¡Shalom amigos!
Aquí
en Israel, estamos en un tiempo llamado Chagim: Fiestas o
Vacaciones. Hay dos palabras hebreas que escuchamos infinidad de veces
durante estos días: Acherey Hachagim –“después de las fiestas”–. Todo está “congelado”, pospuesto, detenido durante estos días (muy parecido al tiempo de Navidad/Año Nuevo, pero con una pequeña diferencia, que Navidad/Año Nuevo dura dos días y nuestro Chagim dura casi un mes –el mes judío de Tishrei–).
Aquí en este blog, también queremos celebrar estos Días Santos. Aún cuando en nuestro último post, les hicimos la pregunta principal y final sobre nuestro estudio del Mesías Oculto: ¿Por qué Yeshua estaba oculto de Israel? – buscaremos una respuesta– “Acherey Hachagim”–después de las fiestas–. Por ahora, vamos a hablar sobre las Fiestas y ya que esta semana es la Fiesta de las Trompetas (este es el nombre bíblico y el significado de esta Fiesta), ese será nuestro tema para hoy.
El nombre
bíblico judío para esta fecha es Yom Teruah (יוֹם
תְּרוּעָה), literalmente “día [de] gritar/explotar”, traducido como
la Fiesta de Trompetas. Seguramente conoces esta fiesta como Rosh
HaShanah –Año Nuevo Judío–. “Rosh” es la palabra hebrea para
“cabeza”, “Ha” es el artículo definitivo (el/la)y “shanah” significa
“año”. Así Rosh HaShanah quiere decir Cabeza [de] Año,
refiriéndose al año nuevo judío (a propósito, uno de nuestros
“cuatro años nuevos” en Israel).
El término
“Rosh HaShanah” en su significado actual, no aparece en la Torá.
Levítico 23:24 se refiere al festival del primer día del séptimo mes
como Zikhron Teru’ah ([un] memorial [de] soplar
[las trompetas]); también en la misma parte de Levítico se refiere como
‘שַׁבַּת שַׁבָּתוֹן’ (shabbat shabbaton) y un “día santo para
Dios”. En Números 29:1 se le llama festival de Yom Teru’ah
(“Día [de] soplar [las trompetas]”), y especifica las diferentes
ofrendas que debían ser ofrecidas.
Rosh
HaShanah es también el Día del Juicio: Yom HaDin. Según el
tratado del Talmud referente a Rosh HaShanah, tres libros son abiertos
este día: el Libro de la Vida, para los justos, el Libro de la Muerte
para los malvados, quienes reciben el sello de la muerte y un tercer
libro para la clase intermedia. A la clase intermedia le es concedido
un periodo de diez días, hasta Yom Kippur, para reflexionar y
arrepentirse –así el juicio final no tendría lugar hasta Yom Kippur–.
La lectura
de la Torá para Rosh HaShanah son los capítulos 21 y 22 del Génesis. Es
imposible ignorar el significado de estos capítulos en el misterio de
Dios. En el pasado, mi atención había sido atraída por Akedat
Yitzhak en Génesis 22 y por el hecho de que Génesis 22 se lee
cada Año Nuevo Judío. ¿Por qué leemos la historia del sacrificio de
Isaac cada Rosh HaShanah? Una de las explicaciones tradicionales dice
que el shofar, hecho con el cuerno de un carnero, nos recuerda
la vinculación que hay entre Isaac y el carnero provisto por Dios para
ser sacrificado en su lugar. Personalmente creo que la conexión es
mucho más profunda. Escribí un libro basado en esta historia y aquí hay
unos párrafos sobre el prólogo:
“Te pido
que visualices la montaña, el lugar de uno de los más extraños eventos
en la historia de Israel. Mira al anciano padre, quien con sus propias
manos ata a su hijo y quien con sus propias manos le pone sobre el
altar. Con cuchillo en mano, está preparado para alargar el brazo y
matarle, pero… detenido por una voz desde el cielo, eleva la vista y ve
un carnero enredado por sus cuernos en un matorral, el cual ofrece como
ofrenda quemada en el lugar donde originalmente intentaba ofrecer a su
hijo como sacrificio. Cuando milenios después recordamos esta montaña y
estas tres figuras, nuestros corazones literalmente palpitan, siendo
conscientes del cercano contacto físico con este secreto
especial, con la anticipación de un misterio de Dios
increíblemente importante, solo comprendido parcialmente, y todavía no revelado.
