La
Historia De Isaac E Ismael: Agar (peshat)
By Julia Blum - agosto 30, 2018
El plan de Sara
Sarai mujer de Abram no le
daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar.[1]
A partir
de esta frase inicial, se puede suponer que, una vez que Agar
aparece por primera vez dentro del contexto de la esterilidad de
Sara, la joven tendría algo que ver con embarazos. No sabemos nada
sobre la vida de Agar antes de la famosa sugerencia de Sara a su
marido —pero sabemos que esta joven, la sirvienta egipcia de Sara—,
no solo dio a luz un hijo primogénito a Abraham, sino que fue tan
especial ante los ojos del Señor que se convirtió en la única mujer
en la Torá a quien Él se dirigió en dos ocasiones.
Todos conocemos la historia. “Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha
hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá
tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai”.[2] Así pues, Agar
se convirtió en la primera mujer en esta familia, en concebir un
hijo. Se convirtió en una preciosa vasija que cargó el tesoro por
el que Abraham había esperado tanto tiempo. No es de extrañar que
las posiciones fuesen redefinidas en ese punto; no es de extrañar
que Sara, su señora, aunque libre, poderosa y rica, ya no pareciese
tan superior, porque ninguno de sus poderes, libertades o riquezas
le ayudaron a conseguir lo que Agar consiguió: concebir un hijo de
Abraham. No es de extrañar que su señora fuese “más ligera” ante
sus ojos (expresión literal en hebreo). Y a medida que la distancia
entre los estatus de las mujeres empezó a disminuir, la relación
entre ellas se hizo cada vez más tensa. Agar decidió huir…
El ángel en el desierto
Ella
escapó y se encontró en el desierto —completamente sola en un
principio— entonces de repente alguien caminaba detrás de ella y le
hablaba. Encontrarse con alguien en el desierto no era muy normal,
pero las primeras palabras del extranjero le mostraron que este no
era un encuentro casual y de que él no era un viajero cualquiera.
“Y le dijo: Agar, sierva de
Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas?“[3]
Cuando leemos la Biblia en inglés, las letras mayúsculas
ayudan; nos muestran claramente cuándo y dónde habla el Señor. Pero
en hebreo no hay letras mayúsculas, por lo tanto, necesitamos
reconocer y distinguir la voz de Dios por lo que Él dice, no por
las letras mayúsculas. Actualmente nuestras vidas están muy
cercanas al texto hebreo: no hay mayúsculas aquí; necesitamos
reconocer la voz de Dios o los actos de Dios sin señales o consejos
adicionales. Agar reconoció quién le hablaba y por eso le dijo toda
la verdad: “Huyo de delante de Sarai mi
señora“.[4]
Entonces el ángel del Señor le dijo: “Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su
mano”. Por favor, toma un momento y piensa en esta
respuesta. Imagínate a ti mismo en medio de estas circunstancias
tan duras, y entonces de repente, recibes una manifestación: Te
encuentras con Aquel, el cual puede realmente hacerlo todo, puede
cambiarlo todo. ¿No esperarías a que te ayude a cambiar tus circunstancias? Agar no
pidió por este encuentro y tampoco lo buscó, pero ya que sucedió,
¿no podía ayudarla al menos un poco? ¿Por qué la envía de vuelta a
la misma aflicción de la que huía? Él no le prometió ningún cambio
bueno; tampoco le dijo que Sara cambiaría de actitud y que sería
más misericordiosa y compasiva, o que la vida de Agar sería mucho
mejor ahora. Él no dijo nada de esto. Simplemente dijo: “Vuélvete a tu señora, yponte sumisa bajo
su mano”.
Por otra parte, existe un increíble juego de palabras aquí
que está perdido en la traducción. En hebreo, el verbo que es
traducido como “ponte sumisa” proviene de la misma raíz que la
palabra “afligía” en el versículo 6: “Sarai la afligía”. En inglés es imposible
formar ambas palabras desde una raíz, pero en hebreo, es la misma
raíz, aunque de diversas formas: activa y pasiva. Esto hace aún más
fuerte al significado original, como si el Señor estuviera diciendo
a Agar: “Vuélvete a tu señora, y ponte afligida”.
