primera, la aversiva, genera patrones de pasividad, evitación y agresividad. Mientras que los diálogos asertivos con las demás personas, logran enriquecer la calidad de los vínculos, mejorar la perspectiva para resolver problemas, controlar el estrés y evitar las respuestas cargadas de ansiedad.

Les quiero presentar un simple recurso que nos puede facilitar muchas instancias de diálogos entre dos partes y evitar malos entendidos, o incluso disgustos. Se trata de las "respuestas con preguntas".
Lo veremos muy gráfico a través del diálogo. En el primer ejemplo las protagonistas son dos amigas muy cercanas. Una le pide a la otra un favor, que le alcance un cuaderno que se había olvidado en su casa.
Ejemplo 1: No positivo

Amiga 1 (por WhatsApp): Hola! ¿Me haces el favor de alcanzarme el cuaderno que me olvidé en tu casa? Lo necesito este fin de semana y no puedo ir ahora a buscarlo.
Amiga 2: ¡Hola! No estoy segura de poder salir ahora.
Amiga 1: ¿Qué pasa no puedes?
Amiga 2: No, es que dentro de poco me pasan a buscar.
Amiga 1: Ah, pero no hace falta que ingreses a casa, me lo puedes dejas en la puerta si no te molesta.
Amiga 1: No creo que llegue a estar lista.
Amiga 2: Bueno no te preocupes...

Ejemplo 1: Positivo

Amiga 1 (por WhatsApp): Hola! ¿Me haces el favor de alcanzarme el cuaderno que me olvidé en tu casa? Lo necesito este fin de semana y no puedo ir ahora a buscarlo.
Amiga 2: No voy a poder llevarlo hoy. ¿Qué te parece si te lo alcanzo el domingo?
Amiga 1: Dale, perfecto. Gracias.
Amiga 2: ¡De nada!
La habilidad que estoy presentando es una muy pequeña, tanto que a veces no olvidamos de que existe. Dar opciones en la comunicación. Poder abrir el juego a otras posibilidades para solucionar las situaciones. En el primer escenario “no positivo”, la amiga 2 no tiene en claro cómo transmitirle a su amiga que no quiere llevarle en ese momento el cuaderno, pero también tiene miedo de herirla si le dice directamente “no quiero llevarte el cuaderno ahora”, por eso acude a evasivas. La amiga 1 no comprende bien que le está sucediendo. Y se queda con cierto malestar. En la propuesta “positiva” del diálogo, vemos como el uso de la pregunta cerrada en este caso, habilita dos cosas:

1. Por un lado, permite decir francamente la imposibilidad del momento “no puedo alcanzarte ahora lo que me pides”
 
2. No lastima a la receptora del mensaje, porque inmediatamente surge la opción cerrada: “¿Te parece que te lo alcanzo el día domingo?” dando a entender que realmente le importa su pedido y quiere hacerlo, pero en otro momento.

Ejemplo 2. Una joven busca trabajo de niñera

En esta instancia, la joven debe ir evaluando las diferentes opciones que se le presentan: distancia hacia el trabajo, horario, paga. ¿Cómo hace para entablar conversaciones, averiguar más detalles de cada trabajo, incluso, poder conocer a la familia, sin estar aceptando implícitamente el trabajo mismo? ¿Sin que se generen disgustos y malestares?

Un ejemplo positivo del uso de la pregunta en un diálogo que utilizaría la niñera:

Hola ¿cómo estás? Gracias por ofrecerme el trabajo. En este momento me encuentro evaluando mis opciones, analizando cuál se ajusta más a mi realidad actual. ¿Te sería útil que vaya a conocerlos bajo estas circunstancias o prefieres definirlo previamente?

Este simple recurso, le permite a la niñera, explicar abiertamente cuál es su situación actual, y le da libertad a la receptora del mensaje a elegir qué es lo que quiere hacer. Si la desea conocer igual, aunque después finalmente, no tome el trabajo o prefiere directamente no tener esa primera instancia.

Responder una pregunta con opciones, o incluir las opciones en nuestros diálogos, nos permite transmitir la idea de que realmente nos importa la situación en la que se encuentra la otra persona. Esto acerca a los integrantes del diálogo, ya que toma en consideración las posibilidades del otro. ¿Te gustaría o podrías vernos este jueves a la tarde o prefieres el domingo por la mañana? De esta manera te estoy transmitiendo: me importas, pero también quiero poder compatibilizar mis posibilidades contigo.