Aquí nos rozamos contra alguna cosa que sin duda, todavía le pertenece
a Dios, pero las incomprensibles turbulencias interiores, que nos
agitan hasta el punto de incluso temblar exteriormente, manifiestan que
este cuadro es algo así como un episodio de Sus planes y previsiones
para la historia del mundo, modelados para nuestra visión. Esta antigua
matanza del sacrificio del cordero, que tuvo lugar, quizás incluso
antes del comienzo de los tiempos, pero que de alguna manera todavía
resuena, excede todos los límites de la historia, tiempo y el fin del
mundo. Algo increíblemente importante está tomando lugar aquí. Algo
está tomando forma en el contexto de todos los largos siglos de la
historia humana: un misterio sin solventar permanece detrás de estos
hechos. ¿Te das cuenta de que cada año, durante las fiestas de Rosh
HaShanah, al principio de cada año judío, esta historia nombrada “Akedah”,
la historia de la vinculación y el sacrificio de Isaac, se lee en las
sinagogas? ¿Por qué? ¿Qué es tan importante para nosotros, que cada vez
que entramos a un nuevo año de nuestro caminar terrenal, todavía
recordamos la historia? ¿Por qué el padre tenía que sacrificar a su
hijo? ¿Quién era ese hijo puesto sobre el altar por su padre? Y ese
cordero enredado por los cuernos en el matorral –¿qué simboliza?–.
Encontré un pasaje interesante en la Haggadah: “Y oí
desde más allá del Velo Celestial, estas palabras: ‘No Isaac, sino el
carnero predestinado para la ofrenda quemada…’”
Con esta
escena, en este prólogo, no solo de la historia de Israel, sino en
efecto de toda la historia de la humanidad, se encapsula la totalidad
del diseño de Dios por los siglos, Su plan completo para la humanidad.
No es coincidencia que el lugar donde todo esto sucedió, haya venido a
ser el principal punto focal de Dios en el mundo
visible. Es el Monte Moriah, el Monte del Templo en Jerusalén, en donde
el Templo será construido para que el Señor, un día lo llene con Su
gloria. ‘Dios proveerá para Sí mismo un cordero como ofrenda
quemada,’[1]
Abraham le dice a Isaac, y aunque allí en la montaña, en un principio
se vean dos figuras –Abraham e Isaac, padre e hijo– poco después
aparece alguien más en escena: el carnero, enredado por los cuernos
en el matorral.[2] El cordero, el que Dios
proveyó por Sí mismo para ser quemado como ofrenda. Ni Abraham ni
tampoco nosotros los lectores, podríamos ver cómo y cuando llegó allí;
simplemente estaba allí, y había estado desde el
principio. En fuentes judías se dice que el carnero, este cordero,
había sido sacrificado antes de la creación del mundo. Este es el por
qué, cada vez a principios del año, leemos esta historia que de alguna
manera nos trae ecos desde más allá del reino del tiempo. A la luz de
esto, podemos discernir cómo, en el plan de Dios para la Salvación de
la humanidad, en el principio eran dos: Dios e Israel que es llamado el
hijo y primogénito, pero en la dispensación de la plenitud de
los tiempos[3] aparece que también
existe ‘el Cordero’, quien desde la creación del mundo estaba destinado
para el sacrificio. Recuerda la porción que he citado anteriormente de
la Haggadah: “Y oí desde más allá del Velo Celestial
estas palabras: ‘No Isaac, sino el carnero predestinado para la ofrenda
quemada’”. El Cordero sacrificado desde la fundación del mundo toma el
lugar en el altar, aquel a quien Dios Mismo ha llamado Su Hijo
primogénito”.[4]
[1] Génesis 22:8
[2] Génesis 22:13
[3] Efesios 1:10
[4] Si tu eres el Hijo de Dios, desciende de la
cruz; este es el link del libro: https://www.amazon.com/Julia-Blum/e/B00LUY0JN8/ref=sr_ntt_srch_lnk_8?qid=1474990243&sr=8-8
Yo los
invito a visitar la página de Julia Blum en Amazon. Yo he quedado encantado siempre que
leo sus artículos en el blog de eTeaherBiblial; y me he atrevido a
postear sus artículos para compartir con el número limitado de lectores
(todos del Camino Neo-Catecumenal – Siempre atribuyendo el crédito a la
autora, Julia Blum).
Julia Blum
Profesora Adjunta, Dept. de Estudios Bíblicos, eTeacherBiblical. |
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