Pentecostés
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Pentecostés
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Pentecostés (del griego πεντηκοστή pentēkostḗ
‘quincuagésimo’) es el término con el que se define la fiesta cristiana del
quincuagésimo día del Tiempo de
Pascua. Se trata de una festividad que pone término a ese tiempo litúrgico y
que configura la culminación solemne de la misma Pascua, su colofón
y su coronamiento.
Durante Pentecostés se celebra la venida del Espíritu
Santo y el inicio de las actividades de la Iglesia. Por ello
también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia
católica es la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad. La
liturgia incluye la secuencia medieval Veni, Sancte Spiritus.
En las Iglesias ortodoxas existen además la celebración de las «Tres
Divinas Personas» o de la Santa Trinidad. Las
Iglesias occidentales celebran para esta ocasión desde el siglo XIV su propia
fiesta llamada «Trinitatis» —la fiesta de la Santísima Trinidad— una semana
después del Pentecostés.
En las narraciones sobre Pentecostés de los Hechos de los Apóstoles, se le
adjudica al Espíritu Santo (en congruencia con el Antiguo Testamento)
características milagrosas (carismas): él ofrece valentía y libertad,
posibilita la comprensión (glosolalia), y
fortifica una comunidad universal.
Índice
- 1Pentecostés en el Antiguo Testamento
- 2Pentecostés en el Nuevo Testamento
- 3Significado teológico del Pentecostés cristiano
- 4Calendario
- 5Festividades y celebraciones
- 6Citas bíblicas
- 7Notas
- 8Referencias
- 9Bibliografía
- 10Véase también
- 11Enlaces externos
El fondo histórico de tal celebración se basa en la fiesta semanal judía
llamada Shavuot (fiesta de
las semanas), durante la cual se celebra el quincuagésimo día de la aparición
de Dios en el monte Sinaí. Por lo tanto, en el día de Pentecostés también
se celebra la entrega de la Ley
(mandamientos) al pueblo de Israel.
Pentecostés era una de las tres grandes fiestas judías y para celebrarlo
gran cantidad de ellos subían a Jerusalén para dar
gracias a Dios y adorarle en el Templo. A los 50 días de la Pascua,
los judíos celebraban la «Fiesta de las siete semanas» o «Fiesta de las
semanas», que en sus
orígenes tenía carácter agrícola. Se trataba de la festividad de la
recolección, día de regocijo y de acción de gracias, en que se
ofrecían las primicias de lo producido por la tierra. Estaba estipulado que la
celebración debía festejarse siete semanas después de que se empezase la
primera labor de la siega. Venía indicado de la siguiente manera:
:«Contaréis siete semanas enteras a partir del día siguiente al sábado,
desde el día en que habréis llevado la gavilla de la ofrenda mecida, hasta el
día siguiente al séptimo sábado, contaréis cincuenta días...» (Levítico 23,
15-16).
por lo que se trataba de una fiesta móvil en el calendario, ya que su
fecha dependía del ritmo de la agricultura. Esta fijación tiene varias
interpretaciones según el sentido que se dé a la palabra «sábado». Si el día de
sábado se entiende como festivo o día de la Pascua, entonces la cuenta empezaba
el día siguiente; Filón y Flavio
Josefo interpretaban la ley de dicha forma. La otra interpretación es que si
la palabra «sábado» se entiende como el séptimo día de la semana, la cuenta
empezaría el domingo siguiente a la Pascua; los fariseos y una
tradición samaritana la interpretan de esta otra forma.
Más tarde, esta celebración se convirtió en recuerdo y conmemoración de
la Alianza del Sinaí, realizada
unos cincuenta días después de la salida de Egipto. Por designio divino, esta
fiesta que los judíos celebraban con tanta alegría se convirtió en la fiesta de
la «Nueva Alianza», la de la venida del Espíritu Santo con todos sus dones y
frutos.
Mosaico que representa Pentecostés
No hay registros de la celebración de esta fiesta en el siglo I con
connotaciones cristianas. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran
en escritos de san Ireneo, Tertuliano y Orígenes, a fines
del siglo II y principios del siglo III. Ya en el siglo IV hay testimonios de
que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la península ibérica, se
festejaba el último día de la cincuentena pascual por lo que esta cincuentena
está íntimamente unida a la «memoria» de Pentecostés.La Iglesia
Católica celebra su
manifestación al mundo.
En el cristianismo, Pentecostés es el fruto de la obra realizada por Cristo, el
resultado de sus merecimientos. En el Nuevo
Testamento se dice a veces que fue el mismo Cristo simplemente quien envió al Paráclito,
también traducido como Consolador, en referencia al Espíritu Santo. Otras
veces que fue el Padre pero, o bien a ruegos de Cristo, o bien en
nombre de Cristo. En una
ocasión se afirma que lo envió Cristo de parte del Padre. Según
Cabodevilla, todas estas expresiones denotan lo mismo: la emisión del Espíritu
por parte del Padre y del Hijo. El Apocalipsis lo puso de
manifiesto en la siguiente frase: Un río de agua viva, resplandeciente como
el cristal, saliendo del trono de Dios y del Cordero.