Sabemos la importancia que tienen las palabras, porque Hashem mismo creó nuestro mundo con la palabra. Mediante diez enunciados creó todo este universo. Lo vemos escrito en el libro de Bereshit. La Rebetzin Esther Jungreis a’’h lo explica a la perfección.

Somos los únicos seres del planeta que tenemos el don del habla, las palabras pueden construir o destruir la autoestima de una persona, relación o familia. Literalmente, las palabras construyen mundos interiores. Los ejemplos que vimos son sólo ilustrativos, se pueden reemplazar por nuestros propios actores, escenarios, dependiendo de la vida de cada uno.

¡Los invito a hacer uso de esta pequeña habilidad asertiva y a evaluar ustedes mismos el impacto que puede tener en nuestras relaciones personales!
 

Wednesday, June 17, 2020

Rezando en contra de la inclinación negativa Shlaj (Números 13-15) por Rav Yehonatan Gefen

Rezando en contra de la inclinación negativa

Shlaj (Números 13-15)

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Rezando en contra de la inclinación negativa
Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.

El incidente de los espías es una de las historias más conocidas y polémicas de la Torá; hay mucha discusión sobre cómo es posible que hombres tan grandiosos como aquellos hayan cometido un pecado tan terrible. Otro aspecto sumamente importante sobre este episodio son las acciones que llevaron a cabo los hombres justos para no verse involucrados en el pecado.
La Torá nos cuenta que después de enviar a los espías a la tierra de Israel, Moshé le cambió el nombre a su estudiante más cercano (1). Hasta ese momento él era conocido como Hoshea, pero entonces Moshé le agregó una iud para formar el nombre Iehoshúa. Rashi explica que Moshé rezó para que Iehoshúa se salvara de la prueba de los espías, y esta plegaria se manifestó en la adición de una iud a su nombre. Unos pocos versículos después, la Torá alude al hecho de que mientras estaban en Israel, Kalev, otro de los espías, se separó del grupo y fue a Hebrón para rezar por protección para salvarse del plan de los espías (2).
El Ben Ish Jai (3) y el Maskil le David (4) dicen que estas plegarias parecen contradecir un axioma muy conocido: “Todo está en manos del cielo a excepción del temor al cielo”. Este axioma expresa que lo único que está completamente en control del hombre es la capacidad para elegir entre el bien y el mal. Puede ser muy beneficioso rezar por cosas que están más allá de nuestro control, como salud y sustento, ya que esas cosas dependen por completo de la Providencia Divina. Sin embargo, rezar para no pecar pareciera no tener ninguna utilidad ya que no es Dios el que decide si pecamos o no, sino que eso está en nuestras propias manos. Consecuentemente, es muy difícil entender por qué Moshé rezó por Iehoshúa y por qué Kalev rezó por sí mismo para evitar pecar; no dependía de Dios si ellos iban a pecar o no, sino que dependía exclusivamente del libre albedrío de ellos.
El Ben Ish Jai explica que hay dos formas diferentes mediante las cuales una persona puede llegar a pecar. Una es cuando tiene completa claridad de que determinado acto está prohibido pero de todas formas lo hace, a sabiendas de que está pecando. La segunda es cuando su iétzer hará (inclinación negativa) nubla su juicio y la convence de que el acto en cuestión no está prohibido, permitiéndole de esta manera racionalizar su pecado.
El principio de que el temor al cielo está completamente en nuestras manos sólo aplica a la primera forma de pecar, cuando la persona tiene absoluta claridad respecto a la perversidad de la acción. En esta área no sirve de nada que una persona le rece a Dios para que lo frene; eso está exclusivamente en sus manos y Dios no puede, por decir así, manipular su libre albedrío.
