Tuesday, February 27, 2018

Oculto Y Revelado En Lucas – Hechos - By Julia Blum - [Parte II]

Oculto Y Revelado En Lucas – Hechos  [Parte II]

By Julia Blum - enero 25, 2018

La “profecía Oculta” (2): Pérdida En La Traducción

By Julia Blum - enero 17, 2018
A estas horas ya saben que la misteriosa “profecía oculta” de la que estoy hablando ha de ser buscada en el capítulo 53 de Isaías. Desde luego, todos ustedes conocen estos versículos; aún así, permítanme recordarles que en este capítulo, Isaías describe al “Siervo de Dios que será exaltado y honrado incluso por reyes pero que está sujeto a una inmensa humillación y sufrimiento como si fuera una paria social”.[1] Leemos que es por voluntad de Dios que él cargue con su sufrimiento a causa de los pecados de su pueblo —“de hecho, él representa como una ofrenda de culpa; él sufre sin quejas y eventualmente es sacrificado y enterrado. De alguna manera él verá el resultado de su sufrimiento y será reivindicado por Dios”—.[2]
No tengo ninguna duda de que todos mis lectores conocen este capítulo muy bien —aún así, estoy bastante segura de que hoy puedo enseñarles algo nuevo—. En el texto hebreo de Isaías 53:3 leemos:
נבזה  וחדל אישים
איש מכאבות
וידוע חלי
וכמסתר פנים ממנו
נבזה ולא חשבנהו
La traducción literal de este versículo sería así: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como quien esconde su rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”. Sin embargo, en lugar de “y como quien esconde su rostro” (una acción que se refiere al mismo Siervo Sufriente), en la traducción leemos “y como que escondimos de él el rostroAsí pues, el Siervo Sufriente se transforma del objeto al sujeto de esta acción: ya no es su acción, sino algo que el pueblo cercano a él hizo. El resultado, por supuesto, es muy diferente, y el significado original del Siervo Sufriente Mesiánico “y como quien esconde su rostro” se pierde por completo en la traducción. ¿Cómo sucedió?
La LXX combina el MT’s וכמסתר “y como quien esconde…” con οτι απεστραπται: “por [su rostro] fue menospreciado”. La forma activa: [él] como quien se esconde se reemplaza aquí por la forma pasiva: [su rostro] fue menospreciadoel “y” es reemplazado por el “por”. La traducción transforma el significado de Isaías 53:3b: “Mediante la inserción de οτι, el lector de la LXX es llevado a la conclusión de que el estado marginal del siervo resulta ser la causa de ser despreciado y desechado”.[3] La condición humillante del siervo es representada por el perfecto pasivo απεστραπται ([su rostro] “fue menospreciado”). El verbo griego αποστρεφω es importante en la LXX y es ampliamente utilizado aquí. Describe a alguien o algo girándose físicamente o alejándose. Al mismo tiempo, con frecuencia se refiere al Señor, cuya ira no se aleja de Su pueblo o de quien Él mismo se ha alejado de Su pueblo a causa de sus pecados. Por ejemplo, leemos en el libro de Job: Dios no volverá atrás (απεστραπται) su ira.[4] Sin embargo, aunque el verbo απεστραπται aquí está en forma pasiva, es importante señalar que todavía está en forma singular de la 3ª persona, lo que significa que en la LXX, todavía es el rostro del Siervo el que está siendo menospreciado, y en este sentido, todavía es su decisión y su acción: porque su rostro fue menospreciado y no lo estimamos (traducción literal).
