Friday, July 7, 2017

EL MESÍAS Y EL HIJO DEL HOMBRE - Julia Blum


Mis queridos hermanos,

Nuevamente es de sumo agrado para mi compartir con ustedes otro artículo de la escritora Julia Blum. Me refiero al artículo titulado: “El Mesías y el Hijo del Hombre: Las Respuestas.” – No quiero redundar nuevamente en los méritos de la autora y profesora Blum; pero, aun así, nuevamente les invito a releer algunos de sus artículos en su blog, algunos de los cuales les he compartido. Ella lleva una secuencia relativa a los temas que va cubriendo en su blog: <http://jewishstudies.eteacherbiblical.com/es/category/blog-es/>  . Yo les confieso que algunas veces no he tenido la oportunidad de compartir con ustedes siguiendo esa orden establecida por la autora. De todas formas, les transcribo el presente artículo completo:

EL MESÍAS Y EL HIJO DEL HOMBRE: LAS RESPUESTAS

In Blog @es by Julia Blum junio 28, 2017

Dos expectativas

Mis queridos lectores, aprecio de verdad su paciencia. Para algunos de ustedes, mi último post puede haber parecido algo seco, pero sin esta evidencia, no podríamos comprender completamente la historia de Israel y de Jesús. En nuestro último artículo, vimos que los apocalipsis se volvieron en los mensajeros principales de las ideas escatológicas y de los conceptos mesiánicos en el periodo del Segundo Templo y llegaron a ser el centro de todo el proceso de repensar y reinterpretar la Biblia durante ese período. Ahora que sabemos esto, en la cabeza de la mentalidad apocalíptica, se encuentra el libro (Apocalipsis) de Daniel, con la famosa visión de “semejante al Hijo del Hombre” el  cual viene en las nubes del Cielo. El Apocalipsis de Daniel permitió un nuevo paradigma para las expectativas mesiánicas, muy diferente de las de David. En este nuevo paradigma, vemos claramente una figura, un salvador celestial —el Hijo del hombre—.

El libro de Daniel es uno de los primeros apocalipsis que se escribieron y también uno de los más influyentes. Tal como escribió Leo Back, un teólogo  y académico judío: “Siempre que en los últimos escritos se menciona ‘aquel hijo del hombre’, ‘este hijo del hombre’ o ‘el hijo del hombre’, es una referencia de Daniel”.[1] Y desde luego, en nuestro último artículo vimos distintas variedades y reinterpretaciones del ‘Hijo del Hombre’ de Daniel en otros apocalipsis judíos. Los últimos escritos apocalípticos hicieron uso creativo de Daniel 7 y desarrollaron su nueva expresión de fe y esperanza para los justos. En algunos escritos, los conceptos de Hijo del Hombre y Mesías se distinguen claramente, mientras que en otros aparecen juntos —aunque en ningún lugar están completamente fusionados—. Estas ideas no son únicamente diferentes en su origen, también representan, en su desarrollo, dos hilos separados de expectativas escatológicas e indican dos énfasis distintos de esperanza ‘mesiánica’: un salvador que es terrenal, nacional y político y un salvador que es predominantemente trascendental, eterno y universal. Estos dos complejos diferentes de ideas están reflejados en dos nombres distintos: ‘Mesías’ e ‘Hijo del Hombre’.

Así pues, el Hijo del Hombre apocalíptico articula la visión del mundo en un grupo particular de judíos del Siglo I E.C: Él es la figura trascendental, el homólogo celestial de los justos de la tierra. Mientras que ellos son oprimidos y humillados, él es entronizado y exaltado, pero cuando se manifiesta en el juicio escatológico, entonces ellos también serán exaltados.