Sin embargo, esto no es cierto con respecto a la segunda forma, en la cual una persona puede realmente creer que no está pecando. El principal factor que causa que la persona peque en ese caso es la falta de claridad sobre cuál es la forma correcta de actuar. Esta situación no está completamente dentro de nuestro libre albedrío; cuando una persona quiere hacer lo correcto pero está en riesgo de ser seducida por su iétzer hará, entonces sí puede pedirle ayuda a Dios para que su razonamiento no se nuble. Entonces, en una situación como esta sí es beneficioso rezarle a Dios.
El Ben Ish Jai continúa explicando que Iehoshúa y Kalev enfrentaron la segunda forma de desafío, en la cual la tefilá sí puede ayudar. Los espías eran personas grandiosas y no hablaron mal de la tierra intencionalmente sin justificar antes su comportamiento. El Ben Ish Jai ofrece una explicación original de cuáles habrían sido sus motivaciones: sintieron que si le decían al pueblo judío sobre la gran prosperidad que había en la tierra de Israel, entonces entrarían con la motivación ulterior de obtener ganancia material en lugar de querer exclusivamente respetar la orden de Dios. En consecuencia, los espías decidieron hablar mal sobre la tierra con la esperanza de que el pueblo judío igualmente quisiera entrar pero con motivos completamente puros, y de esta forma obtendrían una recompensa mucho mayor.
Sin embargo, este razonamiento era en realidad obra del iétzer hará para evitar que el pueblo judío entrara a la tierra, como efectivamente ocurrió al final. Moshé rezó para que Iehoshúa estuviera protegido de las racionalizaciones que le harían creer que hablar mal de la tierra era una mitzvá (5). De la misma forma, Kalev rezó para poder mantener la claridad necesaria y no caer así en las garras del iétzer hará.
Hemos visto que hay dos formas en las que una persona puede llegar al pecado: de manera consciente o al ser engañada por el iétzer hará. Pareciera ser que es mucho más prevalente esta segunda forma.
El Néfesh Hajaim escribe que esta falta de claridad se originó con el primer pecado: el pecado de Adam. Antes de pecar, Adam tenía absoluta claridad para distinguir entre el bien y el mal; para él, cometer un pecado era tan obviamente nocivo como poner la mano sobre el fuego. Pero cuando comió del árbol del conocimiento del bien y el mal, él perdió la claridad que tenía a tal punto que ahora el iétzer hará podía hacerlo confundir lo bueno con lo malo.
Ésta es la razón por la cual la Guemará declara que cuando una persona comete el mismo pecado dos veces, el pecado se vuelve permisible ante sus ojos. Se dice que Rav Israel Salanter comentó que cuando se comete un pecado por tercera vez, ¡este se vuelve una mitzvá ante sus ojos! Esta es la manera mediante la cual el iétzer hará mantiene a la persona en el mal camino, haciendo que justifique su comportamiento pensando que es permisible e incluso deseable.
El autor del Tania hace una fascinante observación sobre este punto: escribe que si uno le ofreciera dinero a un judío observante de Torá para que realice un pecado, éste no lo haría ya que entiende intelectualmente que el daño espiritual que le causaría el pecado es mucho peor que cualquier ganancia monetaria. Sin embargo, la persona de todas formas peca sin obtener ninguna ganancia monetaria ya que se convence a sí misma de que no está pecando en realidad.
Aprendemos de la explicación del Ben Ish Jai que, respecto al desafío de ser engañados por el iétzer hará, la plegaria es un arma muy beneficiosa y necesaria. El iétzer hará está constantemente buscando engañarnos para que pequemos, por lo tanto, debemos mantenernos siempre vigilantes para no ser atrapados por sus racionalizaciones. Al igual que un método consistente de autoanálisis, la clave para obtener claridad es rezarle a Hashem para que abra nuestros ojos y nos permita seguir el camino verdadero del Servicio Divino.

