Thursday, October 13, 2016

La fiesta de las trompetas y el sacrificio de Isaac - Julia Blum


la fiesta de las trompetas y el sacrificio de Isaac

¡Shalom amigos!

Aquí en Israel, estamos en un tiempo llamado Chagim: Fiestas o Vacaciones. Hay dos palabras hebreas que escuchamos infinidad de veces durante estos días: Acherey Hachagim –“después de las fiestas”–. Todo está “congelado”, pospuesto, detenido durante estos días (muy parecido al tiempo de Navidad/Año Nuevo, pero con una pequeña diferencia, que Navidad/Año Nuevo dura dos días y nuestro Chagim dura casi un mes –el mes judío de Tishrei–).
Aquí en este blog, también queremos celebrar estos Días Santos. Aún cuando en nuestro último post, les hicimos la pregunta principal y final sobre nuestro estudio del Mesías Oculto: ¿Por qué Yeshua estaba oculto de Israel? – buscaremos una respuesta– “Acherey Hachagim”–después de las fiestas–. Por ahora, vamos a hablar sobre las Fiestas y ya que esta semana es la Fiesta de las Trompetas (este es el nombre bíblico y el significado de esta Fiesta), ese será nuestro tema para hoy.
El nombre bíblico judío para esta fecha es Yom Teruah (יוֹם תְּרוּעָה‎‎), literalmente “día [de] gritar/explotar”, traducido como la Fiesta de Trompetas. Seguramente conoces esta fiesta como Rosh HaShanah –Año Nuevo Judío–. “Rosh” es la palabra hebrea para “cabeza”, “Ha” es el artículo definitivo (el/la)y “shanah” significa “año”. Así Rosh HaShanah quiere decir Cabeza [de] Año, refiriéndose al año nuevo judío (a propósito, uno de nuestros “cuatro años nuevos” en Israel).
El término “Rosh HaShanah” en su significado actual, no aparece en la Torá. Levítico 23:24 se refiere al festival del primer día del séptimo mes como Zikhron Teru’ah  ([un] memorial [de] soplar [las trompetas]); también en la misma parte de Levítico se refiere como ‘שַׁבַּת שַׁבָּתוֹן’ (shabbat shabbaton) y un “día santo para Dios”. En Números 29:1 se le llama festival de Yom Teru’ah (“Día [de] soplar [las trompetas]”), y especifica las diferentes ofrendas que debían ser ofrecidas.
Rosh HaShanah es también el Día del Juicio: Yom HaDin. Según el tratado del Talmud referente a Rosh HaShanah, tres libros son abiertos este día: el Libro de la Vida, para los justos, el Libro de la Muerte para los malvados, quienes reciben el sello de la muerte y un tercer libro para la clase intermedia. A la clase intermedia le es concedido un periodo de diez días, hasta Yom Kippur, para reflexionar y arrepentirse –así el juicio final no tendría lugar hasta Yom Kippur–.
La lectura de la Torá para Rosh HaShanah son los capítulos 21 y 22 del Génesis. Es imposible ignorar el significado de estos capítulos en el misterio de Dios. En el pasado, mi atención había sido atraída por Akedat Yitzhak en Génesis 22 y por el hecho de que Génesis 22 se lee cada Año Nuevo Judío. ¿Por qué leemos la historia del sacrificio de Isaac cada Rosh HaShanah? Una de las explicaciones tradicionales dice que el shofar, hecho con el cuerno de un carnero, nos recuerda la vinculación que hay entre Isaac y el carnero provisto por Dios para ser sacrificado en su lugar. Personalmente creo que la conexión es mucho más profunda. Escribí un libro basado en esta historia y aquí hay unos párrafos sobre el prólogo:
“Te pido que visualices la montaña, el lugar de uno de los más extraños eventos en la historia de Israel. Mira al anciano padre, quien con sus propias manos ata a su hijo y quien con sus propias manos le pone sobre el altar. Con cuchillo en mano, está preparado para alargar el brazo y matarle, pero… detenido por una voz desde el cielo, eleva la vista y ve un carnero enredado por sus cuernos en un matorral, el cual ofrece como ofrenda quemada en el lugar donde originalmente intentaba ofrecer a su hijo como sacrificio. Cuando milenios después recordamos esta montaña y estas tres figuras, nuestros corazones literalmente palpitan, siendo conscientes del cercano contacto físico con este secreto especial, con la anticipación de un misterio de Dios increíblemente importante, solo comprendido parcialmente, y todavía no revelado. Aquí nos