Wednesday, July 19, 2017

Homilia de Mons. Oscar A. Romero, Arzobispo de San Salvador - 22-25 de noviembre de 1979



Homilía de Mons. Oscar A. Romero, Arzobispo de San Salvador, en la convivencia de catequistas y responsables de las comunidades neocatecumenales en el Instituto Rinaldi

22-25 de Noviembre de 1979


 Queridos Hermanos:

Me alegro de que en nuestra Patria, concretamente en estas dos diócesis, esté floreciendo este impulso del Espíritu Santo. Doy gracias al Señor en nombre de ustedes por haber sido escogidos para ésto en nuestro país: la renovación de algo que pertenece íntimamente a la Evangelización, pero que por vicisitudes de la historia se ha ido como perdiendo, y entre las renovaciones que ha traído el Concilio Vaticano II es la de darle al Catecumenado su puesto de honor que siempre tuvo en la evangelización, porque el Catecumenado, la catequesis, es parte de esa evangelización.

De modo que yo para dejarles un mensaje de mi visita, les invito a vivir esa catequesis, ese Catecumenado en el sentido que la Iglesia propone. Saben que hace dos años ha habido en Roma un Sínodo de Obispos precisamente sobre la Catequesis. Y hoy el Papa ha sacado el resultado de aquella consulta sinodal en un documento sobre la Catequesis, que creo que para ustedes es un documento de primer orden que tienen que irlo asimilando. Y el Papa dice que el sentido de la catequesis supone estos empalmes:
 

1. CATEQUESIS Y KERIGMA

El Kerigma es el primer anuncio, como ustedes saben, el primer anuncio del Mensaje de Cristo que cae en el corazón de un hombre y logra la conversión, se entrega a Cristo. Es el primer anuncio, aquel "ven y sígueme" de Jesús, pero que luego no basta ese primer fervor, sino que luego sigue la Catequesis formando esa fe que ha suscitado en el Bautismo y en seguimiento de Jesús. Y los Obispos reunidos en Roma dijeron que en muchos países, y entre ellos los nuestros de Latinoamérica, se ha perdido ese enlace de que primero sea el llamamiento percibido por el hombre y siguiendo a Cristo, y después tratar de conocerlo más a Jesucristo, lo mismo que su mensaje, que sería la Catequesis, el Catecumenado.

Entonces se propone, pues, que ya que no se tuvo un Catecumenado que preparara ese seguimiento de Cristo y que muchos fuimos bautizados y hemos vivido tal vez sin haber escuchado el Kerigma y tenemos nuestro Bautismo pero como en una vida pagana, es necesario y urgente suplir ese llamado que no se sintió antes y que ahora con un Catecumenado bien hecho, viene a ser el encuentro verdadero con Cristo. No vamos a negar esta triste realidad de cuantos bautizados que no han escuchado el Kerigma, bautizados solo por un rito, por una costumbre. Y por eso estamos insistiendo tanto en nuestra Arquidiócesis la necesidad de preparar con charlas prebautismales ese gran Sacramento, que no vaya a suponer que hasta después del Bautismo se va a hacer entonces el Catecumenado. Pero gracias a Dios que se llega a recuperar algo que debió ser a la inversa. Nunca es tarde para conocer al Señor y para tratar de reparar con una vida más fervorosa lo que no se hizo antes. No lo habíamos seguido, no lo habíamos conocido no habíamos tenido el Kerigma, pero ahora el Catecumenado nos da la oportunidad no solo del Catecumenado, que debía seguir al Kerigma, sino una formación que al mismo tiempo sea el encuentro, el Kerigma.

Creo que en el movimiento Catecumenal se está dando perfectamente este deseo, que es suplir ese anuncio del Evangelio que no le habíamos dado la debida atención, junto con una formación ya sistemática que es la Catequesis.

El segundo empalme es éste:
 

2. CATEQUESIS Y SACRAMENTO

Es también algo que tenemos que urgir en nuestra pastoral, en nuestra evangelización. Una práctica de recibir sacramentos sin catequesis presenta un ritualismo vacío. Para cuántos el Bautismo no es más que una ceremonia social, buscar padrinos, preparar la fiesta, pero para que pocos el Bautismo significa la incorporación del niño, del hombre a la vida de Cristo, a su Muerte y a su resurrección. Y así los otros sacramentos. Cuántos se casan sin saber todo el sentido profundo de la unión de Cristo con la Iglesia que se hace presente en la unión del hombre con la mujer en el matrimonio.

La catequesis entonces tiene que llevar al sacramento, porque al revés, una catequesis sin sacramento resulta una especulación, un racionalizar nada más; pero cuando la catequesis se encuentra con el sacramento, la catequesis prepara a recibir un signo de esos que son encuentros con Dios, que rico resulta entonces un catecumenado, una catequesis que rico resulta entonces un Catecumenado, una catequesis que nos lleva a los signos eficaces de la presencia de Dios y de su gracia, el encuentro con Dios.

Ustedes son elementos muy valiosos, en las parroquias que ha mencionado el Padre, para que logren que se revitalice toda una Catequesis que no consiste únicamente en reflexionar, en aprender de memoria, sino en una Catequesis que oriente hacia el Sacramento y unos Sacramentos que se reciban con plena conciencia, con respeto, con adoración del Señor que se encuentra en esos signos sacramentales. No puede haber, pues simplemente evangelización y, como se decía antes, sacramentalización, sino que las dos cosas; la verdadera evangelización lleva a encontrarse con Cristo en el signo de la Iglesia y de sus sacramentos.

Otro empalme que yo quería dejarles, aquí como mi mensaje es el empalme entre:
 

3. CATEQUESIS Y COMUNIDAD.

No es el asunto de vivir una religión individualista, sino vivirla en comunidad. El catecumenado se preparaba antes, y hoy gracias a Dios vuelve esa práctica, como una comunidad ( el Padre ha mencionado parroquias y diócesis). Es la Comunidad la que presente a sus hijos y se veía tan hermoso aquello de que la Iglesia se parece a la Virgen que siendo virgen está fecunda continuamente de hijos que da a luz en los sacramentos, en el Bautismo. La noche de la Vigilia Pascual es el alumbramiento de la Iglesia, Virgen y Madre, que en el Bautismo se ha enriquecido con nueva generación, con nuevos hijos. Y la Iglesia como Comunidad, como Parroquia, como Diócesis, siente la obligación de cuidar la fe de esos hijos que le han nacido y de darles también ese calor de hogar para vivir la fe y la vida cristiana comunitariamente. Jamás se puede concebir un Catecúmeno, un Cristiano que quiera vivir su fe aisladamente. Tiene que preocuparse por haber comunidad, tiene que hacer que su comunidad vaya creciendo en profundidad de fe y en extensión misionera. Tiene que estar inconforme mientras mire tantos bautizados que no han percibido la riqueza de su Bautismo. Lo que hacían los Apóstoles era, pues, llevar ese tesoro y expandirlo haciendo comunidades, viviendo en comunidad.

Ese sentido comunitario hoy en el país lo necesitamos urgentemente. Hay una confusión a veces entre la Comunidad cristiana y el grupo político y no se sabe distinguir a veces porque los miembros de una Comunidad no profundizan en su fe y se confunde. Yo en mi carta pastoral digo que muchas veces nuestra gente, sobre todo los jóvenes, han llegado más pronto a una madurez política que cristiana, y le dan a su vida una dimensión más política, -como que si fuera la única dimensión de la vida lo político- y no les queda tiempo para lo cristiano; cuando es al revés, lo cristiano es lo primero y desde lo cristiano hay que buscar cada uno su situación en el país, en la vocación que Dios le da. Si Dios le ha dado vocación política, que la viva como cristiano, y así tendremos esos hombres que ahora se necesitan, que madurándose en una comunidad cristiana, madurando en el evangelio, en su fe, en su compromiso con Cristo, en su seguimiento al Señor que no le permitirá traicionarlo ni en las leyes ni en las maneras del País, la política, vayan luego hacer grandes agentes de las transformaciones que ahora necesita la Patria, que necesita más que nunca, pues, de cristianos bien comprometidos con Cristo, y de una comunidad que, como pueblo de Dios, sea lo que dice la Biblia, que es como una luz en la montaña.