Notas:
(1) Shelaj 13:16.
(2) Rashi 13:22.
(3) Ben Yehoyada, Sotá 34b.
(4) Shelaj, ibíd. Es uno de los comentaristas de Rashi.
(5) Hay muchas otras explicaciones sobre el razonamiento de los espías para hablar mal sobre la tierra (ver Rambán y Sfat Emet), pero pareciera claro que cualquiera que haya sido su razonamiento, de alguna manera justificaron sus acciones y creyeron que no estaban cometiendo una averá.

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Monday, June 15, 2020

Homilia del Papa Francisco - Corpus Christi - Domingo, 14 de junio, 2020

Homilía del Papa Francisco en la Misa del Corpus Christi

Domingo, 14 junio 2020
(zenit – 14 junio 2020).- A las 9:45 de esta mañana, el Papa Francisco presidió la Misa de la Solemnidad del Santísimo Sacramento – o Corpus Christi – este domingo 14 de junio de 2020 en la Basílica de San Pedro, en el altar de la Cátedra de San Pedro, en presencia de unas cincuenta personas.
La Misa continuó con la adoración silenciosa del Santísimo Sacramento exhibida en la custodia, y terminó con la bendición del Santísimo Sacramento y la canción de la antífona mariana “Sub tuum praesidium”.
Por su Eucaristía, Dios “sana nuestra memoria negativa”, explica el Papa Francisco: “El Señor sana esta memoria negativa, que siempre saca a la luz cosas que no están bien y deja en nuestra cabeza la triste idea de que no servimos para nada , que solo cometemos errores, que somos “malos”. Jesús viene a decirnos que este no es el caso”.
En su homilía, el Papa Francisco señaló que en el “memorial de la Eucaristía”, Dios viene a “sanar la memoria” de los creyentes: “Él sana por encima de toda nuestra memoria huérfana”, luego  la “memoria negativa “, y la “memoria cerrada”.
El Papa también subrayó el poder curativo de la adoración eucarística: “La adoración continúa en nosotros el trabajo de la misa. Nos hace bien, nos cura por dentro. Especialmente ahora, que realmente lo necesitamos”.
Publicamos a continuación la homilía que el Papa pronunció durante la celebración eucarística, después de la proclamación del Evangelio:
***
Homilía del Papa
“Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer” (Dt 8,2). Recuerda: la Palabra de Dios comienza hoy con esa invitación de Moisés. Un poco más adelante, Moisés insiste: “No te olvides del Señor, tu Dios” (cf. v. 14). La Sagrada Escritura se nos dio para evitar que nos olvidemos de Dios. ¡Qué importante es acordarnos de esto cuando rezamos! Como nos enseña un salmo, que dice: “Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos” (77,12). Incluso las maravillas y los prodigios que ha hecho el Señor en nuestras vidas.
Es fundamental recordar el bien recibido: si no hacemos memoria de él nos convertimos en extraños a nosotros mismos, en “transeúntes” de la existencia. Sin memoria nos desarraigamos del terreno que nos sustenta y nos dejamos llevar como hojas por el viento. En cambio, hacer memoria es anudarse con lazos más fuertes, es sentirse parte de una historia, es respirar con un pueblo. La memoria no es algo privado, sino el camino que nos une a Dios y a los demás. Por eso, en la Biblia el recuerdo del Señor se transmite de generación en generación, hay que contarlo de padres a hijos, como dice un hermoso pasaje: “Cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: “¿Qué son esos mandatos […] que os mandó el Señor, nuestro Dios?”, responderás a tu hijo: “Éramos esclavos  […] y el Señor hizo signos y prodigios grandes […] ante nuestros ojos” (Dt 6,20-22) , tú darás la memoria a tus hijos..
Pero hay un problema, ¿qué pasa si la cadena de transmisión de los recuerdos se interrumpe? Y luego, ¿cómo se puede recordar aquello que sólo se ha oído decir, sin haberlo experimentado? Dios sabe lo difícil que es, sabe lo frágil que es nuestra memoria, y por eso hizo algo inaudito por nosotros: nos dejó un memorial. No nos dejó sólo palabras, porque es fácil olvidar lo que se escucha. No nos dejó sólo la Escritura, porque es fácil olvidar lo que se lee. No nos dejó sólo símbolos, porque también se puede olvidar lo que se ve. Nos dio, en cambio, un Alimento, pues es difícil olvidar un sabor. Nos dejó un Pan en el que está Él, vivo y verdadero, con todo el sabor de su amor. Cuando lo recibimos podemos decir: “¡Es el Señor, se acuerda de mí!”. Es por eso que Jesús nos pidió: “Haced esto en memoria mía” (1 Co 11,24). Haced: la Eucaristía no es un simple recuerdo, sino un hecho; es la Pascua del Señor que se renueva por nosotros. En la Misa, la muerte y la resurrección de Jesús están frente a nosotros. Haced esto en memoria mía: reuníos y como comunidad, como pueblo, celebrad la Eucaristía para que os acordéis de mí. No podemos prescindir de ella, es el memorial de Dios. Y sana nuestra memoria herida.
