Volcán de Fuego
El volcán de Fuego es
un estratovolcán situado
entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, al centro-sur de Guatemala.
El volcán de Fuego es uno de los más
impresionantes de Centroamérica. Sus erupciones son violentas, y probablemente
es el volcán más activo desde la Conquista,
a tal extremo que se afirma que el conquistador Pedro de Alvarado pudo verlo en erupción
en el año de 1524, según el mismo lo reportó en epístolas. Su nombre indígena es
"Chi'gag", que se traduciría del idioma cakchiquel al español como
"donde está el fuego".
El Volcán de Fuego tiene una altura
de 3763 msnm.
Prácticamente se encuentra descubierto de vegetación más arriba de los 1300 metros,
donde básicamente sólo puede encontrarse lava.
El volcán de Fuego tiene la forma de un cono que
se alarga considerablemente hacia el sur, formando el pie de monte hacia la
costa sur. Debajo de él se constituye una meseta orográfica de múltiples
caractéristicas geológicas. Forma una tríada de colosos con los volcanes de Agua y Acatenango, próximos a su base; de hecho,
comparte el mismo bloque volcánico con el volcán Acatenango, y originalmente
ambos eran referidos por los colonos españoles como «los volcanes de Fuego».1 Del volcán nacen varias fuentes
hidrícas, que se convierten en ríos descendientes hacia la costa sur, en un
área de riqueza mineral, óptima para la agricultura.
Índice
[ocultar]
En 1690 el historiador Francisco
Antonio de Fuentes y Guzmán describió así al Volcán de Fuego:
«Uno de los dos montes que circundan el valle de panchoy, donde se asentó la
segunda ciudad y capital de Guatemala, de la que distaba tres leguas, y al que
se dió por los españoles este nombre para distinguirle del Volcán de Agua, o sea el que lanzó la manga
torrencial que arruinó la ciudad vieja en
1541. En la cima del Volcán de Fuego, algo menos elevado que el de Agua, se
cuaja la nieve, pero en el cráter no truena, como sucede con el de Pacaya, con
el que se comunica, como con la Sierra de Sinaloa, distante de aquel
setecientas leguas».2
Los indígenas de Alotenango contaban la leyenda que el
volcán conservó el nombre de «Volcán de Fuego» -que había recibido por sus
constantes erupciones- porque cuando unos sacerdotes españoles intentaron
bautizarlo con el nombre de «Catarina» éste se negó rotundamente a recibir las
aguas bautismales, provocando una erupción tan violenta que la cruz con la que
pretendían bautizarlo fue arrojada hasta el palacio del obispo en Santiago de los Caballeros de Guatemala. Los
sacerdotes tuvieron entonces terror del volcán y nunca intentaron bautizarlo
nuevamente.3 El historiador Domingo Juarros en su obra Compendio
de la historia de la Ciudad de Guatemala en 1818 habló de las
erupciones que había hecho el Volcán de Fuego durante la colonia española,
especificando que las que hizo en 1581, 1586, 1623, 1705, 1710, 1717, 1732 y
1737 causaron daños en los alrededores, mientras que la que hizo a fines del
siglo xviii no tuvo consecuencias
desastrosas, aunque duró varios días y calentó el agua de una vertiente que
baja del volcán Acatenango a tal punto que no se podía cruzar.4
Volcán de Fuego
El volcán de Fuego es
un estratovolcán situado
entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, al centro-sur de Guatemala.
El volcán de Fuego es uno de los más
impresionantes de Centroamérica. Sus erupciones son violentas, y probablemente
es el volcán más activo desde la Conquista,
a tal extremo que se afirma que el conquistador Pedro de Alvarado pudo verlo en erupción
en el año de 1524, según el mismo lo reportó en epístolas. Su nombre indígena es
"Chi'gag", que se traduciría del idioma cakchiquel al español como
"donde está el fuego".
El Volcán de Fuego tiene una altura
de 3763 msnm.
Prácticamente se encuentra descubierto de vegetación más arriba de los 1300 metros,
donde básicamente sólo puede encontrarse lava.
El volcán de Fuego tiene la forma de un cono que
se alarga considerablemente hacia el sur, formando el pie de monte hacia la
costa sur. Debajo de él se constituye una meseta orográfica de múltiples
caractéristicas geológicas. Forma una tríada de colosos con los volcanes de Agua y Acatenango, próximos a su base; de hecho,
comparte el mismo bloque volcánico con el volcán Acatenango, y originalmente
ambos eran referidos por los colonos españoles como «los volcanes de Fuego».1 Del volcán nacen varias fuentes
hidrícas, que se convierten en ríos descendientes hacia la costa sur, en un
área de riqueza mineral, óptima para la agricultura.
