Enoc Y El Hijo
Del Hombre (2)
By Julia Blum - agosto 1, 2018
Regresamos a nuestro comentario sobre
el Libro de Enoc y el sorprendente paralelismo entre este libro y los
Evangelios. Ya hemos visto que “cuando utilizamos Enoc como contexto para el Nuevo Testamento, muchas ideas
cristianas antiguas tienen un foco mucho más claro, y muchos de los vacíos en
el Nuevo Testamento pueden ser superados”.[1]
En el artículo anterior sobre el Libro de Enoc, hablé sobre las Similitudes
(segundo sub libro de I de Enoc) introduciendo la figura del Hijo del Hombre,
el salvador y redentor divino-humano. En este artículo pretendo mostrar que, de
hecho, las Similitudes nos proporcionan evidencia clara de que el mismo concepto del Hijo del Hombre que Jesús utilizó en los
Evangelios, también estuvo presente en otros círculos del judaísmo.
Los parelelismos son realmente sorprendentes.
Primero, aquí encontramos la doctrina
de la preexistencia del Hijo del Hombre. “Y en aquella hora
en que el Hijo del Hombre fue llamado ante la presencia del Señor de los
Espíritus, y su nombre ante el Principio de los Días. Incluso antes de que el
sol y las constelaciones fueran creadas, antes de que las estrellas del cielo
fueran hechas, su nombre fue nombrado delante del Señor de los Espíritus”.[2]
Segundo, al Hijo del Hombre se le ha
hado todo el conocimiento celestial. Además, el Hijo del Hombre no
solo recibe el conocimiento celestial aquí, sino que también es quien puede
revelar su conocimiento a los justos. Los “vigilantes” de la primera sección
(del Libro de los Vigilantes que comentamos en nuestro primer artículo sobre
Enoc) no debían “revelar los secretos eternos” al pueblo, pero los revelaron y entonces corrompieron la tierra:
“Estos son los ángeles que descendieron sobre la tierra y revelaron lo que
estaba oculto a los hijos del pueblo y guiaron a los hijos del pueblo en el
error a cometer pecado”’.[3]
Como oposición a ellos, el Hijo del Hombre es
precisamente Quien es elegido por Dios para revelar el conocimiento celestial a
los elegidos:
“Este es el Hijo del Hombre, a quien
pertenece la justicia, y en quien mora la justicia. Y él abrirá todos los
almacénes ocultos; porque el Señor de los Espíritus lo ha escogido…[4]
Y ha revelado la sabiduría del Señor de los Espíritus a los justos y a los
santos…”[5]
Un componente muy importante del
escenario escatológico —la salvación de los justos— también se encuentra en las
Similitudes. Es muy importante notar que, la salvación no solo llega aquí a
través del Hijo del Hombre, sino también a aquellos que le
pertenecen —solo aquellos que son capaces de reconocer al Elegido (el Hijo del
Hombre) —son salvos “a través de su nombre”—. Este motivo típico del Nuevo
Testamento ocurre aquí por primera vez, en las Similitudes.
“En aquellos días, habrá un cambio para
los santos y justos… a través de su nombre, serán salvos”.[6]
“Porque en su nombre [los justos] son
salvos, y él es la justificación de sus vidas”.[7]
Todo el resto de los componentes
escatológicos tradicionales también están aquí. Todo el Libro de las
Similitudes es dominado, no solo por la liberación de los elegidos, sino
también por la vision del Gran Juicio. El motivo del juicio venidero y la
destrucción del mundo como resultado, es el mensaje central aquí. Aparece
constantemente en las visiones celestiales de Enoc sobre el Hijo del Hombre:
“Y todos los reyes y poderosos y
ensalzados y aquellos que gobiernan la tierra
Se humillarán y doblegarán su rostro
ante él,
Y adorarán y pondrán su esperanza en el
Hijo del Hombre,
Y le pedirán y suplicarán la
misericordia de sus manos.
Sin embargo… Él los entregará a los
ángeles para su castigo,
Para ejecutar venganza sobre ellos porque
oprimieron a Sus criaturas y a su elegido”.[8]
Después del Gran Juicio, encontramos
una descripción de la eterna bienaventuranza de los justos
(esta visión cierra la tercera y última parábola del libro):
“(Luego) llegaron para ellos una gran
alegría. Y bendijeron, glorificaron y exaltaron (al Señor) a causa del hecho de
que el nombre de ese (Hijo del) hombre les fue revelado… A partir de ese momento
no se encontrará nada que sea corruptible; porque el Hijo del Hombre ha
aparecido y se ha sentado sobre el trono de su gloria; y todo el mal
desaparecerá de su rostro…”[9]
Finalmente, aquellos lectores que
recuerdan mis series sobre el “Mesías Oculto” estarán interesados por aprender
que el texto dice claramente que este Hijo del Hombre ha estado oculto desde el principio:
“Para este propósito, él vino a ser el
Elegido; fue ocultado ante la presencia del ( Señor de los Espíritus) antes de
la creación del mundo, y por la eternidad”.[10]
“Porque el Hijo del Hombre ha estado
oculto desde el principio, y el Altísimo lo preservó en la presencia de su
poder; luego lo reveló a los santos y a los elegidos”.[11]
Así pues, podemos ver que es
precisamente esta figura —el Hijo del Hombre, o el Justo— quien viene a ser el
Salvador (el Salvador Oculto) en este libro. “Parece bastante claro, sin
embargo, que muchas de las ideas religiosas que se mantuvieron sobre… Jesús,
estuvieron presentes en el judaísmo de donde emergieron, tanto el círculo de
Enoc como los círculos alrededor de Jesús”.[12]
E incluso hay algunos lugares donde el Hijo del Hombre es llamado el Ungido, en
general, el libro habla sobre el Hijo del Hombre celestial y muestra poca
conexión con la idea del mesías.
Ahora podemos responder a la pregunta
que hicimos: ¿Por qué Jesús se llamó a sí mismo Hijo del Hombre y no Mesías?
Según el Libro de Enoc, la respuesta es obvia: Se llamó a sí mismo Hijo del
Hombre precisamente porque vino como Hijo del Hombre. No vino para encajar con
el esperado Mesías judío: muchas expectativas mesiánicas que Israel
tenía no se cumplieron durante la primera llegada de Jesús
porque él no fue ‘el Mesías’ del concepto judío. Él fue, sin embargo, el “Hijo
del Hombre” del concepto judío: llegó como el Hijo del Hombre transcendental,
eterno y universal y “ningún término fue más adecuado tanto para ocultar como
para revelar a aquellos que tuvieran oídos para escuchar, la identidad real del
Hijo del Hombre”.[13]
Estos son extractos de mis libros que
están incluidos en este artículo (y en muchos otros posts), por eso si te
gustan los artículos de este blog, podrías también disfrutar de mis
libros, puedes obtenerlos a través de mi página: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/
[12] Boyarin, Daniel. The Jewish Gospels (Kindle Locations
1303-1307). The New Press. Kindle Edition.
[13] Matthew Black, The Son of Man in the teaching of
Jesus, Expository Times, lx, pp.32
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