Ante todo, cura nuestra memoria huérfana. Muchos tienen la memoria herida por la falta de afecto, cura nuestra memoria huérfana, muchos tienen la memoria herida por falta de afecto y las amargas decepciones recibidas de quien habría tenido que dar amor pero que, en cambio, dejó desolado el corazón. Nos gustaría volver atrás y cambiar el pasado, pero no se puede. Sin embargo, Dios puede curar estas heridas, infundiendo en nuestra memoria un amor más grande: el suyo. La Eucaristía nos trae el amor fiel del Padre, que cura nuestra orfandad. Nos da el amor de Jesús, que transformó una tumba de punto de llegada en punto de partida, y que de la misma manera puede cambiar nuestras vidas. Nos comunica el amor del Espíritu Santo, que consuela, porque nunca deja solo a nadie, y cura las heridas.
Con la Eucaristía el Señor también sana nuestra memoria negativa, esa negatividad que muchas veces llena nuestro corazón, el Señor cura esta memoria negativa que siempre hace aflorar las cosas que están mal y nos deja con la triste idea de que no servimos para nada, que sólo cometemos errores, que estamos “equivocados”. Jesús viene a decirnos que no es así. Él está feliz de tener intimidad con nosotros y cada vez que lo recibimos nos recuerda que somos valiosos: somos los invitados que Él espera a su banquete, los comensales que ansía. Y no sólo porque es generoso, sino porque está realmente enamorado de nosotros: ve y ama lo hermoso y lo bueno que somos. El Señor sabe que el mal y los pecados no son nuestra identidad; son enfermedades, infecciones. Y viene a curarlas con la Eucaristía, que contiene los anticuerpos para nuestra memoria enferma de negatividad.
Con Jesús podemos inmunizarnos de la tristeza. Ante nuestros ojos siempre estarán nuestras caídas y dificultades, los problemas en casa y en el trabajo, los sueños incumplidos. Pero su peso no nos podrá aplastar porque en lo más profundo está Jesús, que nos alienta con su amor. Esta es la fuerza de la Eucaristía, que nos transforma en portadores de Dios: portadores de alegría y no de negatividad. Podemos preguntarnos: Y nosotros, que vamos a Misa, ¿qué llevamos al mundo? ¿Nuestra tristeza, nuestra amargura o la alegría del Señor? ¿Recibimos la Comunión y luego seguimos quejándonos, criticando y compadeciéndonos a nosotros mismos? Pero esto no mejora las cosas para nada, mientras que la alegría del Señor cambia la vida.
Además, la Eucaristía sana nuestra memoria cerrada. Las heridas que llevamos dentro no sólo nos crean problemas a nosotros mismos, sino también a los demás. Nos vuelven temerosos y suspicaces; cerrados al principio, pero a la larga cínicos e indiferentes. Nos llevan a reaccionar ante los demás con antipatía y arrogancia, con la ilusión de creer que de este modo podemos controlar las situaciones. Pero es un engaño, pues sólo el amor cura el miedo de raíz y nos libera de las obstinaciones que aprisionan. Esto hace Jesús, que viene a nuestro encuentro con dulzura, en la asombrosa fragilidad de una Hostia. Esto hace Jesús, que es Pan partido para romper las corazas de nuestro egoísmo. Esto hace Jesús, que se da a sí mismo para indicarnos que sólo abriéndonos nos liberamos de los bloqueos interiores, de la parálisis del corazón. El Señor, que se nos ofrece en la sencillez del pan, nos invita también a no malgastar nuestras vidas buscando mil cosas inútiles que crean dependencia y dejan vacío nuestro interior. La Eucaristía quita en nosotros el hambre por las cosas y enciende el deseo de servir. Nos levanta de nuestro cómodo sedentarismo y nos recuerda que no somos solamente bocas que alimentar, sino también sus manos para alimentar a nuestro prójimo. Es urgente que ahora nos hagamos cargo de los que tienen hambre de comida y de dignidad, de los que no tienen trabajo y luchan por salir adelante. Y hacerlo de manera concreta, como concreto es el Pan que Jesús nos da. Hace falta una cercanía verdadera, hacen falta auténticas cadenas de solidaridad. Jesús en la Eucaristía se hace cercano a nosotros, ¡no dejemos solos a quienes están cerca de nosotros!.
Queridos hermanos y hermanas: Sigamos celebrando el Memorial que sana nuestra memoria, recordemos, curar la memoria y el corazón. Este memorial es la Misa. Es el tesoro al que hay dar prioridad en la Iglesia y en la vida. Y, al mismo tiempo, redescubramos la adoración, que continúa en nosotros la acción de la Misa. Nos hace bien, nos sana dentro. Especialmente ahora, que realmente lo necesitamos.