Según los escritos neotestamentarios, el
Espíritu Santo es el «Espíritu de Cristo». Otras
veces se lo llama el «Espíritu de Jesús» o «Espíritu de Jesucristo». También se
lo llama «Espíritu del Señor», o
«Espíritu de su Hijo».
Fue Simón Pedro el primero en explicitar el significado del
acontecimiento de Pentecostés en su discurso pronunciado ese mismo día. Era el
comienzo de la efusión del Espíritu Santo que Dios había prometido para la
«plenitud de los tiempos». Esos últimos tiempos, de los que se hablaba en el Libro de
Joel, En el Libro de
Ezequiel, y, por
último, en los Hechos de los Apóstoles, empezaron
con la muerte y resurrección de Jesucristo, cuya señal fue la de hacer hablar a
los apóstoles como verdaderos profetas mediante la efusión del Espíritu Santo.
En la iglesia parroquial de San Juan Bautista en Wuchzenhofen, Leutkirch
(Alemania), existen
dos medallones en la pared del fondo que representan dos momentos bíblicos en
la acción del Espíritu Santo: la Anunciación y
Pentecostés.
En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo aparece moviendo a Jesús
durante toda su vida. Fue el Espíritu Santo quien cubrió el seno materno de María antes de
que Jesús naciera. Más tarde,
descendió de forma visible en el momento del bautismo de Jesús, y
posteriormente lo condujo al desierto para
devolverlo luego a Galilea.
El primer sermón de Cristo comienza así: «El Espíritu del Señor está sobre mí». De allí
que el Espíritu Santo aparezca en la Biblia operando en la misma línea que
Jesús. Ireneo de
Lyon lo resumió en la siguiente frase: «El Padre se complace y ordena, el
Hijo obra y forma, el Espíritu nutre e incrementa».
La frase de Jesús: «Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os
enseñará toda la verdad» (Juan 16:13) no se refiere tanto a noticias nuevas
cuanto a una mayor profundización de la doctrina dictada ya por el Maestro. La
función magisterial del Espíritu Santo se reducirá a la mayor iluminación de lo
ya revelado, a la manifestación de elementos parciales, al descubrimiento de
nuevos aspectos en las verdades ya poseídas, a la deducción de consecuencias,
al asesoramiento en la aplicación de ciertas verdades a determinados sucesos.
[...] He aquí el oficio del Espíritu de Cristo: dar testimonio de Cristo.
Hasta la muerte de Jesús, el Espíritu Santo parecía estar circunscrito a
los límites normales de su individualidad humana y de su radio de acción. Pero
cuando murió, entregó su espíritu a Dios:
Jesús [...] dijo: «Todo está cumplido». E inclinando la cabeza, entregó
el espíritu.
Juan 19, 30
Los escrituristas suelen interpretar que esa entrega se derrama de
inmediato sobre la Iglesia, por lo cual en el Evangelio de Juan aparece Jesús
dándoles el Espíritu Santo a sus discípulos en el mismo día de su resurrección:
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana [...] Jesús les dijo
otra vez: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, yo también los
envío a ustedes.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el
Espíritu Santo.»
Juan 20, 19-22
En la Iglesia, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés no fue un
hecho aislado sino que la está santificando continuamente, también a cada alma
a través de sus innumerables inspiraciones que, según san Francisco de Sales son:
(...) todos los atractivos, movimientos, reproches y remordimientos
interiores, luces y conocimientos que Dios obra en nosotros, previniendo
nuestro corazón con sus bendiciones, por su cuidado y amor paternal, a fin de
despertarnos, movernos, empujarnos y atraernos a las santas virtudes, al amor
celestial, a las buenas resoluciones; en una palabra, a todo cuanto nos
encamina a la vida eterna.
Pentecostés es la confirmación de la promesa de Jesús: «Dentro de pocos
días seréis bautizados en el Espíritu Santo». Esto pone
de manifiesto varios aspectos, entre los que se destacan:
- La unidad espiritual de todos los que recibieron el Espíritu de Jesús.
Un solo Cuerpo y un solo Espíritu [...]. Un solo Señor, una sola fe, un
solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y
en todos.
Efesios 4, 4-6
- La constitución de una comunidad abierta a todos los pueblos. Esto se ve simbolizado por el llamado milagro de Pentecostés: todos oían hablar a los apóstoles en su propio idioma. Mientras que en la soberbia de la construcción de la torre de Babel terminaron por confundirse todas las lenguas, de forma que nadie podía comprender al otro a punto tal de quedar esa construcción inconclusa, Pentecostés se visualiza como la restauración de la unidad perdida en Babel.
- Si alguien tiene el Espíritu de Jesús, realiza los mismos gestos de Jesús: anuncia la palabra de Jesús; repite la oración de Jesús; perpetúa en la fracción del pan la acción de gracias de Jesús; y vive unido con los demás creyentes, compartiendo con ellos.