Hoy, cuando hay tanta confusión, tantos grupos, tantos reclamos, debía de sentirse bien luminosa la Comunidad cristiana, dando luz orientación a todas esas cosas que suceden en nuestro ambiente.

Yo les auguro y les pido con todo el corazón como Pastor, que dondequiera que vayan, a las parroquias donde están viviendo y extendiéndose, procuren llevar el Catecumenado, su reflexión bíblica, su sentido del sacramento, su compromiso cristiano hacer comunidad, pero una comunidad que no se cierre, en la complacencia de sí misma, una comunidad que es la Iglesia y lleva a Jesucristo, pero para servir al mundo, una comunidad que trata de iluminarse de la luz de Dios, pero para dar esa luz a su alrededor: una comunidad que cada día sea más comprometida con Cristo para ser cada vez más comprometida con la redención de Cristo en medio de los pueblos, en medio del mundo.

Estas, son las tres síntesis que yo quisiera dejarles como un encargo muy encarecido y que corresponde plenamente al espíritu del movimiento Catecumenal: -Entre Kerigma, que es conversión, encuentro con Cristo, y la formación catequística y la profundización de la fe (catequesis ordenada sistemática).

- En segundo lugar, pues, el Catecumenado y el Sacramento.

Que jamás un Catecúmeno sea lejos, de su vida sacramental, que encuentre en su Eucaristía, en su confesión, en todos estos santos sacramentos y en el que muchos de ustedes, llevan del sacramentos del sacramento del Matrimonio que está permanente en ustedes, sepan vivirlo para que la formación catecumenal sea al mismo tiempo vida que se vive con la vida sacramental.

- Y en tercer lugar, catequesis, catecumenado y comunidad.

Comunidad al servicio de la sociedad, comunidad-luz, comunidad-fermento, comunidad-sal de la tierra y luz del mundo.

Esto vamos a vivir junto con Jesucristo, pues aquí está el centro de nuestra vida, en la Eucaristía, y desde aquí Jesucristo nos hace real cada vez más la frase: "el que da su vida…" para poderla transmitir a ese mundo tan necesitado, tan frío porque le falta Cristo, y es nuestra misión de dárselo.


Tuesday, July 18, 2017

LECTURA ORANTE - http://puntadascatolicas.blogspot.com/


Guatemala
18 de julio de 2017

Queridos hermanos,
Hoy tengo sumo agrado de compartir este bello blog sobre la Oración con La Palabra de Dios... La autora de este blog solo se identifica como "scarlett" - me paree que es parte de un equipo que trabaja en Puntadas Católicas... El blog no tiene ciudad de origen... pero el contenido es muy practico y puntual... En el Camino se nos induce a Escrutar por lo menos una vez al mes. Es una practica muy beneficiosa... es prácticamente imposible dar catequesis o salir a evangelizar sin tener la costumbre de escrutar las Escrituras. Shalom!

Notapor scarlett* » Jue Ene 10, 2013 12:54 pm

Pido al Espíritu santo ilumine éste tema para mayor gloria de Dios, para nuestro bien y el de toda su Santa Iglesia. Amén
Inicio éste tema como un medio de acercarme a Dios en oración por medio de su palabra.
Lo hago en unos foros utilizándolos como un cuaderno en donde plasmar lo que me dice su palabra en mi vida.
Lo hago para evitar el aislamiento como bien dice la descripción de lo que es la lectura orante o lectio divina y los pasos para poder realizarlo.
Lo hago porque es la manera en que puedo evitar la pereza y la inconstancia, no tanto porque mi opinión sea importante o porque lo que me dice a mí sea lo mismo que le diga a los otros.
Lo hago tratando de no alejarme de lo que nos marca la iglesia que pastorea al pueblo de Dios. El Papa Benedicto XVI lo recomienda para profundizar en nuestra fé. Siguiendo ésta recomendación he tratado de leer en casa la Biblia, pero me siento sola en ello, me da pereza, soy inconstante.
Por éso pidiendo su comprensión, me atrevo a hacerlo aquí.

Empiezo compartiendo lo que es la lectura orante, los pasos que se necesitan para orar de ésta manera esperando les sean útiles también.



«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005

ALIMENTARSE DE LA PALABRA MEDIANTE LA LECTIO DIVINA

1. - ¿Qué es la Lectio Divina?

La expresión Lectio Divina procede del Latín y significa: “lectura de Dios”, “lectura divina”, y expresa una práctica usada por los monjes pero que poco a poco se va difundiendo entre muchos cristianos: la lectura orante de la Biblia. Se trata de una manera de profundizar en la Escritura, no tanto desde el estudio sino desde la oración, para llegar a un encuentro personal “de tu a tu” con Dios.

Es una forma de entrar en conversación (o diálogo) con Dios, quien nos habla a través de la Palabra, y nosotros le respondemos. Decía San Jerónimo que “desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”, por eso estamos invitados a conocer a Dios a través de sus palabras, de su Palabra. No es un “método de relajación” o de “evasión”. Por lo tanto, para practicarla, hemos de tener claros algunos principios fundamentales:

- Verdaderamente Dios nos habla a través de la Biblia.
- Dios habla a través de toda la Biblia, cada pasaje debe leerse dentro del conjunto de toda la Biblia, no debemos sacarlos de su contexto.
- La Lectio supone que el que lee la Biblia tiene fe, leemos la Biblia desde nuestra fe en Jesucristo, vivo en medio de nosotros.
- La lectura individual es imprescindible para hacer una lectura comunitaria. Se busca el crecimiento personal, leer juntos tiene como fin enriquecernos mutuamente.

Más que un método, la Lectio Divina es un “camino” ya que no se trata de una técnica como si habláramos de una receta. Decimos que se trata de un camino porque cada uno lo realiza vivencialmente. El camino y la meta son Cristo mismo, y por él vamos ascendiendo hasta Dios. A medida que avanzamos, pasamos por cuatro fases, que son cuatro actitudes básicas del creyente que desea seguir a Cristo conociendo su palabra (lectura), aprendiendo a vivir como Él vivió (meditación), suplicando fuerza y luz para sus pasos (oración) y trabajando por la venida del Reino de Dios al mundo (contemplación).

2. - ¿Cuál es el camino que sigue la Lectio?

Fue un monje cartujo del S. XII, llamado Guigo, quien nos describió este proceso con estas palabras: “cierto día, durante el trabajo, al reflexionar sobre la actividad del espíritu humano, de repente se presentó a mi mente la escalera de los cuatro peldaños espirituales: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. Esa es la escalera por la cual los monjes suben hasta el cielo. Es cierto, la escalera tiene pocos peldaños, pero es de una altura tan inmensa y tan increíble que, al tiempo que su extremo inferior se apoya en la tierra, la parte superior penetra en las nubes e investiga los secretos del cielo”.

Por eso, se presenta esta lectura como una escalera de cuatro peldaños: Lectio (lectura), Meditatio (meditación), Oratio (oración) y Contemplatio (contemplación), cuatro pasos, que son la estructura del método:

CONTEMPLACIÓN
ORACIÓN
MEDITACIÓN
LECTURA

En este proceso cada paso nace del anterior. Cierto que cuando uno está empezando a practicarlo, se sube cada peldaño de forma consciente, pero a medida que el orante se familiariza con este método, se va realizando el proceso automáticamente pasando de uno a otro como el día sucede a la noche: de forma gradual.

