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ideas para compartir en el Séder de Pésaj
Ideas
inspiradoras de Rav Abraham Itzjak Kook y Rav Iosef B. Soloveitchik.
1.
Debemos considerar los 15 pasos del Séder como 15 escalones de una
escalera cuyo objetivo es elevarnos espiritualmente. En una ocasión
le preguntaron a Rav Abraham Itzjak Kook: "¿Quién está en un
mejor nivel espiritual, el que está en un escalón bajo de la
escalera espiritual o el que está en un escalón alto?" Él
respondió: "Depende en qué dirección se esté moviendo la
persona. Si la del escalón inferior está ascendiendo y creciendo
día a día, está viva y comprometida a nivel espiritual. Por otro
lado, si una persona está en un escalón alto pero va en descenso,
perdió su entusiasmo espiritual y puede seguir hundiéndose".
2.
Le preguntaron al Rebe de Viznitz por qué al quemar el jametz
también se acostumbra a quemar la vela utilizada en la búsqueda
del jametz. No hay ninguna razón para sospechar que haya jametz
adherido a ella. Él respondió: "Esa vela se usó con un solo
objetivo: buscar el jametz. Una vela cuya única razón de ser es
buscar lo negativo debe ser quemada".
3.
¿Por qué a la noche de Pésaj se la llama la noche del
Séder? Esto alude a que todo lo que nos pasa no es coincidencia
ni casualidad. En realidad, lo que experimentamos en la vida tiene
un séder, un orden, incluso cuando no nos resulta
obvio. Dios supervisa nuestras vidas. Esta verdad la descubrimos en
la noche del séder (Maharal de Praga).
4.
El grandioso maestro jasídico Rav Levi Itzjak de Berditchev
preguntó por qué la Torá llama a esta festividad la "Fiesta
de las matzot", Jag hamatzot, pero nosotros la
llamamos Pésaj. ¿Cuál es la razón de esta
discrepancia?
Rav
Levi Itzjak explicó que esos términos representan el amor que Dios
siente por el pueblo judío y el amor que el pueblo judío siente
por Dios, donde cada uno reconoce plenamente al otro por su acto de
amor y fe.
Pésaj muestra
la fe que Dios tiene en nosotros al saltear los hogares del pueblo
judío en Egipto y elegirnos para ser Su pueblo. En reconocimiento a
esto llamamos a la festividad Pésaj, para mostrarle a
Dios nuestra gratitud por Su gentileza y bondad. Al seguir a Dios
hacia el desierto, el pueblo judío demostró una fe inquebrantable
en su Creador. La Torá le llama a la festividad Jag
hamatzot, la festividad de las matzot, sugiriendo que Dios
“aplaude” al pueblo judío y reconoce su grandeza y su fe en Él
al ir al desierto. Dios prefiere llamar a la festividad por el
nombre que acredita al pueblo judío por su fe y lealtad.
De
esta forma, los dos nombres de la festividad reflejan la fe eterna
de Dios en Israel y la de Israel en Dios. Sin esto, no nos hubiese
sido posible sobrevivir hasta la actualidad.
5.
El Séder comienza con una invitación para que los necesitados se
unan a nuestra mesa. Este es un acto de bondad y tzedaká. Rav
Abraham Itzjak Kook enseñó que comenzamos el Séder de esta forma
porque en el momento en que fuimos liberados de la esclavitud pudo
emerger nuestra verdadera esencia. En el instante en que revivimos
la historia de nuestra liberación, realizamos el acto que más nos
caracteriza como pueblo: alimentar a los hambrientos.
6.
Con las antiguas palabras arameas del texto de la Hagadá convocamos
a unirse a nuestro Séder a kol dijfin, a todos
los hambrientos. A continuación convocamos a kol
detzarij, a todos los necesitados. Esta segunda
invitación no se refiere sólo a quienes necesitan comida, a ellos
ya los invitamos con la primera frase. En cambio, aquí invitamos a
quienes están solos, a quienes necesitan compañía y amistad. Los
judíos, que fuimos esclavos en Egipto y sufrimos en manos de
incontables opresores, lamentablemente conocemos bien la sensación
de estar desamparados y abandonados. En la noche del Séder abrimos
nuestra puerta con calidez y amor para recibir a todos los
necesitados (Rav Iosef B. Soloveitchik).
7.
¿Por qué al comenzar el Séder partimos la matzá? Rav Iosef
Soloveitchik sugirió que rompemos la matzá para emular la conducta
de nuestros ancestros en Egipto. Quienes tenían más alimento,
partían su pan y lo compartían con quienes tenían menos. Iájatz,
el acto de partir la matzá al medio, simboliza el jésed,
la bondad. Incluso bajo las condiciones más difíciles, los judíos
fueron misericordiosos y compartieron sus magras raciones con sus
hermanos y hermanas.
8.
"En toda generación debemos vernos a nosotros mismos como si
hubiéramos salido de Egipto". En general se entiende que esto
significa que en la noche del Séder debemos imaginarnos que salimos
de Egipto. Rav Kook entendió esta frase de otra forma y le dio un
significado más contemporáneo: "En toda generación, cada
persona debe ver cuál es su rol en la redención de Israel y de la
humanidad". Egipto fue sólo el comienzo del proceso, la
redención continúa en cada generación. Cada uno es responsable de
cumplir un rol único y de contribuir para que llegue ese gran día.
9.
La Torá dice que la plaga de oscuridad fue tan severa que "una
persona era incapaz de ver a quien estaba a su lado". El
Jidushei Harim dice que la peor plaga es cuando no logramos ver a
nuestros hermanos que están abandonados o sufriendo dolor; cuando
no logramos acercarnos a ellos.
10.
Daieinu, la amada canción del Séder, culmina con las líneas: Si
nos hubiera traído al Monte Sinaí y no nos hubiese dado la Torá,
habría sido suficiente. ¿Qué sentido tiene ir al Monte
Sinaí y no recibir la Torá?
Rav
Levi Itzjak de Berdichev dice que la respuesta yace en lo que
ocurrió en los preciosos momentos previos a la entrega de la Torá.
Todas las personas presentes se abrieron tan sincera y profundamente
a Dios y a la Torá que pudieron descubrir que la Torá, la voluntad
de Dios, ya estaba implantada en sus mentes y en sus corazones. La
Torá está en cada uno de nosotros. El problema, dice Rav Levi
Itzjak, es que a menudo nos preocupan tanto las superficialidades de
la vida que nos impiden mirar hacia el interior y descubrir lo que
es realmente significativo y correcto.
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