Índice
[ocultar]
En 1690 el historiador Francisco
Antonio de Fuentes y Guzmán describió así al Volcán de Fuego:
«Uno de los dos montes que circundan el valle de panchoy, donde se asentó la
segunda ciudad y capital de Guatemala, de la que distaba tres leguas, y al que
se dió por los españoles este nombre para distinguirle del Volcán de Agua, o sea el que lanzó la manga
torrencial que arruinó la ciudad vieja en
1541. En la cima del Volcán de Fuego, algo menos elevado que el de Agua, se
cuaja la nieve, pero en el cráter no truena, como sucede con el de Pacaya, con
el que se comunica, como con la Sierra de Sinaloa, distante de aquel
setecientas leguas».2
Los indígenas de Alotenango contaban la leyenda que el
volcán conservó el nombre de «Volcán de Fuego» -que había recibido por sus
constantes erupciones- porque cuando unos sacerdotes españoles intentaron
bautizarlo con el nombre de «Catarina» éste se negó rotundamente a recibir las
aguas bautismales, provocando una erupción tan violenta que la cruz con la que
pretendían bautizarlo fue arrojada hasta el palacio del obispo en Santiago de los Caballeros de Guatemala. Los
sacerdotes tuvieron entonces terror del volcán y nunca intentaron bautizarlo
nuevamente.3 El historiador Domingo Juarros en su obra Compendio
de la historia de la Ciudad de Guatemala en 1818 habló de las
erupciones que había hecho el Volcán de Fuego durante la colonia española,
especificando que las que hizo en 1581, 1586, 1623, 1705, 1710, 1717, 1732 y
1737 causaron daños en los alrededores, mientras que la que hizo a fines del
siglo xviii no tuvo consecuencias
desastrosas, aunque duró varios días y calentó el agua de una vertiente que
baja del volcán Acatenango a tal punto que no se podía cruzar.4
Pico del volcán de
Fuego visto desde la meseta que lo separa del volcán Acatenango en
1899. Fotografía de Alfred Percival
Maudslay.5
En 1881, el escritor Eugenio
Dussaussay relató su ascensión al Volcán de Fuego, entonces parcialmente
inexplorado.6 Primero, necesitó pedir autorización
para subir al volcán al Jefe Político de Sacatepéquez, quien les entregó una
carta para el alcalde de Alotenango solicitándole
que le prestara a los exploradores los auxilios necesarios para su expedición.6 Dussaussay y su acompañante, Tadeo
Trabanino, tenían la intención de ascender al pico central, que todavía no
había sido explorado, pero no encontraron guía y se conformaron con subir al
cono activo, que había hecho erupción en 1880.7
Su guía, el señor Rudecindo Zul,
oriundo de Alotenango, y dos mozos
de la localidad encaminaron a Dussaussay y a Trabanino hasta un lugar en la
montaña conocido como meseta, ya llegando a los picos de los volcanes, pero de
allí no pasaban por el temor que tenían los indígenas de la localidad al
volcán; de hecho, sólo Zul se ofreció como guía, mientras que a los otros los
obligó el alcalde a ir.7 Entre las provisiones que llevaban
los exploradores había aguardiente para el guía y los mozos -condición única
para acompañar la expedición-, instrumentos para ubicarse y armamento para
defenderse de los tigres que habitaban el área en ese entonces.7
La ascensión desde Alotenango se
iniciaba con una marcha de cuatro leguas -aproximadamente dieciséis kilómetros-
por una planicie hasta llegar a la primera cuesta, llamada «del Castillo» o
«Gajoteachucuyo» y que consistía en las faldas más bajas del volcán.7 La región presentaba una asombrosa
vegetación con robles, encinas con bellotas, aguacates y amates entre otros
muchos árboles. Al salir de la cuesta del Castillo, la montaña se hacía mucho
más espesa: los árboles eran menos elevados, pero se encontraban en mucho mayor
cantidad y como hacía ocho meses que nadie había subido hasta allí, Zul y sus
mozos tuvieron que abrir un sendero con machetes.3
A medida que iban ascendiendo
empezaron a advertir grandes masas de vapor acuoso flotando por el aire que
eran llevada por el viento en todas direcciones mientras que las que eran más
densas quedaban reclinadas sobre la montaña o se extendían por largos trechos.
