Thursday, May 11, 2017

Dia de la Independencia de Israel: Reflexiones - Julia Blum


DIA DE LA INDEPENDENCIA DE ISRAEL: REFLEXIONES
In Blog @es by Julia Blummayo 4, 20170 Comments
Acabamos de celebrar nuestro Día de la Independencia y para mí es una gran alegría y privilegio felicitar a mis lectores de Israel en el 69º Aniversario. La mayoría de mis lectores, de hace unos años e incluso décadas, han estado fielmente intercediendo por el País y la gente –han estado unidos por Israel y el Dios de Israel–. Por eso, también es su alegría, también es su celebración.
Muchos de ustedes probablemente saben que nuestro Día de Independencia comienza inmediatamente después de Yom HaZikaron, el Día del Recuerdo por nuestros soldados caídos y víctimas del terror, es un día de duelo nacional –y considerando el gran número de familias huérfanas, un recuento casi imposible de comprender para un país tan minúsculo como el nuestro–, uno no puede imaginar cuan doloroso es este día. Por eso, una de las más peculiares experiencias que se puede tener en Israel es esta increíble y discordante transición desde lo más difícil, del día más trágico, al día más alegre y festivo día del año. Desde las sepulturas de nuestros seres queridos a los fuegos artificiales de la celebración nacional. Es muy duro, tal como son estos dos días seguidos uno del otro, pero si les recuerdo que los días en Israel comienzan con la puesta del sol, esta transición viene a ser casi surrealista. “Y hubo atardecer y hubo amanecer” – Yom HaZikaron, Día del Recuerdo, el día más dificultoso del Año en Israel: memorias, ceremonias, sirenas, lágrimas; y entonces, otra vez: Y hubo atardecer y hubo amanecer –y con lágrimas todavía fluyendo de nuestros ojos, el país se sumerge en las festividades del Día de la Independencia–.
Originalmente había planeado presentar en este post alguna información sobre el Estado de Israel, pero entonces me he dado cuenta que ustedes probablemente conocen sobre ello tanto como yo, y si no, hay muchísima información online. Por lo tanto, he decidido compartir con ustedes mis propias reflexiones sobre este tiempo especial del año, sobre esta inmersión revoltosa desde Yom HaZikaron hasta Yom HaAtzmaut –del Día del Recuerdo al Día de la Independencia–, desde el mayor dolor, pesar y duelo, al máximo gozo y felicidad.
¿Recuerdan dónde tenemos una situación muy similar en la Biblia? ¿Donde se pasó del mayor dolor, pesar y duelo al máximo gozo y felicidad? ¿Recuerdan la historia donde Jesús lloró justo unos momentos antes de Su mayor intervención  milagrosa y del sorprendente e increíble “final feliz” de esta historia? En el Evangelio de Juan, delante del sepulcro de Lázaro, Jesús lloró por el sufrimiento y muerte de una persona a quien, en breves momentos, Él resucitaría de los muertos. Para hacer este paralelismo más válido, me gustaría preguntarles: ¿Cuántas veces lloró Jesús en los Evangelios? En todo el Nuevo Testamento Jesús solo lloró dos veces: una sobre Jerusalén y otra delante de la tumba de Lázaro. Igual que en las revistas para niños donde ponen dos imágenes una al lado de la otra para encontrar las diferencias, estas dos escenas de Sus lágrimas –lágrimas sobre Jerusalén y lágrimas sobre Lázaro– están hoy colocadas delante de nosotros. Tomemos un momento para meditar sobre estas dos escenas.
********************************************
Cuando Lázaro enfermó, María y Marta informaron a Jesús sobre su enfermedad con las siguientes palabras: ‘Señor, he aquí el que amas está enfermo’.[1] ¿A quién amas? ¿No ama Jesús a todos? ¿Por qué las hermanas de Lázaro le pusieron por delante de todos los demás, enfatizando el cariño especial del Señor por él? Sin embargo, parece ser que, no solo para las hermanas de Lázaro, sino para el Señor mismo, la frase ‘el que amas’ era una descripción perfectamente simple, y si embargo, exhaustiva, lo más significativo y específico que denotaría a Lázaro incluso más directamente, que tan solo mencionar su nombre.