¿Cómo entonces, en traducciones más recientes del Tanach a diferentes idiomas, el significado general de este versículo vino a ser: y como que escondimos de él el rostro? Hemos explicado cómo sucedió el cambio de “esconder” por “menospreciar”; ahora necesitamos entender cómo sucedió la conexión entre la 3ª persona del singular a la 1ª persona del plural.
La explicación de este cambio se podría encontrar en la gramática hebrea, en particular en la palabra hebrea .ממנו El significado  de esta palabra en hebreo puede ser doble —lo mismo “de él” como “de ellos”—. En las Escrituras hebreas encontramos ambos casos: por ejemplo en Génesis 3:3 y 3:5 ממנו לא תאכל significa “de él” (from it, en inglés: del árbol); pero en el mismo capítulo, en Génesis 3:22 –כאחד ממנו- la misma palabra claramente quiere decir “de nosotros”: como uno de nosotros. Aquí está la raíz del problema: cuando se lee esta palabra en algunas traducciones de Isaías 53:3. Cuando como de él y no de nosotros, da un significado muy diferente a toda la frase. Así pues, viene a ser: y como que escondimos de él el rostro  —y esto es lo que encontramos en la mayoría de las traducciones de Isaías 53— en lugar del original: y como quien esconde su rostro de nosotros…
Así pues, este significado original del versículo: y como quien esconde su rostro de nosotros… se encuentra totalmente perdido en la traducción, y la misma profecía viene a ser la “profecía oculta”. Tal como ustedes pueden haberse dado cuenta, el propio título de mi último libro viene de este versículo. Ahora sabemos que de acuerdo a Isaías 53:3, y como quien esconde su rostro ha venido a ser un paso importante en el programa Mesiánico —un aspecto prominente en la imagen del Siervo Mesiánico—. El “Mesías Oculto”, motivo que encontramos en la literatura judía del Segundo Templo, con toda probabilidad, ha sido desarrollado bajo la fuerte influencia de este versículo: ya que el programa mesiánico de Isaías incluyó “como quien esconde su rostro”Si alguien se consideró a sí mismo ser el Mesías, debía guardar silencio sobre su mesianismo hasta que llegase el tiempo apropiado. Si Jesús era el Mesías, Él debía cumplir cada paso de su programa mesiánico, y por lo tanto, como quien esconde su rostro en Isaías 53:3b —era posiblemente para Él, una de las principales razones de ocultar su mesianismo —: Se suponía que debía esconder rostro; Su dignidad mesiánica debía ser secreta durante su vida y su ministerio.
Los textos judíos del Segundo Templo son testimonios muy importantes de las ideas actuales en el mundo judío pre-cristiano, y en ellos mismos está la prueba de que el concepto del Mesías Oculto era ya una parte integral de ese mundo en el cambio de era. Indudablemente, también debemos esperar que este concepto esté presente en el Nuevo Testamento, y si leemos el Nuevo Testamento a la luz de la “profecía oculta”, claramente veremos que el mesianismo de Jesús era entendido, no solo por Él mismo, sino también por aquellos que describieron Su vida y ministerio,  en términos de un Mesías “oculto y revelado” —un Mesías cuyo mesianismo permanece oculto hasta el tiempo señalado, para ser revelado más tarde—. La próxima vez, seremos testigos de esta drástica transición del Mesías Oculto al Mesías revelado en el Nuevo Testamento.
 [1] G. K. Beale and D. A. Carson. Commentary on the New Testament Use of the Old Testament (p. 574). Baker Publishing Group. Kindle Edition
[2] Ibid.
[3]  Eugene Robert Ekblad Jr, Isaiah’s Servant Poems According to the Septuagint (Peeters  1999) , p.209