Pero antes que nada, cuando se va a dedicar un rato a hacer Lectio Divina, hay que buscar un espacio con el adecuado silencio que facilite la oración, un lugar donde uno pueda estar ese rato cómodo, y sabiendo que se dispone del tiempo suficiente para poder llevar a cabo todo el proceso. Es fundamental ese primer momento para que haya una “ruptura” con el ritmo de la vida ordinaria de modo que se pueda estar a la escucha de la Palabra, este esfuerzo por “desconectar” es, a veces, lo más costoso. Entre las disposiciones del lector-orante debe haber: fe y apertura al Espíritu, pureza de corazón, docilidad, espíritu de oración, conversión continua, comunión con la Iglesia. Al comienzo, pues, pedimos el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que descendió sobre los apóstoles, haciendo posible su comprensión y aceptación de Jesús (Jn 16,13). Él viene sobre nosotros para que la Palabra sea engendradora de vida y verdad.

3. - Los cuatro pasos.

Lectio – lectura: ¿qué dice el texto?

La Biblia no es un libro anticuado e insignificante para nuestra vida, sino actual y significativo. Tiene mucho que decirnos sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre el momento histórico que vivimos. Pero para descubrir la unión entre esa Palabra, escrita hace siglos, y nosotros, hemos de leer de forma constante y continua, perseverante y diaria la Biblia, hasta familiarizarnos con ella.

[img]La%20lectura%20busca%20la%20dulzura%20de%20Dios,%20y%20como%20es%20el%20punto%20de%20partida,%20debe%20hacerse%20con%20atención%20y%20respeto[/img]. Es mejor comenzar con pasajes de la Escritura que ya conozcamos porque existe el riesgo de dejarnos llevar por la curiosidad (que a veces puede ser una forma de pereza) y emplear la mayor parte del tiempo en leer, en véz de orar. Una vez escogido el texto, se trata de leer y releer el texto, identificando los personajes y la acción, preguntándose por el contexto y los destinatarios, para averiguar qué es lo que el autor quiso decir. Una ayuda puede ser ir marcando con lápiz las palabras o frases que quiero destacar (Por ejemplo: Interrogación: duda. Subrayado: algo importante. Exclamación: punto para la meditación. Asterisco: tema para la oración. Palabra al margen: Compromiso. Etc.) No se trata de un estudio en profundidad, pero si es bueno hacerse alguna de las siguientes preguntas:

¿Es un relato, un poema, una enseñanza, etc.? ¿Dónde se sitúa el pasaje bíblico: época, lugar, motivo, etc.? ¿A quienes les escribió el autor? ¿Qué nos dice sobre Dios? ¿Nos habla algo acerca del mundo de entonces, o de la historia, o de las personas? Etc. Se trata de conocer lo que dice ese pasaje bíblico, no de lo que yo pienso o de lo que me han comentado. Es decir: ¿Qué dice el texto en su contexto?

No hay una norma fija para saber cuando se pasa al siguiente momento, la meditación, pero cuando ya se ha dedicado un rato suficiente para tener una idea clara del texto y sintamos el deseo de saborear el pasaje, debemos hacerlo.

Meditatio – meditación: ¿qué me dice a mí?

Por la meditación se penetra en el fruto que la letra nos ha mostrado, nos ayuda a descubrir el sentido que el Espíritu quiere comunicar hoy al creyente, a la Iglesia, a través de los diversos pasajes de la Biblia. Lo fundamental sería llegar a comprender “¿Cuál es el mensaje que este pasaje tiene para mí? ¿o para nosotros?

Esto se realiza “rumiando”, masticando, la Palabra en nuestro interior de modo que pase de la boca al corazón. Por ello es bueno resumir lo que hemos leído en una frase para repetirla en este momento, y quizás luego durante toda nuestra jornada, como una gota de agua que cae constantemente sobre la roca hasta horadarla, así debe caer la Palabra de Dios hasta penetrar el corazón endurecido como pedernal y lograr transformar nuestra persona. En este proceso, lento pero real, es el Espíritu, presente verdaderamente en la Palabra, el que realiza esa transformación.

Es aquí donde se establece el diálogo entre lo que Dios nos dice en su Palabra y lo que sucede en nuestra vida. Se medita reflexionando, nos pueden ayudar algunas preguntas como estas: ¿Qué diferencias y parecidos hay entre lo que estoy leyendo y mi vida? ¿Qué cambio debiera haber en mi vida? ¿Qué debería crecer en mí? Etc.

Cuando se hace comunitariamente, la búsqueda en común hace surgir el sentido eclesial de al Biblia, fortaleciendo en todos la fe. Cuando ya vemos claro lo que Dios nos pide, también aparece clara nuestra propia incapacidad, nuestras debilidades para hacer lo que la Palabra nos está sugiriendo. Ese es el momento de pasar a la Oración, de pedir a Dios su ayuda para que podamos responder.

Oratio – oración: ¿qué me hace decirle a Dios?

La oración, provocada por la meditación, comienza con una actitud de admiración silenciosa y de adoración al Señor; es la segunda parte del diálogo que iniciamos con la meditación, y la pregunta que nos motiva en este momento sería algo así: ¿Qué me inspira decirle a Dios el pasaje que he meditado?

Si hasta ahora habíamos escuchado a Dios, ahora esa escucha nos mueve a dirigirnos a Él. En la oración entran en juego el corazón y los sentimientos. En este momento especialmente dedicado a la oración, el creyente responde a Dios, movido por el Espíritu. Es una respuesta profundamente nuestra, que se expresa en la súplica, la alabanza, la acción de gracias, la queja, etc. Quizás nos pueda inspirar rezar alguna oración que ya conocemos, un salmo, etc. Para pasar, por último, a la contemplación no hay un momento claro.

Contemplatio – contemplación: ¿A qué conversión me invita?

La Contemplación es el punto de llegada de la Lectio Divina; es la actitud de quien se sumerge en lo meditado para descubrir y saborear en los acontecimientos la presencia activa de Dios a través de su Palabra. Además, nos invita a comprometernos con la transformación de la historia que la Palabra de Dios provoca. Envés de ser una evasión de la realidad, es una profundización en lo profundo de ella para descubrir cómo colaborar con Dios en su designio de Salvación para la humanidad.

Podríamos entender la contemplación como “un retorno al Paraíso perdido”, como un gusto y dulzura experimentados en el corazón de quien hace de la Palabra de Dios el único punto de referencia de su vida. Pero hay que cuidar de que esta práctica no nos lleve a una piedad aislada de la vida real.

También podemos entenderla como una nueva manera de ver, observar y analizar la vida, los acontecimientos y la historia personal y colectiva: mirar al mundo desde los ojos de Dios. De aquí brotará el compromiso por insertarnos en nuestro mundo y colaborar con Dios en su transformación.

4.- Otros pasos en la Lectio Divina: Statio – Discretio – Collatio – Actio – Ruminatio

Muchas veces se ha añadido a estos cuatro pasos clásicos algunos más: por ejemplo, a los preparativos se le ha denominado Statio (preparación) y se trataría de estar a la espera, ponerse a la escucha, disponerse interiormente haciendo silencio. Más conocido es el quinto paso: Actio – acción: se trata de recordar lo último que comentábamos anteriormente: la escucha orante de la Palabra de Dios debe llevarnos al compromiso, a que en la vida cotidiana se refleje lo que hemos orado. También se habla de una Ruminatio – acción de rumiar: se trataría de sacar una frase, o una palabra del rato de oración para ir repitiendo a lo largo del día, que nos vaya recordando lo orado y nos facilite el propósito de llevar a la acción nuestra Lectio. Algunos han intercalado otros pasos entre la Contemplación y la Acción: Discretio – discernimiento: que es tratar de distinguir cual es la voluntad de Dios. Y también la Collatio – intercomunicación: cuando se dialoga con otros la propia respuesta a la Palabra. Pero estos dos pasos de alguna manera ya estarían también incluidos en los que hemos visto; sobre todo lo que quiere darse a entender es que no se utilice la Lectio como un ejercicio de individualismo sino que nos lleve al compromiso. Por eso, para no complicarnos, como método clásico nos quedamos con los cuatro pasos ya expuestos.

