¡Shalom amigos!
REVISIÓN
SOBRE EL MESÍAS OCULTO
In Blog @es by Julia Blum [La Dra. Blum
es colaboradora en el blog del Dr. Lizorkin-Eyzenberg]
Antes de trasladarnos al tema final de la
serie El Mesías Oculto, hagamos un repaso y resumamos las ideas que
hasta aquí hemos comentado con el fin de seguir la lógica de este
estudio. En la serie de artículos que he presentado aquí, primero vimos
el Secreto Mesiánico del Nuevo Testamento, en contraste con el
Trasfondo Judío; luego seguimos con la idea del Mesías oculto y
revelado a través de Lucas y Los Hechos; finalmente, aprendimos la
inmensa lección que se encuentra en el capítulo de la transición en el
Evangelio de Lucas (Lucas 24) desgranando las llaves más importantes.
Nuestro primer post –Como si escondiese
su rostro de nosotros– define el Secreto Mesiánico: el hecho de
que en los Evangelios, Yeshua es frecuentemente representado como
buscando mantener el secreto sobre su persona y trabajo durante su
ministerio (algunas veces incluso rehusando utilizar abiertamente el
título de ‘Mesías’). El mesianismo de Yeshua es algo que el autor y
los lectores conocen, pero los participantes originales del Evangelio
no lo sabían. Empezamos nuestro estudio mirando este característico
rompecabezas del Evangelio en contraposición al trasfondo judío y buscando
una explicación de este dilema del Nuevo Testamento según el
pensamiento judío de aquel tiempo.
Es por eso que en los siguientes dos post –El
Salvador Trascendental del Cielo y El Irreconocible Mesías– mostramos
que en referencia a la venida del Mesías como oculto y revelado
podría ser considerado como representativo del judaísmo del primer
siglo (D.C). Para poder comprobar esta afirmación, examinamos la
evidencia desde diferentes fuentes y manifestaciones del judaísmo.
Vimos algo muy intrigante en estos textos: que en el Libro de Enoc,
escrito aproximadamente en el primer siglo A.C, el Mesías está oculto
en los cielos, pero luego en la literatura rabínica que inicia en el
1D.C, vemos ya al Mesías oculto e irreconocible en la tierra.
Entendemos, por lo tanto, que el tema del Mesías oculto en el cielo y
luego descendiendo a la tierra, era una parte del judaísmo
inter-testamental. Es en este punto que regresamos al Nuevo Testamento.
Nuestros dos posts siguientes fueron
llamados: El Mesías oculto y revelado en Lucas y Los Hechos (1 y
2). Aquí, en los escritos del Nuevo Testamento podríamos ver
una directa reflexión sobre el mismo tema que se había reflejado
tenuemente en textos previos: El Mesías descendiendo del cielo a la
tierra (¿alguien recuerda el canto “Viniste del Cielo a la Tierra”
?) –pero aún y así se mantiene oculto hasta que llegue el
tiempo señalado–. Los dos volúmenes de Lucas nos brindan una
oportunidad única para seguir el desarrollo de este tema del Mesías
–‘antes’ y ‘después’– oculto en el cielo desde el principio, viene a la
Tierra, pero sigue oculto hasta que llegue el momento señalado, y
entonces, después del tiempo señalado, Él es revelado. El mismo autor,
mientras escribía sobre la vida terrenal de Jesús, consistentemente le
retrata ocultando su identidad mesiánica, mientras que en Los Hechos
proclama su mesianismo en voz alta y públicamente. Para poder explicar
este súbito cambio, precisamos sugerir dos cosas: primero, que algún
acontecimiento crucial sucedió entre estas dos piezas, y segundo, que
por alguna razón, después de este evento, el mesianismo fue revelado.
Todos sabemos la respuesta obvia de la primera parte: el evento crucial
que sucedió entre la parte principal del Evangelio y de Los Hechos, fue
la crucifixión y resurrección de Jesús. Entonces, aquí nos hacemos la
siguiente pregunta: ¿por qué? ¿Por qué Su muerte y resurrección marcó
una frontera tan clara, una línea tan obvia de demarcación entre el
“antes” y “después”? ¿Por qué Jesús tenía que permanecer como el Mesías
oculto durante su vida terrenal, y solo ser revelado después de su
resurrección?
Para poder descifrar este misterio,
necesitamos las llaves. En este punto, regresamos a la historia
de los dos discípulos en el camino de Emaús e introducimos las
llaves de este capítulo de transición (Lucas 24) –las llaves
cruciales para entender esta historia del Mesías oculto y revelado–.
Llave número uno: Ojos velados: Solo el mismo Dios puede
velar y abrir los ojos espirituales. Fue Su decisión y tan
solo Suya, en los dos casos de los discípulos en el camino de Emaús,
cuyos ojos Él abrió para que al final pudieran reconocerle y en
aquellos casos donde los ojos de la gente fueron velados para
que no le reconociesen.
Llave número dos: Hacer visible lo
latente: Hasta que el revelador no hace su función,
la imagen permanece invisible, y es cosa del Espíritu de Dios el
“revelar” las escrituras; es cosa de Dios volver a explicar la
historia, es tarea de Dios hacer visible la imagen latente.
Llave número tres: Como si…: El Señor no puede revelar Su amor
hasta que Su plan sea completado. De aquí que, a menudo, muchas veces
Dios actúa como si. Sin embargo siempre es nuestra decisión si
confiamos en nuestra vista o en nuestro corazón.
Llave número cuatro: Bendiciendo el pan: Yeshua es reconocido
mientras partía el pan y esto vino a ser la señal de ambos, Su dignidad
como Mesías y Su sufrimiento. El Mesías tenía que sufrir la muerte y
levantarse otra vez –solo entonces llegaría el momento señalado para
que Su Mesianismo fuese revelado–.
Llave número cinco: Y sus ojos se abrieron:
Esta
es la culminación, no solo de la historia completa sobre los
discípulos, sino también sobre todo el Evangelio. La sorprendente
simetría entre la frase: sus ojos fueron abiertos en Lucas 24 en
contraste con sus ojos fueron abiertos en Génesis 3, nos
ayuda a entender el cambio crucial en el estatus del Universo
cuando Yeshua fue reconocido como Mesías.
Así pues, en el trabajo de sus dos
volúmenes, Lucas nos ilumina para un cambio global mayor que ocurrió
entre el Evangelio y Los Hechos, después de la muerte y resurrección de
Yeshua.
La historia de Emaús proporciona una
excelente transición desde el primero hasta el segundo volumen de los
escritos de Lucas –de una era a otra– del Mesías visible, pero
oculto (no revelado y no reconocido), al Mesías revelado (reconocible)
pero invisible. Durante Su vida terrenal, Él estuvo oculto, y solo
después de Su resurrección, Su mesianismo llegó, no solo conocido por
sus discípulos, sino proclamado abiertamente a todos desde las
azoteas. Y esto significa, ante todo, que aunque Él estuvo visible
mientras anduvo por la Tierra de Israel, Él estuvo oculto para sus
conciudadanos porque sus ojos estuvieron velados. Estuvieron velados
solo mediante la soberanía de Dios, porque nadie más podía restringir
su vista. Así pues, llegamos a nuestra pregunta final en este estudio:
¿Por qué Yeshua estuvo oculto para Israel?
Con cariño,
Noel y Silvia
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