Día de Pentecostés (2002-2020)
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Año
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2002
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2003
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2004
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2005
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2006
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2007
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2008
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2009
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2010
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2011
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2012
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2013
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2014
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2015
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2016
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2017
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2018
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2019
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2020
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La solemnidad de Pentecostés es una fiesta móvil, lo que significa que
no se fija en relación al calendario civil, sino que se celebra en fecha
variable, según el año y el rito en cuestión.
Gráficamente los 50 días se cuentan de la siguiente forma:
Lunes
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Martes
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Miércoles
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Jueves
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Viernes
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Sábado
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Día 2
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Día 3
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Día 4
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Día 5
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Día 6
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Día 7
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Segundo
domingo de Pascua
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Día 9
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Día 10
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Día 11
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Día 12
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Día 13
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Día 14
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Tercer
domingo de Pascua
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Día 16
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Día 17
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Día 18
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Día 19
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Día 20
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Día 21
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Cuarto
domingo de Pascua
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Día 23
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Día 24
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Día 25
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Día 26
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Día 27
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Día 28
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Quinto
domingo de Pascua
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Día 30
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Día 31
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Día 32
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Día 33
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Día 34
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Día 35
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Sexto
domingo de Pascua
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Día 37
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Día 38
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Día 39
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Día 40
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Día 41
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Día 42
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Día 44
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Día 45
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Día 46
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Día 47
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Día 48
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Día 49
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El lunes después de Pentecostés es día de fiesta en muchos países, como Andorra, Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Hungría, Islandia, Liechtenstein, Mónaco, Neerlandia, Noruega, Rumania (desde el
2008), Suiza y Ucrania. También es
festivo en algunas comunidades autónomas y ciudades de España, como en Barcelona (CT), Ciudad Real (LM) y Zamora (LE).
En lo referente a las celebraciones populares acontecidas este día, se
destaca en Almonte, Huelva, Andalucía, la
celebración de la Virgen del Rocío ("La
Blanca Paloma"); llegan en romería hermandades de todas partes de España.
En Atienza, Guadalajara, CA, se celebra
desde el año 1162 la fiesta
de La Caballada, declarada Fiesta de Interés Turístico
Nacional.
- ↑ Tradicionalmente la solemnidad de la Ascensión del Señor se celebra el jueves de la sexta semana, cuarenta días después de la Pascua de Resurrección; sin embargo, diferentes conferencias episcopales celebran esta solemnidad en el séptimo domingo de Pascua.
1. ↑ Bernal, José Manuel (1984). Iniciación
al año litúrgico. Madrid: Ediciones Cristiandad. p. 137. ISBN 84-7057-357-8.
«Pentecostés no es, en ningún caso, un apéndice de la Pascua, sino su
culminación solemne.»
2. ↑ Saltar a: a b c d e f VV.AA.
(1989). Gran Enciclopedia Rialp 18. Madrid: Ediciones Rialp.
pp. 255-257. ISBN 84-321-0690-9.
3. ↑ Fernández Carbajal, Francisco (2010). Hablar con Dios. Madrid:
Ediciones Palabra. p. 769. ISBN 978-84-9840-039-7.
4. ↑ https://www.bibliacatolica.com.br, Bíblia
Católica Online -. «Mateo, 16 -
La Biblia de Jerusalén - Bíblia Católica Online». Bíblia Católica Online
(en portugués). Consultado el 11 de marzo de
2018.
6. ↑ Saltar a: a b c d
Cabodevilla, José María (1977). «"Me quedo con vosotros hasta el fin de
los siglos": El espíritu de Cristo». Cristo vivo. Vida de Cristo y vida
cristiana (5a. edición). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 978-84-220-0267-3.
8. ↑ Saltar a: a b c Grelot,
Pierre (2001). «Espíritu de Dios». En Léon-Dufour, Xavier. Vocabulario de
teología bíblica (18a. edición). Barcelona (España): Biblioteca Herder.
pp. 296-303. ISBN 978-84-254-0809-0.
9. ↑ Fernández Carbajal, Francisco (2010). Hablar con Dios. Madrid:
Ediciones Palabra S.A. pp. 771-772. ISBN 978-84-9840-039-7.
10. ↑ Aldazábal, José (2004). Enséñame tus
caminos 8. Domingos ciclo A, Volume 8. Barcelona: Centre de
Pastoral Litúrgica. p. 227. ISBN 84-9805-006-5.
- de Surgy, Paul (2001). «Pentecostés». En Léon-Dufour, Xavier. Vocabulario de teología bíblica (18a. edición). Barcelona (España): Biblioteca Herder. pp. 679-680. ISBN 978-84-254-0809-0.
- Fernández Carbajal, Francisco (2010). «96. Solemnidad de Pentecostés». Hablar con Dios. Madrid: Ediciones Palabra S.A. ISBN 978-84-9840-039-7.
- Keating, Thomas (2005). «El misterio de Pentecostés». El misterio de Cristo: la liturgia como una experiencia espiritual. New York, NY (EE. UU.): The Continuum International Publishing Group. pp. 93-96. ISBN 0-8264-1173-8.
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Pentecostés.
- Sitio Oficial del Vaticano
- Los primeros cristianos y Pentecostés
- Pentecostés en la Enciclopedia Católica
- Pentecostés en Catholic.net
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