“Cualquier discusión sobre… el mesianismo, es un aspecto
delicado, porque es aquí donde se ha desarrollado, y continúa
existiendo, el conflicto esencial entre el judaísmo y el
cristianismo”. A la luz de esas diferencias esenciales, un
consenso entre académicos judíos y cristianos con respecto a lo que se
conoce como el “Secreto Mesiánico”, parece aún más sorprendente. Los
estudiosos de ambos lados reconocen el hecho de que, en los Evangelios,
Jesús es frecuentemente retratado como si buscara mantener un elemento
de secreto sobre su propia persona y su trabajo a lo largo de todo su
ministerio público (a veces incluso desalentando abiertamente el uso
del título “Mesías”). Esta característica de los Evangelios es bien
conocida y ampliamente reconocida; hoy es conocida como el “Secreto
Mesiánico” —término que deriva de un estudio clásico de William Wrede
sobre el Evangelio de Marcos—.
El
Secreto MesiÁnico: El Dilema Del Nuevo Testamento
By
Julia Blum - enero
4, 2018
Algunos de mis lectores pueden
recordar las series sobre el Mesías Oculto que presenté en este blog
hace algunos años. En ese momento estaba trabajando en un libro sobre
el Mesías Oculto, y por lo tanto, era natural que escribiera sobre ese
tema. Sin embargo, en ese momento habían cosas sobre las cuales no
escribí en el blog. El libro ya fue publicado, entonces ahora puedo
revelar algo que, personalmente, fue el descubrimiento más sorprendente
de este viaje —y será el tema de mis siguientes artículos—. Antes de
hacerlo, sin embargo, me gustaría recordarles a los lectores que
leyeron las series, sobre qué trataba el “Secreto Mesiánico” —y para
aquellos que no lo leyeron, esta será una introducción de los próximos
artículos—.
***
“Cualquier discusión sobre… el
mesianismo, es un aspecto delicado, porque es aquí donde se ha
desarrollado, y continúa existiendo, el conflicto esencial entre el
judaísmo y el cristianismo”.[1] A la luz de esas
diferencias esenciales, un consenso entre académicos judíos y
cristianos con respecto a lo que se conoce como el “Secreto Mesiánico”,
parece aún más sorprendente. Los estudiosos de ambos lados reconocen el
hecho de que, en los Evangelios, Jesús es frecuentemente retratado como
si buscara mantener un elemento de secreto sobre su propia persona y su
trabajo a lo largo de todo su ministerio público (a veces incluso
desalentando abiertamente el uso del título “Mesías”). Esta característica
de los Evangelios es bien conocida y ampliamente reconocida; hoy es
conocida como el “Secreto Mesiánico”
—término que deriva de un estudio clásico de William Wrede sobre el
Evangelio de Marcos—.
De hecho, el lector imparcial
no dejará de ver una de las cosas más complejas en las narraciones del
Evangelio: mientras que los lectores creyentes llaman a Jesús el Mesías
de Israel, Él mismo rechazó continuamente el uso del título “Mesías” a
lo largo de todo su ministerio público. Veamos algunos textos donde
Jesús directamente le prohibió a otros referirse a Él como Mesías: “Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy?
Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo [Mesías] de Dios. Pero él
les mandó que a nadie dijesen esto, encargándoselo rigurosamente”.[2] Una prohibición
semejante acompaña todas Sus sanidades de los israelitas: la
purificación del leproso, la resurrección de la hija de Jairo de la
muerte, y la sanidad de los dos hombres ciegos, para citar algunos.
Estas y muchas otras historias están casi inevitablemente acompañadas
por un comentario final: “entonces le encargó rigurosamente…
y le dijo: Mira, no digas a nadie nada”;[3] “pero él
les mandómucho que nadie lo supiese”;[4] “y Jesús les
encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa”.[5] No solo recomendó que no
dijeran nada, sino que les prohibió hablar de eso, y casi siempre rigurosamente o severamente.