Cuando llegaron al lugar conocido como el «Cipresal» -por haber en él seis
cipreses- los envolvió una densa niebla cuyos glóbulos podían distinguir
flotando lentamente por el aire y sin caer a tierra.3 Cuando Dussaussay midió la
temperatura ésta era de tan sólo dos grados sobre cero; poco después el vapor
condensado empezó a caer en forma de un fuerte aguacero.3
Al salir del Cipresal, la vegetación
de lugar cambió nuevamente, y predominaban castaños silvestres pues éstos
prefieren tierras altas. Los exploradores pasaron allí la noche, improvisando
una choza con horcones, ramas y hojas y barriendo la lava que había sobre el
suelo;8 al amacener, desde el lugar en que se
encontraban podían divisar Escuintla y
el Océano Pacífico al
sur, el Volcán de Agua al
este y Antigua Guatemala y
la Ciudad de Guatemala al
noroeste.3 Al norte los bloqueaba el pico
central del propio volcán de Fuego.8
Los exploradores continuaron
escalando, y llegaron al punto que los indígenas de Alotenango llamaban la
«primera meseta» y de donde ya no pasó Zul; solo un mozo acompañó a Duassaussay
y a Trabanino hasta la «segunda meseta», que es la que lleva al cráter del
volcán.8 Cuando ascendieron hacia la segunda
meseta ya sólo había raquíticos pinos y ya no había fauna; la vegetación poco a
poco iba disminuyendo y cuando llegaron a la meseta había desaparecido por
completo. Ya solos, los exploradores comprendieron por qué los indígenas no
pasaban de esta meseta: el lugar consistía de un filón de solo unos treinta
centímetros de ancho dejando a ambos lados profundos precipicios y por el mismo
corría un viento tan fuerte, que los arrojó al suelo. Duassaussay y Trabanino
bordearon el filón y como pudieron llegaron al pie de la peña que forma la base
del pico y con mucha dificultad lograron acercarse al cráter, pero no pudieron
verlo porque estaba ladeado y un poco más abajo de la cúspide del volcán. Lo
que sí percibieron era que, a pesar de estar a ocho grados bajo cero, el fuerte
calor de la piedra que pisaban y el olor sulfuroso que emanaba del humo que
arrojaba el volcán.9 Luego de dieciséis horas de penoso
ascenso, el regreso fue de apenas cuatro horas.9
Composición
fotográfica del Volcán de Fuego en 1897 realizada por Alberto G. Valdeavellano
para La Ilustración Guatemalteca.7
Indígenas de
Jocotenango en la meseta del Volcán de Fuego en 1889. Fotografía de Alfred Percival
Maudslay.10
El 7 de enero de 1892, el arqueólogo
inglés Alfred Percival Maudslay y
el Dr. Otto Stoll, quien residía en Antigua Guatemala, iniciaron el ascenso al
volcán desde Alotenango, llevando siete mozos con comida, ropa y equipo de
campamento. Cabalgaron durante una hora hacia la montaña hasta que las mulas no
pudieron seguir y las enviaron de regreso al poblado con un mozo. Las primeras
dos horas de ascenso no fueron muy pronunciadas, pero era pesado caminar sobre
el follaje y hojas secas abriéndose camino entre el espeso bosque. Luego
continuaron por una escarpada vereda construida en el bosque y no fue sino
hasta que llegaron a los 2900 msnm que pudieron ver el pico del volcán por
primera vez. Las laderas del pico del volcán ya no tenían vegetación y los
barrancos próximos estaban cubiertos de ceniza volcánica y roca derretida.11
Maudslay y Stoll continuaron el
ascenso hasta llegar a un punto en el que los indígenas locales habían limpiado
unos cuantos metros de terreno a 3425 msnm y decidieron acampar para pasar allí
la noche. Los indígenas colocaron un muro improvisado de ramas de pino para
aminorar la fuerza del viento; el frío era tan intenso que los escaladores
tuvieron dificultades para conciliar el sueño esa noche. A la mañana siguiente,
reiniciaron el ascenso y llegaron hasta la Meseta, que es la cumbre del macizo
montañoso que estaban escalando y se encuentra a 3700 msnm. Al norte les
quedaba la cumbre del volcán Acatenango,
la más alta de los tres conos y que estaba cubierta con árboles de pino casi
hasta la cima, y al sur, la del volcán de Fuego.12
Los mozos no quisieron continuar más
allá de la meseta, por lo que Stoll y Maudslay continuaron solos por el borde
de la Meseta, que era lo suficientemente ancha para que una persona pudiera
pasar cómodamente, pero que tenía un abismo en su lado este y unas laderas
llenas de rocas y material volcánico en el oeste. El ascenso de 150 m hasta el
cráter fue sumamente difícil, y se vieron obligados a usar varas de apoyo y
numerosos descansos para poder llegar. Finalmente alcanzaron la cima y pudieron
divisar hacia el interior del cráter,13 que Maudslay describió así: «El
cráter era un agujero de casi cien pies de profundidad, casi completamente
rodeado de rocas deshechas y humeantes cubiertas con depósitos sulfurosos y
cayendo a zonas más profundas en el lado opuesto al que me encontraba, pero que
no podía ver por las salientes de rocas que me cubrían la vista. Quizá lo más
curioso de la montaña es el hecho de que se eleva muy regular y gradualmente a
un punto agudo, en donde los dos nos pudimos sentar y poder divisar todo a
nuestro alrededor. Los gases que emanaban del volcán no eran nada agradables,
pero afortunadamente el viento estaba a nuestro favor». Tras un breve descanso
en la Meseta, retornaron a Alotenango a donde llegaron después de unas cuantas
horas.13
Erupción de 1959
vista desde la antigua terminal del Aeropuerto
Internacional La Aurora. Fotografía de Luis Samayoa Amiel.