6.- Actitudes necesarias.

Son necesarias unas disposiciones interiores para que este método de fruto, podemos destacar tres:

Escucha: es necesario acercarse a la Palabra de Dios con reverencia y actitud atenta. Se suele recordar el pasaje en que Moisés, ante la zarza ardiente, contempla y Dios le dice: “descálzate porque el lugar que pisas es sagrado” (Ex 3, 1-6). La Palabra de Dios es para nosotros, como la zarza, un misterio atrayente. Pero hemos de acercarnos “descalzándonos” de todo aquello que nos impide acogerla como merece (ruidos, prisas, preocupaciones, etc.).

Compromiso de vida: La Lectio Divina requiere una armonía entre lo que oramos y lo que vivimos. Es la decisión radical y constante de vivir según el Evangelio, de seguir a Jesús como discípulos. Si esto no lo tenemos claro y queremos hacer compatible la fe con una vida desordenada, la Lectio no puede dar ningún fruto.

Perseverancia: Nosotros somos impacientes y queremos ver en seguida los resultados, pero Dios tiene una pedagogía más pausada. La Palabra leída, meditada, orada y contemplada es en nosotros como una semilla que da fruto de forma misteriosa, según los planes de Dios. Por eso la Lectio requiere que le dediquemos asiduamente un tiempo exclusivo.

La lectura comunitaria facilita este aprendizaje, nos ayuda a perseverar, nos ilumina los pasajes que nos resultan más costosos, etc. Además, el grupo de creyentes que frecuentemente escuchan juntos la Palabra de Dios es expresión de la Iglesia. Esta palabra viva y eficaz nos impulsará a vivir según las enseñanzas de Jesús y a ser presencia suya en medio del mundo.

7.- Algunos riesgos a tener en cuenta:

Aisllamiento – individualismo: Ya se ha dicho que un peligro es el aislamiento. Nuestra oración no es una búsqueda artificial de paz, no se trata de un método de relajación. Nuestra oración proporciona paz porque Cristo da la paz que el mundo no puede dar, pero al mismo tiempo nos impulsa al compromiso con la transformación de nuestro mundo. El Objetivo de la Lectio Divina no es conducir al lector-orante cristiano a una piedad intimista, individualista, encerrada en “su gozo del Señor”, sino el de guiarlo a través de un itinerario espiritual que le identifica con Cristo y le abre a la misión en el mundo.

“Esoterismo”: También existe la tentación de ser tan originales que de la lectura bíblica lo que busquemos sea encontrar “mensajes ocultos” o ideas contrarias a la doctrina de la Iglesia. No nos engañemos, el contenido de la fe no va a cambiar, lo que creemos recoge la esencia de la Revelación, y por lo tanto, del mensaje de la Biblia. Lo que sí pretende conseguir este método es hacer viva en nosotros la presencia de Dios, entrar en diálogo con Él, alentarnos en nuestro compromiso cristiano, familiarizarnos con el tesoro que encierra la Biblia y, en definitiva, conseguir que el Espíritu Santo sea quien mueva nuestra vida.

Inconstancia: Por último, ya se ha apuntado que otro riesgo es la falta de perseverancia. Hay personas como los monjes, pero también muchos seglares y sacerdotes, que llevan docenas de años practicando la Lectio, seguramente no se les notará de una forma muy espectacular, seguramente pasan desapercibidos ante tanto ruido que se hace en nuestro mundo. Pero cuando uno tiene ocasión de tratar con alguno de ellos puede descubrir que ahí hay un verdadero creyente, con una fe fuerte, y con capacidad de transmitir a Dios. Esto no se logra con una semana, un mes o un año, sino con la idea de realizar esta práctica con la misma cotidianidad con que uno se asea, come o respira.

http://puntadascatolicas.blogspot.com/
CAMPAÑA DE ORACION POR LA PAZ
La cruz de Cristo sufriente en cada víctima inocente. Cubierta con rosas de oración por el perdón , reconciliación y conversión









Notapor scarlett* » Jue Ene 10, 2013 1:42 pm


Paz y bien.

Oración antes de leer la Biblia

Jesús Maestro, que has dicho: Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos,
quédate con nosotros, que estamos reunidos para meditar y comulgar con tu Palabra.

Tú eres el Maestro y la Verdad: Ilumínanos para que comprendamos mejor las Sagradas Escrituras.
Tú eres la guía y el camino: haz que seamos dóciles en tu seguimiento.

Tú eres la Vida: haz que nuestros corazones sean la buena tierra donde la semilla de tu Palabra
produzca frutos abundantes de santidad y apostolado.

Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida. Ten piedad de nosotros.

Monday, July 17, 2017

Las Seis Mitzvot Constantes - Mitzvá 1: Saber que Dios Existe - por Rav Noaj Weinberg zt"l

Guatemala
17 de julio de 2017

Queridos hermanos,
Ya anteriormente se los había prometido. Hoy cumplo con este bello post del Rav Noaj Weinberg, quien ha escrito en multiples ocasiones en Aish Latino... Es un poco largo, pero vale la pena. Shalom!