Para mí, estas palabras no tienen precio: La especial relación de Dios hacia Israel brilla a través de ellas. De tal manera amó Dios al mundo,[2] nos ama a cada uno de nosotros, sin tener en cuenta nacionalidad o país de residencia, y a pesar de todo, las tiernas y exquisitas palabras de Jeremías: ‘Con amor eterno te he amado,’[3] originalmente fueron dirigidas a Israel y permanecen como una declaración de amor de Dios para Su pueblo.
No solo Lázaro era especial para Jesús, su enfermedad también era especial –  desde un principio era definida como para la gloria de Dios–. Todos conocemos la historia: todos sabemos que cuando Jesús supo de su enfermedad, en lugar de darse prisa  para sanarle, “se quedó dos días más en el lugar donde estaba”.[4] Cuando finalmente Jesús llegó, hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.[5] María y Marta, no hicieron nada para ocultar su decepción, ambas dijeron exactamente lo mismo: ‘Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto’.[6] El inmenso dolor que esos horribles días causaron es comprensible en la amargura de estas pocas palabras, intentando como pudieron no reprochar y a la vez reprochando. ¿Por qué? ¿Por qué no estás aquí Señor? ¿Por qué no viniste? ¿Por qué nos abandonaste en este pesar? ¿No le amabas? Y entonces, ante sus ojos algo inesperado y muy significativo sucede: Jesús lloró.[7]
¿Por qué lloró? ¿Acaso no sabía que en pocos momentos resucitaría a Lázaro de los muertos y que Lázaro, con vida, saldría de la tumba? Desde luego, Él lo sabía  –entonces, ¿por qué lloró?–
Todos sabemos que no hay accidentes en la Palabra de Dios. Mediante las lágrimas de Jesús, repetidas dos veces, la elección y el destino de Israel están reflejados en la elección y el destino de Lázaro. Aunque Jesús sabe que en unos instantes Lázaro sería resucitado, Él llora ante la tumba por el dolor que Su amigo tuvo que pasar en el camino para su resurrección. Y Él llora por esa aparente e insuperable contradicción de las dos realidades: la interna y la externa, la invisible y la visible, la de Dios y la del hombre. En la realidad espiritual e invisible de Dios, Lázaro es escogido y amado, pero en la realidad visible, física y humana, es abandonado por el Señor, y no solo eso, él está muerto.
Jesús llora sobre Jerusalén con las mismas lágrimas de amor y compasión con que Él lloró por Lázaro. Él llora por la misma contradicción de las dos realidades: en la realidad espiritual e invisible de Dios, Israel permanece escogida y amada, pero en la realidad visible, física y humana, parecerá abandonada y rechazada por el Señor. Él lamenta el inmenso sufrimiento que Su amado pueblo debe soportar en el camino de su resurrección; Él llora por el sufrimiento de Su pueblo, por el tormento de esperar al Señor y la imposibilidad para comprender por qué Él se mantiene en silencio durante la persecución y la Inquisición, el Holocausto y la Intifada. Él llora con nosotros cada Día del Recuerdo. Nuestra pena es Su pena. Nuestras lágrimas son Sus lágrimas. [8]
Pero también, nuestro gozo es Su gozo. El 14 de Mayo de 1948, cuando nació el Estado de Israel, se reflejó la historia de Lázaro: La realidad de Dios vino a ser visible. Los muros que durante dos milenios no habían estado en los mapas del hombre, siempre habían estado en las manos del Señor:
He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros.[9]
Los muros de Jerusalén encontraron su lugar en los mapas otra vez. Esta es la causa del por qué con nuestros ojos húmedos con lágrimas, encendemos las antorchas en el Día de nuestra Independencia, honorando a nuestros increíbles doctores y maestros, ingenieros  y rabinos. Nada menos que los milagros que pueden explicar los logros de nuestro pequeño país –y cada año–, cuando escucho estos sorprendentes informes, recuerdo las palabras de Ben-Gurion: En Israel, para ser realista hay que creer en los milagros.

[1] Juan 11:3
[2] Juan 3:16
[3] Jeremías 31:3
[4] Juan 11:6
[5] Juan 11:17
[6] Juan 11:21,32
[7] Juan 11:35
[8] El profundo paralelismo entre Jesús llorando sobre Lázaro y Jesús llorando sobre Jerusalén son explorados en mi libro If you are the  Son of  God… da clic aquí para pedirlo.
[9] Isaías 49:16

No comments:

Post a Comment