Thursday, July 12, 2018

Carmen Hernández, a un año de su muerte, los diarios de su “noche oscura” - SALVATORE CERNUZIO




Carmen Hernández, a un año de su muerte, los diarios de su “noche oscura”

La BAC publicó en España el volumen con los pensamientos y confesiones de la co-iniciadora del Camino Neocatecumenal desde 1979 hasta 1981. La publicación en Italia será en septiembre y probablemente llevará un prólogo del Papa




SALVATORE CERNUZIO
ROMA
Cada noche, en cada lugar del mundo en donde se encontrara en compañía de Kiko Argüello para llevar el Evangelio, Carmen Hernández apuntaba en un cuaderno o en hojas sueltas sus pensamientos y recuerdos, sus inquietudes y angustias, los instantes de felicidad. No solo “anotaciones”, sino un diálogo incesante y confidencial con Jesucristo, su «amigo», su «esperanza», su «amor de juventud», como lo definía, que duró décadas. 

Estas confesiones de la co-iniciadora del Camino Neocatecumenal (una de las realidades eclesiales más difundidas en el mundo a partir del Concilio Vaticano II) ahora integran el libro “Diarios 1979-1981”, editado por la casa editorial española Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), publicado a un año de la muerte de Carmen, el 19 de julio del año pasado, a los 86 años. La presentación del volumen se llevó a cabo el pasado 30 de junio en Madrid. 

Es un libro de 340 páginas, casi 800 notas, que abarcan el primer trienio en el que Carmen y Kiko dieron forma a este «itinerario de formación cristiana» que nació en la periferia de Palomeras Altas, entre los pobres más pobres de Madrid, y, que a casi 50 años, cobró cuerpo en 25 mil comunidades en 6 mil parroquias de casi 130 países, cientos de “missio ad gentes”, 113 seminarios “Redemptoris Mater” de los que cada año surgen sacerdotes listos para servir a las diócesis de todo el planeta. 
Números grandes que nunca interesaron a Carmen, siempre alejada de triunfalismos y glorias mundanas, o de reconocimientos públicos como el doctorado en teología “honoris causa” que la Catholic University of America de Washington le concedió junto a Argüello el 16 de mayo de 2015. Para ella, que desde muy joven deseaba convertirse en monja o misionera como todos los que veía pasar cuando era niña en Tudela, a orillas del Ebro, en donde creció con su numerosa y bienestante familia, lo que verdaderamente contaba era que la gente que se unía al Camino fuera tocada por el anuncio del “kerygma”, la muerte y resurrección de Cristo. Todo lo demás estaba en segundo nivel.  

«La ausencia de Jesús hace imposible la alegría», escribió en uno de los apuntes de enero de 1981. Y continuaba: «Todo el día triste, triste, triste, cabizbaja, triste, sin horizonte y sin energía, sin fuerzas, en la nada. ¿Qué podría yo desear? Solo Tu presencia Señor». El libro está lleno de revelaciones íntimas sobre esa «noche oscura» que atravesaron santos como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz o Teresa de Calcuta, citados en sus escritos. «Tú no estás Jesús mío. Marcho contrarreloj. Esta psique tenebrosa, quejumbrosa, que amarga. No sé vivir. Ten compasión de mí. Me debato en una tragedia existencial», se lee. O bien: «Jesús mío, te amo, no me abandones; ven y ayúdame. Ven, ven, amor de mi juventud y de mi esperanza. Infúndeme energía, que me desplomo en la nada». «Jesús mío, cuando vienes ya no necesito escribir lamentaciones, quejidos», «fuerza mía, gracias, me confortas en lo profundo. Siento libertad». 

A veces, estas anotaciones eran solamente breves descripciones del día o telegráficos «buenas noches, Señor». No faltan algunas “críticas”, impulsadas por esa franqueza que siempre la caracterizó, hacia su compañero de evangelización durante medio siglo, Kiko. Críticas que Carmen no ocultaba incluso en público, durante los concurridos encuentros vocacionales para los jóvenes por Europa, África o Sudamérica: «Yo digo siempre que el infierno está lleno de predicadores como Kiko Argüello», solía comenzar durante sus intervenciones en el palco, esperadas principalmente por las mujeres a quienes recordaba la importancia de su papel de «fábricas de vida» en la familia, en la Iglesia, en la sociedad.  

Kiko sonreía, poniéndose una mano sobre la cabeza, y agradecía a esta mujer que conoció casi casualmente en Madrid y que lo quería involucrar en una misión en Bolivia, porque «cuando subo, subo, me toma por el pie y me hace volver a la tierra». Dos personalidades diametralmente opuestas, pero unidas por una misión común: el ex pintor impetuoso y carismático, y la teóloga comprometida durante años en Madrid, Roma, Israel, estudiando y analizando las indicaciones del Vaticano II para encarnarlas en esta realidad que no quería definir como un «movimiento», como explicó durante un encuentro en la Sixtina con Juan Pablo II, con quien cultivó una fuerte amistad. Tan fuerte que el Papa le condecía fumar en su Refertorio: «Ni siquiera el presidente Petrini lo había hecho con su pipa», decía Wojtyla. 

En el prefacio del volumen, Argüello escribió: «Después de 50 años juntos en cada instante, creo tener el derecho de conocer el corazón de Carmen... Heroico que haya estado conmigo 50 años, siempre sufriendo en silencio, sin mostrarlo a nadie». Y en la presentación de los “Diarios” en España, ante la presencia de los cardenales Paul Josef Cordes y Ricardo Blásquez Pérez, actual presidente de la Conferencia Episcopal española, confesó: «Muchas veces Carmen decía que yo era insoportable, pero al mismo tiempo siempre estaba a mi lado. Ahora comprendo la libertad que tenía para conmigo, para con los de la Iglesia y del Camino, para con todos. Una libertad que venía de una relación profundísima con Jesucristo».  

A un año de su muerte, Carmen no ha sido sustituida en el equipo internacional que guía el Camino Neocatecumenal en los cinco continentes. «Es insustituible», dijo Kiko en una reciente entrevista, «hasta que yo y el padre Mario Pezzi tengamos salud, seguimos adelante como dos apóstoles». 

De sus cuadernos, hallados en su casa natal y conservados, después de su fallecimiento, en el seminario “Redemptoris Mater” de Madrid, se publicarán otros volúmenes para formar una especie de colección sobre las últimas décadas que se dedicó a la evangelización, y que acabaron con una enfermedad que obligó a Carmen a quedarse inmóvil y descansando, como nunca supo estar durante su vida. Es posible que se publiquen otros 5 o 6 libros. Esta primera edición de la BAC (la misma casa que distribuyó el año pasado “Anotaciones” de Kiko Argüello) vendió en el primer mes 10 mil ejemplares solo en España. 

En Italia debería ser publicada a mediados de septiembre, por la editorial Cantagalli. Además de la traducción, se espera un prólogo del Papa Francisco, que estimaba a Carmen, «una mujer –escribió en el mensaje para el funeral del 21 de julio de 2016 en la Catedral de la Almudena– animada por sincero amor por la Iglesia que ha gastado su vida en el anuncio de la Buena Noticia en cada ambiente, incluso en los más renitentes, sin olvidarse de las personas más marginadas». 


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