Las Seis Mitzvot Constantes - Mitzvá 1: Saber
que Dios Existe
Cultiva la mejor relación posible con los mejores beneficios posibles.
El principio fundamental de la Torá es: "Debo imaginar a Dios frente a mí en todo momento" (Shulján Aruj, Oraj Jaim 1:1). Aquel que quiera cumplir con este principio debe ser cuidadoso en cumplir lo que el Sefer Hajinuj escribe en su introducción y en los capítulos 25, 26, 417, 418, 432, 487.
"Existen 6 mitzvot que es obligación cumplirlas constantemente; uno nunca está exento de ellas incluso por un instante, durante toda su vida. Cada momento en el que uno piensa sobre ellas cumple una mitzvá y la recompensa recibida es infinita".
Beur Halajá 1:1 (Ver también Jaié Adam, Klal 1, y Aruj Hashulján: 1;14)
(Cada punto está desarrollado en artículos separados.)
1. Saber que hay un Dios Cada vez que recordamos que el Todopoderoso está con nosotros, arreglando todo para nuestro bien, cumplimos esta mitzvá.
2. No Creer en Otro Poder: Cada vez que decimos: "Gracias a Dios", en lugar de decir: "Mira que inteligente soy", cumplimos esta mitzvá. Regocíjate, no te enorgullezcas.
3. Saber que Dios es Uno: Cada vez que nos damos cuenta de que todo el mundo es una ilusión, reconociendo que nuestro Creador es verdaderamente real y que Él es todo lo que anhelamos, cumplimos esta mitzvá.
4. Amar a Dios: Cada vez que recordamos que el Creador del universo nos ama más que nuestros padres, más que todo el amor del mundo, cumplimos esta mitzvá.
5. Temer a Dios: Cada vez que recordamos que vale la pena dejar todos los placeres de este mundo para obtener la recompensa de una mitzvá, con sólo sonreír, cumplimos esta mitzvá.
6. No te Dejes Llevar por Tus Ojos y Tu Corazón: Cada vez que hacemos lo que Dios quiere de nosotros en lugar de hacer lo que sentimos que queremos hacer, cumplimos esta mitzvá
Mitzvá 1 Saber que Dios Existe
Un "ideal de vida" es aquel que te lleva a un estado elevado. Por ejemplo, el objetivo de un hombre de negocios es ser rico. Hacer transacciones en la bolsa o invertir en bienes raíces son sus medios para alcanzar su objetivo.
Una fórmula similar se aplica al Judaísmo. El objetivo del Judaísmo es cultivar la relación más increíble con Dios.
Las 613 mitzvot son conductos que nos enseñan sobre la realidad de la existencia de Dios y cómo vivir con esa conciencia.
La mayoría de las 613 mitzvot de la Torá requieren que hagamos algún tipo de acción, como dar caridad o comer matzá en Pesaj. Estos son medios para lograr un objetivo final.
Las "Mitzvot-objetivo" son los seis mitzvot constantes. En lugar de requerir la realización de alguna acción, estas mitzvot son una vivencia en sí mismas - vivir con la realidad de la existencia de Dios.
Las Seis Mitzvot Constantes son:
1. Saber que existe un Dios.
2. No creer en otros dioses.
3. Creer que Dios es uno.
4. Amar a Dios.
5. Temer a Dios.
6. No guiarte erróneamente por tus ojos y tu corazón.
Cada momento de conciencia es otra oportunidad para llevar a cabo estos ideales. Ninguna de las otras mitzvot te brinda la misma oportunidad, y es por eso que las Seis Mitzvot Constantes son nuestra prioridad. Todas las demás mitzvot sólo construyen y refuerzan estos ideales.
Conocimiento Intelectual de Dios
El primero de los Diez Mandamientos declara: "Yo soy el Señor, Tu Dios, que te ha sacado de la tierra de Egipto" (Éxodo 20:2).
Esta es la mitzvá de "Saber que existe un Dios".
La lógica que se encuentra detrás de este mandamiento parece difícil de entender. Alguien que ya observa los mandamientos de Dios obviamente cree en Su existencia - entonces ¿para qué necesitamos un nuevo mandamiento que nos ordene hacerlo? Y si alguien no sabe que Dios existe ¿por que habrá de escuchar este mandamiento?
Entonces, ¿para quién es esta Mitzvá?
La respuesta es que no debemos creer en Dios "sólo con fe". Investiga la evidencia. Obtén conocimiento. Busca. Estudia. Analiza. Es un principio fundamental del Judaísmo: tienes que saber, no sólo creer.
Confianza Emocional
"Tienes que saber este día, y entenderlo en tu corazón, que el Todopoderoso es Dios" (Deuteronomio 4:39, el rezo del "Aleinu").
Pero hay más. No es suficiente sólo saber intelectualmente que existe un D-os que está a cargo de todo. También lo debes saber en tu corazón. Este conocimiento emocional es mucho más profundo porque afecta a la manera en la que la persona conduce su vida. El protagonista del circo está dispuesto a caminar en la cuerda floja porque tiene la confianza de que hay una red debajo de él. Similarmente, un niño saltaría de una repisa a los brazos de su padre, con la plena confianza de que su padre lo agarrará.
Todo el sentido de la vida es enderezar nuestra conciencia de Dios. ¿Cómo sabes si realmente estás consciente respecto de Dios? Por medio de la confianza. Si estás consciente, estarás dispuesto, por decirlo así, a caminar sobre una cuerda floja o a saltar a los brazos de tu padre.
Pasos Para Creer en Dios
Rabenu Bejaie (siglo XII) en su libro de superación personal, "Los Deberes del Corazón" (Jovot Halevavot), describe cuatro pasos claves para construir la fe en Dios:
El primer paso es darnos cuenta de que el Todopoderoso nos quiere con un amor ilimitado. La cosa más cercana que tenemos para relacionarnos con esta idea es el amor que le tiene un padre a sus hijos. El Todopoderoso es nuestro Padre. Su amor hacia nosotros excede todo el amor de este mundo. Tener conciencia de Dios es vivir con esta realidad.
Muy dentro nuestro sabemos que Dios nos ama. Cualquier persona en peligro le reza a Dios. Esto es cierto, inclusive con gente que Lo ha ignorado toda su vida. Como dice el dicho: "No hay ateo en una cueva de lobos". Inclusive que hayas hecho todo equivocadamente, cuando necesitas a tu Padre, ahí Él estará.
Segundo Paso: Línea Directa
El Departamento de Defensa de los Estados Unidos gasta millones de dólares anualmente para mandar señales a estrellas distantes con la esperanza de que exista vida allí. Puede tomar 2,000 años para que las señales lleguen hasta allí, pero siguen esperando...
Si alguna vez recibirán una respuesta – inclusive un solo "hola" - todo el mundo se impresionará.
¿Alguna vez tu rezo ha sido contestado? Cuatro de cinco personas dirían "sí". El Creador de este universo se ha comunicado privadamente contigo. No es increíble!
La mayoría de la gente cuyo rezo fue contestado ni siquiera supo en qué dirección mandar la señal. Simplemente dijeron: "D-os, por favor ayúdame...". Cinco billones de seres humanos, toda una galaxia de planetas y estrellas y Dios le contestó a este individuo!
La mitzvá de creer en Dios significa vivir con la realidad de que no estás solo. El saber que Dios existe y que atiende cada detalle, debe ser un pensamiento constante.
Tercer Paso: Él Hace Todo
Si tu padre te da un dólar, está disminuyendo su cuenta bancaria - inclusive que sea un multimillonario. Pero si el Todopoderoso te da un billón de dólares, no le quitas nada. Dios tiene todo el poder. Creó el universo de la nada. Puede hacerte un genio. Puede sanar a tu hijo. Puede hacer lo que quiera.
Piensa en la cantidad de milagros que Dios hizo para que des tu primer respiro. Un feto no utiliza sus pulmones; toma oxígeno de la sangre de la madre. Cuando un niño nace, el bebé tiene que respirar por si mismo y todo el sistema biológico cambia. Una válvula del corazón se cierra, los pulmones se inflan y todo tiene que encajar en el lugar correcto, en el tiempo correcto.
Piensa cuánto Dios te ha dado desde que naciste, dirigiéndote en cada paso de tu vida.