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Creados a imagen de Dios - por Ken Spiro 14-6-2020 en AishLatino.com

Creados a imagen de Dios

Creados a imagen de Dios
El judaísmo le regaló al mundo la creencia en un solo Creador infinito del universo que es el Padre de toda la humanidad, sin importar nuestro color de piel.

Un aspecto positivo de la pandemia de COVID-19 fue que de repente, todos los paises se unieron en una batalla contra el enemigo microscópico que amenaza a todo el mundo. El virus invisible nos obligó a tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad compartida y de la necesidad de trabajar juntos por un bien común. El enemigo no reconoce fronteras ni le importan razas ni credos. Se trata de la raza humana contra el COVID-19.
La muerte de George Floyd cambió todo. Literalmente de un día a otro, las diferencias sembraron desunión y división, especialmente en los Estados Unidos, donde el país se quebró y quedó más dividido que nunca durante el último medio siglo.
La ciencia nos dice que genéticamente todos los seres humanos somos un 99,9% idénticos. Entre tú, yo y cualquier otra persona del planeta, hay un 0,01% de diferencia fisiológica. La antropología enseña que todos los homo sapiens se originaron en el mismo lugar (África) y migraron a través de los milenios a todos los rincones del planeta. Las diferencias raciales que vemos hoy (caucásicos, personas negras, orientales, etc.) son producto de un largo período de separación y adaptación a diferentes climas y áreas geográficas. En definitiva, pese a las diferencias superficiales del color de nuestra piel, ojos y cabello, en realidad todos formamos parte de una gigantesca familia y somos remarcablemente similares.
Los orígenes de este entendimiento de una ascendencia común se remontan a mucho tiempo antes de la ciencia moderna. Hace 3.700 años, en el Medio Oriente, un hombre llamado Abraham trajo al mundo un concepto radical: la creencia en el Monoteísmo, es decir, que hay un Creador infinito del universo que es el Padre de toda la humanidad. Entre todos los seres humanos existe una igualdad fundamental porque todos fuimos creados a imagen de Dios.
La misión de Abraham no fue sólo enseñarle al mundo sobre la existencia de un único Dios sino también enseñar que tenemos un destino común. El mundo está unido por los valores y los principios universales entregados por Dios. En pocas palabras, esta es la misión judía mesiánica para la humanidad.
Llevó miles de años, pero este concepto del monoteísmo ético transformó la visión y los valores del mundo y sirvió como la base ideológica de la evolución política de gran parte de la civilización moderna, como lo define claramente la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos de 1776:
“Sostenemos que estas verdades son evidentes, que todos los hombres fueron creados iguales, que su Creador les otorgó ciertos derechos inalienables, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
En la práctica no funcionó exactamente como se lo predicó. La mayoría de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, incluso Thomas Jefferson, poseían esclavos, y su implementación práctica probó ser una lucha larga y difícil. Pero esta declaración contiene el concepto de la igualdad como el principio fundamental de la democracia liberal.
Tampoco para el pueblo judío fue siempre fácil practicar lo que predica. Las divisiones han plagado al pueblo judío durante milenios. (Todos conocemos el chiste de que un judío que se encuentra solo en una isla desierta construye dos sinagogas. Una en la que reza y otra a la que se niega a entrar). Pasamos demasiado tiempo prestando atención a aquello que nos divide y no suficiente tiempo mirando lo que nos une. Tenemos que recordar que quienes odian a los judíos no hacen esas distinciones.
Quizás los eventos recientes que sacudieron al mundo pueden servir como una advertencia y un llamado para despertarnos respecto a que necesitamos hacer un cambio de paradigma respecto a cómo nos vemos a nosotros mismos y a los demás. En vez de focalizar la atención en las diferencias que sólo provocan divisiones, tenemos que concentrarnos en todo lo que tenemos en común.
Sería bueno que recordáramos las sabias palabras de Rabí Akiva, que son tan relevantes hoy como cuando fueron escritas hace unos 2.000 años (Pirkei Avot 3:14):
“Amado es el ser humano porque fue creado a imagen de Dios. Especialmente es amado porque se le hizo saber que fue creado a imagen de Dios, como está escrito: ‘Porque a imagen de Dios hizo al hombre’ (Génesis 9:6). Amado es Israel porque fueron llamados los hijos de Dios… como está escrito: ‘ustedes son los hijos de Hashem, su Dios’ (Deuteronomio 14:1). Amado es Israel porque se le entregó un objeto precioso (la Torá). Especialmente amados son porque se les hizo saber que se les dio un objeto valioso a través del cual fue creado el mundo, como está escrito: ‘Les doy buenas instrucciones, no abandonen mi Torá’ (Proverbios 4:2)”
 

Friday, June 12, 2020

DULZURA DEL LIBRO DE LOS SALMOS - san Ambrosio, obispo

SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Ambrosio, obispo, sobre los salmos.
(Salmo 1, 4. 7-8: CSEL 64, 4-7)
DULZURA DEL LIBRO DE LOS SALMOS
Aunque es verdad que toda la sagrada Escritura está impregnada de la gracia divina, el libro de los salmos posee, con todo, una especial dulzura; el mismo Moisés, que narra en un estilo llano las hazañas de los antepasados, después de haber hecho que el pueblo atravesara el mar Rojo de un modo admirable y glorioso, al contemplar cómo el Faraón y su ejército habían quedado sumergidos en él, superando sus propias cualidades (como había superado con aquel hecho sus propias fuerzas), cantó al Señor un cántico triunfal. También María, su hermana, tomando en su mano el pandero, invitaba a las otras mujeres, diciendo: Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar.