Erupción de 1974,
vista desde Antigua Guatemala.
Es uno de los volcanes más activos de
Guatemala y además, de Centroamérica. Impresionante por sus erupciones que se
han registrado desde 1524, la última erupción ocurrió el 3 de junio de 2018.
Esta situación mantiene en constante alerta a las comunidades que viven en sus
faldas, como San Pedro Yepocapa.
El volcán ha hecho erupción más de
sesenta veces desde 1524; los terremotos más fuertes que vivió la ciudad
de Santiago de los
Caballeros antes de su traslado definitivo en 1776 fueron
los terremotos
de San Miguel en 1717. En la ciudad, los habitantes también
creían que la cercanía del Volcán de Fuego era la causa de los terremotos; el
arquitecto mayor Diego de Porres llegó a afimar que los terremotos eran causado
por las reventazones del volcán.14.
El 27 de agosto hubo una erupción muy
fuerte del Volcán de Fuego, que se extendió hasta el 30 de agosto; los vecinos
de la ciudad pidieron auxilio al Santo Cristo de la catedral y a la Virgen del Socorro que
eran los patronos jurados contra el fuego del volcán. El 29 de agosto salió
la Virgen del Rosario en
procesión después de un siglo sin salir y hubo muchas más procesiones de santos
hasta el día 29 de septiembre, día de San Miguel; los primeros sismos por la
tarde fueron leves, pero a eso de las 7 de la noche se produjo un fuerte
temblor que obligó a los vecinos a salir de sus casas; siguieron los temblores
y retumbos hasta la cuatro de la mañana. Los vecinos salieron a la calle y a
gritos confesaban sus pecados, pensando lo peor.15
Los terremotos
de San Miguel dañaron la ciudad considerablemente, al punto que
el Real Palacio sufrió daños en algunos cuartos y paredes. También hubo un
abandono parcial de la ciudad, escasez de alimentos, falta de mano de obra y
muchos daños en las construcciones de la ciudad; además de numerosos muertos y
heridos.15 Estos terremotos hicieron pensar a
las autoridades en trasladar la ciudad a un nuevo asentamiento menos propenso a
la actividad sísmica; los vecinos de la ciudad se oponen rotundamente al
traslado, e incluso tomaron el Real Palacio en protesta al mismo. Al final, la
ciudad no se movió de ubicación, pero el número de elementos en el Batallón de
Dragones para resguardar el orden fue considerable.16
En 1773, Santiago de los Caballeros
de Guatemala era una de las más famosas ciudades de las colonias españolas en
América, y se consideraba que únicamente la ciudad de México era más
espléndida.17 De acuerdo a descripciones de la
época, tres «monstruosos» volcanes la rodeaban: el Volcán de Agua, que era muy útil para la
ciudad por su fertilidad, aparte de que su forma piramidal agregaba una hermosa
vista, y los volcanes de Fuego, -Volcán de Fuego y Volcán de Acatenango- a los
que se llamó así porque, aunque estaban más distantes que el de Agua, habían
hecho erupción en numerosas ocasiones y eran consideraros como los responsables
de las constantes ruinas de la ciudad.17 La cercanía de los volcanes ayudaba
a que hubiera baños de todo tipo para los habitantes de la ciudad: termales,
medicinales y templados; además había numerosos potreros y haciendas en los
alrededores. La ciudad era abastecida gracias a los productos que diariamente
eran llevados desde los setenta y dos pueblos circunvecinos.18
Así se encontraba la ciudad en mayo
de 1773 cuando empezaron a sentirse pequeños sismos, los cuales fueron
incrementando su intensidad y el 11 de junio con un temblor que daño algunas
casas y edificios; los más dañados fueron:
Luego continuaron los sismos, hasta
llegar al 29 de julio de 1773, día de Santa Marta de Bethania, en que se
produjo el catastrófico terremoto que forzó el traslado de la ciudad a otro
asentamiento ya que se pensaba que el origen del terremoto había sido el Volcán
de Fuego.20
Otras erupciones notables del Volcán
de Fuego
|
|
Fecha
|
Breve descripción
|
Erupción
reportada por la Comisión del presidente de la Real Audiencia en 1774, que
indica que fue la causante del deslave en el Volcán de Agua que provocó la
inundación y destrucción de la entonces capital de la Capitanía General, que
se encontraba al pie del referido volcán de Agua en la ubicación conocida
actualmente como Ciudad Vieja.21
|
|
1581
|
Erupción
reportada por el historiador Domingo Juarros, que causó daños o estuvo
relacionada con terremotos.22
|
1586
|
|
1623
|
|
1705
|
|
1710
|
|
Fuerte erupción
del volcán que fue el preludio de los Terremotos
de San Miguel.