Todo lo que Dios hace por ti es un regalo. Y cualquier cosa que quieras de Dios no es nada comparado con lo que D-os ya te ha dado. Si estás pidiendo por un billón de dólares, no se compara con el par de ojos que te dio gratis.
Dios mantiene el universo cada segundo, cada criatura, cada hoja. Dios hace que tu corazón palpite. Te provee con comida. Crea el sol con calor y luz. No hay nada que pueda detener a Dios. Tus padres, maestros y jefes son los mensajeros. Cada cosa que tienes es enviada por Dios.
Saber esto te da la confianza de que Dios va a continuar dándote todo lo que necesitas.
Cuarto Paso - Lo Mejor de Todo
Dios no necesita nada de ti. No necesita que comas comida casher ni que cumplas shabat.
Dios sólo quiere dar. Todo lo que hay en el mundo es para tu bien.
Si Dios no te da lo que deseas debes preguntarte por qué. ¿Por qué Dios no te ha dado 100 millones de dólares?
Tal vez no es para ti. Probablemente te volverías terco, arrogante, tacaño... Tal vez intentarías contratar a otros para que hagan tus objetivos, y te perderías de hacer el esfuerzo de intentarlo.
Dios sabe lo que es bueno para nosotros. Tener confianza en Dios significa entender que el no darte algo es un mensaje. Está tratando de levantarte, de que reevalúes tus objetivos.
Buenos padres hacen lo mismo con sus hijos. Si tu hijo quiere cinco galletas; tú le das una. O lo llevas al doctor para darle una vacuna, aunque el niño llorará y preguntará: "¿por qué me estás haciendo esto?". Tú sabes que es para su bien.
Cuando algo "malo" te ocurra debes preguntarte: "¿Para qué?". Entiende que Dios sabe lo que está haciendo. Nos está tratando de levantar. Él sabe lo que es bueno para nosotros y quiere que tengamos lo mejor de lo mejor.
Levántate Cuando las Cosas se Ponen Difíciles
La tendencia auto-destructiva del hombre (ietzer hará) lo sobrepasa diariamente y lo amenaza de muerte. Si no fuera por la ayuda de Dios, el hombre no podría sobrevivir (Talmud – Kidushin 30).
Cada aspecto de nuestra existencia depende de Dios. Ya sea que nos paremos, levantemos nuestras manos, usemos nuestro cerebro, hagamos una mitzvá o batallemos el deseo de hacer algo incorrecto, nuestra habilidad es un regalo de Dios. No tenemos fuerzas sin Él.
Consecuentemente, cualquier meta es posible sólo si Dios nos da el poder.
Entonces ¿cómo es que las palabras "no puedo" entraron en nuestro léxico?
El Talmud dice que Moshé reprendió al pueblo judío: "Cuando estuvieron en el Monte Sinai, Dios preguntó: ¿Quién me asegurará que siempre temerán a Dios? Y ustedes deberían haber respondido: Dios Tú nos asegurarás. Deberían haber aprovechado la oportunidad para pedir que Dios les de Temor del Cielo".
Los judíos querían ser capaces de tomarse todo el crédito del temor a Dios, por lo tanto no lo pidieron.
Si hubieran entendido que cada cosa que viene es el resultado de la ayuda de D-os, entonces obviamente también le hubieran pedido a D-os, temor del cielo.
Esto demostró una falta de apreciación y de gratitud por todo lo que Dios había hecho con ellos hasta ese momento.
Este deseo de ignorar el papel de Dios en nuestros logros y tomar crédito en nosotros, es lo que hace que la gente diga: "Esto puedo hacer y esto no". Evitamos reconocer que todo es un regalo. Preferimos sentir que hemos peleado y logrado las cosas con nuestra propia fuerza. Entonces decimos: "No puedo" cuando preferimos no hacer el esfuerzo de hacer algo difícil.
Si estuviéramos realmente agradecidos, si cada mañana le agradeceríamos al Todopoderoso por nuestros ojos, nuestras manos, nuestro cerebro, entonces también le agradeceríamos por el entendimiento, y diríamos, "Dios, por favor dame más!" Si reconocemos que cada logro es de Dios, entonces nos daríamos cuenta de que no hay nada que no podamos lograr... si Dios nos da el poder.
La Responsabilidad de Cambiar el Mundo
¿Qué puede hacer la persona? Una persona puede lograr lo que sea y lo que quiera - ya que de cualquier forma todo es un regalo de Dios! Ahora podemos entender por qué la Torá nos obliga a cada uno de nosotros a cambiar el mundo.
El Código de Ley Judía (O.J. 1:3) dice: "Es adecuado para todos aquellos que temen a Dios, estar en constante dolor por la destrucción del Sagrado Templo". Pero ¿por qué debo sentir dolor por algo que pasó hace 2,000 años?
El Talmud dice: "Cualquier generación en la que el Sagrado Templo no se ha reconstruido se le hará responsable por su destrucción". En otras palabras, si no tomamos responsabilidad en cambiar nosotros y cambiar el mundo, entonces somos igual de culpables que todos aquellos cuyas acciones causaron que el Templo se haya destruido.
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Dice el Talmud (Yoma 86b): "Si una persona hace tshuvá (se arrepiente) en forma verdadera, entonces el mundo se merecerá el perdón".
El Pueblo Judío es una unidad. Por lo tanto, las acciones de una persona pueden cambiar la fe del pueblo entero. Tú tienes el poder de cambiar el mundo entero por medio de la tshuvá. Y ya que tienes el poder... también tienes la responsabilidad.
¿Opio de las Masas?
Marx dijo que "la religión es el opio de las masas". Pero Marx estaba hablando de la religión que dice: "No te resistas al mal, pon la otra mejilla".
El Judaísmo, por otro lado, enseña a la gente que se levanten y tomen la responsabilidad del mundo. Es por eso que el secularismo es el opio de las masas pues promueve la inactividad.
Imagínate preguntándole a los conquistadores Romanos: "Los griegos se están muriendo de hambre, ¿no es eso terrible?". Ellos dirían: "De que hablas, es la mejor noticia que hemos escuchado! Vamos a la guerra!".
Pregúntale a un típico estudiante universitario: "¿No es terrible que los africanos se estén muriendo de hambre? ¿Qué harás al respecto?". El dirá: "¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Quién soy yo? Sólo soy una persona. No puedo hacer nada al respecto".
Sin creer en Dios, simplemente te darías por vencido.
El Judaísmo dice que puedes hacer algo al respecto. Si crees que Dios está haciendo todo, y si ves cuánto ha hecho por ti, entonces sabrás que te ayudará.
Todo lo que tienes que hacer es tomarte la responsabilidad y hacer un esfuerzo. Dios se hará cargo del resto.
El Hombre Propone y Dios Dispone
¿Alguna vez has visto un edificio en construcción? Los constructores utilizan grúas para recoger un cargamento lleno de ladrillos para que después uno o dos hombres pongan sus manos bajo la grúa y empujen el cargamento al lugar adecuado.
Un tonto ve a dos personas empujando el cargamento de ladrillos y cree que son tan fuertes como Hércules. Una persona sabia entiende que la grúa es la que lo está moviendo.
La Torá nos dice explícitamente que al final de los días, el Pueblo Judío va a regresar a Dios. Y eso ya está pasando.
Los Judíos han regresado a Israel, un hecho increíble. Hemos sido testigos de milagros impresionantes en Israel - ya sea la Guerra de la Independencia, la Guerra de los Seis Días, la Guerra del Golfo. Hemos vivido con milagros. El Todopoderoso nos está regresando a casa. La grúa se está moviendo.
La gente a veces dice: "Me encantaría hacer aliá (viajar a Israel), pero no tengo el dinero". ¿Cuál es la solución? Yo les digo: pon un dólar semanal en una cuenta de banco separada. Me miran como si estuviese loco. "¿De qué hablas, son $52 dólares al año. En 10 años, tendré $520 dólares. De que me ayudará?". Les digo: si pones un dólar a la semana, el Todopoderoso va a ver que eres sincero y se encargará del resto.
