Thursday, January 19, 2017

El Mesias Oculto: Paralelos y Conclusiones II - Prof. Julia Blum


EL MESÍAS OCULTO: PARALELOS Y CONCLUSIONES (II)

In Blog @es by Julia Blum - enero 11, 2017

¿Recuerdas las lágrimas de José en su recámara –lágrimas que sus hermanos no vieron pero que los lectores sí?–: y entró en su cámara y allí lloró. ¿Recuerdas también lo que José hizo al salir de la habitación?:  se lavó la cara para que no hubiese señal de su llanto –así no había señal de su afecto– y salió y se reprimió a sí mismo… (ויתאפק).[1] Necesitamos recordar esta palabra “reprimir” –esas lágrimas de amor que José contuvo– cuando leemos el resto de la historia. Necesitamos saber que el momento llegará inevitablemente cuando las lágrimas de cariño reprimidas en el capítulo 43, serán reveladas en toda su extensión, porque José no será capaz de reprimirse…(וְלֹֽא־יָכֹ֙ל יוֹסֵ֜ף לְהִתְאַפֵּ֗ק ) por más tiempo; dejará ir su llanto y al final se identificará delante de sus hermanos.

¿Qué significa “reprimirse”? ( לְהִתְאַפֵּ֗ק) El profeta Isaías usó la misma palabra mientras hablaba con Dios sobre Israel. “¿Dónde está Tu celo y Tu fuerza, el anhelo de Tu corazón, Tu Misericordia hacia mí? ¿Están reprimidos?” Para mí, el testimonio de estas palabras no tienen precio: la dramática y la aparentemente sorprendente inconsistencia entre lo que vemos con nuestros ojos y lo que se desarrolla de verdad, una invisible realidad del corazón, está condensada en esta palabra. José (revelando la característica del amor de Dios, aquí, más que en cualquier otro sitio) no puede identificarse delante de sus hermanos hasta que su plan sea completado –hasta que finalice el trabajo de Dios en los corazones de los participantes de esta historia–. De igual modo, a causa de Su plan, Dios reprime y retiene Su amor y misericordia, por eso la realidad que vemos con nuestros ojos físicos a duras penas, corresponde con la realidad de Su corazón. Es una realidad “como si” –si recuerdas nuestra LLave Número Tres– y esta realidad “como si” a menudo es usada por Dios para probar nuestro corazón.

José necesitó un arreglo con Benjamín de manera que sus hermanos se arrepintieran y fueran transformados –pero la prueba de los hermanos solo era posible porque el amor de José hacia Benjamín fue ocultado de ellos–. Sin excepción, cada hermano debía ser mantenido en la oscuridad respecto al amor infinito de este poderoso gobernador hacia su hermano más pequeño. Solo haciendo esto, la verdadera actitud de ellos respecto a él, podría ser comprobada. De igual manera, todos los que han recibido la salvación gracias a Israel, siendo “enemigos por su causa (de ellos)”, ahora están siendo puestos a prueba por Israel. La actitud de las naciones respecto a Israel puede ser calibrada porque en el nivel de las circunstancias visibles, nada les está coaccionando para creer que Dios ama a Su pueblo. No hace falta decir que aquellos que saben que Dios ama a Israel pueden encontrar suficientes confirmaciones visibles de este amor. Sin embargo, los innumerables hechos trágicos de nuestra historia también están al servicio de aquellos que reclaman que Dios ha despreciado a Su pueblo. Como siempre, Dios da a cada cual libre elección: en este caso, es la libertad de escoger la propia actitud respecto a Benjamín/Israel.
Paradójicamente, es mediante esta actitud que Él juzgará si la actitud de las naciones es genuina o si son sinceros en la adoración que le profesan. ¿Recuerdas la primera conversación de José con sus hermanos? Los diez hermanos estaban delante de José, inclinándose al suelo delante de él y él les dice: “No, no hablaré con vosotros hasta que traigáis a vuestro hermano menor”. Por otra parte, precisamente trayéndole con vosotros, yo descubriré si decís la verdad –si habéis venido a mí con sinceridad–. De esta manera, vosotros seréis probados: …trayendo a vuestro hermano… que sea vuestra prueba para ver si hay verdad alguna en vosotros. Quizá, la gente presente delante de Su Trono pueda oír: “Trae a tu hermano –y Yo veré si hay verdad en ti”.

