Monday, May 29, 2017

El dia de Jerusalén - Julia Blum


Queridos hermanos,
Nuevamente los remito a una publicación de Profesora Julia Blum, del Dept. de Estudios Bíblicos,
IsraelBiblicalStudies.com – Ella es autora de varios libros publicados en inglés y también traducidos al español. No puedo recomendar con palabras lo suficiente el magnífico trabajo de esta autora por excelencia. Mejor los remito a Amazon.com y allí busquen las publicaciones de Julia Blum… Yo estoy seguro que me lo van a agradecer. Con ustedes el blog conteniendo bellos pasajes sobre la Ciudad que ya algunos hemos visitado y los demás están por visitar… ¡Shalom!


El día de Jerusalén
¡Shalom amigos!
Yo me alegré con los que me decían:
A la casa de Jehová iremos.
Nuestros pies estuvieron
Dentro de tus puertas, oh Jerusalén.

Jerusalén, que se ha edificado
Como una ciudad que está bien unida entre sí.

Pedid por la paz de Jerusalén;
Sean prosperados los que te aman.
                    (Salmo 122:1-6)




Sinceramente,




Julia Blum
Profesora Adjunta, Dept. de Estudios Bíblicos,
IsraelBiblicalStudies.com

EL DÍA DE JERUSALÉN
In Blog @es by Julia Blum mayo 18, 20170 Comments


Yo me alegré con los que me decían:
A la casa de Jehová iremos.
Nuestros pies estuvieron
Dentro de tus puertas, oh Jerusalén.
Jerusalén, que se ha edificado
Como una ciudad que está bien unida entre sí.
Pedid por la paz de Jerusalén;
Sean prosperados los que te aman.
                    (Salmo 122:1-6)
Historia
El Día de Jerusalén (Yom Yerushalayim) conmemora la reunificación de Jerusalém después de la Guerra de los Seis Días en 1967. Se celebra el 28 del mes hebreo de Iyar. Este año, el 23-24 de mayo, Jerusalén celebrará el 50º aniversario de la reunificación de Jerusalén.
En 1947, bajo el Plan de Partición de la ONU, se propuso establecer dos estados: el Estado judío y el Estado árabe. Jerusalén fue declarada como ciudad internacional, ni árabe ni judía exclusivamente. Este sistema debía durar diez años, y entonces se haría un referéndum entre los residentes de Jerusalén para decidir a qué país se uniría Jerusalén. Los líderes judíos aceptaron ese plan, incluyendo el estatus especial de Jerusalén pero los árabes rechazaron la propuesta.
En 1948, tan pronto la independencia de Israel fue declarada, fueron atacados por los vecinos árabes. Al final de esta guerra –la Guerra de la Independencia– la Ciudad Vieja y el Este de Jerusalén fueron ocupados por Jordania. Por lo tanto, Jerusalén fue dividida entre Israel y Jordania.
La situación cambió en 1967 como resultado de la Guerra de los Seis Días. El 7 de junio de 1967 (28 Iyar 5727), Israel capturó la Ciudad Vieja de Jerusalén. Al final del día, el Ministro de Defensa, Moshe Dayan, expresó unas palabras que a menudo son citadas durante el Yom Yerushalayim:
Esta mañana, las fuerzas armadas de Israel liberaron a Jerusalén. Hemos unido a Jerusalén, la capital dividida de Israel. Hemos devuelto lo más sagrado a nuestros lugares santos, que nunca sean separados otra vez. A nuestros vecinos árabes tendemos, también en este momento —y con mayor énfasis en esta hora— nuestra mano en paz.
La Guerra de los Seis Días finalizó con el alto al fuego el 11 de junio de 1967.
Abraham tuvo dos hijos…
En el Día de Jerusalén, se celebran muchos eventos a través de la ciudad, aunque, con todas las festividades y alegría de este día, todavía hay una herida en mi corazón –porque todavía hay una herida en el corazón de mi ciudad–.
La traducción King James del versículo de este Salmo 122 –el versículo tomado como un epígrafe de este artículo– es el versículo que a menudo  se cita en el Día de Jerusalén. Sin embargo, traducir el verbo hebreo “hubra” como “compacto”, no expresa realmente el significado intenso del texto original:  encontré en una de las traducciones que Jerusalén es una ciudad atada, conectada, unificada; “unida firmemente”. Al menos este es el diseño de Dios para Su ciudad. Desafortunadamente, esta no es nuestra realidad. ¿Quién conoce mejor que nosotros?, los judíos y los árabes que viven hoy en día en un eterno conflicto en Jerusalén, que nuestra ciudad no está “firmemente unida”. Cualquiera que haya estado en Jerusalén sabe muy bien que hay una autopista Nº1 zigzagueando la ciudad y dividiéndola en dos partes: en el oeste y el este de Jerusalén.
No estoy comprometida en política, y no estoy planificando un discurso político en este blog, y les puedo asegurar que esto no tiene nada que ver con política –tiene que ver con la Palabra de Dios y el plan de Dios–, por eso me duele el corazón cada vez que leo este Salmo. Jerusalén tiene que ser una ciudad “firmemente unida”. Abraham tuvo dos hijos[1] y ambos hijos tienen una parte que ejercer en la familia de Abraham y en el plan de Dios. Nadie debe ser excluido, ni de la familia, ni del plan –ambos son esenciales–. Ciertamente, no tienen el mismo papel: los hijos son muy diferentes y sus destinos también son muy diferentes. Sin embargo, el cuadro familiar no estará completo hasta que los dos estén representados. Vivimos juntos en esta ciudad, y el Día de Jerusalén ha de ser una celebración para todos los residentes de Jerusalén. Ambos hijos necesitan estar representados en la fotografía familiar. Entonces, y solo entonces, esta fotografía estará completa.