Aquellos que ya han empezado a estudiar Torá o a respetar Shabat, ¿recuerdan lo difícil que fue cuando empezaron a hacerlo? Ahora recuerden el progreso que han tenido, ¿no es cierto que estaban poniendo un dólar en el banco? Estaban haciendo el esfuerzo y el Todopoderoso los llevó hasta su meta.
La Cubeta y la Montaña
El Midrash dice que tanto a la persona sabia como al tonto se les dice: "Toma la Torá y apréndetela toda". El tonto ve a la Torá y dice: "Eso es como tratar de mover una montaña hacia el mar! Inclusive que trabajes día y noche, no es posible que acabes algún día". Entonces, ¿qué es lo que hace? Llena la cubeta de tierra y después se va a dormir.
El sabio dice: "Si hago el esfuerzo, me pagarán. No puedo imaginar cómo voy a mover esta montaña al mar pero si el Todopoderoso me lo dijo, no está mal intentarlo". Entonces toma una cubeta llena de tierra y la mete al mar; otra cubeta y la pone en el mar; otra cubeta....
"Hey, meshuguene!, ¿qué estás haciendo? Grita el tonto.
"Escucha, me están pagando", contesta el sabio. Y sigue trabajando. Otra cubeta al mar. Hasta que se topa con una piedra. Empuja la piedra y empieza como un corrimiento de tierras y en eso toda la montaña se deshace y se cae en el mar.
Eso es lo que estamos haciendo. Un dólar a la semana y toda la montaña caerá al mar.
Dios es tu Padre, Creador del universo. Te quiere dar todo. Al hacer el esfuerzo, le estás dando la oportunidad de hacerlo. Lo estás aceptando. Aprecia cuánto ha hecho por ti hasta ahora. Quiere hacer mucho más. Sólo sigue poniendo las cubetas en el mar; un dólar a la semana en el banco. Los premios te están esperando.
Dios Nos Dio la Habilidad
La Torá dice que lograr saber toda la Torá está cercano a nosotros, muy a nuestro alcance (Deuteronomio 30:14).
Nuestro problema es que no queremos intentarlo. No hacemos el esfuerzo.
Si escuchaste sobre la oportunidad de un negocio que te traería millones, ¿habría un límite en tu esfuerzo para hacer el trabajo? Si te diría que te voy a dar un millón de dólares si te memorizas una hoja del directorio telefónico para la siguiente semana, ¿lo podrías hacer?
Date cuenta de que la recompensa, inclusive por una sola mitzvá vale más que cualquier cosa que puedas ganarte en este mundo. Entonces, no veas al esfuerzo como dolor; obsérvalo como una oportunidad. Tienes la habilidad de ser grandioso, y no hay nada mejor que puedas hacer con tu energía.
El Midrash (Tana DeBe Eliahu) cuenta la historia del profeta Elishá cuando se encontró con un pescador. ¿Estudias Torá? - Elishá preguntó. "No" - replicó el pescador - "Soy un hombre simple. No estoy dotado con talento o inteligencia".
"Dime" - dijo Elishá, "¿Cómo preparas tu red de pescar?". "Bueno" - dijo el hombre - "Es muy complicado. Primero tengo que escoger la medida adecuada de la red, después tengo que tejer la red de una manera particular para asegurarme de que tenga el equilibrio adecuado en fuerza y flexibilidad".
"¿Cómo haces realmente para pescar al pez?" - dijo Elishá. "Oh" - dijo el hombre - "Eso también es muy complicado. Hay muchos factores involucrados - incluyendo la estación del año, la hora, el tipo de pez, la profundidad del agua, la temperatura, la velocidad de la corriente".
"Cuando llegues al cielo" - dijo Elishá - "Vas a testificar que no estudiaste Torá porque fuiste un hombre simple, sin ningún talento o inteligencia. Pero ¿realmente crees que Dios te dio la cabeza para ser un pescador y no para estudiar Torá?".
El pescador se dio cuenta de que Elishá tenía razón. Él quedó devastado y empezó a llorar desconsoladamente.
Elishá le dijo: "No estés tan triste. Te voy a decir un secreto. Todos usan esta excusa de una manera u otra. Todos esperamos llegar al cielo y decir: Dios, yo quería cambiar el mundo; yo quería saber toda la Torá; quería amar a la humanidad. Pero no me diste la suficiente inteligencia, fuerza o personalidad. Y el Todopoderoso te va a contestar: Tus acciones contradicen tus palabras. Cuando se trataba de algo que te importaba, ya sea ganar dinero o construir una casa, te las ingeniabas para hacerlo. Pero obviamente la Torá no te importaba lo suficiente".
Ese es nuestro problema. No tomamos a la Torá seriamente. La mitzvá constante de "saber que existe un Dios" significa reconocer que cambiar el mundo es nuestra responsabilidad. Y ya que el poder de D-os está detrás de nosotros, no estamos absueltos de hacer el esfuerzo.
Recursos Ilimitados
"Abre tu boca y te la llenaré" (Salmos).
El Jafetz Jaim (Polonia, siglo XX) dice: Si irás a pedir dinero, la cantidad de dinero que pidas dependerá del estatus del otro. Si le estás hablando a un vendedor de periódicos no le pedirás $500; el señor está intentando salir adelante. Pero si le pides un centavo lo vas a insultar. Entonces le pides $50. Discutirá un poco, pero si te da $20 estará bien.
Si le pides a un hombre de negocios exitoso $5 dólares, lo estarás insultando. Pídele un millón de dólares y te dirá que estás loco. Entonces le pedirás $5,000 dólares, discutirás un poco y saldrás con $500 dólares.
Ahora llegas a lo de un billonario. (Si te da una cita!) Si le pides $500, estás perdiendo su tiempo. Si le pides $5 millones, le discutes y demás, te dará $500,000.
Cuando te acercas a Dios, no lo insultes. Es tu padre; te quiere. Es el Creador del universo. ¿Qué es un billón de dólares? Dice Dios: "Abre tu boca y te la llenaré".
Si prestas atención a los rezos judíos, te darás cuenta de que le pedimos a Dios por todo - comida, vivienda, salud, familia, sabiduría, Torá, Israel, paz, espiritualidad y mitzvot. Así es como un judío reza. Dios te quiere dar todo.
Todo es Para Bien
Si realmente entiendes que el Todopoderoso te quiere y tiene todo el poder, entonces cuando algo no está saliendo como quieres, debes buscar saber por qué. Ya que todo lo que hace Dios es por nuestro bien, nunca se enoja, nunca te castiga, nunca se venga. Todo es por nuestro beneficio. Muchas veces no nos damos cuenta hasta un tiempo después...
El Talmud cuenta la historia de Rabí Akivá, que era un alumno de Rav Najum Ish Gamzu - y se lo llamaba Gamzu porque siempre decía "gam zu letová" que significa "esto también es para bien". Rabí Akivá estaba viajando una vez hacia un pueblo distante. Llevaba con él un gallo para que lo despierte, un burro para transportarse y una vela para alumbrar. Cuando la noche empezaba a caer, llegó a una aldea y todas las posadas estaban llenas. No teniendo donde dormir se fue al bosque a acampar. Mientras estudiaba Torá, un viento apagó su vela, dejándolo en la oscuridad. Un rato después vino un león y mató a su burro, y un gato se comió a su gallo.
Ahí estaba Rabí Akivá, solo en el bosque... y acababa de perderlo todo! Pero dijo: "esto debe ser para bien".
Rabí Akivá se levantó en la mañana y continuó su travesía a pie. Pasó a través de la aldea y vio que una banda de malhechores había llegado en la noche y quemó toda la ciudad, matando a la gente y tomando sus posesiones.
"Ahora veo cómo Dios me protegió. Si hubiera tenido un cuarto en la posada me hubieran llevado a mí también. Si mi burro o mi gallo hubieran hecho ruido los bandidos me hubieran encontrado, y si mi vela no se hubiera apagado me hubieran visto. Todo lo que hace Dios es para bien".
Dios creó este mundo y nos dio la Torá. Es un regalo bellísimo. Debes estar agradecido por ello. Y si haces el esfuerzo para obtener lo "imposible" - Dios seguro te ayudará.
por Rav Noaj Weinberg zt"l

