San Pedro y San Pablo, 29 de junio
Heraldos de la Nueva Evangelización
JUNIO 28, 2018 19:40 ISABEL
ORELLANA VILCHESTESTIMONIOS DE LA FE
«Columnas de la Iglesia. Heraldos de la Nueva
Evangelización, el testimonio de estos dos grandes apóstoles continúa mostrando
al mundo el poder de la gracia de Dios que nos transforma y convierte faro de
luz para nuestros semejantes»
No hay figuras más destacadas que estos apóstoles
para ilustrar la fecha del día en un santoral. Los Santos Padres los han
considerado dos columnas sobre las que descansa la Iglesia. Continúan
interpelando al hombre de hoy, alumbrando a quien se propone unirse con la
Santísima Trinidad.
Un océano de amor vería el Maestro en los ojos del
humilde pescador de Betsaida para erigir sobre él la Iglesia. Tras la rudeza de
sus manos y rostro curtidos en el mar apreciaría un tierno corazón refulgiendo
en su mirada. Impetuoso, impulsivo, imprevisible e incluso contestatario cuando
atendía a la escueta razón, y se le paralizaba el pulso al sospechar la pérdida
de su Maestro por ignorar todavía el trasfondo mesiánico albergado en sus
palabras, el apóstol era una piedra preciosa a la espera de ser tallada, un
hombre de raza, pura pasión… Se ha tendido a subrayar la debilidad que Pedro
mostró tras el prendimiento de Cristo, relegando a un segundo plano la
globalidad de sus edificantes gestos que sostuvieron la Iglesia hasta derramar
su sangre. Fue pronto en el seguimiento; se anticipó a la petición de lo que se
considera legítimo, como es la familia. En ello se asemejaba al resto de los
apóstoles, ciertamente, pero Cristo se fijó en él de forma especial. Al
conocerle, le saludó por su nombre: «Tú eres Simón…»y le dio otro
apelativo, el de Cefas. Todo un símbolo, una señal; le proporcionó nueva
identidad y ésta incluía el cambio sustantivo para su vida. El llamamiento
personal continúa teniendo este signo para nosotros; exige una transformación, como
devela el evangelio que le sucedió a Pedro.
Él se aventuró a responder al Maestro en nombre de
los apóstoles desde lo más hondo del corazón, de forma inspirada, rotunda.
Había resonado en su interior la voz divina y lo reconoció como Mesías: una
auténtica y explícita profesión de fe. Es obvio que no podemos confesar a Dios
si no lo entrañamos. Por ese acto, Cristo lo denominó «bienaventurado»,
edificando sobre él su Iglesia al instante. Es verdad que vaciló y se dejó
llevar por sus temores desoyendo la advertencia del Maestro, sin tomar
conciencia de la fatalidad en la que incurriría; por eso no puso coto a tiempo
a su flaqueza, sucumbió y lo negó. Pero de la radicalidad de su posterior
respuesta, que vino envuelta en amargas lágrimas, se extraen incontables
lecciones, teniendo como trasfondo la misericordia y el perdón divino. Toda
debilidad, sea del orden que sea, es susceptible de modificación, porque
contamos con la gracia para renacer día tras día.
Pedro protagonizó uno de los instantes más tiernos del
evangelio, cuando Cristo le preguntó tres veces si le amaba. Con ese consuelo
en su corazón aglutinó a los apóstoles, anunció la Palabra, sufrió cárcel,
conmovió a las gentes sorprendidas de que un galileo hablase con tanta fuerza,
afrontó las dificultades surgidas en las comunidades, hizo milagros…; en suma,
amó hasta la saciedad. Estaba al frente de todos, junto a María, cuando
recibieron el Espíritu Santo. Apresado durante la persecución de Nerón el año
64, a punto de ser ajusticiado en la cruz, sintiéndose indigno de morir como
Cristo, pidió que le crucificaran boca abajo.
A su vez, Pablo, el más grande misionero que ha
existido sobre la faz de la tierra, es un ejemplo vivo de lo que significa el
compromiso personal en el seguimiento de Cristo testificando la Palabra con
independencia del humano sentir, del «temor» y del «temblor» que se pueda
experimentar. No fue miembro de la primera comunidad, pero su admirable
impronta apostólica nada tiene que envidiar a la de los Doce. Judío, originario
de Tarso, nació entre los años 5-10 d.C. Formado bajo la tutela del prestigioso
Gamaliel en Jerusalén, al conocer la existencia de los seguidores de Cristo,
considerados como una secta, se propuso luchar contra ella descargando toda su
fuerza.
