Las
iglesias que han desplazado al catolicismo en América Latina
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Noticias mayo 26, 2017
Como en un extraño remake de la historia bíblica, la comunidad cristiana
de Latinoamérica vive desde hace un par de décadas un éxodo acelerado. Pero los
fieles, por millones, no escapan de un impío faraón, sino de la Iglesia
Católica. Del otro lado del “Mar Rojo”, las iglesias evangélicas engrosan sus
filas y ganan una influencia que desde los barrios más pobres asciende hasta
los asientos del poder político.
El auge de las iglesias evangélicas también refleja el rechazo de los
sectores populares a la cúpula católica (AP)
Más
Distantes los días de las primeros asentamientos protestantes en el
siglo XVI, cuando Europa empezaba a descubrir la inmensidad americana. Y
también lejanos los tiempos del llamado “protestantismo de inmigración”, que
bajo el amparo de los gobiernos de las jóvenes naciones independientes sentó
las bases del auge actual, de la mano de colonos también provenientes del Viejo
Continente.
La espectacular popularidad del evangelismo en determinados países de
América Latina no se entiende como la evolución normal de esa historia. En
menos de medio siglo quienes se identifican como católicos pasaron de más del
90 por ciento a menos del 70 por ciento. Mientras, casi uno de cada cinco
latinoamericanos hoy asiste a los cultos de alguna de las disímiles
congregaciones evangélicas existentes.
Los evangélicos también buscan una iglesia que imponga normas morales
más estrictas
¿Más cerca de Dios y de la gente?
En un estudio publicado por el Centro de Investigaciones Pew, el 81 por
ciento de los fieles protestantes que habían abandonado la Iglesia Católica
dijo buscar “una conexión personal con Dios”. Muchos señalaron también que les
atraían otras formas de culto. De las más de 300 páginas de la investigación
emerge una idea fundamental: la Iglesia de Pedro parece incapaz de competir con
sus jóvenes contrincantes.
Las iglesias evangélicas deben su éxito en gran medida a un bien
ajustado oportunismo. En las décadas de 1960 y 1970, mientras el surgimiento de
la Teología de la Liberación ponía en crisis la Iglesia Católica, el
evangelismo aprovechó para ocupar el espacio vacante. El apoyo de un grupo de
sacerdotes católicos a los movimientos guerrilleros de izquierda los convirtió
en blancos prioritarios para los regímenes militares de la región. Y no solo
para ellos.
A inicios de la década de 1980, varios informes de las agencias de
inteligencia de Estados Unidos alertaron sobre la amenaza de una Iglesia Católica
radicalizada, en particular en Centroamérica. Los sectores más conservadores
del Partido Republicano recomendaron al presidente Ronald Reagan ayudar a las
iglesias protestantes para que desplazaran a los católicos en los sectores
populares y en las cúpulas gobernantes. Ese respaldo, en el clímax de la Guerra
Fría, se camufló detrás del supuesto interés de socorrer a los cristianos que
luchaban “por la democracia y la libertad religiosa”.
En consecuencia, las iglesias evangélicas de países como Guatemala y El
Salvador recibieron millones de dólares, entregados por grandes iglesias
estadounidenses como la United Methodist Church.
Además de
aprovechar ese repliegue católico, el evangelismo en América Latina ha
ejecutado una intensa labor proselitista. En los barrios y zonas rurales
golpeados por la violencia, el narcotráfico y la ausencia del Estado, las
iglesias evangélicas tejen redes de cooperación entre fieles y ofrecen
soluciones concretas a problemas como el alcoholismo y la delincuencia juvenil.
El ritual evangélico se ha apropiado de la cultura popular latinoamericana: la
música, la manera de hablar de los sectores menos instruidos, una imagen que
contrasta con la indumentaria anacrónica del prelado. Los continuos escándalos
que han sacudido al Vaticano en los últimos años han contribuido también al
declive de la Iglesia Católica en el continente. Pero esa vocación loable por
auxiliar a las comunidades pobres no alcanza a cubrir las fantásticas
operaciones del marketing evangélico en países como Brasil. La Iglesia
Universal del Reino de Dios, encabezada por el empresario Edir Macedo, ha
conquistado millones de seguidores gracias al despliegue de la propaganda
evangélica en los medios de comunicación. Macedo, cuya fortuna estimada en más
de 1.000 millones de dólares escandalizaría a Jesús, es dueño de la segunda
cadena de televisión más grande del gigante suramericano: Rede Record. Sus
emisiones y libros se venden en Europa, Japón y Estados Unidos.
A
la derecha del poder
Analistas
del panorama religioso latinoamericano señalan cómo las iglesias evangélicas
han ganado poder político en algunos países de la región. En Brasil la bancada
evangélica del Congreso trabajó arduamente para lograr la destitución del Dilma
Rousseff, mientras en Colombia se atribuye al peso del voto evangélico una
parte de la responsabilidad en el triunfo del No en el referendo de octubre de
2016.
El
ascenso del evangelismo significa la promoción de una agenda social
conservadora, que se ilustra en la oposición a los derechos sexuales de la
comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales); a determinados
derechos reproductivos de las mujeres, como el acceso al aborto; a la educación
sexual de los jóvenes, sobre bases científicas, en los establecimientos
públicos; a las leyes favorables a la equidad de género, que tratan de
subvertir el orden tradicional en las familias.
El fervor
de los fieles evangélicos –como promedio mucho más practicantes en lo cotidiano
que los católicos— y el creciente poder económico y político de estas iglesias
anuncian malas nuevas para la Iglesia Católica. Ni siquiera el carisma del Papa
Francisco ha conseguido revertir esta tendencia. Y aunque aún América Latina,
con sus más de 420 millones de católicos, constituye una sólida roca para el
Vaticano, el tsunami evangélico amenaza con reducir ese peñasco a una plácida
playa desierta.
Con mucho cariño (pero con mucha preocupación = oración inoportuna mier/jue/vier).
Noel y Silvia
Desde La Porciúncula - CSP - Zona 12, Guatemala
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