Friday, July 14, 2017

La serpiente de bronce - Tomado del blog de Prof. Julia Blum


Guatemala
14 de jul. de 2017
Queridos hermanos,
Con sumo agrado comparto con ustedes este precioso post del blog de la Prof. Julia Blum, cuyos méritos ya he mencionada en blogs anteriores. He copiado el blog tal como ella lo ha escrito para que tomen referencias y puedan explorar las riquezas que se pueden encontrar en dicho blog. Tengo fuentes (en Latinoamérica) bastantes parecidas a las de la Prof. Blum, pero encuentro una frescura auténtica en estos que ella escribe y que comparto con ustedes. La Paz. Shalom! [nro-introducción].

Parasha chukkat – la serpiente de bronce – Prof. Julia Blum

Varias veces me han pedido hacer un comentario sobre la porción de la Torá (Parashat Shavua). Hoy he decidido compartir con ustedes este comentario de una de mis porciones favoritas de la Torá –Parashat Shavua Chukkat– (la lectura del Sabbat pasado).

La historia de la serpiente de bronce es una de las historias más gráficas y expresivas en la Torá. Incluso cuando miramos a través del maravilloso y vibrante trasfondo de la Palabra de Dios, esta sorprendente historia aún se destaca. Vamos a reflexionar juntos sobre estos versículos.

El comienzo de la historia es muy tradicional. Por ahora, estamos acostumbrados a, incluso cansados, de las rebeliones sin fin de nuestros antepasados en el desierto. Aun y así, los israelitas están llegando a la Tierra y el viaje está casi superado, una vez más, como muchas veces antes (solo sucede por segunda vez en esta porción de la Torá), y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano” Como respuesta, Dios envió serpientes venenosas sobre la gente y muchos murieron a causa de sus mordeduras. “Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: “Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo”.

Presta mucha atención a estas palabras: Ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes.




PARASHA CHUKKAT – LA SERPIENTE DE BRONCE
In Blog @es by Julia Blumjulio 6, 20170 Comments
Varias veces me han pedido hacer un comentario sobre la porción de la Torá (Parashat Shavua). Hoy he decidido compartir con ustedes este comentario de una de mis porciones favoritas de la Torá –Parashat Shavua Chukkat– (la lectura del Sabbat pasado).
La historia de la serpiente de bronce es una de las historias más gráficas y expresivas en la Torá. Incluso cuando miramos a través del maravilloso y vibrante trasfondo de la Palabra de Dios, esta sorprendente historia aún se destaca. Vamos a reflexionar juntos sobre estos versículos.
El comienzo de la historia es muy tradicional. Por ahora, estamos acostumbrados a, incluso cansados, de las rebeliones sin fin de nuestros antepasados en el desierto. Aun y así, los israelitas están llegando a la Tierra y el viaje está casi superado, una vez más, como muchas veces antes (solo sucede por segunda vez en esta porción de la Torá), y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”[1] Como respuesta, Dios envió serpientes venenosas sobre la gente y muchos murieron a causa de sus mordeduras. “Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: “Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo”.[2]
Presta mucha atención a estas palabras: Ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Era su ruego y su deseo —un deseo bastante natural y comprensible, diría yo— que el Señor les salvase de las serpientes. Y el Señor les salvó de las víboras, pero Su salvación llegó en una forma completamente inesperada. ¿No esperarías que Él simplemente desaparezca las serpientes si perdonó al pueblo  y decidió salvarlos de cualquier modo? En vez de eso, le da una orden extremadamente extraña a Moisés: “Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá“. [3]
La Torá es como una radiografía espiritual: lo que es invisible a nivel superficial, viene a ser visible aquí. Con nuestros razonamientos mentales, nos preguntamos ¿por qué? ¿Por qué esos extraños preparativos? ¿Por qué todo ese trabajo en bronce, en lugar de eliminar las serpientes? Sin embargo, esta historia nos muestra, de la forma más gráfica posible, uno de los principios básicos de la vida espiritual. El pueblo de Israel, después de haber pecado, se encontró con una nueva y distinta realidad —una realidad donde todos son mordidos y todos necesitan ser salvos—. Aquí está la lección: cuando pecamos, cuando elegimos alejarnos de Dios, nuestra elección siempre tiene consecuencias muy reales e inevitables. Cambia y distorsiona la realidad, tanto en nuestro interior como en nuestro exterior (a menudo en ambas), aunque estos cambios no siempre son visibles como en nuestra historia de la Torá. Después, cuando las consecuencias de nuestro pecado inevitablemente empiezan a ‘mordernos’, comenzamos a clamar al Señor, pidiendo que nos salve —que elimine las serpientes, que aparte las consecuencias—. Sin embargo, incluso Dios mismo, no restaura simplemente las cosas como si nuestras elecciones pecaminosas nunca hubiesen acontecido; incluso Él mismo simplemente no borra nuestro pecado o el mal que causó.
Si leyésemos nuestro texto en hebreo, nos sorprenderíamos por la abundancia de silencios y sonidos silbantes de aquí: Nashach (morder), Nechash (serpiente), Nechoshet (bronce)… como si efectivamente el silbido de las serpientes llenasen estos versículos. No es del todo accidental que hayan serpientes en esta historia: en el principio, el pecado entró por la víbora —la serpiente— y qué más, si no pecado —arrastrándose, silbando y mordiendo— ¿está representado por esas serpientes en nuestra porción de la Torá? Sí, no es suficiente eliminar las serpientes, el veneno ya está haciendo su efecto, y por eso, Dios tiene que traer un remedio para que todos los que fueron mordidos, vivan.
***
¿Cuál es ese remedio? Nos estamos aproximando a la parte más asombrosa de la historia. Para poder curar hoy en día la mordedura de serpiente, confiaremos completamente en un práctico remedio: alguna medicina, tratamiento, acción. En su lugar, a los hijos de Israel se les dice que miren a la serpiente de bronce —solo mirarla, para poder vivir—. No necesitaban acercarse, tocarla o hacer algo con ella, solo tienen que mirarla,  “y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”.[4]
Puedo imaginar  que alguno de ellos dudó, incluso se quejó: ‘¿Qué bien puede hacerme, si solo miro a la serpiente?’ Pero este es exactamente el eje de esta historia: no importa si Su remedio cumple con nuestras expectativas. ¿Recuerdas a Naamán, el comandante del ejército sirio, que era leproso? Él fue a Eliseo para ser sanado, pero se enfureció y casi se marchó después de que Eliseo no llenó sus expectativas. Él dijo: He aquí, yo pensé… Y casi pierde su propia sanación, tan solo porque pensó que debía haberse efectuado de forma diferente. Cuan a menudo la gente se pierde algo de lo que Dios está haciendo, solo porque ellos piensan que debería ser hecho de manera diferente: He aquí, yo pensé
Allí en el desierto, Dios ofrece su sanación a todos. Por más extraño e inesperado que pudiera parecerles, era su único medio para sobrevivir —para ser salvados—. Aquellos que escogieron mirar a la serpiente de bronce, vivieron —todos los demás, perecieron—. Probablemente ninguno de ellos lo entendió. Supongo que Moisés mismo estaba desconcertado y no podía entender por qué necesitaba hacerlo, pero eso es exactamente de lo que trata la fe: obedecer al Señor, incluso cuando no le entendemos.
¿Cómo entendieron esta imagen las generaciones siguientes? Debemos recordar que hubo muchos “judaísmos”, (sub-grupos religiosos dentro del judaísmo) en los tiempos de Jesús, cada uno ofreciendo su propia interpretación de la Torá. Una interpretación posible del simbolismo de la serpiente de bronce se encuentra en el Nuevo Testamento, en las mismas palabras de Jesús: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”. [5] Y aquí tengo muy buenas noticias para ustedes, mis queridos lectores y seguidores: aquí en eTeacher estamos preparando un nuevo curso maravilloso —y muy pronto estará disponible para ofrecerles a ustedes comentarios sobre la Parashot Shavua a través de interpretaciones del Nuevo Testamento—. Como siempre, están bienvenidos a contactarme para más información (¡y para un descuento!).
[1] Números 21:5
[2] Números 21:7
[3] Números 21:8,9
[4] Números 21:9
[5] Juan 3:14

Sinceramente,



Noa_hebrew
Julia Blum
Profesora Adjunta, Dept. de Estudios Bíblicos,
IsraelBiblicalStudies.com