Un salvador trascendental en Qumran

Antes de formular nuestra pregunta principal —¿Por qué Jesús se llamó a sí mismo Hijo del Hombre?— me gustaría regresar por un momento a los sectarios del Qumran y mostrar que ellos también pensaron en su líder como el salvador trascendental. Es cierto que ellos no usaron el término ‘Hijo del Hombre‘, pero uno de los documentos más antiguos y también más asombrosos y polémicos descubiertos en Qumran, el fragmento llamado 11QMelchizedek, relata varios temas de escatología bíblica sobre la figura bíblica de Melquisedec, y la característica más sorprendente de Melquisedec aquí, es que él no es un ser humano común y mortal. Es descrito como una figura celestial exaltada, y su trascendente característica es obvia; más aún, algunos pasajes bíblicos, cuyo sujeto original es Dios, se relacionan aquí con Melquisedec.

Todo el texto de 11QMelchizedek, presenta un escenario escatológico de un juicio futuro. Los temas escatológicos aquí incluyen: la liberación de Israel de la esclavitud; el regreso de Israel a la tierra; una expiación final para los pecados de Israel; el juicio de sus invasores; una proclamación de paz para Israel; y la inauguración del reino de Dios. Aquí a Melquisedec se le da un papel central en la salvación escatológica de los justos y el juicio de los perversos. Al completar el noveno jubileo, en la primera semana del décimo jubileo, en el Día de la Expiación, esta expiación sería hecha para “todos los hijos de la luz y para todos los hombres de Melquisedec”.[2] En ese momento, Melquisedec ejecutará también el juicio contra Belial y contra los espíritus de su propiedad. Melquisedec es presentado aquí como el instrumento del juicio escatológico de Dios y como el Salvador escatológico de los justos. Como instrumento de Dios, él juzgará en el Día de la Expiación, en el momento del juicio final de Dios, cuando Belial y los espíritus que van con él serán derrotados.

“Melquisedec realizará una venganza de los juicios de Dios  [en este día y serán] liberados [de la mano de] Belial y de las manos de todos los espíritus [de su propiedad]”.[3]

Entonces la figura Qumránica de Melquisedec es una imagen sobrehumana, trascendente, que se revela y se manifiesta en el Día del Juicio. En ese sentido, encontramos aquí el mismo patrón de “Salvador Transcendente”, como el que vimos en 1 de Enoc. 11QMelchizedek probablemente data de finales de la segunda mitad del siglo II A.C, y por lo tanto, este texto, así como algunos otros textos del Qumran, son definitivamente relevantes para nuestra búsqueda.



La pregunta principal

Cuando los creyentes cristianos son vistos en el Antiguo Testamento a través de las narrativas de los Evangelios, ellos ven muchas profecías mesiánicas cumplidas en Jesús. Sin  embargo, tal como Alfred Edersheim escribió: “Es la combinación de las letras lo que constituye las palabras, y las mismas letras pueden ser combinadas en diferentes palabras”.[4] El judaísmo y el cristianismo podrían leer las mismas profecías, pero podrían ser compuestas con diferentes palabras para ellos.

Ahora podemos encarar nuestra pregunta principal: ¿Por qué Jesús se llamó a sí mismo Hijo del Hombre y no Mesías? Mi respuesta es muy simple: Él se llamó Hijo del Hombre precisamente porque  vino como Hijo del Hombre. Él no vino para adaptarse a las expectativas judías de Mesías. Ustedes probablemente saben que muchas expectativas mesiánicas de Israel referentes al Mesías no fueron cumplidas durante la primera venida de Jesús porque Él no era ‘el Mesías’ en la concepción judía. Él era, sin embargo, ‘el Hijo del Hombre’ en la concepción judía: Él vino como un Hijo del Hombre trascendental, eterno y universal, y “ningún término fue más adecuado, tanto para ocultar como para revelar al mismo tiempo a aquellos que tenían oídos para oír, la identidad verdadera del Hijo del Hombre”.[5]





[1] Leo Baeck, Judaism and Christianity: Essays, Philadelphia, Jewish Publication Society of America, 1958 , 28-29

[2] 11QMelchizedek, 2.8

[3] 11QMelchizedek, 2.13

[4] Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah (Hendrickson publishers, 1994),

  1. 113.

[5] Matthew Black, The Son of Man in the teaching of Jesus, Expository Times, lx, pp.32



Con mucho cariño,

Noel y Silvia

“La Porciúncula”, Centro San Pablo

Calzada Atanasio Tzul, Zona 12,

Guatemala

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