Y ahora, regresemos a la pregunta más crucial: ¿Qué es lo que trajo esta vez en conclusión el “como si”? ¿Por qué José no pudo contener más sus lágrimas? La última vez hablamos aquí sobre la notable división en la porción de la Torá: Parashat Shavua Miketz súbitamente finaliza en medio del capítulo 44, para dar paso a una nueva Parasha, VeYigash. Así la fluidez de este capítulo, completamente ininterrumpido en las traducciones, se rompe a medio capítulo para el lector hebreo. Hay una pausa, un descanso, algo significativo está a punto de suceder –y entonces leemos la primera frase de la siguiente porción–, VeYigash: Entonces Judá llegó ante él…[2]  Es aquí, en VeYigash, después del movimiento de Judá y su discurso, que José se identifica delante de sus hermanos.

Déjame decirte unas palabras sobre Judá: después de todo, él había sido una pieza clave en toda esta historia. Su voz es decisiva cada vez que algo está a punto de suceder: fue de acuerdo a su sugerencia que José fue vendido a Egipto; fue después de sus palabras que Jacob/Israel deja que Benjamín vaya a Egipto; y es después de su discurso que José no puede contenerse más y revela su identidad. Entre todos los hermanos, parece ser que Judá tiene un rol principal y una sorprendente autoridad. ¿A quién representa él entonces?

Todos sabemos que tanto el rey David como Jesús eran descendientes de Judá. Puede que también sepas que Judá es un nombre hebreo, Yehudah (יהודה), puede ser traducido literalmente como “agradecimiento” o “alabanza”: tal verbo lehodot (להודות) significa “agradecer” o “ensalzar”, y el nombre hebreo Yehudah es el nombre de esta raíz Y-D-H (ידה). Sin embargo, pocos saben que el verbo lehodot tiene aún otro significado: admitir, confesar. Por ejemplo, Vidui, el nombre hebreo de una oración especial de confesión que se lee durante Yom Kippur (Día de la Expiación), viene de la misma raíz. No hay duda de que este aspecto de ‘confesión’ de Judá provee una importante visión adicional a nuestra historia.

Habiendo dicho esto, dejo a tu elección sobre quién representa Judá en el escenario final de los tiempos. Como en la historia de José, el reconocimiento de lo no reconocido, será posible solo después de que la prueba esté completada. Todas las naciones serán probadas con lo que es más cercano y más querido para el corazón de Dios –como en nuestra historia–, todos los hermanos deben estar preparados para regresar con Benjamín y recorrer de nuevo todo el camino. Sin embargo, para que José deje ir su llanto ‘contenido’, tiene que ser Judá quien esté listo para entrar y acercarse a José: Veyigash. Cuando Judá y aquellos representados en él, estén finalmente preparados para ofrecer sus vidas por sus hermanos, solo entonces José permitirá que sus lágrimas, una vez reprimidas, vuelvan a fluir –entonces el Mesías–, hijo de José, se mostrará a sus hermanos, cayendo sobre el cuello de “Benjamín” entre sollozos[3].

[1] Génesis 43:31     [2] Génesis 44:18

[3] Todos estos paralelos entre la historia de José y Benjamín y el plan de Dios con Israel, son expuestos en mi libro “If you are Son of God…” Puedes conseguir mi libro (y mis otros libros) en mi website readjuliablum.comPrincipio del formulario

readjuliablum.comPrincipio del formulario                   Perceptive and discerning, Julia offers her readers insight into the heart of God of Abraham, Isaac and Jacob. With her fifth book in the making, writer of Jewish Studies blog and instructor at eTeacher, Julia’s talents are sought after.



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