Thursday, August 22, 2019

Comentario del Evangelio de la fiesta de Santa Virgen Maria Reina -

Comentario al Evangelio de hoy

CR
Queridos hermanos:
La liturgia nos ofrece a mitad de semana un bello respiro. No se trata de un recuerdo con gran relevancia litúrgica; la Iglesia no ha hecho de él fiesta ni solemnidad, pero sí nos acerca a algo singularmente hermoso: María, la madre de Cristo -el Rey-, es también Reina y participa de la soberanía de su Hijo, el Resucitado, sobre todo lo creado. La María Asunta que hemos celebrado hace una semana es también “reina de cielos y tierra”. Como recuerda hoy el Martirologio, madre del Príncipe de la Paz, madre de la misericordia.
Es probable que muchas comunidades interrumpan en este día la lectura continua de la Palabra para evocar el misterio de la Anunciación. Quien lea el texto de Mateo recordará a los invitados a la boda que encontraron excusa para no presentarse. María hizo un camino de fe, y fue también sorprendida por la voz del Padre en sus encrucijadas. Tuvo muy fácil haber tomado el rumbo de la excusa, de la objeción, pero aceptó participar con una intensidad insuperable de la cruz de su hijo.
En estas semanas se recuerda a menudo a quienes peregrinan, por ejemplo, hacia Santiago de Compostela. Quien camina cansado o despacio ve con singular cariño y gratitud al compañero de aventura que una vez que ha llegado a su destino vuelve hacia atrás para aligerar la carga de los demás. En esas personas, especialmente samaritanas, he visto muchas veces a María. Ella, llegada al final del camino, vuelve sin cesar para aligerar y acompañar el nuestro. Ella, la Reina, ha comprendido muy bien el sentido del servicio. Por eso la Iglesia la proclama “la discípula más perfecta de su Hijo”. Buen espejo para mirarse; buena escuela para aprender.
¡Gracias, María, Reina, por seguir haciendo camino con nosotros!

1 comment:

  1. Noel gracias por hacer énfasis en la maravillosa vivencia de nuestra Madre Del Cielo Reyna, es fascinante saber que ella con su vida oculta en Cristo llega después de su peregrinar sufrido por este mundo, a merecer ser coronada en el cielo. Solo me inspira profundamente a seguir de su mano amorosa el camino de conversión que su amado hijo vino a enseñarme, ya que si voy con ella, María me ayudará a pasar por los valles y cañadas obscuras de esta vida, hasta conseguir ser dócil a la Santa Voluntad de Dios, como ella lo ha sido. Ruego y pido nunca soltarme de esa madre bendita que es ahora Reyna del Cielo y de la Tierra.

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