|
|
1732
|
Erupción
reportada por el historiador Domingo Juarros, que causó daños o estuvo
relacionada con terremotos.22
|
1737
|
|
1800 (aproximadamente)
|
Erupción que no
tuvo consecuencias desastrosas, aunque duró varios días y calentó el agua de
una vertiente que baja del volcán Acatenango a tal punto que no se podía
cruzar.22
|
1880
|
Erupción del
volcán reportada por el explorador Eugenio Dussaussay, quien ascendió al cono
activo en 1881.23
|
1932
|
Fuerte erupción
del volcán que cubrió la ciudad de Antigua Guatemala,
la Ciudad de Guatemala,
y los países Honduras y
la El Salvador con
ceniza. Además a esta erupción la acompañaron temblores, retumbos y ondas de
choque.
|
1959
|
Fuerte erupción
que se observó claramente desde la Ciudad de Guatemala.
|
Fuerte erupción
en este año, causando pérdida en la agricultura. También con flujos
piroclásticos que destruyeron parte de la vegetación de los alrededores del
volcán y sepultó parcilamente con arena volcánica a San Pedro Yepocapa y Acatenango.24
|
|
1-6 de julio de 2004
|
Explosiones
pequeñas en el Volcán de Fuego produjeron columnas de humo de alrededor de un
kilómetro de altura sobre el volcán. Las avalanchas incandescentes de
material volcánico descendieron por los costados de la montaña.
|
La mayor erupción
del volcán en el siglo xxi hasta
entonces, con columnas de ceniza que alcanzaron los tres mil metros de altura
que provocaron la evacuación de diez mil personas.25
|
|
Luego de fuertes
explosiones que se registraron en el Volcán de Fuego, el director del
Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología
(INSIVUMEH) sugirió que se declarara alerta naranja.26 El director del INSIVUMEH agregó
que ahora la situación era crítica porque la ceniza y la lava habían causado
incendios forestales. El INSIVUMEH reportó que el volcán tenía de cuatro a
seis explosiones por hora, que las columnas de ceniza alcanzaron los cuatro
mil ochocientos metros de altura, y que las nubes incandescentes se
desplazaron aproximadamente a veinte kilómetros alrededor del volcán.26
|
|
El volcán inició
con erupciones de débiles a moderadas en la tarde del 3 de junio donde se
advirtió de posibles incrementos en la actividad explosiva del volcán. Una
erupción causó 30 muertos y al menos 300 heridos, los residentes fueron
evacuados y el cierre del Aeropuerto
Internacional La Aurora.27
|
Erupción de 1932
·
·
·
Pico del volcán de
Fuego visto desde la meseta que lo separa del volcán Acatenango en
1899. Fotografía de Alfred Percival
Maudslay.5
En 1881, el escritor Eugenio
Dussaussay relató su ascensión al Volcán de Fuego, entonces parcialmente
inexplorado.6 Primero, necesitó pedir autorización
para subir al volcán al Jefe Político de Sacatepéquez, quien les entregó una
carta para el alcalde de Alotenango solicitándole
que le prestara a los exploradores los auxilios necesarios para su expedición.6 Dussaussay y su acompañante, Tadeo
Trabanino, tenían la intención de ascender al pico central, que todavía no
había sido explorado, pero no encontraron guía y se conformaron con subir al
cono activo, que había hecho erupción en 1880.7
Su guía, el señor Rudecindo Zul,
oriundo de Alotenango, y dos mozos
de la localidad encaminaron a Dussaussay y a Trabanino hasta un lugar en la
montaña conocido como meseta, ya llegando a los picos de los volcanes, pero de
allí no pasaban por el temor que tenían los indígenas de la localidad al
volcán; de hecho, sólo Zul se ofreció como guía, mientras que a los otros los
obligó el alcalde a ir.7 Entre las provisiones que llevaban
los exploradores había aguardiente para el guía y los mozos -condición única
para acompañar la expedición-, instrumentos para ubicarse y armamento para
defenderse de los tigres que habitaban el área en ese entonces.7
La ascensión desde Alotenango se
iniciaba con una marcha de cuatro leguas -aproximadamente dieciséis kilómetros-
por una planicie hasta llegar a la primera cuesta, llamada «del Castillo» o
«Gajoteachucuyo» y que consistía en las faldas más bajas del volcán.7 La región presentaba una asombrosa
vegetación con robles, encinas con bellotas, aguacates y amates entre otros
muchos árboles. Al salir de la cuesta del Castillo, la montaña se hacía mucho
más espesa: los árboles eran menos elevados, pero se encontraban en mucho mayor
cantidad y como hacía ocho meses que nadie había subido hasta allí, Zul y sus
mozos tuvieron que abrir un sendero con machetes.3
A medida que iban ascendiendo
empezaron a advertir grandes masas de vapor acuoso flotando por el aire que
eran llevada por el viento en todas direcciones mientras que las que eran más
densas quedaban reclinadas sobre la montaña o se extendían por largos trechos.