About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

CapÍtulo Transitorio (2) Volviendo A Contar La Historia

By Julia Blum - febrero 8, 2018
Continuamos nuestro viaje a través del capítulo transitorio del Evangelio de Lucas —el viaje de camino a Emaús, junto con los dos discípulos tristes y un misterioso extranjero que se les unió en el viaje—. Recordemos que sus ojos estaban velados y ellos no reconocieron a Jesús en este forastero. Entonces la historia sigue y nos dice que “y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.[1] Sin embargo, debemos darnos cuenta que Sus explicaciones no eran solo sobre lo concerniente a Él mismo —no era solo Su historia —: Él les llevó a través de las Escrituras, a través del Tanach, a través de la historia de Israel, y en ese sentido les llevó a través de su propia historia. Antes de que le reconocieran —y para permitirles reconocerlo—él les volvió a contar su propia historia.Leemos después que sus corazones comenzaron a arder mientras le escuchaban. ¿Qué estaba sucediendo allí?
Puede que incluso hoy, en la época de las cámaras digitales, algunos de ustedes recuerden cuán rudimentario era el revelado de las fotografías no digitales. La cinta se colocaba en una solución especial —el revelador— y un poco después, una fotografía comenzaba a emerger. Al principio aparecían los contornos, después los detalles finos de la imagen, y al final, aparecía toda la fotografía claramente visible. De hecho, ese era el propósito del revelador —hacer que la imagen latente fuera visible—.
Para mí, todo este proceso siempre me ha parecido algo misterioso, casi como un proceso místico. Parece completamente increíble que, por una parte, la imagen está ahí —existe ya por completo, perfectamente impresa en la cinta— el complejo proceso químico no cambia nada en la imagen y tampoco añade nada, simplemente la elabora, la pone a la vista, revela lo que ya estaba ahí. Sin embargo, por otra parte, aunque solo ese paso nos separe de poder ver lo que está impreso en la fotografía, sin ese paso, sin elaborar la cinta, nunca podríamos descubrir lo que está plasmado en ella —hasta que el revelador cumpla su trabajo, la imagen permanece invisible—.
Piensa en el Apóstol Pablo, por ejemplo. Sabemos que había estudiado la Torá y las Escrituras toda su vida, pero no había visto a Jesús en ellas, hasta que las Escrituras le fueron “reveladas”. ¿Qué le sucedió a Saúl (Pablo) después de la experiencia en su camino a Damasco? ¿Has recapacitado sobre que le pasó durante aquellos tres días que estuvo aturdido y ciego en Damasco, ayunando y orando, en la calle La Estrecha antes de que Ananías le fuese enviado? ¿Qué pensó durante su paralización impuesta, mientras recapacitaba —enderezando— su vida y sus convicciones, privado de poder leer físicamente, y por lo tanto, pasando mentalmente páginas de las Escrituras, con las que se había alimentado? Él no tuvo ningún texto nuevo, ningún pergamino le cayó del cielo, eran las mismas Escrituras que él había leído toda su vida —simplemente estaban empezando a “revelarse”a ser vistas, entendidas y leídas bajo una luz completamente nueva—. Ellas habían sido toda su vida, el significado y la base de su existencia, pero para su increíble desconcierto, el mismo Jesús, en el que él confiaba completamente tres días atrás, no estaba allí, simplemente no podía estar allí, ahora estaba apareciendo en aquellas páginas —revelándose delante de su vista interior—.
Un proceso similar de “revelación” les estaba sucediendo a los discípulos camino a Emaús. El mismo Tanach, las mismas Escrituras que ellos habían leído durante toda su vida, estaban siendo “reveladas”, vistas y comprendidas bajo una luz completamente nueva. Y, de acuerdo con Lucas, una vez que Él les condujo a través de las Escrituras, una vez más, las Escrituras les fueron “reveladas”, todo cambió en sus corazones: sus corazones ardían ahora y mientras sus ojos físicos todavía estaban velados, sus ojos internos, los ojos de la fe, se estaban abriendo. Solo era cuestión de tiempo (y sincronización) antes de que sus ojos físicos fuesen abiertos. Y es por eso que, cuando llegaron al lugar, Jesús hizo como si fuese más lejos, “mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado”.[2]
Ellos le obligaron —y por favor entiéndeme—: esta es la única cosa en toda la historia que ellos realmente eligieron hacer por propia voluntad. Sus ojos todavía estaban velados, ellos todavía no sabían quién era Él, y a primera vista, era solo una preocupación humana natural: “porque se hace tarde, y el día ya ha declinado”. Sin embargo, sabemos que en este punto sus corazones estaban ardiendo, ellos tenían la sensación de que el encuentro con ese ‘extraño’ todavía no había terminado, y ellos actuaron según su corazón, no por la vista. Para nosotros es crucial entender que primero: “ellos le obligaron” a que se quedase con ellos, y solo después, solo por esa razón, “Él se quedó con ellos”.
Esta dinámica, entre la disposición del corazón y la abertura de los ojos, es muy importante en la Biblia. Cuando el Señor se le apareció a Moisés en la zarza ardiente, Moisés al ver la zarza dijo: “Iré yo ahora y veré esta grande visión”[3]. Rashi comenta: “Mejor marcho de aquí y me acerco allá”. Está escrito remarcablemente que “viendo JEHOVÁ que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza”.[4] Solo cuando Moisés “se fue de allí y se acercó allá”, solo cuando empezó a caminar en dirección a Dios —y solo cuando Dios vio eso— solo entonces le habló a él. El mismo Dios soberano escoge cuándo revelarse al hombre; Él mismo interviene y hace que ardan los corazones; Él mismo llama al hombre que escucha y responde. Pero que Él continúe revelando el propósito de Su intervención dependerá de la respuesta de ese hombre: Si lo constriñe quedarse —si él está dispuesto a “salir de aquí y acercarse allá”—. Siempre es nuestra decisión si actuamos de acuerdo a nuestra vista o a nuestro corazón.
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[1] Lucas 24:27
[2] Lucas 24:29
[3] Éxodo 3:3
[4] Éxodo 3:4


























