Hemos
pasado las últimas cuatro semanas comentando la historia de Emaús en
Lucas 24. Acabamos de ver que este último capítulo del Evangelio de
Lucas no solo nos sirve como una maravillosa transición literaria a su
segundo volumen –Los Hechos– sino también como una llave espiritual, o
conjunto de llaves espirituales, de la historia completa sobre el
mesianismo de Yeshua y de la visión velada de los discípulos en el
escrito de Lucas.
Hoy vamos a hablar sobre la última y más importante llave: que sus ojos
fueron abiertos. Vamos a recordar también que, en el camino, los ojos
de los discípulos estaban velados por Dios mismo y por eso no
reconocieron a Yeshua. Entonces, cuando el tiempo señalado llegó, sus
ojos fueron abiertos también por medio de Dios mismo. El tiempo aquí es
de mayor importancia: sabemos que sucedió en el momento específico de
partir el pan, dejando a los discípulos sostener el pan en las manos,
sin duda sorprendidos y temblando ante la grandeza de lo que acababa de
suceder.
LLAVE
NÚMERO CINCO: Y SUS OJOS SE ABRIERON
Aquí necesitamos examinar algo del griego.
Acabamos de ver que ambos verbos –velados y abiertos–
representan la forma pasiva tanto en inglés como en griego: primero, sus
ojos fueron velados: Οφθαλμοι αυτων εκρατουντο.[1]Entonces llegó el momento crucial
y sus ojos fueron abiertos: δεδιηνοιχθησαν οι οφθαλμοι[2]. Vamos a intentar de contemplar la escena de
este momento esencial. Antes de nada, es importante mencionar
que, de acuerdo con la opinión de los eruditos, el lenguaje griego de
Lucas es el mejor de los cuatro Evangelios. Parece ser que el griego
era la lengua materna del evangelista. No cabe duda, por lo tanto, que
Lucas conociera la LXX (la Septuaginta) bastante bien y probablemente
estuviera influenciado por ello. Desde luego, él parece estar muy
cómodo con la lengua griega ya que está capacitado para adaptar su
estilo a las diferentes circunstancias y orígenes. Por ejemplo, el
griego que usa en el Prólogo (1:1-4) es clásico, mientras que el griego
de la narrativa de la infancia es semitizada a propósito; el griego de
los sermones en Los Hechos, parece estar afectado por las
circunstancias de cada orador, por lo tanto, el análisis comparativo de
las formas griegas usadas por Lucas, con aquellas de la LXX, podrían
servir de ayuda.
En griego, la frase sus ojos fueron
abiertos aparece así: δεδιηνοιχθησανοιοφθαλμοι.Acabamos de ver que la
palabra Δι-ανοιγω quiere decir, completo y totalmente abiertos. Esta
palabra se encuentra varias veces en la Septuaginta, pero la única vez
en toda la Septuaginta donde aparece esta frase completa, en esta misma
forma, tal como la encontramos en Lucas: δεδιηνοιχθησανοιοφθαλμοι es en el capítulo tres del libro del
Génesis; en una de las más dramáticas escenas de la Escritura. Cuando
Adán y Eva (Hava) pecaron –cuando ellos violaron el mandato que Dios
les dio y comieron del árbol de la Sabiduría– cuando el pecado entró
por primera vez en el mundo; cuando todo cambió y todo fue puesto al
revés; en ese momento fatal de la creación dice: Y sus ojos
fueron abiertos…[3]
¿Qué significa eso de que los ojos de Adán
y Eva fueran abiertos? Este pasaje del libro del Génesis nos ayuda a
comprender mejor el enorme cambio en Lucas 24. Sí, Adán y Eva se dieron
cuenta por primera vez que estaban desnudos, pero era algo mucho más
que eso. La Caída, no fue simplemente uno de los principales eventos en
la historia de la creación –fue un cataclismo global, un cambio total
en el estatus del Universo. Cuando la Biblia describe como sus ojos
(de Adán y Eva) fueron abiertos es una de las más considerables
y fundamentales manifestaciones y consecuencias de este cambio global.