Cuando llegaron al lugar conocido como el «Cipresal» -por haber en él seis
cipreses- los envolvió una densa niebla cuyos glóbulos podían distinguir
flotando lentamente por el aire y sin caer a tierra.3 Cuando Dussaussay midió la
temperatura ésta era de tan sólo dos grados sobre cero; poco después el vapor
condensado empezó a caer en forma de un fuerte aguacero.3
Al salir del Cipresal, la vegetación
de lugar cambió nuevamente, y predominaban castaños silvestres pues éstos
prefieren tierras altas. Los exploradores pasaron allí la noche, improvisando
una choza con horcones, ramas y hojas y barriendo la lava que había sobre el
suelo;8 al amacener, desde el lugar en que se
encontraban podían divisar Escuintla y
el Océano Pacífico al
sur, el Volcán de Agua al
este y Antigua Guatemala y
la Ciudad de Guatemala al
noroeste.3 Al norte los bloqueaba el pico
central del propio volcán de Fuego.8
Los exploradores continuaron
escalando, y llegaron al punto que los indígenas de Alotenango llamaban la
«primera meseta» y de donde ya no pasó Zul; solo un mozo acompañó a Duassaussay
y a Trabanino hasta la «segunda meseta», que es la que lleva al cráter del
volcán.8 Cuando ascendieron hacia la segunda
meseta ya sólo había raquíticos pinos y ya no había fauna; la vegetación poco a
poco iba disminuyendo y cuando llegaron a la meseta había desaparecido por
completo. Ya solos, los exploradores comprendieron por qué los indígenas no
pasaban de esta meseta: el lugar consistía de un filón de solo unos treinta
centímetros de ancho dejando a ambos lados profundos precipicios y por el mismo
corría un viento tan fuerte, que los arrojó al suelo. Duassaussay y Trabanino
bordearon el filón y como pudieron llegaron al pie de la peña que forma la base
del pico y con mucha dificultad lograron acercarse al cráter, pero no pudieron
verlo porque estaba ladeado y un poco más abajo de la cúspide del volcán. Lo
que sí percibieron era que, a pesar de estar a ocho grados bajo cero, el fuerte
calor de la piedra que pisaban y el olor sulfuroso que emanaba del humo que
arrojaba el volcán.9 Luego de dieciséis horas de penoso
ascenso, el regreso fue de apenas cuatro horas.9
Composición
fotográfica del Volcán de Fuego en 1897 realizada por Alberto G. Valdeavellano
para La Ilustración Guatemalteca.7
Indígenas de
Jocotenango en la meseta del Volcán de Fuego en 1889. Fotografía de Alfred Percival
Maudslay.10
El 7 de enero de 1892, el arqueólogo
inglés Alfred Percival Maudslay y
el Dr. Otto Stoll, quien residía en Antigua Guatemala, iniciaron el ascenso al
volcán desde Alotenango, llevando siete mozos con comida, ropa y equipo de
campamento. Cabalgaron durante una hora hacia la montaña hasta que las mulas no
pudieron seguir y las enviaron de regreso al poblado con un mozo. Las primeras
dos horas de ascenso no fueron muy pronunciadas, pero era pesado caminar sobre
el follaje y hojas secas abriéndose camino entre el espeso bosque. Luego
continuaron por una escarpada vereda construida en el bosque y no fue sino
hasta que llegaron a los 2900 msnm que pudieron ver el pico del volcán por
primera vez. Las laderas del pico del volcán ya no tenían vegetación y los
barrancos próximos estaban cubiertos de ceniza volcánica y roca derretida.11
Maudslay y Stoll continuaron el
ascenso hasta llegar a un punto en el que los indígenas locales habían limpiado
unos cuantos metros de terreno a 3425 msnm y decidieron acampar para pasar allí
la noche. Los indígenas colocaron un muro improvisado de ramas de pino para
aminorar la fuerza del viento; el frío era tan intenso que los escaladores
tuvieron dificultades para conciliar el sueño esa noche. A la mañana siguiente,
reiniciaron el ascenso y llegaron hasta la Meseta, que es la cumbre del macizo
montañoso que estaban escalando y se encuentra a 3700 msnm. Al norte les
quedaba la cumbre del volcán Acatenango,
la más alta de los tres conos y que estaba cubierta con árboles de pino casi
hasta la cima, y al sur, la del volcán de Fuego.12
Los mozos no quisieron continuar más
allá de la meseta, por lo que Stoll y Maudslay continuaron solos por el borde