CapÍtulo Transitorio (3) El Mensaje De La ParticiÓn Del Pan

By Julia Blum - febrero 15, 2018
UN ANFITRIÓN POCO COMÚN
Mas ellos le obligaron a quedarse”… Luego leemos:
Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista”.[1]
Primero que todo, entendamos como era esta comida desde el punto de vista tradicional judío. Compartir  las comidas siempre ha sido una parte muy importante en la vida de la comunidad judía. Al principio de la comida, la bendición tradicional siempre se dice mientras se parte el pan; como era la semana de la Pascua, habría sido matzah, no un pan común, por lo tanto la bendición sobre el matzah habría sido añadida: “Bendito eres, Señor nuestro Dios, Rey del universo que nos santificas mediante Tus mandamientos, y nos mandas a comer matzah”. Quien recita la bendición lo hace literalmente mientras parte el pan, exactamente como se nos dice que hizo Jesús. En este sentido, era una comida tradicional judía de Chol Ha-Moed (Semana de Pascua). ¿O no era así?
En el Talmud de Babilonia, leemos: “el anfitrión partirá el pan” (Berakoth 46). En la tradición judía, el anfitrión —la cabeza de la familia— es quien siempre dice la bendición y parte el pan. Los huéspedes esperan las indicaciones del anfitrión y silenciosamente reciben lo que se les pone delante de ellos. Sin embargo, esto no es lo que vemos aquí. Verdaderamente este no era un huésped común. En lugar de esperar las indicaciones de su anfitrión, vemos a este ‘extraño’ tomando el lugar del anfitrión: Él es quien dice la bendición y parte el pan. Podemos imaginar que este comportamiento debe haber llamado la atención de todos los demás en la casa. ¿De dónde venía esta autoridad?
NADIE DEBE ESTIRAR SU MANO
Aquí me gustaría citar un pasaje de los Rollos del Mar Muerto. Los sectarios de Qumran creían en el salvador eterno (probablemente creían que era Melquisedec) que vino como humano y era conocido por ellos como el Maestro de Justicia. El Maestro de Justicia era un sacerdote. Miremos un fragmento del documento 1QSa (algunas veces llamado La Regla Mesiánica) y veamos lo que el texto dice sobre el Sacerdote; [el Mes]ías de Israel debe [ingresar]… y [nadie debe estirar] su mano hacia el primer fruto… antes que el Sacerdote, porque [él es quien b]endice el primer fruto del pan y del vino nuevo…[2]
Nadie debe estirar su mano para bendecir el pan: esto significa que en los días de Jesús, se entendía (al menos entre los esenios), que cuando el Mesías llegara, nadie debía estirar la mano para bendecir el pan antes que Él. La autoridad para bendecir el pan pertenecía claramente al anfitrión —a menos que el Mesías estuviera presente—. Y cuando en nuestra historia, este extraño actuaba en la casa “como quien tiene autoridad[3] aún cuando los ojos de los discípulos permanecían velados, sus corazones que habían estado ardiendo durante todo el camino, ahora se llenaban de emoción y expectativa. Para ellos, Su conducta era una señal definitiva de Su dignidad mesiánica.
UN HOMBRE QUE LLEVA UN CÁNTARO
