De los Sermones de san Antonio de Padua, presbítero
(I, 226)
LA PALABRA TIENE FUERZA CUANDO VA ACOMPAÑADA DE LAS OBRAS
El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas
lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la
humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con
que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La
palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras. Cesen, por favor, las
palabras y sean las obras quienes hablen. Estamos repletos de palabras, pero
vacíos de obras, y por esto el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera
en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. «La norma del predicador -dice
san Gregorio- es poner por obra lo que predica.» En vano se esfuerza en
propagar la doctrina cristiana el que la contradice con sus obras.
Pero los apóstoles hablaban según les hacía expresarse el Espíritu Santo.
¡Dichoso el que habla según le hace expresarse el Espíritu Santo y no según su
propio sentir!
Porque hay algunos que hablan movidos por su propio espíritu, roban las
palabras de los demás y las proponen como suyas, atribuyéndolas a sí mismos. De
estos tales y de otros semejantes dice el Señor por boca de Jeremías: Aquí
estoy yo contra los profetas que se roban mis palabras uno a otro. Aquí estoy
yo contra los profetas -oráculo del Señor- que manejan la lengua para echar
oráculos. Aquí estoy yo contra los profetas de sueños falsos -oráculo del
Señor-, que los cuentan para extraviar a mi pueblo, con sus embustes y
jactancias. Yo no los mandé ni los envié, por eso son inútiles a mi pueblo
-oráculo del Señor-.
Hablemos, pues, según nos haga expresarnos el Espíritu Santo, pidiéndole con
humildad y devoción que infunda en nosotros su gracia, para que completemos el
significado quincuagenario del día de Pentecostés, mediante el
perfeccionamiento de nuestros cinco sentidos y la observancia de los diez
mandamientos, y para que nos llenemos de la ráfaga de viento de la contrición,
de manera que, encendidos e iluminados por los sagrados esplendores, podamos
llegar a la contemplación del Dios uno y trino.
RESPONSORIO Cf. Os 14, 6; cf. Sal 91, 13; Sir 24, 4
R. El justo florecerá como un lirio * y se alegrará eternamente ante el
Señor.
V. En medio de su pueblo se gloría.
R. Y se alegrará eternamente ante el Señor.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que diste a tu pueblo un predicador insigne del
Evangelio en san Antonio de Padua, y un intercesor eficaz que lo asistiera en
sus dificultades, concédenos, por su intercesión, que seamos fieles a las
enseñanzas del Evangelio y que contemos con tu ayuda en todas las adversidades.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
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