Las lágrimas de Jesús
Durante el mes pasado, señalando todos los días especiales que nuestro país observa en abril/mayo, ya les comenté algo referente a las lágrimas de Jesús sobre Jerusalén en Lucas 19: “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella“. Este episodio es crucial para quienes quieren entender Su corazón y Su amor por Su pueblo. He compartido con ustedes que hace unos años, en mi libro sobre las lágrimas de Dios por el sufrimiento de Israel (“If you are the Son of God” ) comenzó a partir de la realización (revelación) de este simple y obvio hecho, que nunca antes había considerado: en todo el Nuevo Testamento, Jesús solo lloró dos veces –una aquí sobre Jerusalén, y otra sobre Lázaro (“Jesús lloró”)–. No hay accidentes en la Palabra de Dios: Mediante las lágrimas de Jesús, repetidas dos veces, la elección y el destino de Israel se reflejan en la elección y el destino de Lázaro. Aunque Jesús sabe que en breve plazo, Lázaro sería resucitado, Él llora delante de la tumba por el dolor que Su querido amigo ha tenido que sufrir en el camino hacia su resurrección. Él llora por esta aparente e insuperable contradicción de las dos realidades: interna y externa, visible e invisible, la de Dios y la del hombre. En la realidad espiritual e invisible de Dios, Lázaro es escogido y amado, pero aquí en la realidad visible, física y humana, él es abandonado y rechazado por el Señor, y no solamente eso, él está muerto.
Jesús llora sobre Jerusalén con las mismas lágrimas de amor y compasión que él lloró sobre Lázaro. Él llora por la misma contradicción de las dos realidades: en la realidad visible, humana y física de Israel, que parece estar abandonada y rechazada por el Señor –mientras que en la realidad invisible y espiritual de Dios, permanece escogida y amada–. Abraham teniendo dos hijos, ambos, uno natural y otro sobrenatural, fue también un cuadro profético de Dios teniendo dos hijos: el hijo natural y el Hijo sobrenatural –y Dios ama a ambos con mucho amor–.

Para Jerusalén
                    He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; 
                      delante de mí están siempre tus muros.
Isaías 49.16

Cuando el tumulto sobre la tierra fue acallado,
Las lágrimas silenciosas eran los únicos rastros de sus lamentos,
Sus muros, para siempre inscritos en mis manos,
Preparado para ser atravesado por los clavos.
Gritos ahogados rompen la quietud de la mañana:
La sangre desciende en esa vigilia de la Pascua;
Y el clavo que atravesó mi palma viva,
Dejó una impresión eterna…
A la luz del sol entre tinieblas, el hombre sin vista no pudo ver,
A los ciegos no les fue dada la percepción,
Que al clavarme en la cruz aquel clavo,
Hacia tus muros iba dirigido.

*       *       *
Ahora ya resucitado, llevo todavía la mancha
De esas marcas hechas por la humanidad;
Tus muros aún permanecen en las palmas de Mis manos:
Tú estás adornado con aquellas cicatrices oxidadas.
Lleno de envidia y desprecio, indiferente a ellas,
Los ciegos del mundo, las heridas no recuerdan,
Dirigiendo esos mismos clavos, Oh Jerusalén,
Sin miedo hacia tus muros.
Una vez más, ellos no saben lo que hacen
A Mí, que veo todo desde donde estoy:
Cada vez que apuntan a tus muros,
Renuevan el dolor, en las palmas de Mis manos.

[1] Gálatas 4:22
REF: http://jewishstudies.eteacherbiblical.com/es/el-dia-de-jerusalen/?cid=32525&adgroupid=-1&utm_source=js-blog-posts&utm_medium=email_marketing&utm_campaign=bib_es_eml_js_posts_2016-07-14_%2332525#_at=0.3.9530055,0.137582113.z3dfaxzzwdap2usddc



No comments:

Post a Comment