¿Pero por qué y cómo sabrían, incluso ellos, este conocimiento esenio del privilegio del Mesías para partir el pan? Vayamos una semana atrás y observemos a Jesús y sus discípulos acercándose a la Ciudad Santa. Jerusalén estaba plagada de gente que había llegado para la Pascua. Cada casa tenía huéspedes adicionales, cada habitación estaba llena, aún así, Jesús extrañamente, parecía no estar preocupado por el lugar donde comer la comida de Pascua. Confidencialmente, Él les dijo a sus discípulos: “He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare”.[4] ¿Cómo sabía Jesús que ellos encontrarían un hombre con un cántaro de agua? Un hombre con un cántaro de agua era algo poco común de ver, normalmente era un trabajo de mujeres. ¿Por qué un hombre llevaría un cántaro de agua en Jerusalén?
El único grupo de hombres judíos que cargaban cántaros de agua eran los esenios. Como la mayoría de los esenios eran célibes, los hombres hacían el trabajo de las mujeres. Por eso un hombre llevando un cántaro de agua solo podía ser esenio. Los esenios tenían comunidades, no solo en Qumran, sino en otras ciudades. También tenían una comunidad en Jerusalén. Josefo nos dice que una de las puertas de Jerusalén se llamaba “la Puerta de los Esenios”. Aparentemente fue por esta puerta que ingresaron a su comunidad. Por palabras de Jesús, sus discípulos entendieron que tenían que entrar a Jerusalén por la puerta de los esenios. Además, ya que los esenios tenían un calendario diferente, sus habitaciones para huéspedes estaban disponibles. Por eso es que el Maestro sabía que una habitación estaba disponible para la Última Cena. Y esta es la razón por la que una semana después, los discípulos reconocerían Su autoridad mesiánica con la partición del pan.
RECONOCIDO POR EL SUFRIMIENTO
Pero hay algo aún más significativo sucediendo aquí —algo que los esenios no sabían y los discípulos no habían entendido todavía, pero que ahora estaban empezando a comprender—. Sabemos que durante la Última Cena, Jesús fue quien bendijo el pan y el vino, y ya que ellos tuvieron esa comida en la habitación esenia y dentro de la comunidad esenia, mientras partía el pan, Jesús podía haber sido visto como un Mesías esenio. Es por eso que Él se asegura de decirles que Él no es un Mesías bajo el concepto esenio: Él conecta esta partición del pan con lo que estaba por venir, con Su inminente Sufrimiento. “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.[5]
Ahora, regresemos a la historia de Emaús: cuando este extraño empieza a actuar en la casa “como quien tiene autoridad[6], tomando el rol del anfitrión y partiendo el pan, los corazones de los discípulos —que habían estado ardiendo todo el camino—ahora estaban llenos hasta el borde con emoción. Les fue recordada Su bendición mesiánica durante la Última Cena (si bien lo vieron o alguien se lo contó) por eso para ellos fue una señal segura de Su dignidad mesiánica. Se les vino a la memoria Sus palabras sobre el sufrimiento: “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.[7] Estas palabras: “mas lo entenderás después”, se estaban cumpliendo, en ese mismo momento: “entonces su ojos fueron abiertos y ellos le reconocieron. Según lo que cuenta Lucas, esto fue lo que los discípulos reconocieron mientras Él partía el pan: Él era el Mesías —pero no el Mesías que ellos esperaban—; no era el Mesías que esperaba Israel, no era el Mesías que esperaban los esenios. Él era el Mesías Sufriente.

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[1] Lucas 24:29-31
[2] 1Qsa, column 2, lines 18-21.
[3] Marcos 1:22
[4] Lucas 22:10
[5] Juan 13:7
[6] Marcos 1:22
[7] Juan 13:7

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