La historia instruye, la ley enseña, la profecía anuncia, la reprensión corrige, la enseñanza moral aconseja; pero el libro de los salmos es como un compendio de todo ello y una medicina espiritual para todos. El que lo lee halla en él un remedio específico para curar las heridas de sus propias pasiones. El que sepa leer en él encontrará allí, como en un gimnasio público de las almas y como en un estadio de las virtudes, toda la variedad posible de competiciones, de manera que podrá elegir la que crea más adecuada para sí, con miras a alcanzar el premio final. Aquel que desee recordar e imitar las hazañas de los antepasados hallará compendiada en un solo salmo toda la historia de los padres antiguos, y así, leyéndolo, podrá irla recorriendo de forma resumida. Aquel que investiga el contenido de la ley, que se reduce toda ella al mandamiento del amor (porque quien ama al prójimo ya ha cumplido la ley), hallará en los salmos con cuánto amor uno solo se expuso a graves peligros para librar a todo el pueblo de su oprobio; con lo cual se dará cuenta de que la gloria de la caridad es superior al triunfo de la fuerza.

Y ¿qué decir de su contenido profético? Aquello que otros habían anunciado de manera enigmática se promete clara y abiertamente a un personaje determinado, a saber, que de su descendencia nacerá el Señor Jesús, como dice el Señor a aquél: A uno de tu linaje pondré sobre tu trono. De este modo en los salmos hallamos profetizado no sólo el nacimiento de Jesús, sino también su pasión salvadora, su reposo en el sepulcro, su resurrección, su ascensión al cielo y su glorificación a la derecha del Padre. El salmista anuncia lo que nadie se hubiera atrevido a decir, aquello mismo que luego, en el Evangelio, proclamó el Señor en persona.
RESPONSORIO Sal 56, 8-9
R. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. * Voy a cantar y a tocar para ti.V. Despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.R. Voy a cantar y a tocar para ti.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, de quien todo bien procede, concédenos seguir siempre tus inspiraciones, para que tratemos de hacer continuamente lo que es recto y, con tu ayuda, lo llevemos siempre a cabo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

Tuesday, June 2, 2020

Domingo de la Trinidad - Reflexión de P. Fernando Torres, cmf - 7/6/2020

Comentario al Evangelio del 

Fernando Torres cmf

¡Tanto amó Dios al mundo!
      Este domingo de la Trinidad se puede decir que marca el final de las celebraciones más importantes del año litúrgico. Adviento y Navidad traen consigo la primera pascua: el Nacimiento de Jesús. Cuaresma y Semana Santa nos llevan a la segunda pascua: la Resurrección de Jesús. Y los cincuenta días de Pascua nos guían hacia Pentecostés, la tercera pascua, la venida del Espíritu Santo. Se ha culminado así el proceso de la revelación de Dios, que se nos ha manifestado en Jesús. A través de sus palabras, de sus acciones y de su estilo de vida, nos ha revelado al Padre. Y cuando él desaparece de este mundo, nos envía su Espíritu Santo para que siga alentando en nuestros corazones el mismo fuego que nos dejó su presencia. 
      Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. No es cuestión de entrar en discusiones teológicas. Pero sí de dejar que llegue a nuestro corazón un mensaje claro: Dios es amor. Y no es otra cosa. Padre, Hijo y Espíritu Santo son relación de amor entre ellos. Y en ese amor viven en la más perfecta unidad que imaginarse pueda. Tanto que son un solo Dios. 
      Y lo que es más: ese amor se vuelve hacia nosotros. En Jesús se nos revela el amor del Padre y el Espíritu nos ayuda a reconocerlo con nuestra mente y con nuestro corazón. Hay que volver a leer el texto del evangelio de Juan: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. Es decir, se entregó a sí mismo. Se dio totalmente por nosotros. Sin medida. Sin condiciones. ¿Cómo es posible que haya gente que todavía piense que Dios anda persiguiéndonos para castigarnos, para ponernos dificultades y piedras en el camino, para condenarnos incluso? Hay que repetir muchas veces ese texto: “Tanto amó Dios al mundo...” Y dejar que nos llegue adentro ese cariño inmenso de Dios y darnos cuenta de la incongruencia que supone pensar que Dios pueda estar planificando nuestra condenación o que pueda tener pensada la destrucción de este mundo y de sus hijos. Dios, lo dice también el evangelio de hoy, quiere que “el mundo se salve”. 
      Pero, ¿nos dejaremos salvar? Porque también es verdad lo que dice la primera lectura del libro del Éxodo: que somos un pueblo de cerviz dura, que a veces no somos capaces de aceptar la mano que Dios nos tiende para salvarnos. Hoy es tiempo de volver nuestros ojos a lo alto y reconocer que Dios está ahí, siempre deseoso de echarnos una mano, de ayudarnos, de estar a nuestro lado, de acogernos, de enseñarnos a perdonar (generalmente nos cuesta mucho perdonarnos a nosotros mismos y por eso nos cuesta también aceptar el perdón de Dios). Levantemos los ojos y nos daremos cuenta de que el Dios del amor y de la paz está con nosotros (segunda lectura). Para siempre. ¿No es tiempo de darle las gracias?