En realidad, lo único que Jesús
hizo severamente en los Evangelios, fue prohibirle a las personas
discutir Su identidad mesiánica y milagros. La única vez en todo el
Nuevo Testamento en que Él revela su identidad mesiánica es la cena con
la mujer samaritana en Juan 4. ¡Solo piensa en eso! La única vez en la
que Él habla de eso, no le está hablando a una persona judía, sino a
una mujer samaritana. Por lo tanto, tenemos este comentario extraño en
el texto, que “sus discípulos habían ido a la
ciudad a comprar de comer”,[6] y podríamos preguntarnos
por qué necesitamos saber eso; por qué la Escritura nos informa sobre
sus discípulos que fueron a la ciudad. Sin embargo, si entendemos que
Jesús debía “esconder Su rostro” —Su estatus mesiánico— de Israel,
entonces podemos ver ese episodio como uno muy lógico: la única vez en
todos los Evangelios donde Él revela su identidad mesiánica es en la
escena con la mujer samaritana e incluso luego, solo en el momento en
que “sus discípulos habían ido a la ciudad” —esto
es, cuando no había una sola persona judía a la vista—. De la misma
manera, la sanidad del hombre poseído por el demonio del país gentil de
los gadarenos, también presenta un notable contraste con todas las
historias citadas arriba: en respuesta a su pedido para seguirle,
Yeshua le dice al hombre sanado, “vete a tu casa, a los
tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo
ha tenido misericordia de ti”.[7] Entonces, Yeshua estaba
listo para revelar Su identidad a los gentiles, pero fue muy cuidadoso
de no revelarlo a los judíos —una confirmación adicional de las
palabras de Pablo sobre la diferencia entre cómo Jesús se reveló a los
judíos y a los gentiles—.
Este Secreto Mesiánico, este contraste entre el
mesianismo de Jesús y sus instrucciones para mantener el secreto en los
Evangelios, sin duda requiere alguna explicación, y la explicación de
esta intrigante característica se puede encontrar en el pensamiento
judío de la época. La manera de referirse a la llegada del Mesías
como oculta y revelada puede tomarse como representativa
del judaísmo palestino del I siglo d.C. “…todos los grupos judíos
asumieron… que el Mesías, cuando llegó por primera vez, sería difícil
de identificar,… que el Mesías tendría que sufrir persecución e
ignominia”.[8] Por ejemplo, el Mesías
Oculto aparece muchas veces en Pseudoepigrapha,
una tendencia importante de la literatura hebrea intertestamentaria,
especialmente en el libro de Enoc, donde vemos al Hijo del Hombre
celestial oculto en el Cielo
hasta que llegue el tiempo señalado. Los Targums, las traducciones arameas de las
Escrituras, usadas en las sinagogas en los tiempos de Jesús, cuando se
refieren al Advenimiento del Mesías, a menudo hablan de Él como siendo
“revelado” (אתגלי), mientras que en los escritos rabínicos
posteriores leemos sobre todo de la “llegada” (בוא) del Mesías. Incluso
las primeras fuentes cristianas, comenzando por el Nuevo Testamento,
están llenas de pasajes que “dan testimonio simple a la suposición
común de que la llegada del Mesías sería la llegada de alguien que
debía ser identificado como tal, no la llegada de un obvio rey”[9]: “mas cuando venga el
Cristo, nadie sabrá de dónde sea”[10]; “y yo no le conocía; mas
para quefuese manifestado a Israel, por esto vine yo…”[11] De acuerdo con la misma
creencia, Trifón el judío, argumentó en contra de Jesús como mesías en
la obra de Justino Mártir: “El mesías, si hubiera nacido y estuviese en
alguna parte, sería desconocido. Incluso él no sabría con certeza que
él mismo era el mesías hasta que Elías viniera, lo ungiera y lo
manifestara a todos”.[12]
Si se supone que el mesías no
debe ser reconocido, él debe guardar silencio sobre
su mesianismo. En efecto, significa que la idea de que, cuando venga el
Mesías, guardaría silencio sobre su estatus mesiánico y no sería
reconocido hasta que Dios lo manifieste, se convierte en una idea
actual del pensamiento religioso judío a inicios de nuestra era. El
Mesías necesitaba permanecer oculto y no podría revelar quién era. Así
que llegamos a un conocimiento nuevo y profundo del secreto mesiánico
de los Evangelios: entendemos que el silencio de Jesús
sobre su mesianismo en los Evangelios fue precisamente lo que se
esperaba del Mesías cuando debía llegar. Y la próxima vez,
vamos a descubrir la “Profecía Oculta” en la que se basó el silencio de
Jesús (si no quieres esperar una semana, puedes leer sobre esto en mi
nuevo libro “As though hiding his face” da
clic aquí para mis libros: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/ )
[1] Gershom Sholem, Messianic Idea in
Judaism, p.1
[8] O’Neill, J. C. Who Did Jesus Think He
Was? (Biblical
Interpretation Series, Vol 11), Brill
Academic Publishers, 1995, p.42
[12] Justin Martyr, Dialogue with
Trypho, 8.4
|
No comments:
Post a Comment