de la Meseta, que era lo suficientemente ancha para que una persona pudiera
pasar cómodamente, pero que tenía un abismo en su lado este y unas laderas
llenas de rocas y material volcánico en el oeste. El ascenso de 150 m hasta el
cráter fue sumamente difícil, y se vieron obligados a usar varas de apoyo y
numerosos descansos para poder llegar. Finalmente alcanzaron la cima y pudieron
divisar hacia el interior del cráter,13 que Maudslay describió así: «El
cráter era un agujero de casi cien pies de profundidad, casi completamente
rodeado de rocas deshechas y humeantes cubiertas con depósitos sulfurosos y
cayendo a zonas más profundas en el lado opuesto al que me encontraba, pero que
no podía ver por las salientes de rocas que me cubrían la vista. Quizá lo más
curioso de la montaña es el hecho de que se eleva muy regular y gradualmente a
un punto agudo, en donde los dos nos pudimos sentar y poder divisar todo a
nuestro alrededor. Los gases que emanaban del volcán no eran nada agradables,
pero afortunadamente el viento estaba a nuestro favor». Tras un breve descanso
en la Meseta, retornaron a Alotenango a donde llegaron después de unas cuantas
horas.13
Erupción de 1959
vista desde la antigua terminal del Aeropuerto
Internacional La Aurora. Fotografía de Luis Samayoa Amiel.
Erupción de 1974,
vista desde Antigua Guatemala.
Es uno de los volcanes más activos de
Guatemala y además, de Centroamérica. Impresionante por sus erupciones que se
han registrado desde 1524, la última erupción ocurrió el 3 de junio de 2018.
Esta situación mantiene en constante alerta a las comunidades que viven en sus
faldas, como San Pedro Yepocapa.
El volcán ha hecho erupción más de
sesenta veces desde 1524; los terremotos más fuertes que vivió la ciudad
de Santiago de los
Caballeros antes de su traslado definitivo en 1776 fueron
los terremotos
de San Miguel en 1717. En la ciudad, los habitantes también
creían que la cercanía del Volcán de Fuego era la causa de los terremotos; el
arquitecto mayor Diego de Porres llegó a afimar que los terremotos eran causado
por las reventazones del volcán.14.
El 27 de agosto hubo una erupción muy
fuerte del Volcán de Fuego, que se extendió hasta el 30 de agosto; los vecinos
de la ciudad pidieron auxilio al Santo Cristo de la catedral y a la Virgen del Socorro que
eran los patronos jurados contra el fuego del volcán. El 29 de agosto salió
la Virgen del Rosario en
procesión después de un siglo sin salir y hubo muchas más procesiones de santos
hasta el día 29 de septiembre, día de San Miguel; los primeros sismos por la
tarde fueron leves, pero a eso de las 7 de la noche se produjo un fuerte
temblor que obligó a los vecinos a salir de sus casas; siguieron los temblores
y retumbos hasta la cuatro de la mañana. Los vecinos salieron a la calle y a
gritos confesaban sus pecados, pensando lo peor.15
Los terremotos
de San Miguel dañaron la ciudad considerablemente, al punto que
el Real Palacio sufrió daños en algunos cuartos y paredes. También hubo un
abandono parcial de la ciudad, escasez de alimentos, falta de mano de obra y
muchos daños en las construcciones de la ciudad; además de numerosos muertos y
heridos.15 Estos terremotos hicieron pensar a
las autoridades en trasladar la ciudad a un nuevo asentamiento menos propenso a
la actividad sísmica; los vecinos de la ciudad se oponen rotundamente al
traslado, e incluso tomaron el Real Palacio en protesta al mismo. Al final, la
ciudad no se movió de ubicación, pero el número de elementos en el Batallón de
Dragones para resguardar el orden fue considerable.16
En 1773, Santiago de los Caballeros
de Guatemala era una de las más famosas ciudades de las colonias españolas en
América, y se consideraba que únicamente la ciudad de México era más
espléndida.17 De acuerdo a descripciones de la
época, tres «monstruosos» volcanes la rodeaban: el Volcán de Agua, que era muy útil para la
ciudad por su fertilidad, aparte de que su forma piramidal agregaba una hermosa
vista, y los volcanes de Fuego, -Volcán de Fuego y Volcán de Acatenango- a los
