Friday, May 26, 2017

“El amor de Cristo nos apremia” - (2 Co 5, 14)



Guatemala
Mayo 26, 2017



Queridos hermanos,

Ante el llamado de Kiko a evangelizar a partir del mes de junio próximo, se me ocurre dirigir mi atención a la Exhortación Apostólica que un día nos hiciera nuestro Santo Papa Juan Pablo II después de la celebración del quinto centenario de la iniciación de la evangelización en América… No cabe duda que aun hoy es necesario dar la vida por la evangelización. Y el mismo Papa nos había instruido sobre la evangelización como un acto de la más sublime caridad. Por eso es que nos dice: “El amor de Cristo nos apremia” … No digo más y me remito a continuar leyendo esa Exhortación (el Link abajo) tan actual para el momento que estamos por iniciar en nuestras parroquias… ¡Que la Paz de nuestro Señor Jesucristo nos acompañe en esta misión urgente!

Con mucho cariño,

Noel y Silvia

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA 
POSTSINODAL
 
ECCLESIA IN AMERICA
 
DEL SANTO PADRE
 
JUAN PABLO II
 


INTRODUCCIÓN

1. La Iglesia en América, llena de gozo por la fe recibida y dando gracias a Cristo por este inmenso don, ha celebrado hace poco el quinto centenario del comienzo de la predicación del Evangelio en sus tierras. Esta conmemoración ayudó a los católicos americanos a ser más conscientes del deseo de Cristo de encontrarse con los habitantes del llamado Nuevo Mundo para incorporarlos a su Iglesia y hacerse presente de este modo en la historia del Continente. La evangelización de América no es sólo un don del Señor, sino también fuente de nuevas responsabilidades. Gracias a la acción de los evangelizadores a lo largo y ancho de todo el Continente han nacido de la Iglesia y del Espíritu innumerables hijos[1]. En sus corazones, tanto en el pasado como en el presente, continúan resonando las palabras del Apóstol: « Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio! » (1 Co 9, 16). Este deber se funda en el mandato del Señor resucitado a los Apóstoles antes de su Ascensión al cielo: « Proclamad la Buena Nueva a toda la creación » (Mc 16, 15).

Este mandato se dirige a la Iglesia entera, y la Iglesia en América, en este preciso momento de su historia, está llamada a acogerlo y responder con amorosa generosidad a su misión fundamental evangelizadora. Lo subrayaba en Bogotá mi predecesor Pablo VI, el primer Papa que visitó América: « Corresponderá a nosotros, en cuanto representantes tuyos, [Señor Jesús] y administradores de tus divinos misterios (cf. 1 Co 4, 1; 1 P 4, 10), difundir los tesoros de tu palabra, de tu gracia, de tus ejemplos entre los hombres »[2]. El deber de la evangelización es una urgencia de caridad para el discípulo de Cristo: « El amor de Cristo nos apremia » (2 Co 5, 14), afirma el apóstol Pablo, recordando lo que el Hijo de Dios hizo por nosotros con su sacrificio redentor: « Uno murió por todos [...], para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos » (2 Co 5, 14-15).

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