Para la reflexión
      ¿Pienso a veces que Dios me está castigando o que no me va a perdonar por algo que hecho? ¿Está de acuerdo eso con lo que hoy nos dice el Evangelio? ¿Soy capaz de perdonarme a mí mismo y a mis hermanos como Dios me perdona? Podría aprovechar un momento de silencio para darle gracias por su amor.

Monday, June 1, 2020

LA CAUSA DE TODA PERTURBACIÓN CONSISTE EN QUE NADIE SE ACUSA A SÍ MISMO - 2ª Lectura Oficio Divino 1/6/2020

SEGUNDA LECTURA

De las Instrucciones de san Doroteo, abad.
(Instrucción 7, Sobre la acusación de sí mismo, 1-2: PG 88, 1695-1699)

LA CAUSA DE TODA PERTURBACIÓN CONSISTE EN QUE NADIE SE ACUSA A SÍ MISMO

Tratemos de averiguar, hermanos, cuál es el motivo principal de un hecho que acontece con frecuencia, a saber, que a veces uno escucha una palabra desagradable y se comporta como si no la hubiera oído, sin sentirse molesto, y en cambio, otras veces, así que la oye, se siente turbado y afligido. ¿Cuál, me pregunto, es la causa de esta diversa reacción? ¿Hay una o varias explicaciones? Yo distingo diversas causas y explicaciones y sobre todo una, que es origen de todas las otras, como ha dicho alguien: «Muchas veces esto proviene del estado de ánimo en que se halla cada uno.»

En efecto, quien está fortalecido por la oración o la meditación tolerará fácilmente, sin perder la calma, a un hermano que lo insulta. Otras veces soportará con paciencia a su hermano, porque se trata de alguien a quien profesa gran afecto. A veces también por desprecio, porque tiene en nada al que quiere perturbarlo y no se digna tomarlo en consideración, como si se tratara del más despreciable de los hombres, ni se digna responderle palabra, ni mencionar a los demás sus maldiciones e injurias.

De ahí proviene, como he dicho, el que uno no se turbe ni se aflija, si desprecia y tiene en nada lo que dicen. En cambio, la turbación o aflicción por las palabras de un hermano proviene de una mala disposición momentánea o del odio hacia el hermano. También pueden aducirse otras causas. Pero, si examinamos atentamente la cuestión, veremos que la causa de toda perturbación consiste en que nadie se acusa a sí mismo.

De ahí deriva toda molestia y aflicción, de ahí deriva el que nunca hallemos descanso; y ello no debe extrañarnos, ya que los santos nos enseñan que esta acusación de sí mismo es el único camino que nos puede llevar a la paz. Que esto es verdad, lo hemos comprobado en múltiples ocasiones; y nosotros, con todo, esperamos con anhelo hallar el descanso, a pesar de nuestra desidia, o pensamos andar por el camino recto, a pesar de nuestras repetidas impaciencias y de nuestra resistencia en acusarnos a nosotros mismos.

Así son las cosas. Por más virtudes que posea un hombre, aunque sean innumerables, si se aparta de este camino, nunca hallará el reposo, sino que estará siempre afligido o afligirá a los demás, perdiendo así el mérito de todas sus fatigas.

RESPONSORIO    1Jn 1, 8. 9; Pr 28, 13

R. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos; * pero si confesamos nuestros pecados, fiel y bondadoso es Dios para perdonarnos y purificarnos de toda iniquidad.
V. Al que oculta sus crímenes no le irá bien en sus cosas.
R. Pero si confesamos nuestros pecados, fiel y bondadoso es Dios para perdonarnos y purificarnos de toda iniquidad.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, cuya providencia no se equivoca en sus designios, te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo lo que pueda causarnos algún daño, y nos concedas lo que pueda sernos de provecho. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén