El Libro De Enoc (2): El Pecado De Los Vigilantes
Julia BlumJulia is a teacher and an author of
several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the
Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and
“Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these
courses.
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Julia Blum - junio
21, 2018
EL LIBRO DE LOS VIGILANTES
La última vez comenzamos hablando sobre “la escena judía en los tiempos
de Jesús”[1] y
la necesidad de saber quien más estaba en esa escena aparte de los seguidores
de Jesús, y captar las ideas y conceptos que existieron en la escena en
aquellos tiempos. Todos entenderíamos que los escritores del Nuevo Testamento
estuvieron influenciados por esas ideas y conceptos, simplemente porque ellos
pertenecieron a ese periodo y a esa comunidad. Ningún texto del Nuevo
Testamento puede entenderse perfectamente fuera de ese contexto —nos perdemos
demasiado si lo leemos sin el conocimiento del trasfondo histórico y cultural—;
sin ser conscientes de las teologías que predominaban entonces, sin saber quien
más, aparte del “público de Jesús”,[2] estuvo
en esa escena.
Tal como prometí, hoy comentaremos la primera parte del Libro de Enoc:
el Libro de los Vigilantes. Permítanme recordarles, el Primer Libro de Enoc, o
Enoc el etíope, de hecho es una recopilación de varios libros, cada uno de
ellos aparece con su título y normalmente con su conclusión. Estos libros,
conocidos como el Libro de los Vigilantes (capítulos 1-36) las Similitudes
(conocido también como Parábolas, capítulos 37-71), el Libro de las Luminarias
(capítulos 72-82), el Libro de los Sueños (capítulos 83-90) y la Epístola de
Enoc (capítulos 92-105), están combinados en una obra única en la versión
etíope, en la cual todo está preservado.
Así pues, el Libro de los Vigilantes es la primera parte de I de Enoc.
Hay una extensa porción remarcable de contenido común con la Biblia hebrea en
este libro: por ejemplo, Adán y Eva; Caín y Abel; el matrimonio de los ángeles
con las hijas de los hombres. Aún así, son precisamente las diferencias y lo
añadido en el recuento de las famosas narrativas bíblicas, lo que capta nuestra
atención, y posiblemente pueden señalar algún patrón específico y conceptos en
el pensamiento judío del Segundo Templo. El ejemplo más sorprendente de esta
discrepancia la encontramos en el desconocido comienzo del capítulo 6 del libro
de Génesis. Mientras que la historia ocupa tan solo unos pocos versículos en el
Génesis, viene a ser la principal narrativa en el Libro de los Vigilantes,
donde los capítulos 6-9 cuentan la historia (de hecho, dos historias
entrelazadas) sobre la caída de los ángeles malos. Leamos juntos unos pocos
versículos de I de Enoc 6-7 para que podamos ver cómo el escritor explica Génesis 6:1-4:
I de Enoc 6:1 Y cuando los hijos de los hombres se multiplicaron, en
aquellos días, les nacieron hijas hermosas y atractivas. 2 Y los vigilantes,
los hijos del cielo, las vieron y las desearon. Y se dijeron unos a otros:
“Vayamos, escojamos esposas para nosotros de entre las hijas de los hombres, y
engendremos hijos para nosotros”… 5 Entonces ellos juraron entre ellos y se
comprometieron mediante maldición. 6 Y todos ellos eran doscientos, quienes
descendieron en los días de Jared hasta la cima del Monte Hermón [ 53]… I
de Enoc 7:1 Estos y todos los otros con ellos tomaron esposas de entre ellas
según las escogieron. Y empezaron a allegarse a ellas, y a contaminarse a
través de ellas, y les enseñaron sortilegios y encantamientos, y les revelaron
cómo cortar las raíces y las plantas. 2 Y ellas concibieron de ellos y les
parieron gigantes enormes. Y los gigantes engendraron a los Nephilim…
EL PECADO DE LOS VIGILANTES
Antes de ir más lejos, me gustaría mencionar una vez más, y también
recomendar a mis lectores, un maravilloso libro de un erudito brillante, Dr.
Michael Heiser, “Reversing Hermon: Enoch, the Watchers, and the
Forgotten Mission of Jesus Christ”. Este artículo en particular está
basado en ese libro.
En mi último post mencioné que, aunque la interpretación sobrenatural de
Génesis 6:1-4 (que los “hijos de Dios” eran ángeles o alguna clase de seres
divinos) no es muy popular ni el cristianismo moderno ni en el judaísmo
moderno, no fue el caso en el judaísmo del Segundo Templo. Según el Libro de
Enoc, los Vigilantes (los “hijos de Dios” de Génesis) “son claramente seres
celestiales (no humanos) cuyas actitudes son consideradas no solo como
moralmente perversas, sino como espiritualmente destructivas”.[3] El
Libro de los Vigilantes describe la revuelta de los vigilantes celestiales, que
trae el mal sobre la tierra y predice el juicio de Dios. Los vigilantes traen
gigantes sobre la tierra como consecuencia de la unión con mujeres humanas, y
esos gigantes son malvados. Entonces, en el capítulo 10, Dios finalmente
interviene y la historia familiar de Noé comienza.
Sin embargo, el judaísmo del Segundo Templo vio no solo la historia de
la rebelión sobrenatural en Génesis 6:1-4, sino uno de los pasajes centrales de
la teología bíblica y en comprender el plan de Dios en la historia. Aquí hay
una cita muy importante de Michael Heiser en la introducción de su libro,
explicando por qué este tema es tan importante: “Si alguien fuese a preguntar a
un cristiano moderno: “¿Por qué el mundo y toda la humanidad es tan malvada?”
Existirían grandes posibilidades de que la respuesta sea por “la caída”. Hemos
estado condicionados por la historia de la Iglesia (antigua y moderna) en mirar
solo Génesis 3 para tal teología. Pero si le hacemos la misma pregunta a un
judío viviendo en el periodo del Segundo Templo, la respuesta sería
dramáticamente diferente. Sí, la entrada del pecado en el mundo bueno de Dios,
ocurrió en el Edén, pero el testimonio unánime del judaísmo del Segundo Templo,
es que los vigilantes son culpables de la proliferación del mal sobre la
Tierra”.[4]
Ya que los escritores del Nuevo Testamento pertenecen al judaísmo del
Segundo Templo, esta comprensión de los vigilantes como responsables de
propagar el mal sobre la Tierra, ha sido parte de su teología.
“Consecuentemente, para los escritores del Nuevo Testamento, la llegada de
Jesús… significó no solo revertir la maldición de la muerte traída sobre la
humanidad por causa del pecado de Adán, sino también deshacer la depravación”.[5] La
próxima vez intentaremos leer el Nuevo Testamento a través de los ojos judíos
del Segundo Templo, y ver los trazos de este concepto en sus propias páginas.
Si te gustaron mis artículos en este blog, también
te podrían gustar mis libros, puedes obtenerlos a través de mi página: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/
[3] Heiser,
Michael S. Reversing Hermon: Enoch, the
Watchers, and the Forgotten Mission of Jesus Christ (Kindle Locations 302).
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