rozamos contra alguna cosa que sin duda, todavía le pertenece a Dios, pero las incomprensibles turbulencias interiores, que nos agitan hasta el punto de incluso temblar exteriormente, manifiestan que este cuadro es algo así como un episodio de Sus planes y previsiones para la historia del mundo, modelados para nuestra visión. Esta antigua matanza del sacrificio del cordero, que tuvo lugar, quizás incluso antes del comienzo de los tiempos, pero que de alguna manera todavía resuena, excede todos los límites de la historia, tiempo y el fin del mundo. Algo increíblemente importante está tomando lugar aquí. Algo está tomando forma en el contexto de todos los largos siglos de la historia humana: un misterio sin solventar permanece detrás de estos hechos. ¿Te das cuenta de que cada año, durante las fiestas de Rosh HaShanah, al principio de cada año judío, esta historia nombrada “Akedah”, la historia de la vinculación y el sacrificio de Isaac, se lee en las sinagogas? ¿Por qué? ¿Qué es tan importante para nosotros, que cada vez que entramos a un nuevo año de nuestro caminar terrenal, todavía recordamos la historia? ¿Por qué el padre tenía que sacrificar a su hijo? ¿Quién era ese hijo puesto sobre el altar por su padre? Y ese cordero enredado por los cuernos en el matorral –¿qué simboliza?–. Encontré un pasaje interesante en la Haggadah: “Y oí desde más allá del Velo Celestial, estas palabras: ‘No Isaac, sino el carnero predestinado para la ofrenda quemada…’”
Con esta escena, en este prólogo, no solo de la historia de Israel, sino en efecto de toda la historia de la humanidad, se encapsula la totalidad del diseño de Dios por los siglos, Su plan completo para la humanidad. No es coincidencia que el lugar donde todo esto sucedió, haya venido a ser el principal punto focal de Dios en el mundo visible. Es el Monte Moriah, el Monte del Templo en Jerusalén, en donde el Templo será construido para que el Señor, un día lo llene con Su gloria. ‘Dios proveerá para Sí mismo un cordero como ofrenda quemada,’[1] Abraham le dice a Isaac, y aunque allí en la montaña, en un principio se vean dos figuras –Abraham e Isaac, padre e hijo– poco después aparece alguien más en escena: el carnero, enredado por los cuernos en el matorral.[2] El cordero, el que Dios proveyó por Sí mismo para ser quemado como ofrenda. Ni Abraham ni tampoco nosotros los lectores, podríamos ver cómo y cuando llegó allí; simplemente estaba allí, y había estado desde el principio. En fuentes judías se dice que el carnero, este cordero, había sido sacrificado antes de la creación del mundo. Este es el por qué, cada vez a principios del año, leemos esta historia que de alguna manera nos trae ecos desde más allá del reino del tiempo. A la luz de esto, podemos discernir cómo, en el plan de Dios para la Salvación de la humanidad, en el principio eran dos: Dios e Israel que es llamado el hijo y primogénito, pero en la dispensación de la plenitud de los tiempos[3] aparece que también existe ‘el Cordero’, quien desde la creación del mundo estaba destinado para el sacrificio. Recuerda la porción que he citado anteriormente de la Haggadah: “Y oí desde más allá del Velo Celestial estas palabras: ‘No Isaac, sino el carnero predestinado para la ofrenda quemada’”. El Cordero sacrificado desde la fundación del mundo toma el lugar en el altar, aquel a quien Dios Mismo ha llamado Su Hijo primogénito”.[4]
[1] Génesis 22:8
[2] Génesis 22:13
[3] Efesios 1:10
[4] Si tu eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz; este es el link del libro: https://www.amazon.com/Julia-Blum/e/B00LUY0JN8/ref=sr_ntt_srch_lnk_8?qid=1474990243&sr=8-8
Yo los invito a visitar la página de Julia Blum en Amazon.   Yo he quedado encantado siempre que leo sus artículos en el blog de eTeaherBiblial; y me he atrevido a postear sus artículos para compartir con el número limitado de lectores (todos del Camino Neo-Catecumenal – Siempre atribuyendo el crédito a la autora, Julia Blum).
Julia Blum
Profesora Adjunta, Dept. de Estudios Bíblicos, eTeacherBiblical.

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