Cuando estudiamos el uso de esta raíz (‘anah – ענה ) en las Escrituras,
la primera impresión es de que la palabra siempre se usa en sentido
negativo, designando solo malas acciones:
“Y la vio Siquem hijo de
Hamor heveo… y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró”.[5]
“Entonces pusieron sobre
ellos comisarios de tributos que los molestasen con
sus cargas”.[6]
“A ninguna viuda ni
huérfano afligiréis”.[7]
Y, por lo
tanto, no se puede decir que, si el ángel del Señor empleó esta
misma palabra en su mandato a Agar, eso no puede ser completamente
negativo. De hecho, encontramos sucesos muy diferentes de la misma
palabra refiriéndose a los hechos de Dios:
“Y te acordarás de todo el
camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en
el desierto, para afligirte, para probarte,
para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no
sus mandamientos.Y te afligió… para hacerte saber que
no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca
de Jehová vivirá el hombre”.[8]
De las Escrituras vemos que si y cuando Dios es Aquel, que
causa la aflicción, el propósito de Su acción es “afligirte y probarte”. Por eso, no se
refería a Agar y a Sara, o lo que Sara le estaba haciendo a Agar—se
trataba de Dios y de Agar y lo que Dios le estaba haciendo a través
de Sara—. Dios ordenó a Agar que regresara con su señora y se
sometiese bajo su mano porque Él quería afligirla y probarla. Junto
con Agar, ahora empezamos a comprender: no es bajo la mano de Sara
que ella debe someterse; sino bajo la mano del Señor.
La joven nombra al Señor
Sin
embargo, antes de que Agar regrese, ella hace algo absolutamente
único, algo que nadie más en la Biblia hace: Ella nombra al Señor.
Tenemos algunos ejemplos en las Escrituras donde un lugar es
nombrado de acuerdo con lo que Dios hizo allí:
“Y fue Abraham y tomó el
carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.Y llamó
Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto
se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto”.[9]
“Y Moisés edificó un
altar, y llamó su nombre Jehová-nisi”r“.[10]
Agar, sin embargo, simplemente no da nombre al lugar. Ella
hace algo completamente diferente a lo que Abraham o Moisés
hicieron: Ella da el nombre, no solo al lugar (el lugar también
recibe el nombre: Por eso el pozo
fue llamado Beer Lahai Roi), sino al Señor mismo, y esto
es algo poco común. De hecho, es algo absolutamente único en todas
las Escrituras:
“Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú
eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto
también aquí al que me ve?“[11]
Desde luego, nadie puede describir adecuadamente lo que
sucede en el corazón cuando se tiene un encuentro con Dios. Es
diferente para cada persona, porque solo Dios conoce lo que hay en
el corazón —solo Dios conoce los secretos profundos y las heridas
de ese corazón, y Él es el Único que puede tocarlo y sanarlo—.
Aunque nosotros, los lectores, podemos escuchar el mensaje que el
ángel entregó a Agar, la presencia absolutamente abrumadora de Dios
que la abrazó en el desierto —la calidez de la cercanía de Dios que
derritió por completo su corazón, Su amor, Su compasión, Su
ternura—todo esto permanece oculto entre las líneas para nosotros.
Sin embargo, fue tan real para ella que lo único que pudo decir
fue: El Roi. El Dios-que-me-ve—uno de los nombres
más profundos de Dios en toda la Biblia—.
Mucho, mucho más se puede
decir de Agar, lo mismo que de Abraham y de Sara en esta compleja
historia, pero debido al presente formato (artículo de blog), debo
omitir muchos detalles fascinantes y aspectos hebreos. Si estás
interesado en aprender más, te invito a leer mi libro “Abraham had
two sons”. Da clic aquí para obtener el libro: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/
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