Si su trayectoria anterior a la conversión fue la
de un celoso defensor del ideal en el que creía, ese que le indujo a actuar
fieramente, después de haber quedado cegado por la luz del Altísimo camino de
Damasco, no le faltaron arrestos para anunciar el evangelio; en su pecho
albergaba un volcán de pasión. Este infatigable apóstol de los gentiles,
precursor de la Nueva Evangelización, nos enseña a difundir la Palabra a los
alejados de la fe y no solo a los creyentes; hacerlo a tiempo y a destiempo en
los paraninfos universitarios o en los suburbios, en ámbitos donde mora la
increencia y en los que ya anida la fe. Nos insta a enriquecer los nuevos
areópagos que las presentes circunstancias ofrecen. Él hubiera aprovechado
convenientemente los actuales mass media: prensa, radio, televisión,
Internet, redes sociales… Estos recursos puestos al alcance de un apóstol de su
talla habrían dado la vuelta al mundo impregnados del amor de Dios.
Dio testimonio de su arrebatadora entrega a Cristo
sin ocultar cuántas penalidades atravesó por Él: cárceles, azotes, naufragios,
peligros constantes, hambre, sed, frío, falta de abrigo y de descanso,
agresiones a manos de salteadores, etc. A todo ello hemos de estar dispuestos
si de verdad queremos seguir a Cristo. Pablo pudo ponerse como ejemplo, con
tanta modestia y libertad en el amor, porque ya no vivía en sí mismo; era
Cristo quien estaba en él, de quien provenía su fuerza y su gloria; Él le
confortaba. Viajó incansablemente, venció la resistencia de ciudades dominadas
por la idolatría y de los que quisieron doblegarle, superó reticencias de sus
propios hermanos, y convirtió a indecibles con su vida, palabra, milagros y
prodigios. Ansiaba tanto llegar a la meta, que luchaba para que después de
haberla predicado, no fueran otros los que la conquistaran quedándose rezagado
en el camino. Libró perfectamente su combate, corrió hasta el fin, firme en la
fe. Todo lo consideró basura con tal de ganar a Cristo, gastándose y
desgastándose por Él. Constituye un ejemplo incuestionable para nuestra vida.
Coronó la suya entregándola bajo el golpe de espada que le asestaron en la Vía
del Mar hacia el año 67.
JUNIO 28, 2018 19:40TESTIMONIOS DE LA FE
About Isabel Orellana Vilches
Isabel Orellana Vilches, misionera idente, nació en
1951 en Ejulve, Teruel, España y vive en Málaga. Es doctora en Filosofía por la
Universidad Autónoma de Barcelona y su tesis versó sobre Realismo y
progreso científico en la epistemología popperiana. Ha cursado
estudios de teología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Su actividad
docente es amplia desde 1986, y ha publicado numerosos libros: Realismo
y progreso científico en la epistemología popperiana, Universitat Autònoma
de Barcelona, 1993; El evangelio habla a los jóvenes, Editorial
Atenas, Madrid, 1997; Qué es... LA TOLERANCIA, Ediciones
Paulinas, Madrid, 1999; Pedagogía del dolor. Ensayo antropológico, Editorial
Palabra, Madrid, 1999; En colaboración con Enrique Rivera de Ventosa
(†) OFM. Cap. San Francisco de Asís y Fernando Rielo: Convergencias.
Respuestas desde la fe a los interrogantes del hombre de hoy, editorial
Universidad Pontificia, Salamanca, 2001; La mirada" del cine.
Recursos didácticos del séptimo arte. Editorial Librería Cervantes,
Salamanca, 2001; Paradojas de la convivencia, Editorial San
Pablo, Madrid, 2002; En la Universidad Técnica Particular de Loja, Ecuador, ha
publicado: La confianza. El arte de amar, 2002; Educar
para la responsabilidad, 2003; Apuntes de ética en Karl R. Popper, 2003; De
soledades y comunicación, 2005; Yo educo; tú respondes,
2008; Humanismo y fe en un crisol de culturas, 2008; Repensar
lo cotidiano, 2008;Convivir: un constante desafío, 2009; La
lógica del amor, 2010; El dolor del amor. Apuntes sobre
la enfermedad y el dolor en relación con la virtud heroica, el martirio y la
vida santa. Ed. Seminario Diocesano de Málaga, 2006 y Universidad
Técnica Particular de Loja, Ecuador (2007); Cuenta con numerosas colaboraciones
en obras colectivas, así como cuentos, relatos y novela juvenil, además de
artículos de temática científica y pedagógica, que viene publicando en
distintas revistas nacionales e internacionales. En 2012 culminó el
santoral Llamados a ser santos.
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