que se llamó así porque, aunque estaban más distantes que el de Agua, habían
hecho erupción en numerosas ocasiones y eran consideraros como los responsables
de las constantes ruinas de la ciudad.17 La cercanía de los volcanes ayudaba
a que hubiera baños de todo tipo para los habitantes de la ciudad: termales,
medicinales y templados; además había numerosos potreros y haciendas en los
alrededores. La ciudad era abastecida gracias a los productos que diariamente
eran llevados desde los setenta y dos pueblos circunvecinos.18
Así se encontraba la ciudad en mayo
de 1773 cuando empezaron a sentirse pequeños sismos, los cuales fueron
incrementando su intensidad y el 11 de junio con un temblor que daño algunas
casas y edificios; los más dañados fueron:
Luego continuaron los sismos, hasta
llegar al 29 de julio de 1773, día de Santa Marta de Bethania, en que se
produjo el catastrófico terremoto que forzó el traslado de la ciudad a otro
asentamiento ya que se pensaba que el origen del terremoto había sido el Volcán
de Fuego.20
Otras erupciones notables del Volcán
de Fuego
|
|
Fecha
|
Breve descripción
|
Erupción
reportada por la Comisión del presidente de la Real Audiencia en 1774, que
indica que fue la causante del deslave en el Volcán de Agua que provocó la
inundación y destrucción de la entonces capital de la Capitanía General, que
se encontraba al pie del referido volcán de Agua en la ubicación conocida
actualmente como Ciudad Vieja.21
|
|
1581
|
Erupción
reportada por el historiador Domingo Juarros, que causó daños o estuvo
relacionada con terremotos.22
|
1586
|
|
1623
|
|
1705
|
|
1710
|
|
Fuerte erupción
del volcán que fue el preludio de los Terremotos
de San Miguel.
|
|
1732
|
Erupción
reportada por el historiador Domingo Juarros, que causó daños o estuvo
relacionada con terremotos.22
|
1737
|
|
1800 (aproximadamente)
|
Erupción que no
tuvo consecuencias desastrosas, aunque duró varios días y calentó el agua de
una vertiente que baja del volcán Acatenango a tal punto que no se podía
cruzar.22
|
1880
|
Erupción del
volcán reportada por el explorador Eugenio Dussaussay, quien ascendió al cono
activo en 1881.23
|
1932
|
Fuerte erupción
del volcán que cubrió la ciudad de Antigua Guatemala,
la Ciudad de Guatemala,
y los países Honduras y
la El Salvador con
ceniza. Además a esta erupción la acompañaron temblores, retumbos y ondas de
choque.
|
1959
|
Fuerte erupción
que se observó claramente desde la Ciudad de Guatemala.
|
Fuerte erupción
en este año, causando pérdida en la agricultura. También con flujos
piroclásticos que destruyeron parte de la vegetación de los alrededores del
volcán y sepultó parcilamente con arena volcánica a San Pedro Yepocapa y Acatenango.24
|
|
1-6 de julio de 2004
|
Explosiones
pequeñas en el Volcán de Fuego produjeron columnas de humo de alrededor de un
kilómetro de altura sobre el volcán. Las avalanchas incandescentes de
material volcánico descendieron por los costados de la montaña.
|
La mayor erupción
del volcán en el siglo xxi hasta
entonces, con columnas de ceniza que alcanzaron los tres mil metros de altura
que provocaron la evacuación de diez mil personas.25
|
|
Luego de fuertes
explosiones que se registraron en el Volcán de Fuego, el director del
Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología
(INSIVUMEH) sugirió que se declarara alerta naranja.26 El director del INSIVUMEH agregó
que ahora la situación era crítica porque la ceniza y la lava habían causado
incendios forestales. El INSIVUMEH reportó que el volcán tenía de cuatro a
seis explosiones por hora, que las columnas de ceniza alcanzaron los cuatro
mil ochocientos metros de altura, y que las nubes incandescentes se
desplazaron aproximadamente a veinte kilómetros alrededor del volcán.26
|
|
El volcán inició
con erupciones de débiles a moderadas en la tarde del 3 de junio donde se
advirtió de posibles incrementos en la actividad explosiva del volcán. Una
erupción causó 30 muertos y al menos 300 heridos, los residentes fueron
evacuados y el cierre del Aeropuerto
Internacional La Aurora.27
|
Erupción de 1932
No comments:
Post a Comment