Adán y Eva, quienes hasta ese momento habían visto a Dios en su
realidad –y que vieron todas las cosas solo en Su luz y en la luz de Su
realidad– entonces empezaron a ver el mundo con una visión nublada por
el pecado, el cual desde entonces vino a ser, y ha permanecido como la
verdadera visión de la humanidad. La habilidad de ver a Dios, que
originalmente se les había dado, aumentó en oscuridad y se perdió, e
incluso Adán y Eva, que no lo mencionaron a su descendencia, empezaron
a ver este mundo en la forma en que la humanidad continuó viéndolo a
través de los años: aplastante, material y físico. Ellos abandonaron Su
presencia –y sus ojos fueron abiertos a esta visión del mundo–.
De ahora en adelante, para ver lo invisible, el ser humano
necesita la fe. Por eso, para el Señor era tan importante que
ellos no echaran mano y cogiesen también del Árbol de la Vida,
comiesen y viesen para siempre[4]; que ellos no permaneciesen para siempre de
la misma forma, incapaces de ver la realidad espiritual, capaces solo
de ver lo material y lo físico. Y desde ese momento en el tercer
capítulo de Génesis, cuando Adán y Eva pecaron, cuando sus ojos
fueron abiertos a este mundo y ellos necesitaron esconderse del
SEÑOR, Dios ha estado batallando con el Tikkun Olam (reparar el
mundo), desde aquel momento, Él ha estado esperando el momento en que los
ojos de la gente vuelvan a ser abiertos, pero esta vez, para
abrirlos a la inversa, para ver lo que es invisible a lo usual,
disminuyendo la visión humana.
A la luz de todo esto, podemos entender que
la frase que encontramos en Lucas 24:31 conlleva, de hecho, una manifestación
de esta visión mayor a la inversa. En Romanos, Pablo escribe: “Por
cuanto por la desobediencia de un hombre todos fuimos hechos pecadores,
también por la obediencia de un hombre, muchos serán justificados”[5] y aunque si bien es cierto que nuestro
tema va más allá de tratar con la comprensión teológica cristiana de la
muerte y resurrección de Jesucristo como restaurador del estado
original del universo, también es importante para nosotros resaltar –y
no soy consciente de que alguien se haya referido a este tema hasta
hoy– esta simetría entre διηνοιχθησανοιοφθαλμοι en
Lucas 24 y διηνοιχθησανοιοφθαλμοι en
Génesis 3.
Así pues, la historia completa del
Evangelio de Lucas, está renovada y vuelta a explicar en este capítulo.
Un gran escritor, Lucas, quiere que volvamos a ver su Evangelio por
entero a la luz de esta historia. Aquí, en este mismo capítulo de su
Evangelio, el evangelista nos muestra muy claramente, el secreto de los
ojos velados y abiertos: aunque todo lo que hay sobre este forastero
debería haberles recordado a Yeshua, ellos percibieron solo al hombre,
no reconociéndole hasta el momento en que sus ojos fueron abiertos por
un soberano acto de Dios.
Esta es la culminación, no solo de la
historia completa de los discípulos, sino de todo el Evangelio como tal: esta llamativa simetría
entre la frase sus ojos fueron abiertos en Lucas 24, en
contraste con sus ojos fueron abiertos en Génesis 3, nos ayuda a
entender la profundidad y grandeza de lo que sucedió en el camino de
Emaús –así pues– esta es nuestra llave para hoy, y nuestra última llave
sobre este capítulo, LLAVE NÚMERO CINCO: Y SUS OJOS FUERON ABIERTOS.
Esta llave describe el cambio crucial en el estatus del universo cuando
Yeshua es reconocido como Mesías (aunque Él sea invisible). La próxima
semana empezaremos a tratar con las conclusiones de la serie del Mesías
Oculto, y daremos un repaso a todas las llaves sobre las que hemos
hablado y resumiremos las ideas que hemos comentado hasta ahora. In Blog @es by Julia Blum septiembre 22, 2016
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